Una buena parte de la población española -nada menos que el 38,8%- ha engordado de 3 a 5,7 kilos de media desde que comenzó la pandemia(1). Pero lo peor de todo es que más de un año después los hábitos alimenticios de muchas personas siguen siendo peores que antes de la crisis.
En concreto se abusa de productos ultraprocesados, repletos de azúcares y grasas, cuyo consumo ha aumentado este último año (también ha crecido el picoteo entre horas, probablemente para paliar la ansiedad y la angustia derivadas de la situación). Eso, sumado a la falta de actividad física provocada por las restricciones, ha hecho que a lo largo de este año en España haya engordado un porcentaje de población mayor que en ningún otro país europeo. Y lo más grave es que esta tendencia se perpetúa en el tiempo. Por mencionar solo un dato, hasta un 10% de los participantes en una encuesta afirma que continúa bebiendo más alcohol que antes de la llegada del coronavirus.
Afortunadamente, también hay quien ha aprovechado la “oportunidad” brindada para comenzar a cuidarse de otro modo, apostando por una cocina más consciente en la que priman los alimentos frescos(2), dejando de fumar, intentando mantener una actividad física regular (aunque esta se ha reducido de forma global y por lo general es poco constante) o apostando por la toma de complementos alimenticios.
Y otro dato muy positivo: los españoles son de los ciudadanos europeos que más claro tienen qué hábitos saludables pueden ayudarles a mejorar su salud. O sea, ¡que buena parte del camino estaría ya andado!
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