Siempre se han relacionado los infartos con el deterioro cognitivo, pero ahora un grupo de investigadores ha querido determinar el porqué de esa asociación. Y para ello han analizado el historial médico de más de 30.000 personas(1).
De este modo observaron que el deterioro cognitivo podría deberse a que el infarto provoca alteraciones de la presión arterial que a la larga conllevan una isquemia cerebral (formación de un coágulo en el cerebro), lo que a su vez provoca ese deterioro cognitivo. Aunque también podría deberse al mayor riesgo de depresión que siempre se ha asociado a los que han sufrido un infarto, lo que también aumenta el riesgo de demencia.
Lo que queda claro es que un infarto desencadena un proceso que a largo plazo siempre va a afectar a la cognición y aumentar el riesgo de depresión, deterioro cognitivo y hasta demencia. Y por ello se recomienda realizar un seguimiento constante a los afectados por un infarto, para así estar alerta ante cualquier deterioro y actuar lo antes posible.
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