El ácido acetil salicílico, comúnmente conocido como aspirina, podría ayudar a reducir la grasa del hígado en los casos de esteatosis hepática sin cirrosis (es decir, acumulación de grasa en el hígado, no relacionada con el consumo de alcohol). Así lo ha señalado un estudio que ha contado con 80 pacientes de esta patología, de entre 18 y 70 años, a los que realizaron un seguimiento de 5 años(1).
La mitad de los participantes tuvieron que tomar aspirina a bajas dosis, 81 mg diarios, durante 6 meses. Y fue en este grupo donde se redujo en al menos un 30% la cantidad de grasa hepática, además de que mejoró la progresión de la fibrosis y se redujo la prevalencia de la esteatosis hepática, existiendo una menor incidencia de carcinoma hepatocelular (en pacientes con hepatitis viral).
Los investigadores han señalado las propiedades antiinflamatorias de la aspirina como principal responsable de estos efectos. En concreto, a su capacidad para inhibir la acción de la enzima cicloxigenasa-2, que es proinflamatoria, además de para modular la acción de los lípidos.
Pero pese a estos efectos, no debemos olvidar que la aspirina es un medicamento no exento de riesgos, habiéndose asociado a trastornos gastrointestinales e incluso úlceras, además de a daños auditivos (acúfenos o tinnitus). Por ello debe tomarse con precaución, siguiendo siempre el asesoramiento de su médico.
1. Simon TG, Wilechansky RM, Stoyanova S, et al.: “Aspirin for Metabolic Dysfunction–Associated Steatotic Liver Disease Without Cirrhosis: A Randomized Clinical Trial”. JAMA. 2024.
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