Uno de los principales problemas que plantea el diagnóstico y el tratamiento de las enfermedades oculares es que resulta muy complicado saber de manera no invasiva qué ocurre dentro del ojo. Para superar este hándicap se ha desarrollado un nuevo retinógrafo(1) denominado “hiperespectral”. La principal particularidad de este equipo de diagnóstico por imagen es que utiliza una longitud de onda superior. Así, de los entre 450 y 700 nanómetros alcanzados con las herramientas que se manejaban hasta la fecha, se podrá llegar a los 1.300 nanómetros.
Gracias a esta nueva tecnología se puede obtener más información sobre la estructura del ojo, lo que permite mejorar el diagnóstico precoz de algunas enfermedades oculares. Así ocurre con la degeneración macular asociada a la edad (DMAE), por ejemplo, cuyas primeras alteraciones se producen en la coroides, capa situada detrás de la retina y a la que hasta ahora resultaba imposible llegar a través de herramientas de diagnóstico.
También ofrece ventajas a la hora de diagnosticar y tratar a pacientes que presentan opacidades (por ejemplo, en caso de cataratas), ya que la luz visible que emplean los otros retinógrafos no puede pasar, mientras que la luz infrarroja del nuevo modelo sí puede atravesar capas más opacas. El prototipo ya ha sido utilizado con éxito en 100 pacientes del Instituto de Microcirugía Ocular de Barcelona.
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