Cuando era pequeño, cada otoño arrancaba con ansias renovadas el primer trimestre del curso escolar.
Pero luego, invariablemente, el ritmo se desaceleraba con la llegada del parón de la Navidad.
Después, el terrible “desierto” de enero, febrero, marzo…
Y no me sucedía solo a mí: la inmensa mayoría de mis compañeros también iba frenando cada vez más su empuje, que se detenía casi por completo en mayo (en ese mes algunos puentes se convertían casi en una semana sin dar un palo al agua).
Después llegaba junio y, con él, el final (y el principio, claro está, de un largo verano).
Un espíritu de vacaciones y de celebración flotaba ya en el aire… Y cualquier esfuerzo de concentración se hacía entonces imposible; ¡maestros y alumnos lo sabíamos muy bien!
Pues bien, resulta que un equipo de científicos ha confirmado que este esquema y ritmo anual… ¡se corresponde con el ciclo natural de nuestro cerebro!
¡Anda que si lo hubieran sabido nuestras madres, que no hacían más que echarse las manos a la cabeza y lamentarse de que éramos unos holgazanes!
Según un estudio publicado en la revista médica PLOS Medicine, nuestro cerebro rejuvenece hasta 4,8 años durante los meses de otoño (es decir, ahora mismo). (1)
¿Qué cómo lo hace? Pues resulta que, hacia el final del verano, comienza a “ir más rápido”, según los científicos.
Debido a esa renovada agilidad, “el deterioro cognitivo asociado con la edad disminuye” en el equivalente a nada menos que casi ¡5 años!
¿Lo ha notado usted también? ¿Se ha visto algo más concentrado en sus trabajos, más eficiente en sus tareas, o ha percibido que se enfoca mejor en cualquier cosa que haga en esta época del año?
Este estudio del que hablo, realizado por investigadores canadienses de la Universidad de Toronto y que involucró tanto a participantes americanos como europeos, da a entender que, estando más ágil, el cerebro responde y se enfrenta mejor a situaciones difíciles durante estos meses.
Desafortunadamente, esta tendencia se invierte invariablemente hacia finales del invierno y comienzos de la primavera (más o menos en abril).
En ese momento es más difícil tomar buenas decisiones porque nuestro cerebro estará ya ralentizando su ritmo (y, a todos los efectos, envejeciendo).
Pero no solo eso: esta investigación también demostró que los niveles de proteínas TAU -asociadas con la enfermedad de Alzheimer- en el líquido cefalorraquídeo disminuyen durante el otoño y el invierno.
Es decir, que en efecto es un momento glorioso para la salud cerebral en el que cada estrategia que implementemos para optimizarla tendrá un efecto amplificado.
Así que, imagínese qué pasaría si aprovechase precisamente este momento para empezar a poner en práctica una completa estrategia de rejuvenecimiento de su salud cerebral.
Si quiere aprovechar el momento y mantener su cerebro al máximo nivel de rendimiento, le recomendamos que se descargue gratis el e-book “¡Entrene su cerebro! 8 ejercicios que funcionan para lograr una supermemoria”, del Dr. Rothfeld. Le ayudará a:
Para descargárselo simplemente tiene que HACER CLIC AQUÍ o en el botón que encontrará más abajo, y lo recibirá en su e-mail al instante. También empezará a recibir los e-Tips de Salud del Dr. Rothfeld (por supuesto, podrá darse de baja cuando quiera, al final de cada e-mail siempre tendrá un enlace para poder hacerlo).
Si quiere empezar ya a hacer frente al envejecimiento cerebral y al deterioro cognitivo, no puede perdérselo.
Artículos relacionados
Qué buenos artículos. Es el resurgir de la medicina natural, funcional, integrativa y además complementaria. Más robusta, comprobada e investigada y, eso sí, científica.
Muchas, muchas gracias por compartir tanto saber.
Tengo 75 años pero no los revelo. Soy muy activa aunque ahora me preocupa la mala memoria, la concentración, el desánimo, el insomnio, el estrés, los nervios…