Es indiscutible que El Rey León es uno de los más grandes éxitos de la historia del cine. Para mí, totalmente merecido, pues la película está llena de valiosas enseñanzas para la vida.
Por eso, ahora que hace semanas que se ha estrenado una nueva adaptación (recordemos que la primera versión es del año 1994), le invito a adentrarse en su historia -incluso si ya vio el film en alguna ocasión-. Una vez que lea lo que hoy voy a contarle sobre el mensaje oculto de esta película, ¡seguro que no le faltan ganas de volver a verla!
Quizá usted ya lo sepa, pero sin duda a muchos lectores les sorprenderá saber que la historia de El Rey León se basa en la obra Hamlet, de William Shakespeare. Es decir, que es de todo menos una tonta historieta infantil. Y, de hecho, cada escena merece casi ser comentada individualmente por su significado simbólico.
Mi escena preferida es esa en la que Simba, el joven león expulsado del reino de su padre, regresa para tomar posesión de sus dominios. Y es que, en mi opinión, sintetiza de forma muy evocadora lo que le sucede a cualquier persona que, tras haberse enfrentado a las adversidades, decide por fin retomar su camino.
Siendo todavía una cría, Simba es expulsado del reino del que era heredero.
Después de que su padre, Mufasa, haya muerto, su terrible tío Scar le hace creer que es culpable de la desdicha del progenitor y le insta a huir, lo que el cachorro hace abrumado por la culpa.
En definitiva, que el heredero del reino deserta, dejando el territorio a merced el malvado tío y de unas hienas que lo devoran todo y siembran la miseria.
Pues bien, ¿no cree usted que en ciertos momentos de la vida uno puede encontrarse en una situación similar a la de Simba? Cuando por ejemplo se ve abatido por la enfermedad, la angustia o la desesperanza.
Eso es lo que hoy por hoy médicamente se conoce como “síndrome de estrés postraumático”. Paralizado por una desgracia que le sobreviene, una persona renuncia -aunque sea temporalmente- a sus sueños, a sus proyectos… y se encierra por completo en sí misma.
En la película, durante su exilio Simba se hace amigo de un suricata (llamado Timón) y un jabalí (de nombre Pumba).
Son divertidos y se rigen por una filosofía muy simple que permite vivir a pesar de los traumas del pasado: el “Hakuna matata”, una expresión real del idioma suajili que significa “vive y sé feliz”; o lo que es lo mismo: “no te preocupes del ayer ni tampoco del mañana”. Un equivalente, en cierto modo, al “carpe diem” latino.
Es evidente que, en el duro momento vital en el que se halla, para el pequeño león estos dos compañeros suponen un auténtico salvavidas.
“Ningún problema ha de hacerte sufrir”, cantan a coro Simba y sus nuevos amigos mientras se deleitan con larvas y chinchillas. Así consigue olvidar sus desgracias, su pasado… Pero al mismo tiempo comienza a olvidar su identidad.
Deja incluso de ser consciente de que es un león y de que hay un reino que le espera y le necesita.
En otras palabras: Simba sobrevive, pero va a la deriva. Responde a la angustia del momento jugando o comiendo, pero sin asumir el papel protagonista en su propia historia.
Y eso es exactamente lo que les sucede a muchas personas que, por avatares de la vida, se dan de bruces contra la cara más amarga de la realidad. Se sobrevive a la desgracia deambulando sin rumbo fijo y, en no mucho tiempo, la vida se vuelve soportable, pero también completamente vacía.
Cuando Nala, una amiga de la infancia, reaparece en busca de Simba y le suplica que regrese para acabar con Scar y las hienas, el león la rechaza. “¡Eso no me incumbe! ¡Estoy bien como estoy!”
Simba sufre una crisis de identidad similar a la que atraviesa cualquier adolescente en su camino hacia la madurez. Y de hecho su aspecto físico lo delata: está decaído, con la mirada triste, la melena descuidada…
Esa escena es una buena muestra de la poderosa influencia que ejerce la mente sobre el cuerpo; cuando el caos reina en la cabeza, el cuerpo está abatido y lleno de debilidad y dolor.
En el caso de Simba hay que esperar a la visita del mono-chamán Rafiki, tras la partida de Nala, para que el león empiece a buscar respuestas a las preguntas que poco a poco se han ido instalando en su interior: quién es y cuál es su destino.
Las palabras de Rafiki (“recuerda quién eres”) son las más importantes de la película: consiguen abrir los ojos a Simba, quien por fin se reconoce como el hijo del rey. Es decir, que hay un reino que le pertenece y por el que debe luchar. La vida recupera su sentido y su fin.
Toda la escena tiene una fuerte carga de simbolismo. Y es que la situación es perfectamente equiparable a la de cualquier persona que ha dejado de comprender quién es o el lugar que ocupa en el mundo, y por ello está perdida, deprimida y errante.
Sin embargo, todos y cada uno de nosotros poseemos un “reino” propio: nuestra vida, el valiosísimo tiempo del que disponemos y un cuerpo y una mente que nos permiten trabajar y pensar, así como talentos que usar y desarrollar para dar sentido a nuestra existencia.
La persona que comprende esto se vuelve imparable, al igual que sucede con Simba (que no es más que un reflejo de todos nosotros superando las adversidades).
Ese es, en resumen, el gran mensaje de la película. Y se traduce en que, pese a las heridas, las enfermedades y los dolores del pasado, el presente siempre puede brillar, pues hay todo un “reino” que florece.
El sentido de la vida no es más que cultivar ese reino, pero para ello hay que comenzar por descubrirlo: entendiendo quiénes somos en realidad, cuáles son nuestros talentos y cuál es el destino de nuestra vida más allá de los contratiempos y los sufrimientos.
Ahora bien: es importante saber que el reino no es por fuerza bello ni próspero cuando se descubre. Más bien al contrario.
En el caso de Simba, al regresar a sus dominios encuentra todo gris y devastado. Y es lógico, puesto que no se había ocupado de él durante demasiado tiempo. Tenía incluso un usurpador ocupando su lugar: su tío Scar.
No obstante, tras un breve momento de desaliento, recupera toda su fuerza y determinación. Y es ahí cuando empieza a cambiar de apariencia: su cuerpo parece más fuerte y su melena más voluminosa, se mece al viento como hiciera la de su padre. En definitiva, que empieza a parecer un auténtico rey.
Incluso su mirada se endurece y se dirige hacia el horizonte, con cierto brillo de furia en los ojos.
Eso mismo sucede en el momento exacto en que una persona decide coger las riendas y enfrentarse a las adversidades para reconquistar su “reino”: es ayudada por una especie de “fuerza interior” mística que emana de su propio cuerpo y que le da arrojo y valor para enfrentarse a los desafíos.
Un cambio como este va mucho más allá de lo metafórico o lo psicológico. Alcanza todos los niveles.
De hecho, las sensaciones de coraje y valentía hacen que el organismo produzca serotonina, una hormona que activa la síntesis de ciertas proteínas hasta entonces “dormidas” y que provoca determinados cambios en la actitud (incluso en la expresión corporal, haciéndonos andar más erguidos, por ejemplo).
Por efecto de la serotonina ciertos genes consiguen “volver a encenderse” y el cuerpo se reactiva: mejora el funcionamiento del sistema inmunitario, los músculos ganan volumen y los huesos se vuelven más fuertes.
Pero es que, además de eso, cuando una persona decide emprender una tarea difícil y ambiciosa y “se crece” para lograrlo, por lo general empieza a despertar más simpatía y a resultar más respetable entre quienes la rodean, independientemente de que consiga lo que se propone.
Como ha visto, la historia de El Rey León recoge en el fondo la historia de cada uno de nosotros.
Y por eso evoca, consciente o inconscientemente, todas las veces en las que a lo largo de la vida uno se siente abrumado pero decide afrontar su destino.
Ya sea frente a las enfermedades, a las decepciones o a las traiciones, el trayecto es similar al que realiza Simba a lo largo de toda la película.
Puede ser que durante un tiempo usted se haya distanciado del camino, de su objetivo. Puede que incluso esté pasando por esa situación ahora mismo y estas palabras le ayuden a darse cuenta de ello.
Lo que importa, al fin y al cabo, es abrir los ojos y ser consciente de que hay una vida esperando. ¡Hay que recuperarla!
Da igual lo herido o enfermo que se esté, la única salida es tomar las riendas de la situación y recuperar ese “reino” personal que es la propia existencia. Y así es como la vida recobra su sentido y la verdadera felicidad regresa: cuando la curación real, la interior, se ha producido.
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Magnífica y estimulante interpretación de El Rey León.
Parece inevitable el dualismo LO MALO- LO BUENO, pero ante las adversidades no tenemos otra alternativa que instalar lo positivo en nuestras vidas y «CREAR» nuestra propia realidad.
Un afectuoso abrazo.
Le doy las gracias por este mensaje tan lleno de realidad. Tener vida interior y saber que Dios esta presente en la vida o «reino » de cada ser humano, cambia y nos hace visualizar la meta o única meta de nuestra existencia. Seguir adelante con esa gran Esperanza nos ayuda a lograr el cambio y salir con serenidad y paz del pasado y retomar ese bello presente.
Saludos y otra vez muchas gracias
Un accidente me dejó sin el codo derecho y a consecuencia, sin mi pareja que no paraba de decirme: «¿a mi quien me cuidará?».
Durante varios años estuve hundida en la tristeza pero atendida por mi madre que vino a vivir conmigo para ayudarme.
Pues bien, con el tiempo , pude pagarle a mi madre todos sus cuidados y he sido yo quien la ha atendido en una larga enfermedad de demencia senil.
La fuerza interior que me ha dado poder cumplir con esta ardua tarea ha hecho de mi otra persona mucho más fuerte .
Gracias, ha sido muy gratificante, me habéis ayudado mucho.
Hola, estudié Hamlet en la facultad de filología y nunca oí la metáfora del “reino perdido” ni se me ocurrió verlo así. Es muy acertada y en este momento de mi vida estoy recuperando ese reino que, efectivamente, estaba hecho una pena. Muchas gracias por compartirlo. Me parece muy valioso.
Muchas gracias por esta bonita reflexión tan certera y llena de realidad. La literatura está plagada de estos simbolismos que gran parte de nosotr@s no sé hasta qué punto sabemos descifrar. Un afectuoso saludo.
Buenas tardes
Dr Oliveiras, si al principio me gustaba su revista, ahora cada vez más!
Su profesionalidad y gran humanidad, me conmueven
Sin ánimo de lucro. Eso se encuentra poco hoy día!
Felicidades por este fantástico artículo!
Una admiradora
Muy buena reflexión. Un saludo
Hola…. Por supuesto, lo importante es luchar y no darse nunca por vencido. Por muy difícil que nos parezca, tenemos algo que se llama vida, que se llama vitalidad que tenemos que intentar reforzar… Hay que buscar la felicidad por muy gris que esté nuestro cielo.
Muchas gracias.
Muy bueno como has ido desgranando el cuento y como nos trasladas todo lo práctico para nuestra vida diaria. Y para mí, lo más difícil fue coger las riendas y decir, esto quiero y tengo que ir hacia mi objetivo sin desviarme. Porque es muy fácil el dejarte llevar y que te abran el camino pero quizás no te equivoques porque tampoco decidiste. Pero tampoco sabrás que te esperaba después de la lucha.
Yo tengo una minusvalía bastante severa pero para mí son los demás quienes me recuerdan mi estado físico. No sé si me explico. Si yo quiero ir a un pleno del ayuntamiento abierto al ciudadano y resulta que me encuentro cinco escalones, es en ese momento en el que se me recuerda mi estado físico, sino adelante, al pleno, a luchar, a defender o a escuchar.
Así que lo físico no ha sido lo difícil de superar. Lo difícil ha sido que como yo estaba en esta situación, los demás se han imaginado que mi vida iba a ir hacia una dirección sin plantearse más. Y entonces viene lo difícil, el decir yo aquí me planto, quiero esto, esto y esto y no sé si lo conseguiré pero voy a intentarlo. Ahí es donde viene el caos pues dejas a las personas que quieres totalmente descuadradas. Pero luego ya todo vuelve a su cauce y es mucha satisfacción, la verdad. Pero cada etapa de la vida tiene sus dificultades y nada, ahí andamos, sorteando los «escalones» que me voy encontrando. Como casi todo el mundo. Un abrazo y Salud para todo el mundo
Sus comentarios tienen un gran conocimiento. Su sensibilidad y cultura van mas allá del conocimiento literario.
Bonita reflexión, que grandes sus palabras al igual que la película de El Rey León. Es una verdad como un templo y me ha ayudado a reflexionar y a darme cuenta que es precisamente lo que debo hacer para ayudarme a coger las riendas de mi vida. Por todo el mundo al que quiero, por mi hija y por mi. Gracias
Muchas gracias por hacernos reflexionar a través de una historia tan popular como el rey león sobre el sentido y la dirección de nuestra vida, que muy a menudo tendemos a olvidar.
Un saludo
Hermosa enseñanza, que, además de tierna no hace otra cosa más que demostrar de una manera amena y simpática, que EL PODER SIEMPRE RESIDE DENTRO NUESTRO, y es algo que nunca debiéramos olvidar, o en todo caso, orar para que nuestro creador con su infinita piedad y misericordia ilumine nuestro camino y con la delicadeza que sólo el puede tener, nos ponga nuevamente en nuestro camino: el camino a la elevación. Gracias por haber compartido este mensaje de fe y esperanza.
Me parece pertinente el comentario y agradezco que lo haya compartido.
Comparto su opinión, es la conciencia de empoderarnos de nuestro potencial y la posibilidad de
construir y buscar nuestra identidad en pos de insertarnos en la sociedad y desarrollarnos en comunidad, con valores, respetando diferencias, integrando capacidades lo que nos va a volver más humanos.
Me ha parecido muy interesante y realista la reflexión sobre el significado de la película, situación por la que la mayoría de personas pasamos alguna vez en nuestra vida, ha sido muy didáctica, me ha encantado. muchas gracias
Muy BUENOS los artículos GRACIAS seguir dando más GRACIAS
Muy interesante, como todo lo que voy leyendo en sus envíos.
Agradezco las enseñanzas y puedo reafirmar que estoy totalmente acuerdo en la reflexión y además puedo dar fe de ello.
Sentirse vivo al retomar las riendas de la vida es un inmenso tesoro que no se puede obviar.
reenviaré el correo ahora mismo.
saludos
Excelente interpretación la del Rey León. Solo que el autor de estos comentarios olvidó describir otro cuadro clínico que se refleja con intensidad en la historia. El tío de Simba es un PSICÓPATA, muy bien descrito en la película. En cada grupo humano al menos hay uno. Cómo identificarlo para que no se desmorone nuestro reino observando la conducta de Scar.
Muy interesante; Sufres un derrame cerebral y,sales de él porque en «tu casa» hay dos menores de edad que esperan al padre, una ESPOSA que ya ha tomado otro rumbo porque supone que no volverás, te hundes, lloras, pasa un tiempo y buscas tu reinado inexistente, quedas discapacitado y tratas de ser útil sin conseguirlo…………. no sigo porque todos tenemos nuestro drama esperando pero el león que anida dentro de cada uno termina en la medida de sus posibilidades sacando cabeza, sólo la muerte es capaz de desmentirnos. saludos, gracias.
Buenos días Luis Miguel
Quería darle las gracias por tan maravillosa reflexión que ha compartido con todos nosotros de la historia del Rey León.
Como bien dice todos, o al menos la mayoría vivimos etapas difíciles que esta película y reflexión nos llega a los sentimientos, emociones más profundas dándonos un toque de impulso para levantarnos y recordar quienes somos.
Muchísimas gracias por la reflexión acerca de la película El Rey León. No la vi en su momento y efectivamente pensé que se trataría de una historia infantil. Su mensaje de hoy ha resonado en mi y eso se debe a que tanto usted como yo como su pensamiento, su consciencia y su intención al escribir el artículo, todo ello es energía. La frecuencia vibratoria de su correo de hoy empatiza con mi receptividad y me produce aún más alegría.
Gracias de nuevo
Salud!
Victoria
Iepa, este correo lo tenía desactivado y hoy 14/5/2020, en confinamiento, he leído este comentario que me ha gustado mucho. Yo no tengo niños, pero en una salida de montaña a la vuelta en el bus nos pusieron esta peli y me marcó mucho. Esta reflexión ha sido de «10».