Mucha gente tiende a compensar el mal descanso nocturno (es decir, dormir menos horas de las que debería), con una o varias siestas a lo largo del día. Pues bien, debe saber que, incluso si la suma de horas totales que se duermen es la misma, ese descanso intermitente afecta notablemente a su cerebro.
Así lo ha concluido un equipo de investigadores alemanes(1) que ha comprobado que es durante el sueño profundo cuando el cerebro se encuentra en un estado único en el que las conexiones neuronales no utilizadas se debilitan y las relevantes se fortalecen.
En esa fase profunda hay también una mejor conectividad de las células nerviosas, imprescindible para que luego el cerebro rinda adecuadamente y que pueda hacer frente a la ingente cantidad de estímulos que recibe a diario. De hecho, en su ensayo los participantes que habían descansado correctamente arrojaron mejores resultados en cuanto a neuroplasticidad cerebral.
Pues bien, ese sueño profundo es el que se alcanza al dormir del tirón las horas necesarias, y no en un descanso habitualmente más corto como puede ser una siesta, por larga o repetida que esta sea.
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