Hace unas semanas un amigo me comentó que había tenido un “pequeño incidente”. Me dijo que no parecía ser algo grave, pero que prefería saber mi opinión: se le había encarnado una uña.
Al parecer se había comprado unos zapatos nuevos que le apretaban los pies. Llevaba varios días sintiendo cierta molestia en el dedo gordo y, al observar la zona de cerca, se dio cuenta de cuál era el problema.
La verdad es que me alegré de que me lo comentara. Primero, porque así pude ayudarle (más adelante leerá los consejos que le di para que solucionara su problema). Y, segundo, porque también pude explicarle las consecuencias que podría tener ese problema al que él mismo se había referido como “pequeño incidente”.
Efectivamente, la uña encarnada (también denominada “uña incarnada” o “uña incarnata”) es un trastorno bastante común que suelen causar cierta molestia, inflamación, enrojecimiento de la zona… En principio, nada especialmente grave.
Salvo cuando empieza a serlo…
Onicocriptosis es el término médico empleado cuando el borde de la uña se hunde dentro de la piel. Puede afectar a todos los dedos, tanto de manos como de pies, pero los últimos suelen ser más propensos a ello.
Esto puede ocurrir si se usa un calzado que aprieta demasiado los dedos, como le ocurrió a este amigo. Pero también puede darse si las uñas no se cuidan de manera adecuada. Por ejemplo, si se cortan demasiado, sobre todo en los bordes.
Además, su incidencia suele aumentar con la edad porque, a medida que envejecemos, las uñas ya no crecen de manera homogénea y se vuelven más gruesas.
Ese mayor grosor dificulta la tarea de cortarlas. Especialmente cuando, con el paso de los años, también se tiende a perder flexibilidad y visión. De ahí que las uñas de los pies suelan ser las que más sufren este trastorno.
Pero es que, además, si una uña encarnada no se trata a tiempo, aumenta considerablemente el riesgo de infección.
No hay que olvidar que los pies son más propensos a estar húmedos al ducharse o cuando se va a la piscina (sobre todo si luego no se secan bien) o debido al sudor si no se lleva calzado transpirable, lo que los hace más proclives a albergar hongos.
Estos patógenos van a aprovechar cualquier herida en el dedo o alrededor de la uña, por mínima que sea, para entrar en el organismo. Y también pueden penetrar a través de las grietas de las propias uñas cuando estas se vuelven más frágiles (algo que, como ha visto, empeora con el envejecimiento).
Lo peor es que si esa infección no se trata a tiempo puede propagarse y alcanzar tejidos más profundos, llegando incluso a afectar a los huesos y al torrente sanguíneo.
Las personas con un sistema inmunitario debilitado o que sufren patologías circulatorias o diabetes son las que más riesgo tienen de sufrir una complicación de esa magnitud.
Especialmente delicado es el caso de los diabéticos. Como sufren pérdida de sensibilidad periférica debido a una neuropatía de los pequeños vasos que irrigan los nervios, muchas veces no son conscientes de que tienen una infección (no sienten el dolor que la acompaña) hasta que ya se ha extendido considerablemente.
La gravedad puede llegar a tal punto que la única solución posible es la amputación. De hecho, se calcula que el 70% de las amputaciones en España están relacionadas con la diabetes. (1)
Precisamente por ello, los diabéticos deben prestar especial atención a la salud de sus pies. Ese es el único caso en el que no recomiendo que se apliquen en casa las siguientes pautas, que por lo demás pueden resultar muy efectivas para librarse del problema. Si usted es diabético, será mejor que acuda cuanto antes a su médico o podólogo.
Siguiendo estos consejos, no tardará en solucionar este problema.
Ahora bien, si observa que la uña sigue clavándose o que se ha producido una infección (la uña aparece amarillenta o incluso negra), debe acudir a un especialista.
Como siempre digo, no hay mejor solución ante un problema de salud que la prevención. Y como ya ha visto en el caso de las uñas la primera medida es mantener una buena higiene y un correcto cuidado. Por ejemplo, usando calzado cómodo y transpirable y manteniendo las uñas siempre limpias, secas y bien cortadas.
Pero no son los únicos gestos que hay que tener en cuenta. También es imprescindible:
Ya ve que la salud de las uñas no es algo que deba tomarse a la ligera. Cuídelas como se merecen para que no se conviertan en la puerta de entrada a problemas de salud nada triviales.
Me parecen un auténtico peligro los consejos vertidos con respecto al tema de la uña IN-carnada , por cierto… no encarnada, no es una uña roja por dios… Opina un profesional con 35 años de experiencia al respecto . Gracias.
Muy buenas. Yo padezco de uñas encarnadas desde siempre.
Es más, en mi caso es hereditario, ya que tanto mi madre como mi hija también las padecen.
Lo que hago es, cuando las corto, echarles un spray antifúngico que evita que se me encarnen.
Lo malo es que no me acuerdo de echarlo todos los días.
Muchas gracias por todos estos buenos consejos.
Mary, por favor, me gustaría saber el nombre de ese «spray antifúngico» que comenta usan ustedes. Le agradezco de antemano.