Un estudio español ha evaluado la asociación entre el tamaño del desayuno y la prevalencia de dicha patología(1). Y su conclusión es que un buen desayuno se asocia con una menor prevalencia de síndrome metabólico, lo que respalda la importancia de empezar el día con una comida muy energética.
La literatura científica reciente sugiere que la distribución de energía durante el día podría ser determinante para el desarrollo del síndrome metabólico (trastorno caracterizado por un alto nivel de lípidos en sangre y un mayor riesgo de hipertensión, diabetes…).
En concreto, se observó que el síndrome metabólico era un 38% menor en quienes ingerían en el desayuno entre el 15% y el 30% de las calorías totales del día, comparado con aquellos que consumían cantidades energéticas menores.
Ingerir a primera hora de la mañana parte de las calorías que solemos consumir en la cena conlleva una mejor respuesta metabólica (desayunar más, cenar menos). Y las veces que comemos también cuentan. Quienes comen 5 veces al día, quizás por el “picoteo” entre horas, padecen un 23% más de síndrome metabólico que quienes lo hacen tres veces.
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