¿La ansiedad nos enferma? Sí, y mucho más de lo que parece. Pero hay una forma de ponerle freno de la que es probable que nunca le hayan hablado…
Cuando uno arrastra problemas complicados en su vida, si estos le causan una ansiedad constante, termina teniendo la impresión de que está agotado.
El problema es que, por desgracia, no es solo una impresión.
Ese estrés constante es muy pernicioso para la salud, especialmente cuando dura demasiado tiempo (¡incluso años!).
Así, una persona que ha experimentado unos niveles de ansiedad demasiado altos a lo largo de un extenso período de su vida, cuando alcanza los 50 ó 60 años de edad puede presentar signos evidentes.
Mediante la secreción de cortisol, la conocida como “hormona del estrés”, la presión arterial se eleva. Pues bien, este fenómeno a la larga da lugar a la hipertensión.
Asimismo, la frecuencia cardíaca, alta y sujeta a aceleraciones repentinas con cada golpe de estrés, se desajusta por completo y termina siendo carne de cañón para las arritmias.
Y además cabe señalar que en cualquier caso las personas con ansiedad tienen un 60% más de riesgo de sufrir accidentes cardiovasculares de todo tipo, según un estudio publicado en The Lancet.
Una musculatura que permanece demasiado tensa todo el tiempo puede terminar derivando en múltiples trastornos músculo-esqueléticos y articulares.
De hecho, no es casualidad que el dolor de espalda sea una consecuencia típica de los problemas de ansiedad (en ocasiones es uno de los primeros síntomas que da la cara).
Perturbado por la ansiedad, el cerebro sufre a todos los niveles. Sin embargo, lo que resulta especialmente dañino para él es el sueño deficiente, sobre todo cuando este se prolonga en el tiempo (un problema común en caso de ansiedad).
Esto lo hace envejecer más rápido, sufrir pérdidas de memoria y una peor capacidad de concentración, así como tener dificultades en el aprendizaje y en el control del estado de ánimo.
La ansiedad ataca directamente al estómago, generando reflujo gástrico al comer peor y, por lo general, demasiado rápido. Masticar poco, esa sensación de luchar contra un nudo en la garganta al tragar… Todo ello provoca pésimas digestiones que terminan generando hinchazón, pesadez, gases, reflujo y, a la larga, incluso úlceras.
Además, ese ácido no solo daña las paredes del tubo digestivo, sino también los dientes (en particular su esmalte).
Y no es el único motivo por el que estos sufren: al tender las personas estresadas a contraer la mandíbula, haciendo rechinar los dientes unos contra otros (un fenómeno que recibe el nombre de “bruxismo”), estos pueden terminar sufriendo un importantísimo desgaste.
Ya por último decir que, en la cascada de consecuencias que se derivan de los problemas digestivos, también puede aparecer eccema, alopecia, pelo canoso… ¡y un largo rosario de problemas más!
Palabras mayores, lo sé. Pero lo cierto es que la investigación científica apunta a que la ansiedad constante aumentaría el riesgo de desarrollar cáncer.
De hecho, aunque algunas instituciones y autoridades sanitarias siguen señalando que los resultados son controvertidos y que se necesitan más estudios al respecto, hoy por hoy está ampliamente reconocido que la ansiedad aumenta la producción de citoquinas.
Estas no son otra cosa que mensajeros del sistema inmunitario que aumentan el nivel de inflamación, el cual en su forma crónica se asocia a muchas enfermedades, entre ellas el cáncer.
Es eso, precisamente, lo que ha llevado ya a un buen número de expertos a afirmar que el estrés promueve la aparición de tumores.
Deshacerse de la ansiedad cuando está cronificada o cronificándose (es decir, cuando no responde a un peligro puntual, siendo en ese caso útil) es una prioridad.
Ahora bien, tengo que reconocer que, si me niego en redondo a que esos problemas sean tratados con medicamentos, tampoco creo que la única solución que exista sea tratarlos con tisanas, complementos u otros tratamientos.
Por supuesto que los síntomas de la ansiedad deben ser aliviados y, para ello, las estrategias naturales, alternativas o complementarias son de gran ayuda.
Pero lo que está claro es que hay un concepto de base erróneo que debe ser abordado: todo ser humano se enfrenta a lo largo de su vida a cosas “aterradoras”. ¡Precisamente en eso consiste la vida!
De hecho, no es casualidad que ciertos trastornos relacionados con el sufrimiento emocional se hayan multiplicado con la pandemia.
La angustia no es ninguna enfermedad. Es una condición común, una emoción más que debemos abrazar para que cumpla su función y, una vez hayamos aprendido de ella todo lo posible, desaparezca naturalmente.
En realidad, lo terrible es que, en el mundo en el que vivimos, haya personas que parecen vivir completamente libres de situaciones en las que los nervios hacen acto de presencia. ¡Pese a todos los “peligros” que supone la mera existencia!
Esto se agudiza, por ejemplo, cuando uno tiene hijos o nietos: ¿cómo no estar expectante por su futuro y por todo lo que les pueda pasar en la vida?
Pero ¿y si entonces la solución pasase por comenzar a aceptarnos tal y como somos, de alguna forma -y naturalmente- “un poco ansiosos”?
¿Lo ha percibido usted también? Cuando reconocemos la ansiedad como algo innato, inmediatamente dejamos de preocuparnos por estar ansiosos.
Ser comprensivos con nosotros mismos, reconociendo que tenemos derecho a ponernos nerviosos, nos ayuda automáticamente a relajarnos.
¡Eso ya es un paso!
Pero en cualquier caso sigue tocando arremangarse para eliminar las fuentes de estrés y ansiedad que no nos son propias y nos hacen daño, sobre las cuales sí se debe actuar:
Ante cualquier temor que nos ocupe, hay una medida que puede ayudar a mitigarlo.
Por supuesto, esto no supone eliminar por completo la angustia, ni tampoco le librará de los problemas reales (los que han pasado “del dicho al hecho”, por así decirlo). Pero sí le ayudará a vivir mejor, más tranquilo y confiado, sabiendo asumir los riesgos intrínsecos a la propia vida que uno no puede controlar.
La experiencia de los mayores maestros de espiritualidad del mundo demuestra que la serenidad no proviene de haber resuelto todos y cada uno de los problemas que uno tiene, sino de contribuir al máximo de nuestras capacidades a resolver aquellos problemas cuya solución sí está a nuestro alcance.
A medida que tome las riendas de su mente y limite sus miedos, asumiendo aquellos que es natural que le acompañen, sí es posible que termine experimentando la “milagrosa” sensación de no estar ansioso en absoluto.
¿Es esta la clave de la felicidad? No lo sé.
Pero sí creo que se relaciona mucho con nuestra “misión” en la vida: hacer lo que podamos, allá donde estemos, sacando lo mejor de nuestras fortalezas y de nuestras limitaciones.
Una vez en ese punto, sí resulta fantástico tomar 2 veces al día, mañana y noche, una tisana de espino blanco o de hierba de San Juan un día demasiado “cargado”. O inhalar un poco de aceite esencial de lavanda y complementarlo con otras plantas sedantes cuando nos encontremos más nerviosos de lo normal…
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No he tenido un solo episodio de ansiedad ni de angustia durante todo el confinamiento ni en fechas posteriores a la pandemia. Por la sencilla razón de que para nada me he creído esa enorme mentira que todos los dirigentes han endosado a los ciudadanos y ciudadanas de los países. Jamás he puesto la mascarilla en exteriores a pesar de lo que dijesen las autoridades sanitarias y militares. No me he vacunado y no lo haré. Que conste que no soy un antivacunas, pero este medicamento experimental (así lo dicen en las farmacéuticas que han hecho el preparado) no entrará en mi cuerpo estando yo consciente. Estoy mejor que nunca, consciente de que no han podido engañarme como a la mayoría de los habitantes del planeta Tierra.
Me alegro que sea usted más listo que la mayoría de los habitantes de la Tierra. ¿Me puede decir de qué han muerto todos esos miles de personas en España y no sé si cientos de miles en todo el mundo?
Gracias por este artículo, me ha sido de gran ayuda para verdaderamente reconocer lo que estoy padeciendo hace unos días. No sabía cómo lidiar con ello.
Trataré en lo adelante de hacerle frente a esta ansiedad. A estas alturas no sé qué es lo que está provocando esta ansiedad. Solamente sabiendo esto puedo atacarla y hacerle frente.
Saludos y gracias por mantenernos informados.
Yo no creo que digan toda la verdad, hay casos muy curiosos después de vacunarse.
Buenas noches, yo creo que nunca he tenido ansiedad (ni depresión) o tal vez no se reconocerla, pero jamás me he tratado con nada salvo con mi autocontrol.
En esta época de pandemia sí que me he sentido un tanto raro porque por mi oficio, pese a ser servicios esenciales, lejos de ser aplaudido, agradecido o bien visto por mis vecinos, siempre he estado en el punto de mira de políticos, médicos, gobernantes y seguramente de ustedes mismos.
Hemos sido servicio esencial y no hemos cerrado ni un solo día en toda la pandemia. Estoy vacunado por protección a los demás, que por mí mismo no lo hubiera hecho, pese a pasar diariamente por mi negocio mas de 300 personas…
Y ademas de trabajar sin descanso todos los días, sigo siendo una persona íntegra, pese a las acusaciones de millones de dedos!
Yo les leo desde hace muchos años, sigo muchos de sus consejos, incluso doy muchos de sus consejos a clientes míos que me cuentan sus problemas. No se si a alguno habré ayudado, pero esa era mi intención.
Muchos me preguntan si se algún remedio para dejar de fumar, y el único remedio que conozco es la fuerza de voluntad. Ni hierbas ni champix o similares.. pero les animo a hacerlo y, si dejan el hábito, les aplaudo pese a vender tabaco, ser fumador, ser estanquero y respetar a los demás.
Y no firmaré lo que nos bombardean a hacerlo, puesto que ustedes buscan su verdad, no LA VERDAD. Puesto que sé de primera mano que British American Tobacco cedió moléculas de nicotina de sus laboratorios al hospital universitario de París para investigar la posibilidad de acabar con el virus, porque de alguna manera los fumadores se contagiaban menos… Bueno, eso ya lo saben pero no les interesa difundirlo. Es mejor prohibir fumar que respetar a esta parte de la población que le gusta hacerlo…
Ahora mi pregunta: ¿ESTO ES ANSIEDAD?
¡Muchas gracias por todos sus textos y publicaciones y por todo lo que nos ayudan!