Un grupo de investigadores israelí ha alcanzado un hito en la historia de la Medicina. Han sido capaces de crear, a partir de una impresora 3D y con células extraídas de un paciente, un corazón plenamente operativo(1).
El corazón obtenido es muy pequeño, de tamaño similar al de un conejo. Pero lo importante es que estamos ante el primer corazón completamente funcional (incluidos ventrículos y vasos sanguíneos) impreso con tecnología 3D a partir de material biológico. Por tanto, solo sería cuestión de imprimir el órgano a un mayor tamaño, ya que la tecnología empleada sería exactamente la misma.
Lo más interesante es que se han empleado materiales biocompatibles (se obtienen del tejido graso del paciente a partir de una simple biopsia), lo que evita el rechazo del implante, que es el principal riesgo de los trasplantes. Sus responsables confían en que de aquí a diez años la mayoría de hospitales cuente con su propia “impresora de corazones”.
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