Estoy seguro de que alguna vez se ha sentido víctima de una injusticia y ha experimentado humillación, ira… pero también la impotencia de no poder hacer nada. Es normal.
Pero entonces quizás se sumerja en un mar de emociones violentas y piense que solo estará tranquilo si consigue devolverle el ataque a quien le ha hecho sentir así: un jefe explotador que se aprovecha de usted sin ningún remordimiento, un vecino que le hace la vida imposible…
Lo que más le fastidia es ver a esa persona reír, divertirse, ¡burlarse de usted!
La buena noticia es que no tiene por qué sufrir. Enseguida verá cómo hacer para conseguir que esa “sed de venganza” no amargue su vida ni termine… ¡arruinando su salud!
El odio y el rencor hacia quien le ha hecho daño pueden ser nefastos para su salud. Para empezar, usted apretará los dientes -aunque no sea consciente de ello- estropeando su dentadura y sus encías.
Pero, además, su estómago comenzará a secretar sustancias corrosivas, su apetito variará y su digestión se complicará. También su sueño se verá perturbado y su libido caerá en picado. La sed de venganza puede provocarle incluso hipertensión y depresión.
Es más, ese sentimiento, que provoca un alto nivel de estrés unido a una gran secreción de catecolaminas endógenas, puede producir afecciones cardiovasculares muy graves que van desde crisis de taquicardia, diversas arritmias graves, crisis hipertensivas severas, angina de pecho, infarto de miocardio, ictus y hasta muerte súbita.
E incluso si su organismo sobrevive frente a esos riesgos, aún es mucho lo que puede estar en juego. Y es que al sentir impotencia y frustración corre un gran riesgo de volverse débil y cobarde y de no hacer nada en su vida. Se abandonará, por así decirlo, y esa es una forma terrible de muerte interior.
Afortunadamente es posible salir de ese infierno, olvidar el tormento y continuar viviendo con la mayor paz posible. Pero le advierto de que el camino no es fácil, especialmente porque implica aceptar que la vida no siempre es justa.
Lo que sí le aseguro es que vale la pena pasar por todas las fases que descubrirá a continuación, ya que eso le permitirá sentirse liberado de esa impotencia, de esa rabia, de esa sed de venganza tan destructora.
Después de haber sido atacado injustamente, su primer impulso seguramente sea hablar con la persona que le ha herido. Querrá hacerle ver que su comportamiento no ha sido correcto, que le ha hecho daño y que no debe volver a hacer algo así.
¡Error!
Debe considerar la posibilidad de que él o ella ya sea consciente de que usted está sufriendo por su culpa. Piense, por ejemplo, en si se ha comportado así anteriormente, incluso con otras personas.
Si ese es el caso y no ha cambiado su actitud, de ninguna manera debería explicarle por qué y cómo le ha hecho daño. La razón es que podría aprovechar esa preciosa información para utilizarla en su contra. Es decir, que si el propósito de esta persona es hacerle sufrir, usted mismo le estaría facilitando las cosas para que lo consiguiera.
Acepte, incluso si le resulta difícil, que posiblemente usted tenga un enemigo que no le desea ningún bien. Es muy importante que aprenda a vivir con dicha certeza.
Esta primera fase es larga, puede llevar meses o incluso años, porque supone reconocer que hay una parte oscura en las personas, lo que es muy doloroso, sobre todo para la gente de buen corazón. Pero piense que, desgraciadamente, si hay algo que la Historia nos ha enseñado es que no solo la maldad es posible, sino que además parece no tener límites o incluso confundirse con la locura (piense si no en Jack el Destripador, por ejemplo; o, más cerca de nosotros, en asesinos de niños, a veces sus propios hijos, que nos llevan a preguntarnos cómo es posible tanta perversidad).
Debe tener en cuenta, no obstante, que este trabajo de aceptación nunca terminará del todo, ya que seguramente en algún momento volverá a sentir la necesidad de dialogar con sus agresores, de hacerse entender por ellos. Por lo tanto, esta etapa implica una lucha con uno mismo hasta convencerse de que tal conversación solo empeoraría las cosas.
El segundo paso, una etapa muy importante de la liberación emocional, es el de intentar que no le invada la alegría cuando algo negativo le ocurra a su agresor.
Veamos como ejemplo el siguiente caso hipotético:
Un buen hombre, leal y con cualidades muy positivas, comparte su vida con una mujer egoísta y mentirosa a la que perdona cada traición.
Un día, ella lo deja por otro hombre al que veía desde hacía tiempo. Y, sin embargo, durante el proceso de divorcio aún se atreve a humillar a su futuro exmarido y trata de quedarse con todos sus bienes.
Así que el hombre traicionado comienza a desear con todas sus fuerzas que las cosas a ella pronto le vayan mal. Por ello cada buena noticia en la vida de ella (viajes exóticos, nueva casa, nuevo coche…) le duele como si le estuvieran clavando un puñal en el pecho.
Es imposible que este hombre deje de sufrir totalmente ante su pérdida y la aparente buena suerte de su exmujer, así que tampoco se trata de que lo intente a toda costa. Lo que debe hacer más bien, lo que realmente le ayudará, es trabajar para sentir menos alegría cuando algo malo le ocurra a su ex.
Solo así podrá alcanzar la liberación emocional, por ejemplo haciéndose la siguiente reflexión:
“Quiero ser feliz, pero deseo que esa felicidad sea verdadera, no solo la alegría malsana de que algo le vaya mal a mi exmujer. Por eso no quiero limitarme a esperar a que le pase algo malo, sobre todo porque sé que esto no me proporcionaría más que una satisfacción momentánea, quizás ni eso.. Evitaré esa complacencia y me alejaré de ella cuanto antes para dedicarme a cosas realmente positivas que me aporten un auténtico y duradero bienestar”.
Poco a poco, es probable que este hombre logre sentir menos congoja cada vez que alguien le cuente algún nuevo “triunfo” en la vida de su exmujer. Pero obviamente no basta con esta estrategia para sentirse en paz. Este es solo un primer paso, un apósito de emergencia.
Para desembarazarse por completo de esta sed de venganza que nos esclaviza, es necesario superar todas las fases de este tratamiento de fondo. Veamos la siguiente.
Retomemos la historia de este hombre. Como ha podido ver se trata de un buen marido que ha sido engañado y humillado por su exmujer, lo que obviamente le ha hecho sufrir.
Pero tomemos un poco de distancia e intentemos valorar su situación de manera objetiva: si era tan bueno y quería tanto a su mujer y ella es tan desagradecida… ¿quién cree que ha salido ganando y quién perdiendo en toda esta historia?
La respuesta está clara: es la mujer la que ha salido peor parada, puesto que ha perdido a un hombre que la quería y era capaz de perdonarla. Su traición la ha privado de una situación que era ventajosa para ella. Por supuesto que espera que su nuevo marido sea tan bueno como el primero, pero nada asegura que vaya a ser así, sobre todo si tenemos en cuenta que aquel era excepcional.
Además, esta tendencia a herir a su propio “compañero de vida” indica que peca de una verdadera falta de juicio, puesto que no ha sabido valorar a quien de verdad la amaba (y en la vida no es tan frecuente encontrar personas que realmente nos quieran).
Por otro lado, yo creo que una persona capaz de humillar a los que le quieren no puede terminar bien. En definitiva, esta mujer no sabe apreciar lo bueno que le da la vida y, por tanto, el marido traicionado no tiene por qué buscar su mal, ¡ya lo encontrará ella por sí misma!
Las tres fases comentadas hasta aquí sin duda le ayudarán a apaciguar su deseo de venganza. Pero -insisto- es posible que este vuelva, y entonces deberá repetir los pasos anteriores.
Y es que las reflexiones y razonamientos, por muy intensos que sean, tardan mucho tiempo en calar hondo en lo más profundo de nosotros mismos. Solo cuando los haya integrado completamente le parecerá evidente que es la persona que traiciona quien sale perdiendo. Entonces comenzará a sentirse mejor.
Aunque esto puede llevar años, por fortuna existe una rápida vía de escape que le ayudará a no desistir de alcanzar la ansiada liberación. Se trata de una estrategia sorprendente, como está a punto de ver, pero para beneficiarse de ella hace falta tener una mente muy abierta.
Es común, cuando uno se ahoga en deseos de vengarse de alguien, apelar a una especie de “justicia divina” o “karma”, incluso aunque no se sea creyente o religioso. Nos gusta pensar que, aunque no nos encarguemos de ello personalmente, de alguna manera el destino se encargará de que algo malo le pase a esa persona.
Más allá de que realmente exista o no esa posibilidad, lo cierto es que esos momentos “de esperanza” son extremadamente interesantes y útiles en el plano psicológico, puesto que constituyen una oportunidad para sentirse liberados.
Al pensar en esa “justicia superior” debe preguntarse, muy seriamente, si acaso usted nunca ha hecho nada -incluso sin ser consciente- que le haga proclive a ser juzgado por ese mismo “ojo invisible”.
Ciertamente esto cambia por completo el tablero de juego, ¿no cree? De repente logra apartar la mirada de su enemigo para cuestionarse a sí mismo. Empieza por fin a reflexionar sobre sus propios errores eventuales y no solo sobre los de los demás.
La pregunta concreta que debe hacerse es: “¿no habrá alguien que esté sufriendo por mi culpa el mismo dolor que otra persona me ha causado a mí?”. Verá cómo el hecho de abrir los ojos a otra realidad, la propia, la que más le incumbe, hará que se sienta liberado.
Será consciente de que no tiene mucho sentido hacer que su felicidad dependa de la desgracia de otro, ¡porque nuestra felicidad depende solo en parte de lo que hagan los demás!
Es como si se le cayera la venda de los ojos. De repente, tendrá la impresión de verlo todo más claro.
Es entonces cuando recibe el más preciado regalo: comprender al fin que la persona que le traicionó realmente le ha hecho un favor.
Al comprender la verdad sobre la relación poco saludable que tenía con su agresor se habrá liberado, y finalmente conseguirá vivir su propia vida sin graves rencores. El hecho de que el otro sufra, de que pague por el daño que le ha hecho, se volverá secundario. Incluso, algún día, le llegará a parecer una idea ridícula.
Poco a poco su “enemigo” irá borrándose de su mente, hasta el momento en que experimente ráfagas de alegría y de gratitud cuando piense en él.
¿Cree que exagero?
En absoluto.
Es cierto que esos destellos de júbilo probablemente no serán constantes, ni siquiera frecuentes, pero pueden darse al menos fugazmente, incluso con más frecuencia de lo que piensa.
Y en esos momentos verá que, a pesar de todo el dolor que esa persona le haya podido infligir, también ha facilitado que usted se dé cuenta de algo profundamente positivo que probablemente nunca hubiera descubierto sin “su ayuda”.
De verdad que no quiero parecer ingenuo ni ridículo. Y por supuesto no digo que uno llegue a saltar de alegría mientras piensa en las injusticias que ha sufrido.
Sería ideal, por supuesto, que el mundo funcionara de tal manera que los traidores fueran castigados y sus víctimas no tuvieran que consumirse durante años deseando una venganza imposible. Pero no es así.
Y sin embargo estoy seguro de que usted puede encontrar en esas injusticias un ápice de luz que evite que su pena y su rabia le haga sentir mal e incluso enfermar.
Sí, el camino es complicado, pero no hay que rendirse: el aprendizaje vital es la mayor recompensa.
Por supuesto, puede compartir sus pensamientos y posibles experiencias, positivas o negativas, con otros lectores de Tener S@lud más abajo.
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No quiero que el mismo daño que me han hecho a mí lo sufran otros a los que amo. Y mi enemigo lo sabe mi punto débil está al descubierto. No le deseo nada malo, pero prefiero evitar cualquier contacto… y es inevitable… Saludos
Que súper interesante este artículo. Me ha ayudado mucho. Es fabuloso gracias ♥️
Solo puntualizar que en las relaciones personales siempre se habla de AMOR que es un concepto que se entiende de muchísimas maneras, por tanto complicado de asimilar. Yo digo y lo he comprobado que el amor es como una TABLA de una mesa, pero que para sostenerse y cumplirse requiere de PATAS. Estas patas son 4, una central y gruesa EL RESPETO, y otras 3 que salen de ese respeto que son, COMPRENSIÓN,CONFIANZA Y TOLERANCIA. Con ellas el AMOR se sostiene firme.
Espero que os haga reflexionar y pensar.
Perfecto razonamiento
Estupendo, interesante y didáctico artículo, de fecha 10/10/2019. Claro y útil.
En general, sus artículos contienen temas que informan o resuelven situaciones de la vida diaria. Suelo conservar aquellos cuyo contenido ofrece datos que son conveniente guardar para una posible eventualidad futura. Muchas gracias
Señores
Qué artículo más acertado y necesario!
Una vez más les felicito por ese fantástico texto que han compartido!
Gracias
Respecto a este artículo, cómo superar las emociones negativas, es complicado cuando por medio hay niños y, cuando tu nuera te amenazó en que no vería a mi nieta hasta que a ella no le saliera de los ( )… Llevo 2 años que no puedo felicitarla por su cumpleaños. Ha cumplido 7 años y siento mucha rabia e impotencia de no poder disfrutar de estos años tan hermosos, sobretodo porque vivimos pared por pared y me siento muy triste al comprobar que mi hijo se queda al margen. Por mucho que intente que no me afecte, sí me afecta y repito, tengo rabia e impotencia por la situación. Leo, cocino, estoy en un grupo de teatro amateur, hago voluntariado para desconectar de la situación emocional, pero me cuesta horrores.
P.D. Ya recibo habitualmente información de ustedes y estoy subscrita en los Dossiers Salud, Nutricion y Bienestar
Lo que no se comenta son los daños colaterales, de darle vueltas y vueltas a un problema; en general: el odio te convierte en una persona triste, aislada; o en el caso contrario, una marioneta disfrazada, hipócrita, resentida, disimuladora, siempre con el amor propio a flor de piel. Se puede caer en la depresión, autoconsideración, falta de autoestima.
No podemos permitir de ninguna de las maneras caer en estos extremos: volvernos cavilosos, introvertidos, distantes, faltos de energía y sin aliento ni empatía o… el otro extremo, llenos de adrenalina y estar a la defensiva, hipócritas-decepcionados-manipuladores, pensando que todo el mundo nos va a herir, también sin empatía y con relaciones tensas.
Claro, eso en los casos extremos, pero, por si acaso: es mejor el amor que la guerra. Será cuestión de ir practicando; ¿no?
Así es y así lo he vivido con mi ex mujer y lo he superado gracias a ese pensamiento de aceptar que su traición me ha hecho el gran bien de ver la relación tóxica que me unía a ese ser
Hola. Este post me ha llegado en el momento preciso. Llevo días poseída por el odio y un deseo intenso de hacer verdadero daño a un vecino muy conflictivo que vive en el piso de arriba. Este es otro episodio más de una larga convivencia malsana (más de diez años), incluso llegamos hace un año a juicio porque le denuncié por acoso. Lo peor es que sé que con este tipo de emociones que la que sale perdiendo soy yo, pero no lograba deshacerme de ellas hasta leer el artículo. Tras leerlo acabo de encontrar un momento de paz y claridad que echaba mucho de menos. Qué bien!!
Buenas tardes…
Debo de decir que todo lo que he leído en este artículo es tal y como se dice. Por mi experiencia en crecimiento personal y mi pasado es así. El camino es difícil y cuando estás en esos momentos de engaños jamás se puede pensar que algún día darás las gracias por que haya sucedido así, pero ese es mi caso. Agradezco a esa persona que me engañó y que quería por encima de mí. Gracias a él hoy me quiero, disfruté de cosas que con él jamás hubiese realizado y vivo una vida mucho mejor. Claro que en esos momentos quería morir, pero la lucha mereció la pena y como dice bien este artículo, no hay que desearles mal, si no tu paz interior no llega.
En la empresa donde trabajé 41 años fui responsable de un departamento durante 25 años y con un equipo que llegó a ser de 100 personas. Todo iba bien y disfrutaba de mi trabajo, aportando a la empresa unos buenos resultados de los objetivos de mi departamento. Todo cambió cuando llegó un nuevo Director de Área y convirtió mi vida laboral en un infierno.
Sin saber por qué, me trataba con desprecio y sus formas eran poco respetuosas, vamos que fui víctima de un mobbing. Este tirano logró anularme de tal forma que no podía ni defenderme, estaba completamente asustado y sometido, sin entender nada de lo que me estaba pasando.
Fueron años muy complicados y llenos de mucho sufrimiento. Pasé por distintas etapas y llegué a tener fantasías de que lo secuestraba y lo encadenaba dentro de un contenedor, donde nadie iba a poder localizarlo, solamente yo podía llegar a ese contenedor, y cuando lo hacía, lo alimentaba lo justo para mantenerlo vivo y después lo torturaba sin piedad. Creo que esa fantasía me permitía sobrellevar ese infierno.
Me trabaje con distintas terapias, hice la formación de psicoterapeuta de Gestalt y con el paso del tiempo, pude ir dejando estos deseos de venganza y rabia contenida, pasando a dejar de concederle ese poder con el que pudo anularme.
La fase siguiente fue desearle que la vida se encargara de darle su merecido.
Ahora el sentimiento que tengo hacia esa persona es desearle lo mejor y que sea feliz. Me cuesta creer que pueda sentir esto después de todo lo que me hizo, porque hay algo por mis adentros que pide venganza, pero he podido quedarme con desearle lo mejor.
He aprendido mucho con esta experiencia y he crecido como persona. Así que estoy contento y satisfecho, pero consciente de que cada día es una oportunidad para seguir aprendiendo.
Me recuerda a mi aprendizaje vital de hace varios años. La traición me ayudó a ver que yo puedo con más cosas de las que creía y me hizo más fuerte. Sin saberlo, seguí esos pasos y hoy me siento muy feliz por ello, los aprendizajes vitales sólo se pueden conseguir a través del sufrimiento. Y sé que mi felicidad depende de mi realmente.
Gracias.
Las amistades llamadas tóxicas o campitos psicológicos, deben de eliminarse en el mismo momento que las descubramos.
Mi hijo de 7 años dice que odia a su padre. No estamos en una situación buena, lo ve poco y no sabe tratarlo. Le grita. Mi hijo tiene minusvalía 33% mayormente psíquica y ni sé si él sabe qué significa exactamente odiar, pero estoy preocupada y no sé qué hacer, qué decir. Le había dado 1 euro y él lo tiro por la ventana porque dice que no quiere a su padre, que lo odia y que lo eche de casa.
Yo me siento rabiosa, no siento cariño ni afecto por nadie, me siento utilizada por mis familiares solo cuando me necesitan me buscan. Estoy enferma y al leer la publicación y las respuestas a esta ira que siento, veo que no sé cómo salir de ese hueco oscuro en mi vida.
Gracias, estoy ahora en ese momento de rabia.
Gracias por este artículo. Me ayudó mucho leerlo.
Porque estuve casi en un choque. Un carro se pasó el alto y la copiloto se bajó del coche muy enojada y casi me pega, solo un ligero roce. Pero en ese momento me quedé pasmada. Por suerte yo tenía a mi acompañante y me ayudó. Cuando la señora se dio cuenta que ella es la que estaba mal se subió a su coche y se fue. Yo no quería meterme en problemas al ir a la fiscalía y poner un reporte, pero luego pensé en ir solo para que la señora dijera que yo tenía la razón y ella no. Pero al leer su artículo me ayudó a racionalizar que esa persona ni mi tiempo merece. Gracias por su artículo. Me ayudó a calmar esta rabia y enojo que sentía.