El alcoholismo no es solo una de las adicciones más comunes en todo el mundo, sino también una de las más difíciles de frenar, ya que las recaídas son habituales. De ahí que la investigación al respecto no cese y, entre los hallazgos más relevantes, destaca el relacionado con la “sustancia blanca”: tejido que conecta las regiones cerebrales.
Y es que ya se sabía que el alcoholismo provoca alteraciones en esa sustancia blanca, pero también que esos cambios aumentan durante la abstinencia. Por ello un grupo de investigadores, intrigados por esta relación y que creen guarda relación con las recaídas de los alcohólicos, ha utilizado la estimulación magnética transcraneal (TMS, por sus siglas en inglés) para frenar el deterioro de la materia blanca(1).
En concreto, aplicaron 5 sesiones semanales durante tres semanas a 57 pacientes que estaban en un programa de desintoxicación, 20 de los cuales recibieron un placebo y sirvieron de control. Pues bien, tras analizar las imágenes cerebrales registradas antes y después del tratamiento, los expertos observaron que solo en los de las personas que habían recibido la TMS había parado la alteración de la sustancia blanca. Y, lo que es más significativo, los índices de recaída de estos pacientes eran menores incluso pasados tres meses. Esto confirmaría que el efecto del TMS sobre la sustancia blanca -y, por tanto, sobre las ganas de beber-, se mantiene a largo plazo.
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