Estimado Lector,
Uno de los fenómenos más notables que esconde la milenaria medicina china es la existencia documentada de sabios que han experimentado una insólita longevidad. Y especialmente famoso es el caso de Li Ching-Yuen.
Su historia es increíble. Tanto que, de hecho, muchos medios de comunicación occidentales de su época se interesaron por ella.
De acuerdo con los registros, Li Ching-Yuen habría muerto a una edad tan sumamente asombrosa que en 1928 -cinco años antes de su fallecimiento- el New York Times envió a investigadores para que descifrasen el enigma de su vida.
Y los periodistas no lograron demostrar falsedad alguna en su historia.
Es decir, que este herborista chino habría vivido la friolera de… ¡256 años!
En una ocasión el propio protagonista de esta historia afirmó haber nacido en 1736. Sin embargo, documentos de archivo apuntan a que el año de su nacimiento realmente fue 1677.
Por su parte, la revista Time publicó el resultado de unas investigaciones realizadas sobre unos documentos de la Universidad Imperial china datados de 1827 y en los que ya se felicitaba a Li Ching-Yuen ¡por su 150 cumpleaños!
Y asimismo documentos similares que datan de 1877 lo felicitaban ¡por su 200 cumpleaños!
En 1928, como ya ha visto, fue cuando el diario estadounidense The New York Times envío varios reporteros a recoger el testimonio de los ancianos de su aldea. Algunos testificaron que sus propios abuelos lo habían conocido cuando eran pequeños, siendo ya Li Ching-Yuen un hombre maduro…
Cuenta la leyenda que Li Ching-Yuen comenzó a recolectar plantas en las montañas a la edad de 10 años, así como que conocía ciertos hábitos nutricionales favorecedores de la longevidad desde su niñez.
Mantuvo los mismos hábitos hasta los 71 años, momento en el que un acontecimiento cambiaría su vida por completo, catapultándolo hacia una longevidad inaudita.
A esa edad habría conocido a un ermitaño de más de 500 años que lo inició en el Ba Gua Zhang, un arte marcial tradicional chino, en el Qi Gong y en los métodos de respiración avanzados, así como en reglas nutricionales y otras técnicas de la medicina china que le habrían permitido recuperar su juventud y lograr esa increíble longevidad.
Después, para explicar su “secreto”, Li Ching-Yuen se limitaba a decir que la fórmula consiste en “mantener el corazón en reposo, sentarse como una tortuga, caminar rápido como una paloma y dormir como un perro”.
¡Por supuesto que la increíble historia de Li Ching-Yuen resulta difícil de creer para una mente cartesiana!
Pero creo que la clave está en el vínculo tan fuerte que revela entre la forma de entender la salud de la medicina tradicional china (MTC) y la longevidad.
De hecho, no es raro encontrar en la literatura china muchos relatos de sabios o yoguis que vivieron más de 120 años.
Y lo más fascinante de todo: sus mentes y sus cuerpos permanecen sanos hasta el día antes de morir, como quien dice.
De hecho, hasta el último aliento son vidas intensas, llenas de aventuras y de hazañas.
¿Por qué?
Para mí el motivo es claro. La clave de la medicina china es combatir la enfermedad antes de que aparezca. Es decir, que la persona no enferme.
En otras palabras: el mayor logro de un médico chino es no tener pacientes, por paradójico que resulte.
Para ello, recurre a conceptos que lamentablemente la medicina occidental ignora por completo.
De unos meses para aquí estamos descubriendo muchas de las grandes maravillas que la Medicina Tradicional China (MTC) ofrece a la salud.
En muchos casos, de la mano del reputado Prof. Liu Zheng, al que desde aquí envío una vez más nuestro sincero agradecimiento por compartir toda su sabiduría con nuestros lectores.
¡A su salud!
Luis Miguel Oliveiras