La Spiraea ulmaria (o Filipendula ulmaria), conocida como “reina de los prados” porque su inflorescencia -es decir, la disposición de las flores sobre el tallo- tiene forma de corona, es en realidad famosa por estar detrás de uno de los medicamentos más famosos y utilizados del mundo: el ácido acetilsalicílico, popularmente conocido como aspirina.
Es decir, que la reina de los prados es el principio activo de este famoso medicamento. Pero, ¿acaso tiene algo que envidiarle la planta al fármaco como para que debamos apostar por el segundo en vez de por la primera?
Lo cierto es que no, como usted mismo va a comprobar a continuación.
Su “regio” nombre responde también a su carácter dominante respecto al resto de plantas de las praderas, dado que llega a alcanzar el metro y medio de altura. En cambio, su denominación etimológica, Spiraea, se debe a que sus frutos tienen forma de espiral.
En el plano terapéutico lo que se utiliza son sus extremos floridos, y entre sus compuestos activos destaca su aceite esencial, que es rico en salicilato de metilo y aldehído salicílicos, así como sus taninos y flavonoides. Entre sus principales efectos beneficiosos para la salud, destacan:
Lo cierto es que apenas hay evidencias acerca del consumo de la reina de los prados antes del siglo XVIII.
Fue en ese momento cuando algunos herboristas y médicos expertos en fitoterapia comenzaron a alabar las propiedades de esta planta para bajar la fiebre y tratar diarreas, así como para aliviar los dolores de estómago y los reumatismos.
No tardaría en pasar a formar parte de la familia de los salicilatos, famosos principios activos aislados por primera vez en 1829 en la corteza del sauce y cuyos efectos positivos sobre el dolor y la fiebre se conocen desde los tiempos de Hipócrates.
Ya en 1853, un químico consiguió extraer aldehído (un compuesto químico orgánico procedente de un alcohol primario) salicílico a partir de un destilado de flores de la reina de los prados, y tras varios intentos logró activar la molécula sintetizando el ácido acetilsalicílico.
Eso fue lo que permitió a la farmacéutica alemana Bayer desarrollar en 1899 uno de sus medicamentos estrella, que llegaría a ser de los más vendidos en todo el mundo: la aspirina.
Casi podría decirse que la aspirina marcó el comienzo de la farmacéutica industrial tal y como la conocemos hoy día. De hecho, actualmente se siguen fabricando unas 40.000 toneladas de aspirinas al año en todo el mundo (es decir, que podrían venderse ¡hasta 2.500 cada segundo!).
Y lo cierto es que si 237 medicamentos comercializados a día de hoy siguen conteniendo esta molécula, es porque efectivamente presenta beneficios reales.
Pero, ¿qué hay de su origen natural en la reina de los prados? ¿O es que acaso esta planta no es eficaz contra el dolor de cabeza? ¡Pues claro que sí! Y, además, sin los efectos secundarios nocivos que sí presenta la aspirina, pues al fin y al cabo es un fármaco químico.
El ácido acetilsalicílico se ha impuesto como medicamento de referencia para calmar los dolores y la fiebre. Sin embargo, al igual que ocurre con los salicilatos de la reina de los prados tomados de manera aislada, puede provocar acciones irritantes de la mucosa gástrica, y especialmente en pacientes propensos a sufrir trastornos gástricos.
Es decir, que su consumo puede derivar en la aparición de úlceras o de gastritis hemorrágicas agudas, por lo que se desaconseja en este tipo de perfiles.
Asimismo, la aspirina potencia la acción de los anticoagulantes (por ejemplo, el Sintrom), y por ello no debe ser administrada a personas que estén siguiendo un tratamiento con anticoagulantes, ya que podría provocarles severas hemorragias digestivas.
En definitiva, los sangrados por heridas en pacientes que toman aspirinas son más difíciles de controlar, por lo que también hay que evitar su consumo ante cualquier intervención quirúrgica.
En el caso de la reina de los prados, en cambio, el efecto ulceroso de los salicilatos presentes de forma natural en la planta se contrarresta por efecto de los taninos que también contiene la Spiraea, los elagitaninos.
Así, un estudio comprobó que estos inhiben la formación de la histamina que provoca los síntomas alérgicos y la ulceración del estómago. (1)
Pero los efectos de la reina de los prados llegan incluso más lejos: se ha comprobado que disminuye la acidez gástrica y previene la formación de úlceras, lo que ya en el siglo XVIII afirmaban algunos médicos expertos en el uso terapéutico de las plantas.
En otra investigación llevada a cabo con ratas de laboratorio se demostró que una decocción de esta planta favorece la cicatrización de las úlceras gástricas y resulta eficaz incluso para prevenir los daños producidos por el alcohol o, precisamente, ¡por el ácido acetilsalicílico! (2)
Y es que la aspirina es sin duda un medicamento útil (históricamente ha supuesto todo un avance para la medicina), pero como ha visto posee ciertos efectos secundarios nada desdeñables.
Por ello, y existiendo una alternativa natural como lo es la reina de los prados, ¿por qué no íbamos a recurrir a ella?
Veamos cuándo y cómo debe utilizarse esta planta.
La mejor manera de obtener los beneficios de la reina de los prados es en infusión, aunque también resulta interesante en su forma concentrada, en extracto fluido o alcohólico.
Debe saber que en polvo -en esta forma habitualmente está disponible en cápsulas- tiene un uso más práctico, pero también menos eficaz. Asimismo, si recurre a este formato no olvide acompañarlo de un buen vaso de agua.
Para preparar la infusión eche una cucharada sopera de la flor en medio litro de agua cuando empiece a hervir y después deje infusionar durante 15 minutos. Pero, ¡atención! No debe hervir la planta, ya que de ese modo el ácido salicílico se evaporaría. Tome hasta un máximo de 4 tazas de infusión al día.
En caso de optar por la forma de extracto alcohólico, tome entre 5 y 20 gotas disueltas en un vaso de agua entre 3 y 4 veces al día.
Como advertencia final, por supuesto deben evitar el consumo de esta planta las personas alérgicas a los salicilatos y a la aspirina. Asimismo, está contraindicada en caso de problemas de coagulación o si se está siguiendo un tratamiento fluidificante o anticoagulante. Si es su caso, por favor absténgase. Si no lo es, no vuelva a tomar una aspirina sin antes haber probado la reina de los prados. ¡Y ya me contará sus resultados!
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