Contar con un médico empático mejora considerablemente la eficacia del tratamiento, reduciendo el riesgo de muerte del paciente a largo plazo. Así lo asegura el estudio que ha contado con 867 diabéticos y a los que realizaron un seguimiento durante 10 años(1).
Los investigadores observaron que los pacientes que acababan de ser diagnosticados y que tuvieron un médico más empático vieron reducido considerablemente (entre un 40 y un 50%) el riesgo de morir en la siguiente década. La razón es que al comienzo de la enfermedad resultan claves los componentes más humanos del tratamiento (que el médico sea comprensivo, escuche al paciente y conozca su situación particular, sin centrarse exclusivamente en la enfermedad), ya que van a contribuir favorablemente a la eficacia del mismo a lo largo de los años.
Y es que los médicos empáticos tienen más éxito a la hora de lograr que sus pacientes realicen los cambios necesarios en su estilo de vida (mejor alimentación y práctica de ejercicio, por ejemplo) para un mejor control de la enfermedad. El impacto positivo de esa empatía es similar, de hecho, al que se obtendría con los fármacos… pero sin sus efectos secundarios.
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