La práctica del ejercicio ayuda a retrasar el deterioro cognitivo que pueden sufrir los afectados por párkinson. Así es como concluye un reciente estudio publicado en la revista Neurology(1) que ha contado con 173 pacientes diagnosticados de esta enfermedad neurodegenerativa.
En la investigación se realizaron varios hallazgos importantes. Por un lado, se descubrió que las personas que portan el alelo (es decir, una forma genética) APOE ε4 tienen más probabilidades de sufrir párkinson en una edad temprana. Por el otro, que si la enfermedad ya se ha declarado, el deterioro cognitivo (uno de los síntomas asociados a esta patología, junto a los problemas motores) es más rápido e intenso que en los pacientes que no lo portan.
Pero los investigadores también comprobaron que una mayor actividad física modificaría el efecto del APOE ε4 al retrasar ese declive. Además, el efecto sería acumulativo: cuanto más ejercicio se haga (tanto de alta como de baja intensidad), más se ralentizará ese deterioro cognitivo.
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