Reciba nuestro e-letter gratuito

Si está siempre cansado, el culpable podría ser un déficit de hierro

Compartir

El déficit de hierro puede afectar significativamente a nuestra salud, ¡y es más común de lo que uno imaginaría! Por ello le indicamos los síntomas que permiten identificar este problema, además de soluciones prácticas y efectivas para combatirlo y prevenir complicaciones a largo plazo.

La anemia por déficit de hierro es una de las afecciones más comunes debidas a una carencia nutricional. Se estima que hay ¡1,5 mil millones de afectados en todo el mundo!

Por tanto, se trata de un problema bastante habitual.

Si usted se encuentra cansado con cierta frecuencia, sufre mareos o tiene la piel más pálida de lo normal, puede ser uno de los muchos que lo sufren. Y existen otros síntomas asociados, como tener el cabello y las uñas quebradizas.

Tanto si se siente identificado con estos signos, como si no ha experimentado ninguno, le interesa lo que tenemos que contarle sobre la anemia. Y es que hay muchos factores que pueden derivar en este déficit, casi sin que nos demos cuenta.

El elemento más importante del organismo

El hierro juega un papel clave en la oxigenación del organismo, a través de la acción de tres proteínas estrechamente ligadas: la hemoglobina (transporta oxígeno a todos los órganos), la transferrina (envía hierro a la médula ósea para producir los glóbulos rojos) y la ferritina (almacena el hierro para usarlo en caso necesario).

Pero también interviene en numerosas funciones esenciales para el correcto funcionamiento del cuerpo: los procesos metabólicos, la síntesis del ADN y de las hormonas (dopamina, adrenalina…) y los procesos inflamatorios relacionados con el sistema inmunitario.

Su importancia es tal que cualquier déficit de hierro puede conllevar importantes afecciones. Y lo peor es que numerosos factores, muchos de ellos desconocidos, pueden derivar en este problema.

Las principales causas de un déficit de hierro

  • Hemorragias

Esta es la principal causa de anemia por pérdida de hierro. Ahora bien, aunque muchas hemorragias son fácilmente perceptibles, como ocurre con las menstruaciones abundantes, otras pueden pasar desapercibidas.

Es lo que ocurre, por ejemplo, con las pequeñas úlceras de estómago o los pólipos, así como en caso de cáncer de vejiga o de intestino, que pueden presentar sangre en la orina. Y también si se ha desarrollado alguna enfermedad inflamatoria intestinal aguda, como la enfermedad de Crohn.

Y, ojo, porque algunos medicamentos anticoagulantes o antiinflamatorios pueden agravar estas hemorragias.

  • Inflamación

Menos conocida como causa de déficit de hierro, la inflamación también puede estar en su origen debido a la estrecha relación que hay entre este mineral y los procesos inflamatorios.

Es por ello que la anemia suele ser una complicación común en patologías inflamatorias como artrosis, reumatismos, enfermedades autoinmunes…

Aunque también puede deberse a trastornos digestivos. Así, se sabe que la inflamación crónica del intestino puede causar un déficit. Pero también en caso de intolerancia al gluten o de enfermedad celíaca.

En todos estos casos nos encontramos con una disbiosis intestinal. Y en muchas ocasiones este desequilibrio de la flora bacteriana se ha originado por una mala alimentación en la que abundan las grasas y los azúcares.

Aunque este no es el único caso en el que nutrición y anemia están estrechamente relacionadas…

Encuentro Artrosis

  • Alimentación

Dado que el hierro hemo procede de la hemoglobina de los tejidos de origen animal, sus principales fuentes las encontramos en alimentos como la morcilla, las vísceras, los mariscos, los pescados o los huevos.

De ahí que seguir una dieta vegana pueda derivar en anemia. Y por ello las personas veganas deben controlar su nivel de hierro en sangre. El adecuado se sitúa entre 70 y 175 µg/dl en los hombres, y entre 50 y 150 µg/dl en las mujeres.

Para aumentar los aportes de hierro a través de la nutrición solemos fijarnos en los alimentos ricos en hierro hemo. Y es que el organismo lo absorbe mejor que el hierro no hemo, procedente de fuentes de origen vegetal: tofu, legumbres en general (lentejas, judías, guisantes…), espinacas y espárragos, algunos frutos secos (almendras, avellanas, pistachos…) o cereales integrales.

No obstante, existe un truco muy sencillo para aumentar la absorción de ese hierro no hemo: acompañar su ingesta con frutas y verduras ricas en vitamina C: naranjas y cítricos, pimientos rojos y verdes, pomelo, kiwi o salsa de tomate, por poner solo unos ejemplos.

¡Y no se olvide de las plantas! Por ejemplo, la acerola es excepcionalmente rica en esta vitamina: ¡1.677 mg por cada 100 g!

Asimismo, cabe destacar la ortiga por su riqueza en antioxidantes y proteínas, además de en hierro y vitamina C. Una combinación que la convierte en una excelente opción para tratar los déficits de hierro.

Pero si esto no es suficiente…

Las cantidades diarias recomendadas de hierro son de en torno a 8 mg/día para los hombres y de 16 mg/día para las mujeres.

Pero si con la alimentación que le hemos indicado no consigue alcanzar estas cifras, puede apostar por los complementos nutricionales. Y en este sentido debe marcar en rojo, por sus sorprendentes beneficios, a la espirulina.

Se trata de un alga unicelular muy rica en vitaminas y minerales, sobre todo hierro. Además, su biodisponibilidad es excepcionalmente alta, del 50%, lo que supera en 5 veces la de la carne roja (alimento que suele asociarse al hierro).

Si tiende a sufrir déficits de hierro por alguno de los factores antes indicados, no lo dude y apueste por un suplemento de espirulina. Eso sí, asegúrese de que sea de calidad y ofrezca la mejor biodisponibilidad.

Por ejemplo, puede pedir Espirulina, de Activa Bienestar, a través de este enlace.


Comentarios 0 comentarios