Después de escribir sobre las señales que anuncian que la muerte se aproxima y cómo acompañar a un ser querido en sus últimos momentos, he recibido numerosas muestras de gratitud por parte de lectores que han pasado o están pasando por esta dolorosa experiencia. Y muchos de ellos me piden ahora consejo sobre qué hacer después del fallecimiento. (1)
Este tema escapa por completo del ámbito de este blog. Y es muy delicado, ya que depende de las circunstancias de la muerte y de la relación que teníamos con la persona fallecida.
En cualquier caso, voy a intentar ofrecerle algunas reflexiones. Y, por desgracia, voy a basarme en mi propia experiencia. Mi mujer y yo perdimos hace seis años a nuestra hija mayor, Patricia. Tenía 12 años. Era una niña que siempre estaba contenta, buena estudiante, deportista, tenía dotes para la música y le apasionaba el origami (la papiroflexia japonesa). Allí donde iba, dejaba a su paso flores, pájaros y animales de todo tipo hechos con papeles de colores, para sorpresa de pequeños y mayores. Su muerte, en la víspera de las vacaciones de verano, fue una tragedia para sus amigos, para la familia y, sobre todo, para nosotros.
Muchas personas nos dijeron entonces que lo que nos había pasado era “lo peor que podía ocurrirle a unos padres”.
Sin embargo, eso no fue exactamente lo que nosotros sentimos. Para nosotros, la desaparición de nuestra hija nos permitió en primer lugar darnos cuenta de la suerte que habíamos tenido de tenerla. Por supuesto que hubiéramos deseado que viviese mucho más tiempo. Y por supuesto que cada vez que pensamos en ella se nos llenan los ojos de lágrimas. Pero esos 12 felices años a su lado nos parecieron ya un regalo inmenso. Continuamente nos acordamos de la felicidad que experimentamos cuando nació, cuando nos sonrió por primera vez, en su primer día de colegio y tantos otros incontables momentos de alegría con los que nos obsequió. No hay nada, ni siquiera la muerte, que pueda quitarnos eso nunca.
Así fue como decidimos vivir los días y semanas posteriores a su muerte.
Era fundamental que no nos dejásemos arrastrar totalmente por el dolor, aunque sólo fuera porque teníamos otros hijos de los que ocuparnos. Siempre habíamos querido ser realistas y tener presente que traer niños a este mundo inevitablemente conlleva aceptar que existe el riesgo de perderlos. No se puede tener lo uno sin lo otro.
Una vez se ha confirmado la muerte, ya no hay ninguna prisa. Tiene tiempo para reflexionar y hacer aquello que considere necesario. Y esto es lo que hicimos nosotros:
Hoy en día se dice que cada persona debe llevar su duelo de la manera que quiera y según sus creencias. Pero desde la noche de los tiempos, las personas cumplen con diversos ritos cuando pierden a alguien cercano. No se conoce el origen de estos ritos. ¿Quiere decir eso que no sirven para nada, que podemos cambiarlos cuando queramos o incluso prescindir de ellos sin más? Nosotros no sentimos eso.
Los rituales fúnebres no tienen sólo un significado religioso o psicológico; también poseen una intención social. Ayudan a que uno identifique ante sí mismo, así como ante los demás, que se encuentra de duelo.
Al ver cómo mi hija se iba, entendí que mi vida ya nunca sería igual. Me pareció necesario resaltar esta tremenda conmoción a través de un cambio en mi vestimenta. Recordé que antiguamente las personas se vestían de negro para mostrar su duelo, por lo que me puse un jersey negro, un pantalón negro y calcetines y zapatos negros. Este nuevo atuendo que se correspondía con mi “nueva” vida me proporcionó de inmediato la libertad necesaria para llevar mi pena tanto por dentro como por fuera, y esta coherencia me dio fuerzas.
Porque al contrario de lo que puede imaginarse, la ropa de duelo no aumenta la pena, sino que ayuda a contener el dolor. Me permitió esperar con confianza y paciencia a que “el proceso de luto” siguiera su camino hasta el día en el que me sentí de nuevo con ánimo de reintegrarme simbólicamente en la sociedad vistiendo igual que todo el mundo. Pero durante aproximadamente un año, el dolor de mi pérdida me aisló, me aparté por fuera llevando ropa de luto, y tomar esta distancia me protegió.
En esto, como es evidente, poco podemos hacer, puesto que los que se manifiestan son los demás. Pero este punto es absolutamente esencial.
Antes de que Patricia muriera, siempre había dudado si presentar o no mis condolencias a un conocido lejano por miedo a no parecer lo suficientemente sincero. Tenía mis dudas sobre si molestar a las personas que se encontraban en duelo con visitas o llamadas intempestivas. ¡Qué error, qué gran error! Después de un fallecimiento, tenemos la enorme necesidad de que nos acompañen, nos reconforten, nos den cariño, asistencia y, por consiguiente, condolencias.
Incluso yo diría que cuanto menos cercana es la persona, más apreciará sus condolencias, porque en estas circunstancias es menos evidente y por tanto más inesperado que se manifieste un conocido lejano a que lo hagan, por ejemplo, nuestros propios padres.
En los minutos y horas posteriores al fallecimiento, necesitamos que se acerquen físicamente a nosotros, aunque creamos que queremos estar solos. La aparición de otras personas es de hecho una manera de reconocer “oficialmente” la importancia y gravedad del acontecimiento. No nos desplazamos ni vamos a casa de alguien si no es por una buena razón.
Por eso me permito darle el siguiente consejo: la próxima vez que alguna persona de su entorno pierda a alguien, acuda a su casa inmediatamente, lleve comida, sobre todo si hay niños en casa, porque seguramente los padres se habrán olvidado de preparar algo para comer o de hacer la compra. Si no puede desplazarse hasta allí, esté presente de todas las maneras posibles: llame por teléfono, escriba, envíe un mensaje de texto, un correo electrónico, flores… lo que pueda y, si es posible, varias veces. Invite a su casa a la persona que está de luto, cuídela, escúchela. No importa que no tenga nada que decirle, o que no diga más que cosas simples. Hablar de la muerte es francamente difícil, no hay mucho que decir y puede quedarse callado sin ningún problema. Lo que importa es que esté ahí.
En nuestro caso, esas visitas, llamadas, mensajes e invitaciones nos ayudaron de forma extraordinaria, incluidas las más formales. Fueron como una grúa que tiró de nosotros para sacarnos del abismo que acababa de abrirse a nuestros pies.
Antiguamente se velaba a los muertos la noche anterior al entierro (antes de cerrar el ataúd). Se colocaba al difunto en el ataúd abierto, en una habitación de la casa, iluminado por velas. La puerta de la casa se dejaba abierta, envuelta por una tela de color morado, y todos aquellos que lo deseaban podían entrar a recogerse a su lado, a despedirse, incluidos los niños, los vecinos y hasta la gente que pasaba por la calle.
Esta etapa resultaba de suma importancia, ya que permitía familiarizarse con la idea de que la persona estaba muerta y acostumbrarse a esa presencia tan desconocida y diferente de aquél a quien habíamos conocido en vida. Al igual que con la ropa de duelo, nos equivocamos al pensar que ese ritual intensifica la tristeza. De hecho, ocurre lo contrario. Velar a nuestros muertos nos permite estar más calmados, tomar conciencia de que la muerte no es algo horrible, que no destruye la vida alrededor, que no hay razón para temerla.
Según el doctor Christophe Fauré, psiquiatra y autor del libro “Vivir el duelo: la pérdida de un ser querido”, ver el cuerpo inerte “permite asimilar una realidad que estamos negando por dentro. Para poder aceptar una pérdida antes debemos personificarla”.
Hoy en día ya no hay costumbre de velar en casa a quienes mueren. El 80% de los fallecimientos se producen en los hospitales, y en seguida se lava el cuerpo y se traslada al tanatorio. En cualquier caso, en muchos hospitales se esfuerzan por recrear una atmósfera de recogimiento para pasar un tiempo con el difunto antes del entierro o la cremación. En mi opinión, esto es extremadamente importante porque sirve para humanizar la muerte y permitir a las personas que se encuentran de duelo pasar por este trance de una manera menos dolorosa.
Una vez terminado el velatorio se celebra el entierro o la cremación. La organización, por supuesto, depende de las creencias de cada persona. Pero por nuestra experiencia sabemos que resulta fundamental hacer las cosas con el mayor mimo y delicadeza posibles. De nuevo, a diferencia de lo que a menudo se oye, el dinero del entierro de una persona a la que hemos querido mucho no es dinero tirado a la basura. Para nosotros, seres humanos, las cosas materiales son un medio para expresar nuestro amor. Y la persona a la que normalmente le hace más ilusión un regalo es a la que regala.
A nosotros nos pareció evidente organizarle el mejor entierro posible a una niña a la que tanto habíamos amado, lleno de velas, cánticos, flores frescas y llamativas, una preciosa comitiva y una bonita lápida que habíamos elegido con el resto de nuestros hijos.
Después del funeral es inevitable que las visitas se espacien, que las cartas empiecen a ser menos frecuentes. Se trata del inicio de una nueva etapa, larga, tranquila y dolorosa. El ambiente del hogar ya no es el mismo. Poco a poco nos acostumbramos a la ausencia y empezamos a establecer una nueva relación con el ser querido, una relación a través de la mente, el pensamiento, la oración e incluso la imaginación, ya que allá donde vamos nos preguntamos siempre qué hubiera hecho esa persona si aún estuviera viva.
Mantener el contacto llevando, por ejemplo, algún objeto de la persona fallecida puede ser importante, sobre todo al principio.
Sin embargo, en caso de cremación, el psiquiatra Christophe Fauré recomienda que no se guarden las cenizas en casa. “Desde los tiempos más antiguos”, explica, “las sociedades humanas han entendido de forma instintiva que los lugares de los muertos debían estar separados de los de los vivos; de hecho, antaño los cementerios se encontraban fuera de las ciudades. De esta manera, el hecho de conservar una urna funeraria en casa, dentro de ella, puede suponer un obstáculo para que el duelo avance con armonía (…). El objetivo del duelo es crear un vínculo interior con la persona que ya no está y hacer que seamos conscientes de que ya no existe en el mundo exterior”. (2)
En nuestro caso, colocamos en el salón una enorme y preciosa foto de nuestra hija, acompañada por un hermoso ramo de flores. Durante los primeros meses, íbamos al cementerio varias veces a la semana, caminando o en bicicleta, recordando los cánticos y textos que se habían leído en su entierro para reunirnos alrededor de su tumba. Esto nos permitió revivir ese momento tan intenso, así como contener poco a poco los sentimientos que tanto nos habían conmocionado.
Tras dejar pasar algunos meses, uno emplea muchas horas colocando y clasificando las cosas de la persona que ya no está y, en el caso de un niño, guardando como un tesoro sus primeras palabras escritas, sus redacciones, sus cartas, sus dibujos más bonitos, sus trabajos escolares, sus fotos, así como todos los testimonios enviados por sus amigos, profesores y aquellas personas que le llegaron a conocer. Pero no hay ninguna prisa; debe iniciar esta tarea cuando se sienta preparado.
Cuando nos encontramos con una persona que está de duelo, siempre nos entra la duda de si hablarle o no sobre el difunto. Por pudor y para evitar “despertar el sufrimiento”, creemos que es más prudente evitar el tema y hablar de otra cosa. Pensamos que así le vamos a distraer, a ofrecer la oportunidad de pensar en otras cosas, de olvidarse y evadirse por un instante.
Y de nuevo, vaya error… Cuando estamos de duelo, el difunto ocupa nuestra mente en todo momento y cuando nos encontramos con alguien, seguimos pensando en él. Forzosamente tenemos ganas de hablar y de que nos hablen de él: evocar recuerdos, volver a las circunstancias de su muerte, a los momentos posteriores… Y lo que es todavía más importante: cuando nos volvemos a encontrar con aquellos que conocieron bien a la persona que hemos perdido, esperamos que recuerden algo que habíamos olvidado, una aventura o incluso una pequeña anécdota que desconocíamos. Por tanto, no dude ni un segundo en hacerlo.
Esto no quiere decir que sólo haya que hablar de eso. Por supuesto que podemos hablar de otros temas. Pero ir a hacer una visita y pasar toda la tarde hablando de otras cosas y marcharse sin haber tocado la cuestión principal seguramente dará mucha pena a la persona que está de duelo, ya que tendrá la impresión de que no se comprende su dolor o no se tiene en cuenta. Se quedará con la sensación de que aquello que resulta tan importante para él, y para su corazón, es inexistente para los demás. Y lo que es más triste todavía es que justamente por delicadeza y para no hacer daño, las visitas hayan evitado el tema.
En algunos casos ocurre que las personas que han perdido a un ser querido experimentan remordimientos con respecto al difunto (“aquél día que tú…”, “quizá yo debería haber…”), unos sentimientos que impiden encontrar serenidad. Si así fuera, según el psiquiatra Christophe Fauré: “se pueden poner estos sentimientos o remordimientos por escrito a través quizá de una carta dirigida a la persona que ya no está. Si queremos ir más allá, resulta útil leer la carta a los demás, ya que el significado de este trámite simbólico de reparación será mucho mayor si lo llevamos a cabo ante otra persona”. (3)
Sobre todo, que no le preocupe sufrir, no crea que se encuentra “enfermo” por sentirse mal. Al contrario, cuanto más exprese su dolor, más se demuestra que el duelo está en marcha y que usted avanza en el camino de reaprender a vivir de otra manera. En cambio, existen casos patológicos que son preocupantes porque la persona en duelo se encuentra en estado de negación para evitar enfrentarse a emociones demasiado dolorosas. Sus sentimientos quedan “anestesiados”, pero eso no quiere decir que lo haya superado.
Esta reacción de negación es natural e incluso puede ser conveniente, en un primer momento, si el impacto es demasiado grande. Pero no debe instalarse durante meses o años, ya que se corre el riesgo de que esa persona sea incapaz de encontrar un nuevo equilibrio. En ese caso, puede llegar a necesitar ayuda psicológica.
Si no hay duelo, las emociones dolorosas siempre acaban por salir, con una violencia inusitada, a veces hasta años más tarde, con motivo de un acontecimiento aparentemente intrascendente.
Por eso es mejor sufrir inmediatamente, incluso aunque sea terrible. El dolor que se siente demuestra que uno es realmente consciente de lo que le ha pasado e indica que, aún sin darse cuenta, está tratando de incorporar emocionalmente la separación que está viviendo, lo que le permitirá recomponerse.
Da igual qué hagamos; es evidente que el duelo nos vuelve vulnerables y será necesario, dentro de lo posible, evitar tomar decisiones importantes en los primeros meses posteriores a la pérdida (una mudanza, un cambio profesional, un divorcio…).
Voy a terminar recordando que lo que poseemos en la tierra nunca nos llega a pertenecer por derecho. Todo lo que tenemos, desde el gran amor de nuestra vida, la pareja, nuestro mejor amigo o los hijos, podíamos igualmente no haberlos tenido nunca.
“No se lamente por haberla perdido; dé gracias por haberla tenido”. Estas palabras, día tras día, nos ayudaron a suavizar poco a poco la tristeza para poder dejar marchar en paz a nuestra hija.
¿Ha tenido que superar usted la muerte de un ser querido? ¿Qué le ha ayudado a aceptar su pérdida? Le invito a compartir esa experiencia con todos los lectores de www.saludnutricionbienestar.com haciendo un comentario en este enlace.
Fuentes:
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Excelente reflexión sobre la pérdida de un ser querido.
Ha expresado maravillosamente mi propia experiencia. Subrayo que recordar los momentos felices vividos ayuda a superar el trance doloroso poco a poco.
Lamento la muerte de vuestra hija.
Un fuerte abrazo.
Mercedes
Gracias por este artículo. Hace poco falleció mi madre. Mi pena es inmensa. Cualquier reflexión a propósito de los duelos es de gran ayuda.
Pues si. He tenido q superar la muerte de un montón de seres queridos: abuelos, mi padre, tíos, dos hermanos, un cuñado y algún amigo de la familia.
Como bien dice usted nada de esta tierra nos pertenece. Y además venimos sin nada (material) y nos vamos sin nada. Y recalco: material.
Cuando nos morimos dejamos «en la tierra» nuestro cuerpo «material». Pero también tenemos un cuerpo espiritual. Y este no muere nunca. Vuelve al Campo. Se fusiona con la energía universal manteniendo la individualidad o su esencia.
Somos y seremos para toda la eternidad. La materia ni se crea ni se destruye, solo se transforma. Este es el pensamiento que siempre me ha dado la fuerza para aceptar «los tránsitos» de las personas queridas que ya han partido.
Este pensamiento y, además, el haber ayudado a muchas almas «perdidas» a seguir la luz. Las personas que realizamos estas prácticas tenemos la suerte de ver como los seres queridos de la persona que se muere están ahí esperándola para recibirla y acompañarla. Nunca estamos solos.
Muchísimas gracias por compartir una experiencia tan dolorosa y trascendental.
Es un gesto lleno generosidad que además valoro como un rasgo de madurez y crecimiento personal.
Enhorabuena y un abrazo muy fuerte.
En mi caso, tras la muerte de mis padres con tan solo 5 meses de diferencia, me ayudaron fundamentalmente dos cosas:
1- Las muestras de condolencia y aprecio sincero hacia ellos por parte de vecinos y conocidos.
2- Recordar constantemente todos los años que estuvieron conmigo, todo lo que llegaron a hacer por mí, el inmenso amor que me transmitieron y los incontables momentos de diversión y alegría que pudimos compartir.
Han pasado ya 2 años y les echo muchísimo de menos, cada día, en innumerables momentos y situaciones, incluso en celebraciones familiares, pero siempre, a pesar de las lágrimas, mi pensamiento inevitablemente vuelve de nuevo a rememorar su gran amor y pasión por la vida y por mí.
Quiero agradecer la oportunidad de poder expresarlo y abrigo la esperanza de que mi comentario pueda ayudar a alguien.
Perdí a mi padre cuando tenia 22 años y desde el primer momento hablar de el me ayudo. Me emocionaba pero seguía adelante. Mis hermanas más jóvenes no hicieron el duelo como yo, mi madre decidió no hablar con ellas y creo que no lo han superado. Pero yo no quise pasar por delante de mi madre y me arrepiento.
Sin duda la filosofía budista sobre la impermanencia del ser humano y la aceptación de que estamos de paso por «esta vida», nos ayuda a aceptar mejor la muerte.
Es muy interesante la información que nos dan.
Yo perdí a mi padre repentinamente, vamos que hoy estaba vivo y mañana muerto.
Después he perdido a mis 4 hermanos de cáncer, en 7 años fallecieron todos. Cada vez que la muerte nos visitaba, era como si me clavaran un puñal en el corazón.
Hoy día aún lloro por ellos, solo con ver una foto. Hace 16 años que murió mi hermano pequeño y aun no he podido superarlo; también tengo que decir que a los tres meses de fallecer mi querido hermano pequeño… el individuo con quien estaba casada, se largo con una puta; separación, duelos, eso me ha marcado para el resto de mi vida.
Pero le doy gracias a Dios por el tiempo que estuvieron aquí y yo pude disfrutar de ellos, aunque, tengo remordimientos, por cosas que podía haber hecho y NO LAS HICE;
Le pido a Dios que un día YO pueda perdonarme y vivir feliz.
DIOS OS BENDIGA A TODOS.
Me siento totalmente identificada con esta experiencia. Mi hermano gemelo falleció con 32 años, cinco años después falleció otro hermano con 34 años, después de sentir todos los pasos del duelo, lo único que siento en mi corazón es agradecimiento por haber podido compartir parte de mi vida con ellos.
Hace un año falleció mi madre y haber podido acompañarla en todo el proceso hasta el día de su muerte, me ha dado una paz y un agradecimiento infinito por poderle coger la mano y aspirar su último aliento.
La muerte de mis hermanos fueron traumáticas por inesperadas y poder acompañar a alguien que amas en sus últimos momentos te da la oportunidad de abrirte y aceptar cosas que nos negamos a reconocer como inevitables.
A mi particularmente me ha ayudado muchísimo mi experiencia budista, practiqué muy intensamente hace años y la visión de la vida y la muerte de esta filosofía integrada totalmente en mi espíritu, me ha dado fuerzas y hasta alegría porque un día ellos me escogieron para compartir parte de su vida conmigo.
Me siento afortunada y feliz de las experiencias que he vivido con ellos. No cambiaría ni uno solo de nuestros momentos, porque nuestra vida ahora es parte de todo lo que vivimos juntos.
Es muy bueno el estar preparado .pero la perdida de un ser querido es muy dolorosa y más si es un hijo, yo lo perdí y esa herida la llevo en mi corazón ya 24 años y como vos decís en este escrito hay que seguir y pensar en cuanto disfrutamos en su compañía, pero es muy duro seguir adelante.
A mí ya no se me ha abierto el corazón en ninguna alegría y eso que tengo más hijos y me dan muchas alegrías pero esa herida ahí esta.
Yo ya no he vuelto a ser la misma.
Gracias por su email, esta también explicado que espero que me sirva de algo.
Gracias
Gracias por compartir su experiencia, después de haberlo leído me doy una vez más cuenta de lo egoísta que he sido yo, mi padre murió hace unos meses y me siento fatal, me cuesta reconocer que fue lo mejor que le pasó, en su estado no era vivir, pero desde que enfermo, durante dos años, mi objetivo fue cuidarlo intentando que la enfermedad no avanzará, que daría por tener el cansancio físico y psicológico que tenia en aquél tiempo.
Mi vida se ha quedado vacía, ahora tengo tiempo, pero no me apetece nada.
Si acabo de perder a mi madre. El 08-07-2014.
Hemos vivido juntas 14 años, y la cuidé 4 años.
Fue muy dura, no sola, la pérdida, que al final, se lo pedía a Dios, porque eso no era vida.
No sufrió, estuvo como una Reina, limpia, cuida hidratada, todo, todo y más. Pero fue muy duro, curarla, ver, como perdía día a día. Tenía que irse, debía irse, así no podíamos ya ninguna de las dos.
Ahora estoy pasando el duelo. Tengo la conciencia, tranquila, mucho, pero…. hay un vacío tan grande, hago mi vida normal, pero no tengo alegría. Estoy cambiando cosas, salgo, voy a mi trabajo, pero la vuelta, la casa es muy grande, la veo, la huelo, la siento. Sé, es cuestión de tiempo, pero hay que pasarlo.
Está es mi experiencia.
Un saludo,
Gloria
Siempre me reconforta cuando sueño con mamá. Su partida fue muy triste para mí, pero al despertar y ver que la ví, me dá tranquilidad.
Ha de ser increíble y Dios nos libre perder un hijo, lo que más sentí fue la perdida de mi madre y sólo la ayuda de Dios y el tiempo puede sanar esa inmensa tristeza y la falta que hace la persona cuando se va.
Después de 7 meses y de llorar todos los sábados, porque estaba acostumbrada a salir con ella ese día, me soñé y en mi sueño la vi perfectamente que me decía que ya no llore porque ella estaba muy bien. Fue increíble la paz que sentí después y hasta el día de hoy.
He perdido a muchos seres queridos, y, lo único que me ha consolado y me ha dado paz y tranquilidad, ha sido el saber que la vida no acaba con la muerte, que hay una VIDA que no acaba nunca porque ha habido uno que ha dado su vida para que no muramos para siempre ¡¡JESUCRISTO!!
Él, con su muerte y su resurrección, mató al que tenía el poder de la muerte (Satanás). Por eso, quien tiene a Cristo en su vida, aunque tenga sufrimientos, sabe que la muerte está vencida y que hay una VIDA ETERNA JUNTO A DIOS.
El respeto y el amor que han puesto al escribir este artículo, se palpa en cada renglón, en cada frase, en cada coma. Es admirable y a la vez sobrecogedora, la actitud que adoptaron cuando perdieron a una hija tan joven, casi una niña.
Su página y todos los escritos que acompañan, rebosan humanidad por los cuatro costados. Es muy reconfortante leer de vez en cuando correos como los suyos entre tanta información intrascendente y anodina.
Gracias por todo lo que me aportan.
A mi me ha ayudado entender que es normal llorar cuando se está triste y reír cuando se está alegre, escribirle cartas a mi esposo ausente, diciéndole lo mucho que lo amo y extraño.
Organizar mis pensamientos en un papel me hace reflexionar mucho, mirar fotos de cuando estaba feliz, culminar sus tareas pendientes y dedicarle un día al año a su memoria con toda la gente que lo quiso.
Juan, me encantó que compartieras tu experiencia…
Hoy, hace 15 días mi madre se fue de este plano terrenal… yo, la cuide durante 4 años y no fue para nada fácil, creo, que mi duelo lo hice en vida de ella, me siento en paz porque sé que ella también lo esta….
Me siento feliz de saber que ya no sufre más, la acompañé hasta su último suspiro y también su morada… no me quedó nada más por hacer, solo acompañar a un ser amado.
Mi crecimiento espiritual es mayor de lo que era, siento mucha paz, sé que con el tiempo la voy a extrañar pero de manera bien, no desde el dolor, sino desde el gran aprendizaje que esto conlleva……..
Gracias por la oportunidad de poder poner en palabras mis sentimientos…………
BENDICIONES.
Gracias por el artículo, recomiendo los libros de Elisabeth Kübler-Ross, en especial «La muerte una amanecer», cambió radicalmente mi forma de entender la muerte y me ayudó, abre una puerta a la esperanza y a mirar de frente a la muerte.
«..No se lamente por haberla perdido; dé gracias por haberla tenido..»
Gracias por compartir esta frase, siento que es la clave de todo lo que ha tratado en el artículo…
Hola,
Recién dentro de dos días el 17/10/2014 hará ocho años que mi hija Ingrid se unió con el Universo.
A mí lo que me ayudo fue permitirme tener días de bajón, que decimos en casa, esos días nos permitimos llorar, puede que lo provoque una canción, una película o serie, hablar de ella… después, cuando ha pasado un rato, volvemos a decir: ya esta, ya paso y continuamos con nuestras vidas.
Esos días le pedimos perdón a ella, le decimos que entienda que somos humanos y nos cuesta aceptar la pérdida, pero que no se preocupe por nosotros que estamos bien.
También me fue muy bien escribirle una carta pidiéndole perdón por todos errores que hubiera podido cometer, por lo mucho que la amaba y todo lo que creí que debía decirle, luego la quemé y esparcí sus cenizas al viento.
Ella fue incinerada y sus cenizas lanzadas al mar, en su aniversario de vida y muerte le lanzamos flores al mar y hablamos con ella, y curiosamente ella nos regala con piedras en forma de corazón que guardamos en casa.
Por supuesto también damos gracias a Dios por haber podido disfrutar de ella 16 hermosos años. A mi particularmente me esta costando más el pensar que allá donde esté se encuentre en paz y tranquila.
A veces temo por ella, por no poder protegerla, bueno espero que estas palabras sirvan de consuelo, desde mi corazón les mando un abrazo lleno de Luz y de Amor a todos los seres que perdieron a alguien y a todos sus seres queridos que partieron hacia el Universo, Namaste.
«Tras morir y haber vuelto, realmente respeto la vida y la muerte. En nuestros experimentos con el ADN, quizás hemos abierto la puerta a un gran secreto. Pronto, seremos capaces de vivir tanto tiempo como lo queramos en este cuerpo, tendremos intuitivamente en nuestra alma la sensación de que queremos cambiar de canal. Vivir eternamente en un cuerpo no es tan creativo como la reencarnación, como transferir la energía en este fantástico torbellino energético en el que nos encontramos. Vamos en realidad a percibir la sabiduría de la vida y la muerte, y a gozarla.
Tal como están las cosas actualmente, ya hemos estado vivos eternamente.
Este cuerpo en el que estás, ha estado vivo desde siempre. Viene de una corriente interminable de vida, volviendo al Big Bang y más allá. Este cuerpo da vida a la vida siguiente, en energía densa y sutil.
Este cuerpo ha estado vivo desde toda la eternidad…»
Gracias por tus bellas palabras. Me he sentido a vuestro lado.
Soy una fan tuya y sigo de cerca tus sabios y siempre rigurosos consejos. Además de compartir duelos soy también profesional del tema desde hace más de 20 años.
Me formé con Elisabeth Kubler-Ross, una gran maestra que combatió siempre estos muros de silencio que colocamos alrededor de la muerte y el duelo y que más que protegernos nos aíslan y separan de la posibilidad de compartir nuestros sentimientos.
Me gustaría mucho, si me pasas una dirección, mandarte un librito que acabo de publicar sobre como vivir la pérdida de un ser querido. Se titula «El mensaje de las lágrimas» y es fruto de mi experiencia acompañando a personas en duelo y también de mi propia vivencia, está escrito en un leguaje coloquial y repleto de voces y experiencias personales.
Un abrazo a todos
Alba P.
Enhorabuena por el artículo…mi opinión es la misma…me ha hecho revivir el duelo de mi abuela, estoy muy orgullosa de haber podido compartir con ella 23 años de mi vida, ella ya era mayor y se tenía que marchar.
Me costó mucho el proceso del duelo, ella siempre está en nuestros recuerdos… Tuvimos mucha suerte de poder compartir y aprender de ella.
Un saludo a todos.
He vivido cercano a mí, la muerte de mi padre y dos amigas.
Mi sentir ante este hecho y con el profundo dolor y vacío que dejan, ha sido darme cuenta del amor tan grande que han tenido, de la obra que han dejado en esta vida y sobre todo integrarlos dentro de mi corazón no buscarlos fuera.
Este proceso, es un tiempo de aceptación y asimilación hasta que se concreta en nuestro interior. Hemos venido a vivir no a sufrir y esta parte hay que sentirla…
Gracias siempre desde el amor más profundo
Mi comentario acerca de esta experiencia no es otro que este: estos temas lo evitamos siempre pero están ahí hasta que nos pasa en la propia persona.
De la muerte es desagradable hablar, pero no olvidemos que somos espíritus y como tales volveremos a vivir en otro sitio o sea que no morimos del todo como siempre se nos han dicho mis condolencias a aquella persona que ha perdido a un ser querido pero que tenga la seguridad que esta en otro plano viviendo.
Lo digo por experiencia propia saludos y gracias por compartir con vosotros.
Muy sinceramente: GRACIAS, por su generosidad, dedicación y mucho más.
Emotivo y cierto el comentario que habéis hecho sobre la muerte. Por la edad yo ya he perdido a muchos seres queridos: Mis abuelos (como padres para mi) mis padres; aquí quiero repasar el último velatorio que tuvimos en casa. Mi padre con 67 años (mi edad actual) se fue dormido en la cama. Velamos toda la noche, familia, amigos, vecinos…
La persona que más me ha costado despedir ha sido mi hermano, 64 años. Ha sido muy doloroso, pero como yo tengo fe, creo que él ahora descansa.
Tuve un hermano que murió con cinco años, yo tenía dos y no le recuerdo, conservo sus fotos y me recreo en ellas.
Por último hablaré de mi hijo Marc. Murió a las pocas horas de nacer, me lo escondieron (debido a mi estado de salud) durante tres días y cuando quise verle, se lo habían llevado y no sé donde. No nos permitieron enterrarlo porque había nacido tres semanas antes de tiempo y lo consideraron feto (pesaba más de cuatro K).
Fue muy duro para mí, ya no podía tener más hijos y el dolor de no haber podido abrazarlo fue mucho peor que el que se marchara. Pasaron casi tres meses en los que no pude derramar una lágrima. Y hasta hace muy poco no he podido expresar mis sentimientos, lo he hecho por medio de una carta que le he escrito. Pronto cumpliría 40 años.
Entiendo mucho de dolor y despedidas.
Gracias.
Hace tres años perdí a mi esposo y en vez de pensar en mi tristeza empecé ha recordar las horas felices que pasamos juntos y así vi las cosas de diferente manera y hoy siempre recuerdo ha mi esposo con la alegría de nuestra juventud.
Gracias
Graciaas por hablarnos de vuestra hija… fue una autentica luz en vuestra vida.
Hace 4 años perdí a mi padre, al que hacía 3 años que no veía. Mi padre había entrado en demencia senil, según me decían, aunque como médico no terminé de creérmelo del todo.
Pienso que simplemente se retiró de la vida. Pero cuando lo vi, el día antes de morir, me reconoció inmediatamente, me cogió la mano y no me soltaba…Ya eso me sirvió de consuelo.
Y a la tarde siguiente se fue tranquilamente, rodeado de su mujer y sus siete hijos… lo envidié, realmente. Cuando sentí que se «iba», me sentí invadido por la paz. Él se iba en paz.
Y ahora, cada vez que la vida se me hace insoportable, le hablo y se lo cuento. Y, ¿sabéis? noto que está a mi lado y me siento confortado.
ENHORABUENA. Un articulo sobre la muerte digno de recordarse.
Querido Juan M. Dupuis,
Gracias por compartir esta dura experiencia por la que habéis pasado tu esposa y té, es de enorme ayuda para todos nosotros.
Un cálido abrazo,
Noemí
Muchas gracias por hablar del tema de la muerte con esa visión tan positiva. Para mí poder superar el suicidio de mi padre cuando tenía 21 años fue una lección de vida que afortunadamente he ido superando intentando desechar la culpa y recordando los buenos momentos vividos con él.
Intenté en la medida de lo posible continuar con las rutinas que tenía y apoyada por mi madre, aunque ella evitaba hablar del tema. Cuando han muerto mis abuelos han sido unas muertes dulces que me han dado mucha paz. Tengo que decir que han pasado 27 años y espero que mi madre quiera hablar de su muerte algún día.
Muchas gracias por el artículo
Hola a tod@s.
Yo he perdido muchos seres queridos. A mi padre, amig@s, primos, tíos. Pero, todas esas perdidas, las he superado.
El próximo mes de Enero, hará diez años que mi hijo partió. Daniel, -mi único hijo- tenia 16 años- recién cumplidos-.Era un bello ser, en todos los sentidos. Salio una tarde de casa y no volvió a entrar a ella. .A causa de un accidente de tráfico, tras permanecer 10 días en la UCI, se marcho…
Aún no lo he superado. Sé que la muerte forma parte de la vida, pero… nunca piensas que te va a tocar vivir esa gran y terrible perdida …No estamos preparados para perder un hijo, a quien se supone que por la edad le queda toda una vida por delante. Lamentablemente, eso no es así.
Vivíamos los dos juntos y éramos el uno para el otro. Desde ese día, he sentido el peso de la más absoluta soledad..Daniel-mi hijo-es quién me da fuerzas, sé que EL está a mi lado. Me envía señales para que yo me de cuenta, -porque sabe lo sola que me he quedado y la falta de apoyo que tengo-Ese sentir-el de de su presencia-me da paz…
El dolor por su perdida no seria menor, pero supongo, que cuando se tiene apoyo moral y compañía, se debe llevar de otra manera…
Gracias por permitirme expresarme y compartir mi dolor-pues aún se me encoge el alma, mientras escribo mi experiencia…mi sentir…
Gracias, por compartir vuestro sentir…
Por cierto….también doy gracias, por haber tenido la gran fortuna de conocerlo, de compartir tantas cosas juntos -buenas y menos buenas-.
He disfrutado de su presencia, el me ha enseñado, a ser mejor persona…
Gracias Daniel, por esos benditos 16 años de tu vida que me has regalado junto a ti…
Siempre agradezco toda la información que nos envías y éste artículo especialmente.
Yo he perdido a mis padres y estoy totalmente de acuerdo con todo lo que en él expresas. Me ha emocionado.
¡ Muchas Gracias !
Un abrazo.
Mª Ángeles
Así es, hace cuatro años a mi hijo de 14 años le dieron por desahuciado, pero ellos no sabían lo que yo sabia,..
Cuatro años después, disfrutó de su fiesta por su 18 cumpleaños… Vive sus sueños y vemos lo maravilloso de la vida… Creamos nuestra vida, no importa mañana, solo importa lo que vives en» este momento», es lo único que tenemos. No hay miedos, solo agradecimiento.
Soy terapeuta holistica y hoy mis terapias y conferencias como coach, están enfocadas a saber reconocer como creamos todo cuanto manifestamos, a liberarnos del peso que cargamos y a vivir con conciencia. Todo un aprendizaje…
Enhorabuena por vuestro entendimiento.
Hace cuatro años, se marchó mi madre de esta vida a la Otra, porque como católico practicante, creo en la otra Vida.
Tuve serenidad y aceptación del momento, porque con gran resignación acepté, que fue el momento, SU MOMENTO, en que cambió de situación, y para bien, porque ella como muy creyente estará con el Padre disfrutando de toda esa vida alegre y feliz, La que nos espera a todos en nuestro momento.
Sentí la separación física, pero me animaba la fé de que había pasado a estar con el Padre infinitamente mejor, por tanto mi situación se convirtió en alegría y gozo, porque ella, con 95 años había terminado sus sufrimientos aquí, para pasar a gozar para siempre del Cielo.
Hace 2 años falleció mi hijo, con 20 años, de un cáncer que se lo llevo en 2 meses, un chico sano y especial, con el que compartíamos todo.
Para mí lo principal, para estar bien es pensar que vive en otra dimensión, teniendo en cuenta que creo al 100 x 100 en la vida después de la vida,…..
Me siento feliz, como tu bien dices, y no cambio por nada esos 20 años vividos con él, han merecido la pena, por mas que lo eché de menos, pero se que él no querría verme llorar y más por su ausencia….porque es algo que insistía y no le gustaba las personas que van de victima y mueren en vida, por la marcha de un ser querido.
Y por supuesto, tengo una hija, un marido, hermanos, sobrinos, mis padres, amigos….ellos están vivos y me necesitan tengo que pensar en ellos…
Muy bueno tu email, muchas gracias por todo.
Es el e-letter mas emocionado que recibí hasta el día de hoy. Estamos preparados para perder a nuestros padres pero, nadie está preparado para perder a un hijo/a.
Admiro su entereza y, agradezco que haya comparta conmigo su dolor; Me resbalan las lagrimas mientras escribo. Eres humano y haces que yo me sienta igual.
Un abrazo muy fuerte.
Cuando faltaban tres días para que hiciera un año de la muerte de mi padre, el año pasado, mi madre dejó este mundo de una manera muy difícil de entender, ya que estando de salud casi perfecta a los 78 años y viviendo sola me la encontré muerta en su casa en el suelo de su habitación. (Cuando me la encontré llevaba más de 24 horas). Esto ha pasado en el mes de febrero de este año y todavía ahora me es muy doloroso pensar y hablar del tema.
Sigo llorando muchísimo, aunque gracias a Dios somos cuatro hermanos y nos consolamos entre todos. Cuando uno está peor el otro lo anima.
Hasta ahora nos ha sido imposible tocar sus cosas ni las que todavía quedan de mi padre. Estamos dejando pasar el tiempo para tener fuerzas. Aún así reconozco que hay una edad en la que todos deberemos marchar pero no puedo entender porqué no podemos despedirnos o, al menos, haber entendido alguna señal para poder hacernos a la idea de este final tan triste.
Gracias por dejarnos expresar y compartir nuestros sentimientos.
Tuve un hijo que falleció en accidente de moto con 15 años. Fue en el año 1987. Y hoy en día está en mi mente como si fuera ayer.
El leer su artículo me reconforta, le doy las gracias.
Yo hago honor al dicho: ¡La vida de los muertos está en el recuerdo de los vivos.!
Este artículo me ha hecho revivir una experiencia similar (nada es idéntico) con mi hija Iratxe que, tras regalarme con su presencia durante 13 años, tuvo que marcharse a esa otra dimensión, intuida o constatada según los casos o las personas. Y aunque hayan pasado ya 24 años, su recuerdo sigue tan vivo como el primer día.
Cierto es que el dolor se ha ido atenuando y que he aprendido a vivir sin su presencia física, agradeciendo cada día haber conocido a alguien tan excepcional, como sin duda lo era también Patricia.
El pasado Febrero una buena amiga me propuso presentarnos a un concurso literario sobre «cartas de amor». Aunque en un primer momento descarté la posibilidad de participar, súbitamente y en la misma cafetería en que nos encontrábamos me asaltó la idea de que el amor sobre el que versara no tenía por qué ser tan solo el romántico, así que cogí mi cuaderno y mi pluma de tinta verde y allí mismo, de un tirón y con solo dos palabra corregidas con posterioridad, surgió esta carta que probablemente hagáis vuestra.
El jurado del concurso decidió otorgarle el segundo premio, pero eso es solo una anécdota. El premio ya me lo había otorgado previamente a mi mismo por reconocer vivo aún mis sentimientos por mi hija, y por la satisfacción de haber sido capaz de plasmarlo en un papel, de improviso y a pesar de los años. Os aseguro que fue muy terapéutico. Intento reproducirla a continuación:
PRESENCIA AUSENTE
Llegaste a mí sin esperarte, de improviso, desconcertante.
Aún siento que tan siquiera estaba preparado para tanto amor, para todo lo que contigo experimenté, lo que, a través tuyo, llegué a descubrir dentro de mí.
Tu llegada cambiaría mi vida, aunque nunca hubiera podido imaginar de qué manera.
Junto a ti reviví mis sueños perdidos y aprendí la inconmensurable dimensión de la palabra AMOR.
Vivía cuando gozabas,
sufría cuando llorabas,
me rompía cuando sufrías,
y de nuevo renacía con tu alegría.
Aún siento la violencia asustada de tu mano apretando la mía el día que te fuiste, tu mirada y mi impotencia al verte ir sin remedio. Yo te respondí con un beso en tu mejilla gélida, sintiendo cuartearse mis labios y mi alma. Y ese frío mortal se quedó impreso en mí de tal manera que sentí perdida para siempre la capacidad de volver a amar a alguien como a ti te amaba.
¿Cómo podía yo imaginar que tu marcha sería tu mayor manifestación de amor, un último regalo indeseado que aún así cambiaría de nuevo mi vida, dotándola de una dimensión desconocida hasta entonces?
Me obligaste a vivir con esa presencia ausente que me acompaña desde entonces, trascendido por la profundidad de nuestro amor, angustiado por la amargura de tu pérdida.
Y aunque redescubrí la pasión por la vida, ahora mismo daría la que me resta por tan solo poderte abrazar de nuevo.
Aún hoy, de vez en cuando, te compro margaritas y, aunque no pueda ponerlas en tus manos, yo se que las recibes a través de ese hilo indestructible que une nuestras almas y que un día, cuando consiga acumular las fuerzas necesarias para ello, seguiré en la esperanza de encontrarte de nuevo.
Porque nuestro amor no entiende de tiempo ni de distancias,
de espacios ni de infinitos,
porque ya existía antes de nosotros mismos,
porque trasciende lo humano y lo divino.
Y porque aquel beso último en aquella tarde lluviosa de una primavera gris oscuro, en la sexta planta de Cruces, hace ya 24 largos años, no fue más que un simple, aunque doloroso, “hasta la vista”.
Te amo, hija mía
Hola y gracias por este maravilloso artículo.
Yo perdí a mi hermoso y amoroso hijo de 25 años, hace algunos años.
Fue una negación total hasta el punto de caer enferma de dolor sin poder moverme ni laborar y desde ahí se desencadenaron una serie de circunstancias en mi vida que me despertaron mucho y sería bastante largo de contar aquí.
Solo quiero decir que hace un mes mi hermana mayor partió y lo sentí como una experiencia totalmente diferente… Es como dejar partir como dice usted en su confortante artículo (gracias de nuevo) y aunque no hicimos muchas de las cosas que usted aconseja, si siento que todos en la familia aceptamos más fácil su partida. Y siento un enorme agradecimiento en mi corazón por ella y por los demás familiares como mi esposo, mi padre, mi hermanito menor, mi hijo y ahora mi hermana. Y siempre doy gracias por ellos. Hay que celebrar la vida siempre., así lo siento yo.
Mil gracias.
En mi caso a pesar de ser una muerte anunciada, el impacto fue terrible.
Mi esposo padecía de depresiones, desde el primer intento de suicidio en el año 93, hasta el 98 que se quitó la vida, fueron unos años tremendos, porque lo intento con pastillas en varias ocasiones.
Cuando yo tenía 19 años mi padre se suicidó por ahorcamiento, el sentimiento de culpa por haber discutido con él me hizo sufrir ese sentimiento durante años, mi esposo decía que el no iba a hacer como mi padre, tenemos dos hijos y el no podía hacer eso por sus padres por sus hijos y menos por mí, sabiendo lo que arrastraba, pero lo hizo; lo encontramos mi hijo y yo, a mi padre lo encontré yo sola, pero el impacto que causó en mi hijo de 17 años, fue una negación absoluta.
Al mes y medio mi suegro murió de un cáncer de huesos, era como mi padre. Sé que hay muchas formas de llevar un duelo, a mi padre se lo guarde dos años, a mi esposo siete u ocho meses.
Por varias razones el sentimiento de culpa lo llevo eh mi alma y mi corazón, mi marido nunca fue solo al psiquiatra ni al médico de cabecera, solo ese día, porque el psiquiatra decía que no podía depender tanto de mi, y ese fatídico día, era el señalado para él para irse, sin dejar nada, ni una explicación, ni una nota.
No puedo dejar de pensar que lo deje solo, no puedo dejar de pensar si la discusión de mi padre no hubiera ocurrido que habría pasado… El paso de mi existencia por este mundo no es el de la familia que nos explica la felicidad que ha supuesto para ellos esos 12 años, pues han sido muy felices, yo no puedo decir lo mismo, aunque ahora después de tantos años no me siento tan culpable.
Me sigo acordando de ellos con dolor, y cuando te dicen que tengo que olvidar, que me digan como, como puedo olvidar al que fue mi amor durante tantos años, sus ojos puestos en los míos mirándome con tal sentimiento que cada vez que lo recuerdo se me hace un nudo e el estómago.
No todos los duelos se llevan igual, creo que el mío es para siempre.
Gracias por compartir con tanta sinceridad como sencillez, una vivencia tan difícil como debió ser esta pérdida.
En mi caso, mi primer hijo murió a las 48 horas de nacer, y no supe hacer un buen duelo… Me di cuenta muchos años más tarde de que el hecho de no haberlo vivido conscientemente, me impidió prodigar toda la atención emocional a mi segundo hijo, que nació año y medio más tarde.
Por eso sé lo importante que es darse un tiempo para sentir el dolor y transitar hacia otra etapa.
Este artículo es realmente conmovedor y muy útil. Gracias de nuevo.
Le agradezco muchísimo sus reflexiones, es importante lo que nos escribe, efectivamente en esos casos tenemos sentimientos y emociones confusas y no sabemos actuar adecuadamente con otras personas.
Agradezco infinitamente Juan el que nos hayas compartido tu experiencia, aún no he tenido pérdidas tan cercanas, pero este conocimiento es una buena preparación para lo que es inevitable.
Las historias que se cuentan aquí son conmovedoras, no por infrecuentes si no por contadas.
Conozco varias como las que uds cuentan, de diferentes personas pero siempre contadas a través de terceros.
En este sentido tengo la fortuna de que hasta ahora los únicos seres cercanos que partieron fueron mis abuelos y ya de una edad avanzada, con excepción de un compañero de salidas que encontró la muerte en un absurdo accidente de montaña a los 24 años, el funeral fue muy emotivo pues era muy apreciado en su ambiente, un centro excursionista, era un chico muy bien parecido, noble y lleno de vida, con él y otros compañeros compartíamos nuestra insaciable afición por la montaña y sobretodo por el esquí de montaña.
El día que ocurrió el accidente yo no fui con ellos, si en cambio su mejor amigo, que eran como carne y uña… Durante meses me sentí muy apenado y no tanto por el que ya no estaba si no por su amigo, que además dejó todas sus aficiones de montaña, y por su hermana y padres.
Cuando se pierde a alguien en su plenitud vital, así de repente sin previo aviso como si dijéramos, es muy traumático, por mucho que estés familiarizado con doctrinas o filosofías reencarnacionistas
De vez en cuándo recibo mails de denuncia con imágenes terribles de lo que esta pasando en el mundo «no occidental», por cierto el último que recibí es un vídeo de propaganda del «Califato Islámico» terrible… que me recuerdan que somos afortunados dentro de lo que cabe de poder compartir estas experiencias en un mundo en que sus humanos habitantes parecen enloquecer por momentos…
Muchas gracias por este artículo.
La semana pasada mi mejor amiga perdió a su padre y la verdad es que no sabía qué hacer para ayudarla. No es la primera vez que experimento el dolor de la perdida de forma tan cercana, hace cuatro año murió una amiga mía con 14 años. Sé lo que es el sufrimiento por perder a un ser querido, pero es muy diferente y creo que puede llegar a ser más frustrante el que pierda a una persona que quieres con locura pierda a alguien tan importante como es un padre con 18 años.
De verdad, muchísimas gracias.
Siento la perdida de su hija; yo perdí a mi marido de un Ictus, y fue una cosa como robada, después de 7 años aun me cuesta creer que se fue, y aunque doy gracias a Dios por haberlo tenido 47 años dándome felicidad y muchas cosas más.
De verdad cuesta hacerse a la idea ya que aun sigo amándole (no estoy loca) es mi manera de pensar y sentir que el sigue a mi lado espiritualmente, yo desde que murió escribo muchas poesías siempre referente a nuestro amor a su ausencia y dándole las gracias por todo y eso a mi me hace mucho bien.
Pensar que algún día el me esperara con el amor de siempre… puedo parecer un poco tonta pero es mi manera de tener esa ilusión que algún día nos veremos, por que yo creo que le dije tantas cosas estando en estado vegetal que fueron 15 días que creo que no tengo remordimiento de no haberle dicho tanto como yo sentía, le di la mano en el momento su agonía y esa tarde estuve con el diciéndole tantas cosas que aplique esos cuidados paliativos, que a mi me enseñaron.
Con todo eso ese dolor sigue en mi corazón y no es fácil seguir viviendo sin ese ser maravilloso.
Un abrazo y mi pésame a todos los que han perdido a un ser querido.
Laura
Es la primera vez que escribo un comentario. Ha tratado usted este tema con extrema delicadeza y sensibilidad, a lo que debo decirle que siento mucho la pérdida de su hija de 12 años y que no solo tuvieron suerte usted y su mujer teniendo una hija maravillosa como Patricia, sino también ella de tenerles a ustedes como padres.
Debo decirle que agradezco enormemente haber leído su artículo Gracias por compartir su dolorosa experiencia y por haberla transmitido con cariño y delicadeza para poder ayudarnos a los demás. Gracias, de corazón. Su artículo ha sido todo un acierto y le felicito por ello.
En primer lugar dar el pésame a todos, les acompaño en el sentimiento.
Hace tres meses perdí a mi marido.
Nunca pensé, a pesar de haber sido trasplantado de médula ósea que terminase así.
Mi gran consuelo son los años que hemos compartido, todo lo que he aprendido de él y los tres hijos que tenemos.
Haber estado a su lado durante todo el tiempo que duró la enfermedad, sus ganas de vivir y mi optimismo, haber sido capaz de comprender los mecanismos del proceso infeccioso que terminó con su vida, haber estado peleando hasta el último segundo, rodeada de gente que luchaba por lo mismo, ha sido un gran consuelo y al final hubo que dejarle marchar.
Se que no va a volver, lloro muchísimo, normalmente cuando estoy sola, pero tengo que seguir porque mis hijos, dos de ellos, chico y chica adolescentes y otra aún pequeña, tiran de mí como leones.
Además organicé un funeral que fue una auténtica reunión de familiares y amigos, jamás me he sentido tan arropada, y he podido comprobar cuán apreciado era mi marido.
Mis hijos, los tres, pudieron despedirse de su padre, eso también me ayuda a superar su pérdida. Hablamos mucho de él, su energía permanece con nosotros, por eso le doy las gracias por haberlo conocido y haber pasado con él momentos tan inolvidables.
Sigo sintiendo el calor de las personas que nos quieren, mis hermanas, toda la familia, mis amigas y amigos, no hay día que alguien del entorno de mi marido me llame o me envíe un wasap o un mail.
Eso ayuda tanto!!
Gracias y un saludo.
Mi mujer murió hace quince meses. Tengo 63 años. Desde entonces no vivo, sobrevivo como puedo. Tengo dos hijos varones de 36 y 40 años, tienen su vida y noto su falta de interés por mi.
Mi mujer era todo para mí, se fue la mitad de mi vida y desde entonces no tengo interés por nada. Me compré una moto porque me hacía cierta ilusión, también un coche nuevo, una tele de esas grandes con todo y nada me distrae y me quita ese dolor que todavía llevo por dentro.
Era toda mi vida después de 42 años juntos y queriéndonos. Me es muy difícil de soportar. Todo el mundo me dice que tengo que dejar que el tiempo pase, pero me pasa demasiado lento.
La muerte de un ser tan querido es muy difícil de sobrellevar. No tengo amigos con los que poder hablar de como me siento y eso me ayudaría.
La vida me ha cambiado totalmente y la que ahora me toca vivir no me gusta nada. No creo que pueda acostumbrarme.
Gracias por compartir con tanta sinceridad como sencillez, una vivencia tan difícil como debió ser esta pérdida.
En mi caso, mi primer hijo murió a las 48 horas de nacer, y no supe hacer un buen duelo… Me di cuenta muchos años más tarde de que el hecho de no haberlo vivido conscientemente, me impidió prodigar toda la atención emocional a mi segundo hijo, que nació año y medio más tarde.
Por eso sé lo importante que es darse un tiempo para sentir el dolor y transitar hacia otra etapa.
Este artículo es realmente conmovedor y muy útil.
Gracias de nuevo.
Sergio te entiendo perfectamente, y sé que será muy difícil vivir sin tu querida esposa, a la mía el día 17 de mayo 2016 le diagnosticaron un Cáncer con metástasis y hoy día 23 de mayo, nos han dicho los médicos que le quedan dos o tres días de vida. Estoy con el corazón roto y sé que me va ser muy difícil vivir sin ella, después de 45 años juntos.
La voy a perder en poco más de dos meses, la quimioterapia la destrozo más todavía y aceleró su estancia entre nosotros, te mando un fuerte abrazo y que algún día lo puedas superar.
Todos habláis de la muerte, lo que os ha costado superar la perdida de un ser querido, pero nadie habla del luto.
Es muy interesante lo que habla nuestra amiga en su testimonio sobre lo que hizo con su ropa, se puso ropa negra durante un año y dice que eso la ayudo.
¿No os habéis parado a pensar porque hace años superaban la muerte de un ser querido de otra manera que ahora? Antes no iban al psicólogo, ni al psiquiatra, ni tomaban pastillas, ni ansiolíticos, lo superaban de forma natural.
Cuenta mi madre que cuando se murió su padre con tan solo 54 años, ella contaba con 19 años, hablamos del año 1954, y estuvo de luto, ropa negra rigurosa, durante 3 años, tres años sin asistir a los bailes, a las fiestas, ni vida social. Ella no tomo pastillas, ni visito a ningún psicólogo, su tratamiento fue la ropa negra y el cambio de vida.
Quizá sea exagerado 3 años de ropa negra y estar encerrada en casa, así lo vemos todos ahora, que exageración, pero os puedo decir que conozco amigos que llevan mas de 3 años con medicación y con tratamientos psicológicos para superar la muerte de un ser querido.
Quizá tengamos que reflexionar sobre lo que no estamos haciendo bien, y volver a la tradición antigua.
La ropa negra en recuerdo y como muestra de luto, es muy importante, la frase el luto se lleva por dentro, nos demuestra cada día que no es así. Lo que sentimos por dentro se expresa por fuera.
La forma de vestir es importante en cada ocasión, blanco de novia, rojo en noche vieja, etc,. Y el hecho de vestir de negro ante la muerte de un ser querido, nos ayuda por fuera a superar el dolor de dentro, la experiencia nos lo demuestra.
Los gitanos tienen la costumbre de guardar luto riguroso por fuera, y yo os pregunto, hablad con algún gitano que ha perdido a un hijo, a un padre, etc, y preguntarle si va al psicólogo o esta tomando antidepresivos, desde aquí os digo que no. Su antidepresivo es la ropa negra y el duelo que hace en la vida social. Ellos lo superan más rápido que el resto del mundo.
No os avergoncéis de llevar ropa negra, blusa, pantalón o falda, al trabajo, a un cumpleaños, a una comida de empresa o de amigas, durante un tiempo por la muerte de un ser querido, estáis llevando el luto que os corresponde por la perdida de un ser querido. El que no lo entienda así es problema suyo, os aseguro que os sentiréis mas aliviados con la vestimenta, el luto se lleva por fuera, como por dentro, y vuestro cerebro lo entenderá y asumirá más rápido, os lo aseguro.
Un saludo
Gracias por su estupendo artículo.
Hace ya unos años perdí a mi padre tras un cáncer fulminante (2 meses desde el diagnóstico). A pesar de que era relativamente joven, el duelo avanzaba bien hasta que tan sólo 10 meses después mi hermano mayor, de 39 años, moría súbitamente de un ataque al corazón.
Y este segundo golpe ya sí que no lo he podido superar.
Sé que nunca volveré a ser el mismo, tan sólo espero, y tengo miedo de que no sea así, volver a poder tener la ilusión que ahora no tengo por nada.
Lo que más me reconforta, como bien explicas en el artículo, es poder hablar y explicar mis sentimientos. Lamentablemente, el pudor, por un lado, y la dificultad para encontrar a alguien que te quiera escuchar (para tomar cervezas cuantos amigos se tienen, para estas cosas que pocos…) lo dificultan, así que agradezco la existencia de foros como este.
Un saludo.
Me gusto el artículo, vine aquí buscando consuelo para mi dolor.
Yo perdí a mi mama hace 2 años y aún sufro mucho por ella el cáncer se la llevo y cuando me paso no quería creerlo… renegué de muchas cosas y de muchas personas no quería ver pasé por un momento muy difícil en mi vida. No quería ver nada y ni estar con nadie,
tenía mucho dolor en mi corazón, en mi alma y no hallaba nada… me llenaba con el dolor y la pérdida de la persona que mas me comprendía, me amaba y que me dio todo de ella…
Vino el cuidado, la fortaleza de tener que cuidar a papa del dolor que tenia de haberse quedado solo tuve que hacerme la fuerte y ayudarlo sin lagrimas a superar el dolor de haber perdido a mama… pero paso el tiempo 1 año y parece que lo había logrado muy bien por que empezó a metérsele en la cabeza la idea de buscarse otra mujer, yo no la acepto y no lo haré jamás….
Es un dolor que tengo, pero he entendido que nada se puede hacer por más que uno quiera evitar este dolor y sufrimiento; que tengo no se puede, no sé, vine aquí buscando respuestas, alguien que le haya pasado lo mismo y no he encontrado.
Me gustaría que pusieran un artículo de cómo superar la muerte de una madre al ver que un padre quiere rehacer su vida….
Los 10 síntomas de la muerte y la experiencia que relatas del fallecimiento de Patricia, me hace identifican plenamente. Hace 10 días partió mi amada madre, éramos tan unidas que cuando descubrí los síntomas que describe, instintivamente luché con todas mis fuerzas por quebrarle la mano a la muerte. No pude, eran múltiples enfermedades, más los años de vida. La cuide en el hospital por 21 días, en los cuales cada signo que describes se cumplió inexorablemente. Ella se durmió para siempre en mis brazos, la limpie y vestí con su ropa favorita.. Durante 3 horas sentí su presencia en el lugar, debí dejar su cuerpo en el hospital, para ir a la funeraria y otros menesteres. Cuando regresé 4 horas después, al ver a mi madre, vi su cuerpo y la presencia ya no estaba. Solo quedaba el frágil envase que la acompañó durante su vida, sentí que mi madre había salido, libremente a un lugar distinto. Cumplí con los ritos, me he vestido de duelo y efectivamente, vestir de negro, me protege, es mi derecho al dolor, a la perdida tan dolorosa, a la ausencia tan enorme en mi vida corpórea. No sé si estoy bien o no, pero pensaba que cuando ella partiera me destruiría, pero ahora siento que soy más fuerte, que he vivido una eternidad en pocos días y que ya nada me dolerá como antes.
Gracias por esta oportunidad.
Bendiciones
Maureen
Siento darles las gracias, a todos, por compartir su experiencia, su vivencia profunda y significativa que sirve de luz y consuelo, de comprensión para todos sus hermanos, las demás personas.
Tengo mi madre de 87 años con un proceso de cáncer de huesos, y siento que debo prepararme para su muerte, y no sólo eso, sino para la mía.
Mi trabajo es mi vida, doy sesiones de Meditación, Mindfulness y Un Curso de Milagros, y deseo compartir con todos esa necesidad que tenemos como seres humanos y espirituales, de despertar nuestra Conciencia Espiritual en esta Vida… de poder reconocer nuestra Unión con Dios, aquí y ahora… y siento necesario cultivar y despertar a esa conexión íntima con el Ser, nuestro Cristo Interno mientras estamos en esta existencia humana.
Gracias a todos… Paz y Conciencia
Carmen Piña
Nunca había leído un drama contado de una manera que te hace llorar de paz.
Muchas gracias por tratar estos temas, yo soy de las que opinaba de forma contraria a cada punto que ha explicado. Y reflexionaré, porque tal vez este equivocada. Soy de un pueblo pequeño (100 habitantes) y todavía se sigue velando a los muertos en las casas.
MUCHAS GRACIAS.
Yo escribí una carta para Ana y para mí mismo…escribir siempre ayuda…
15 de Marzo 2015 Ana de la Huz Serrano
“Bueno… ¿y tú… que tal estás?”
Hay cosas y sentimientos que ni el dinero ni cualquier otra cosa puede ni debe pagar….y eso es la autenticidad, los sentimientos, el amor, la nobleza…Soy Gonzalo, el novio de Ana de la Huz. Soy de Santander y aunque viva en Vigo desde hace la tira de años la verdad es que eu non falo galego aunque lo entenda bastante ben…Solo quería agradecerte ( Guadi Galego) el detalle que tuvisteis al venir al instituto de Chapela a homenajear a Ana. A mis 38 años y ya no solo por lo que le gustaba a Ana tu música… tan sentida y llena de verdad …sé que no voy a olvidar nunca ese momento, esas canciones y a vosotros por venir a dedicarle un tiempecito a la persona más importante de mi vida. Anuchi, con quien compartí los últimos 15 años desde el amor, sinceridad, la diversión, el compañerismo-amiguismo y un largo etc…Te escribo esto porque el día 11 cuando vinisteis a Chapela me alegró saludaros un momento cuando os marchabais, pero me quedó pendiente realmente y así lo siento el contarte quién fue Ana. No me conformo con haberte dicho que fue una persona especial porque realmente fue mucho más que eso.
Tus canciones están en mi corazón y en estos últimos y trágicos meses para mí, me han ayudado a soltar, a llorar, sentir y muchas otras cosas más…
Ana fue educadora social, Psicopedagoga y estudió tb criminología. Dedicó su vida a trabajar con personas sin techo, personas con discapacidad, mujeres maltratadas o en riesgo de exclusión social, menores con problemas, en campamentos como educadora y animadora y como siempre con esa alegría que le caracterizaba… la “alegría de la huerta” que ella era…siempre feliz, contenta con una sonrisa siempre presente y una única preocupación:
“Bueno… ¿y tú que tal estás?, “¿Cómo te sientes?”…
Amante de la naturaleza y de todos los animales, de las frutas feas que son las más ricas, de la vida natural, de su hipismo, de hacer las cosas con las manos como los jabones naturales o las comidas desde el producto base, del sol, de la vida naturista de bañarse en pelotas con la suerte quizá de ver unos arroaces saltando y viéndolos desde nuestra playa…la playa de Viñó o desde nuestra isla …la Isla de ONS, desde la playa de Melide…donde buceábamos para ver tanta vida animal y que por muy fría que estuviera el agua, Ana nunca quería salir, yo me agarraba a su cintura mientras buceabamos…que paciencia tenía conmigo…pero nos lo pasábamos tan, tan bien y nos reíamos tanto…
Estuvo con una ONG en Brasil ayudando a los hombres sin tierra (MST) y en México con otra ONG (Amarante) sin miedo alguno disfrutando de la bondad de las personas y de la confianza y sobre todo del AMOR UNIVERSAL.
Dedicó su vida tb a su gran sueño:
Conocerse a sí misma y trabajar su mundo interior.
Estuvo 2 años viajando a Guipúzcoa para ser profe de Yoga donde consiguió el título de la escuela “Shanatama Dharma“que culminó escribiendo un gran libro sobre el Yoga y disfrutaba también del mundo y cocina ayurvedica y sus principios. Era Tenaz como ella solo sabía. Quería algo y hacia ello le dedicaba toda la energía. Todo lo conseguía.
A partir de aquí Ana tb era la profe “Shyama”. El fluir del rio o un rio que fluye
Vivía lo más coherente que podía y repartiendo su filosofía de vida con la gente fuera donde fuera y fuera con quien fuera, siempre sin perjuicios hacia nada ni hacia nadie.
En 2014 abrió junto a Esther “Padmayi” cuyo significado es flor de loto, su hermana del alma el proyecto de Yoga:
“Ghanesa Yoga Vigo”, la escuela de Yoga que siempre soñó. Dando clase para niños, personas mayores, jóvenes y medianos.
Todo el mundo tiene su sitio en Ganesha y en el corazón de Ana.
El 15 de Noviembre se marchó habiendo hecho todo lo que vino a hacer aquí y dejando muchos deberes para muchos/as personas que la conocimos y en mi caso, una forma de ver y sentir el mundo con una sensibilidad especial que yo nunca alcancé, ver como Ana veía el mundo, un mundo maravilloso, sensible, lleno de amor y de color…
Se marchó después de haber recibido un masaje relajante, haber dado clase de yoga para los niños, habiendo meditado un ratín a los pies de la cama y habiendo dejado cerrado todos los ámbitos de su vida tanto personal como profesional, habiéndose despedido de todo su entorno para emprender su viaje, en este caso sola. Formaba parte de su crecimiento personal y a este viaje fue a uno de los pocos que no me llevó y eso que no hacía falta coger aviones. Algo que a mí antes no me gustaba…Cuánto le costó a Ana llevarme a Cabo Verde, Azores, Madeira, etc…
Yo siempre con mis miedos… (Ahora ya no tengo miedo a nada)
Se despidió hasta de Kunta Kinte (nuestro gatito) .Ana no esperaba irse tan pronto siempre decía que viviría 400 años…los cuales los estará viviendo pero de otra forma más bonita ahora seguro.
Hablábamos tanto y de todo lo que te puedas imaginar que no se me ha quedado nada por decirle.
Una cosa importante: Que Nunca nadie se duerma enfadada/o con su pareja, yo tuve la suerte de que fuera así.
Esa noche cuando iba para casa antes de hacer unos saludos al sol o de meditar un ratín, fue escuchando una canción preciosa:
“ Quixera “ Canción de Guadi Galego
Ana siempre decía que la vida es un regalo y la daba las gracias… y por las noches: “¡Un besote pal muuuuundo y otro pa mí que también me quiero muuuucho!!!”
Después se marchó en un ambiente de tranquilidad y paz mientras dormía habiendo hecho todo lo que vino a hacer. Ahora ya se habrá convertido en una mariposa y estará en otro plano donde seguro que os/nos ayuda a todos/as los conozca o no.
Esa es Ana. Anuchi. Shyama. Riquiña Ana, Amor.
Lo más importante para ella es que nadie la recordara con tristeza puesto que ella siempre irradiaba felicidad. Siempre formará parte de mi vida y en todo lo que haga ahí estará ella con sus buenos consejos en mi corazón.
Yo sé que la personita que más he querido me estará esperando en ese otro plano con su imperturbable y sincera sonrisa, con su alegría y su luz.
Así era Ana. Todo Luz!
Y como ella decía:
“El verdadero amor es crear el lugar donde la otra persona pueda ser quien es”
Gracias por compartir sus experiencias. Estoy viviendo la ida de mi hija. Ha sido muy duro, gracias a la meditación y saliendo a realizar actividades sociales, estoy asimilando este cambio tan fuerte.
Muchas bendiciones
Tiene un mes que perdí a mi madre. Días estoy bien y días muy mal. Supongo que es parte del proceso. Leer cosas así y creer en la reencarnación me han ayudado mucho.
Mis condolencias para todos los que han perdido a un ser querido.
Sólo me queda decir que la muerte es algo natural y uno se va cuando se ha cumplido su misión en este plano terrenal.
Hace 20 días que mi bebé partió hacia el cielo. Ha sido una experiencia muy difícil y dolorosa para mí y mi esposo, a pesar de que desde antes de su nacimiento le detectaron una enfermedad renal, ella tenía pocas probabilidades de vivir y aún así estuvo con nosotros 5 meses, en los cuales le dimos todo el amor que pudimos y agotamos todas las opciones medicas posibles, desgraciadamente no pudimos hacer más por ella.
A pesar de saber de su padecimiento nunca me rendí ni me hice a la idea de que ella se fuera. Hoy visto de negro, mi familia dice que estoy mal porque a los bebes no se les guarda luto, dicen que por el contrario, debería vestir de colores claros y alegres porque mi angelito ya está con dios y no sufre más, a mí no me importa lo que ellos dicen, aunque sé que el dolor se lleva por dentro independientemente del color que uno use, pero yo no visto de luto por protocolo ni por empatía hacia alguien más, yo lo hago porque me ha ayudado con este difícil proceso y me hace sentir un poco mejor. Ciertamente como usted lo describe, me ayuda a contener el dolor.
Bendiciones a todos aquéllos que se encuentren como yo pasando por momentos tan difíciles, espero encontremos pronto la paz y que dios nos llene de luz para poder seguir adelante.
Gracias por este relato yo lo viví con mi madre. Mí pena es que tenía la enfermedad de no querer estar ósea alzhéimer ella quiso olvidar los malos tratos recibidos por parte de mi padre. No tuve ocupación de comunicarme con ella tanto como yo hubiera querido pero también sé que respeto su última voluntad. Era una mujer que te lo decía todo sin decir nada. Lo único que pude hacer fue ir a verla llevar a sus nietas que era lo que más quiso, haberla darle a comer esas cosas que tanto le gustaban hacerle, salir una sonrisa aunque no supiera quién era. Estar a su lado fue lo que le pude dar y que supiera que si estaba en la residencia no era por nosotras sino por su bien pues los cuidados que allí le daban en casa no teníamos ni medios ni forma de darle esa comodidad de que cada día la levantaran la cuidaban. Pues era separada con dos niñas de siete y diez años mi padre la abandonó y era peor que una niña pero esto son circunstancias que con lleva esta enfermedad y solo era para darle las gracias por esas palabras que me Molina por dentro que ella prefirió el silencio y el olvido que tanto tiempo me dolieron pues al mirarla a los ojos unos ojos que veían pasar la vida con la mirada perdida no nos hablaba sólo nos miraba y sonreía eso es lo que más consuelo me dio saber que ella en su olvido sabía que la queríamos eso me a guitado un gran peso de encima pues después de cinco años a un la añoro y la lloro por otras circunstancias que no vienen al caso pero el peso de saber que ella a su manera era feliz me ayuda bastante por eso mil gracias y sí me suscribiré pues me encanta la medicina natural hice mis pinitos de joven aprendí hacer cremas tintura emplastos etc. Pero primero debo salir del problema y después me suscribo muchas gracias
Gracias por la gran humanidad demostrada en sus escritos.
Perdí a mi madre hace apenas 20 días y lo que sentí y siento, desde ese momento que me dieron la noticia es un gran vació profundo. Ella era una madre que nos entregó a sus 5 hijos todo el cariño, amor y protección sola, ya que mi padre nos abandonó cuando mi hermano menor tenía apenas meses de nacido. Su muerte fue muy inesperada, ya que entró al Centro Médico con una lesión en su hombro y brazo por una caída. Todo iba perfecto en los 8 días que estuvo hospitalizada, hasta que recibo la trágica noticia que le había dado un infarto y no lo pudo aguantar.
Es cierto que cumplir todos los rituales y seguir nuestras costumbres cristianas (soy católico), nos permite tener una luz en esta agonía que se siente, al desprenderse de alguién tan querido.
Gracias
Hace casi siete meses que mi amadísima madre murió, Jesús bajó a buscarla aun cuando le pedí, le imploré que me la dejara aún… pero la voluntad de Dios es perfecta y debemos respetarla aun cuando siento mi corazón vuelto añicos y mis lágrimas corren a diario como manantial de purificación por mis ojos. ¡Cómo te amo madre! Y le pido a Dios que me permita encontrarnos en la vida eterna para ser aún más felices que lo que fuimos acá. Esa es mi fe, esa es mi esperanza que me mantiene aguantando ese inconmensurable dolor de su partida. Oración y más oración es lo que les recomiendo. Un fraternal abrazo a todos y que Dios los bendiga y les insufle de amor sus corazones.
Yo perdí a mi esposo hace 1 año y no puedo superar su partida.
Acudo a un grupo de ayuda, a sesiones de terapia individual, trabajo ya que soy odontologa, medito y leo cuanto libro exista sobre el duelo, salgo con amigas y hago gimnasia, como verán hago todo lo que se deberia hacer. No estoy deprimida, estoy muy triste, yo dependía emocionalmente de él, y ahora me siento desprotegida y huerfana.
Estuve 50 años con él, ¿cómo se hace para seguir viviendo y no evocarlo sin llorar? Todos dicen que las heridas del alma se cosen con las agujas del reloj.
Un cariño enorme a todos los que escribieron y contaron su pena y un abrazo es mejor que mil palabras.
Marisa
Hola a todos.
He llegado a esta página de tanto que he buscado algo que le dé un poco de «tranquilidad» a mi inmensa tristeza.
Hace 28 días que me arrancaron la vida, la alegría, el entusiasmo, las fuerzas, los sueños, parte de mi ser. Les cuento.
Perdí al amor de mis días, de mi vida, de mi ser. Mi pareja durante 8 hermosos años, llenos de todo tipo de situaciones y momentos, que agradezco a DIOS por todo eso pues fueron entre todo dicha y felicidad. Estudio Ingeniería Civil, estoy a punto de graduarme y mi Jorge estudiaba conmigo. Prácticamente desde el inicio de nuestra carrera estábamos juntos. Nos conocimos en la uni y con el pasar del tiempo fue creciendo lo que ya hoy en día era nuestro amor. Hacíamos todo juntos. Estábamos unidos él y yo. Reconozco que dependía emocionalmente de él y él lo sabía. Nuestra relación era única. ¿Como les explico? Éramos él y yo siempre. Pasara lo que pasara siempre volvíamos a estar juntos. Siempre me cuidaba y estaba súper al pendiente de mí.
Siempre nos ayudábamos sin importar si estábamos molestos o no. Era mi pareja ideal. Compartíamos todo. La risa, la alegría, la tristeza, los sueños, el silencio, todo. Éramos felices así como solo él y yo sabíamos. Éramos un solo corazón, perdón, seguimos siendo un solo corazón. Durante todos estos años tenía tanto miedo de estar algún día sin él. Sabía que este momento tenía que llegar pero no pensé que fuese tan pronto y repentino. Un ser sin compasión le quito la vida con tan solo 29 años. Yo tengo 26 y teníamos muchos sueños, planes y cosas por querer hacer juntos.
Ahora me siento en el aire. Me siento nublada. Mi horizonte lo veo gris. Tengo un solo objetivo por ahora y es obtener ese título por el que tanto luchamos los 2. Pero después de eso no se qué haré sin él. Ni siquiera sé como haré cuando comience mi semestre en la uni pues prácticamente esa era nuestra segunda casa. Allí estábamos todo el día juntos.
No sé cómo haré para recorrer esa uni y no verlo, escucharlo, andar sin él. Pienso en todos los momentos que vivimos juntos y me da alegría que tuve la dicha de vivir cosas con él que nadie más vivió, eso lo entiendo pero una gran parte de mi sabe que eso NO ME LLENA EL INMENSO VACÍO que tengo en estos momentos. La navidad la pasábamos juntos, ¿ahora qué haré sin él en estas fechas?
Sé que él me espera para que cuando llegue el día que DIOS tiene fijado para mi partida de esta tierra, poder encontrarme con él y amarnos esta vez sin límite, pues será para siempre. Soy fiel creyente en DIOS pero ahorita no sé cómo haré para seguir adelante mientras llega mi momento de partir. ¿Cómo continuar? ¿de dónde sacar fuerzas?
Mi alegría y entusiasmo, mis ganas siempre me las inyectaba él pues siempre fue una persona alegre y llena de vida, como diríamos los venezolanos echao pa´lante. Lo extraño en cada palpitar, en cada segundo de mi vida, en cada segundo del día.
Gracias por dejar desahogarme de esto que me agobia cada día. Un fuerte abrazo a todos que aunque no nos conocemos, compartimos un sentimiento en común, extrañar a nuestros amados seres queridos.
Los felicito por escribir tan bien lo que les pasó. Es emocionante y creo que casi todos sentimos lo mismo. Yo perdí a mis padres y hermanas. Pero lo más difícil e soportar la muerte de mi madre porque ella estuvo 10 años con alzheimer y no me conocía, es muy triste querer hablar con alguien, decirle cuánto la amaba, preguntarle si quería algo, y que ella me diga «Sra. no deseo nada». Espero que al morir ahora me recuerde, espero que alguien me dé unas palabras de consuelo y me diga que ella me recuerda como yo a ella.
Mi madre acaba de nacer para la vida eterna y mi consuelo es saber que ella está descansando y no sufre de ningún dolor pues padecía de una enfermedad (Leucemia) muy dolorosa.
Mi aporte para las personas que hemos pasado por estas etapas, es que demos gracias por la vida de estos seres, es muy duro y cada día es mucho más, pero nos queda recordarlas con amor y dejarlas partir. Ellas nos recuerdan con el amor que nos dieron y no están sufriendo penalidades. Nos han dejado muchas enseñanzas y no podemos dejarnos decaer, porque están mejor donde están.
Siempre pienso que no puedo ser egoista con mi madrecita, tratando de retenerla conmigo, cuando su descanso es gratificante, pues en vida pude hacer todo lo mejor posible para darle una calidad de vida buena. Así que nos queda dar gracias a Dios por todo lo que nos dío en su compañía.
A mi hijo lo perdí este 20 /12/15. Tenía 22 cumplidos, no hay manera de describir el dolor, de olvidar la noticia desgarradora de su muerte, el verlo partir y no verlo llegar al día siguiente, sus últimas palabras…
Empiezo este proceso doloroso de continuar vivo, junto a mi esposa y mi niña.
Todos estos relatos nos sirven para reforzar nuestra sensibilidad y comprensión de lo que somos, la humildad de reconocer nuestros errores y cambiar para ser una mejor persona. Los entiendo y agradezco a dios haberlo hecho nuestro hijo.
Me despido, Dios No los envió y Dios se lo llevó. Bendito seas señor.
Buenas tardes, leyendo todas las experiencias de cada persona, uno llega a la conclusión que a pesar de que el tema «muerte» es un tema difícil de hablar, es lo que más seguro tenemos como seres humanos. Yo perdí a mi mamá por depresión, llegué a casa y como no me contestaba ingresé y la vi ahorcada en el baño. Recién hoy hace 1 mes y 2 días de esto, pero creo que uno debe respetar las decisiones y entender que en este caso, el muerto está enfermo. No hay que reprocharse nada, solamente hacer lo que le haga bien a uno para enfrentar el duelo. Pensar en la familia que queda, en lo amigos incondicionales y en toda la gente que quiere vernos bien.
Les mando un abrazo muy fuerte a cada una de las personas que están en este foro, y que aunque la vida nos ponga estás piedras enormes por delante, tenemos que afrontarla y superarlas. SIEMPRE PARA ADELANTE, PARA ATRÁS NO HAY QUE IR NI PARA TOMAR IMPULSO.
Muy buena reflexión.
Me he sentido muy identificada con algunos de los sentimientos y reflexiones, muchas de las que leído las mismas que siento yo en estos momentos…
Me ha gustado la última frase «No se lamente por haberla perdido; dé gracias por haberla tenido». Aunque ya nunca más volveremos a tenerle me ha servido un poco de consuelo. Gracias.
Me he quedado sorprendida con el punto «Desconfíe de su propia mente», no sé qué me pasa que ya no confío en nadie, o casi nadie, ni de mi misma, no me encuentro como persona, no soy la que antes era, y no sé qué me pasa…
Os mando un beso y un abrazo fuerte a todos que estáis en este foro y animo a tod@s .
Dicen que cuando una persona muere nunca le volveremos a ver, yo cierro los ojos y le puedo ver en cualquier momento y cualquier lugar.
En mi vida cotidiana, pienso, ¿qué me diría él? y eso es lo que hago siempre, no sé si lo hago bien o mal, pero eso es lo que me sale.
Me está costando mucho superar esta situación y no sé qué hacer, porque siempre que estoy de bajón le lloro al novio pero él también se pone mal y ya los dos mal…y yo no quiero meterme en una depresión ni meterle a él ni hacerle recordar lo sucedido pero es el único en quien me puedo apoyar y desahogar, no tengo a nadie más que me pueda ayudar porque todos en mi familia sufren por la perdida.
No sé si me vendría bien ir al psicólogo o si el tiempo me va a curar las heridas. No sé qué hacer para que me venga mi humor. He perdido mi humor y motivación desde que no está él y no sé cómo recuperarlo.
Debemos recordar que somos todos nosotros iguales… Seres Humanos. Debemos recordar que todos pasamos por este tipo de situaciones tarde que temprano, y, al igual tarde que temprano todos algún día abandonaremos nuestros cuerpos, que a final de cuentas es sólo materia. Yo acabo de perder a mi hermano hace 15 días y ha sido muy difícil y doloroso pero pensar en estas cosas que previamente dije me ha ayudado bastante, también he leído bastantes cosas y casos que, amigos, definitivamente ayudan a aliviar el alma.
Leí todos los comentarios y si me hacen sentir un poco mejor… para mí aun es muuy difícil sobrellevar esta pena.
Mi esposo falleció hace 13 días. En octubre cumplíamos 1 año de matrimonio, hacíamos todo juntos, ninguno salía por separado en ningún momento, compartíamos todo, a cada rato nos decíamos que nos amábamos para siempre… siempre juntos, él era un excelente esposo, mi mitad, mi complemento… yo lo amo y lo adoro.
Ahora siento que mi vida se fue con él, estoy destrozada, él era muy joven igual q yo… teníamos muchos planes: hijos, viajes, etc. pero en un minuto todo desapareció.
Él me amaba tanto y yo a él también… él me hizo la mujer más feliz del mundo… hasta q un día tuvo ese accidente q le causó la muerte de inmediato… no sé qué hacer… yo ya no sonrío, solo tengo tristeza en mi corazón… a veces digo porque no me lleva con él… porque lo necesito demasiado… es demasiado terrible todo esto… no sé como superarlo.
Siento que toda la vida que me queda por vivir se basará en tristeza…todas las noches le pido a Dios que me ayude… y que lo ayude a él… quisiera soñar con él… que me venga a ver… pero no sucede nada… ya no sé qué hacer…
Mi esposo falleció de sorpresa como digo yo, vendiendo salud salió en su bici, 50 km, al volver se sentía mal dolor de espalda intenso y mareos. Nunca más entró a su casa, de ahí, a primeros auxilios, luego al hospital y de ahí grave a otro nosocomio con más tecnología. Muy grave y sin esperanzas con una hemorragia interna de Aorta Abdominal. 6 horas de operación totalmente agresiva e invasiva y no se pudo hacer nada, la misma se le practicó por su buen estado físico.
Al principio no lo he asimilado, aún hoy ya pasado 5 meses, pienso que mi vida ha dado vuelta como cuando damos vuelta una tortilla. Cada día que pasa es más duro, pero acepto como usted bien dice, nacemos y morimos es algo natural y ley de vida.
Sé que de haber sido una enfermedad larga se sufre diferente, psicológicamente “nos vamos preparando» pues el entorno al ver sufrir a un ser querido es muy dramático. El peor es cuando se nos los arranca repentinamente, así sin aviso. Estoy muy afectada, muy dolida, muy sola, pero guardo en mí las cosas buenas que hemos pasado durante 53 años, que a pesar de ser muchos, aún podrían haber sido más, pues nos casamos muy jóvenes.
Gracias por atender mi relato y gracias por las buenas reflexiones vuestras.
Mucha sabiduría en este artículo.
Comprensión de la vida, crecimiento personal.
Anotáis que fue un placer haber podido disfrutar de vuestra hija, y yo añado: seguro fue un honor tener esos padres.
Es muy duro decir adiós pero leer cosas como estas me ayuda a direccionar mis pensamientos hacia lo positivo y poco a poco ir aceptando que mi tío falleció.
Muchas gracias por la reflexión.
Mi hijo Armando Jose tenía 10 años murió de una leucemia LLA.
Comenzó a los 5 años; le realizaron quimioterapia tuvo una recaída y no hubo mundo ni remedio paro salvarlo de esa cruel enfermedad. Verlo morir con un derrame de sangre con las plaquetas en 28 y sin poder hacer nada para salvar a mi hijo. Y estoy pasando un momento pero tan amargo que no encuentro para olvidar el mal momento que pase en el que él se despedía, pero tengo la fe que nos vamos a encontrar. AMEN. AMEN.
Mi madre murió hace un año, tengo 24 años una hermana pequeña y un padre que reman contra viento y marea para no hundirse.
Dediqué los primeros meses tras su fallecimiento a sacarme una oposición que finalmente aprobé, a costa de bloquear todo el dolor que tenía intentando no hundir más a mi familia y haciendo como que todo «estaba bien».
Al tiempo de sacar esa oposición navegando a la deriva de mi vida, rompí mi relación de 3 años con el amor de mi vida y me cambié de ciudad dejando a mi padre y hermana solos.
No sé bien, ya ni que pensar ahora que he caído en el pozo que me habría correspondido hace un año sumando todo el destrozo que dejé a mis pies sumergida en una anestesia ocasional de la que estoy despertando. Y ahora no hay vuelta atrás, no volverá, estoy en un lugar que no me recuerda a ella, porque no estuvo aquí, aunque viva mis recuerdos de mi otra ciudad tan intensos en mi cabeza, y el dolor por haberme ido es constante y saber que dejé ir tanta gente que era crucial en mi vida, y que ya ha rehecho su vida, me impide avanzar como quisiera.
Antes de todo esto yo era una persona que brillaba con luz propia, cargada de energía, de vida, y ahora para quienes me acaban de conocer en esta fase puede ser que así sea, pero para quienes me conocen desde hace mucho sé que no es así, que mi luz se ha apagado en parte.
Y francamente no estoy deprimida ni mucho menos; estoy vacía, esa es la sensación a ratos, y ya no sé si debo tenerla y dejarla estar o intentar superar ese vacío, porque creo que no puedo.
La sensación de que todas mis decisiones después de ese momento han sido erróneas me acecha constantemente y no sé diferenciar ni lo que quiero.
Siento desahogarme así en estas líneas pero lo necesitaba.
Siento mucho todas y cada una de las pérdidas que he ido leyendo en comentarios y la de tu hija por supuesto, creo que todos los que se van cuando no es su hora, se les necesita en un lugar mejor, ese es mi consuelo.
Me leí su artículo en su día y hoy lo he vuelto a ver rebuscando en los emails, perdí a mi padre este Diciembre de 2016, y volviendo a leerlo… me he dado cuenta de que anteriormente había perdido solo a mis abuelos y lo entendía como «Ley de Vida» ya que murieron de ancianos, no viví de la misma manera la perdida y solo hace 5 meses de la perdida de mi padre una enfermedad que en 6 meses se lo ha llevado.
Soy la hermana mayor, aunque solo tengo 33 años, pero me he quedado con el papel de fuerte respecto a mi hermana pequeña y a mi madre, y lo he llevado así durante 5 meses, ellas sacan conversaciones para hablar de mi padre y a mí no me gusta porque estoy como anestesiada y no quiero saber nada del tema para no sufrir… por qué tengo que ser la fuerte… ya me había planteado que así no estaba superando el tema si no tapándolo… leer el artículo me ha hecho reflexionar.. e intentare dejar la anestesia y sentir el proceso. Gracias.
El 6 de Junio se cumplen 3 años del asesinato de mi hermanito Aníbal un ser sin entrañas ni sentimientos le arranco su vida, sus sueños, sus ilusiones, mi vida me cambio totalmente no he vuelto a sonreír, no me importa lo que pase conmigo, tengo casi 3 años llorando día y noche, cómo duele haberlo perdido, él fue mi amigo, mi hijo, mi hermanito chiquito por eso sufro tanto, todos los días le pido a Dios qué me de consuelo y fortaleza pero hasta ahora no la he conseguido.
Hace casi tres meses perdí a mi padre de cáncer fulminante, solo duró dos meses después que se lo detectaron, me siento muy mal ,triste desesperada, gracias a este artículo me siento mejor
Muchas gracias por tus palabras, mi padre está por morir y no sé qué hacer me encuentro súper confundido ahorita mi mente es un mar de emociones que me es difícil asimilar, leer tu experiencia me ha ayudado te lo agradezco enserio.
Mi padre era la persona que más admiraba sin embargo en estos momentos siento que pude haber pasado más tiempo con él, que no supe valorarlo me siento horrible.
Gracias por comentar sus historia me entristece, pero sus palabras me llenan de dicha y felicidad. Recién ha fallecido mi hermano y es una situacion muy difícil de superar, por que lo estoy recordando a cada momento, tengo q manternerme ocupado. Me da mucha pena no haber estado en el momento de su deceso por muchos problemas familares. Pero yo sí creo que mi hermano está descansando en paz al lado de nuestro Dios. Ahora ya esta al lado de mi padre, son dos ángeles cuidándonos. Gracias.
Pd. al decir dicha y felicidad…..quiere decir que me llenan de paz y tranquilidad. Gracias.
Me siento identificada con muchos de los comentarios, el 29 de junio de este año perdí al amor de mi vida, mi esposo falleció en un accidente de trabajo, teníamos 4 meses de casados y yo estoy embarazada, ha sido la experiencia más dolorosa y desgarradora de mi vida, han pasado 46 días y yo sigo sin asimilar lo que pasó, teníamos mucho por darnos el uno al otro, lo amo con todo mi corazón y es difícil ver un futuro, trato de estar tranquila por mi bb, pero es muy difícil, la vida es demasiado injusta, que hago con este dolor?, de donde saco fuerzas si ya no tengo ganas de vivir?,
he tenido algunos problemas con el embarazo y no quiero hacerle daño a mi bb, pero este dolor es más fuerte que yo, justo cuando habíamos encontrado lo que tanto soñamos, llega la muerte a separarnos, no entiendo los planes de Dios, porque mi bb tiene que nacer sin duda padre?, si él estaba ilusionado con darle mucho amor a su campeón, hay días en que quisiera morirme, porque siento que no puedo más, pero no tengo valor de quitarme la vida, que difícil es esta vida
He leído sus experiencias y me siento un poco en solidaridad, yo perdí a mi hija de 22 años por suicidio. Hace casi 4 meses que estoy sin ella y vivo como zombi soy un auténtico robot. Solo vivíamos las 2 y me dejo totalmente sola. ¿Me pregunto aún habrá vida para mí?
No se describir mi dolor, pero creo que viviré por siempre con él, y una culpa por no haberla hecho tan feliz como para que amara la vida, pensé que era feliz porque así lo aparentaba. ¿Qué paso? ¿Cuál fue mi falla? ¿Era una hermosa niña, feliz, vegetariana, amaba la naturaleza y los animales, porque decidió abandonarme? ¡¡¡¡Porque le dijo no!!!! @la vida? Sigo en shock y solo pienso que está de viaje.
Yo entiendo todos los pasos del duelo. Cuando le diagnosticaron cáncer terminal a mi papá fue cuando los viví (la ira, la no aceptación, etc.) falleció hace apenas 6 meses, nunca había sentido tanto dolor, ya que fue un papá inigualable, mi mejor amigo y alguien por quien hubiese dado mi vida sin pensarlo. Tengo 21 años y nunca pensé que algo así podría pasar. El día que falleció fue muy extraño ya que no sentí nada y no me malinterpreten llevaba 3 días llorando como nunca antes y justo ese día todos mis sentimientos se fueron (no sentía alegría, pero tampoco tristeza, ni dolor ni ganas de llorar, fue como si no tuviese emociones dentro de mi), todo eso llegó 2 días después, lloré diario durante 4 meses, no tenía ganas de hacer nada. Sin embargo, ahora agradezco a la vida por permitirme conocer y tener a mi lado a la persona más maravillosa que este mundo pudo conocer, fue una persona muy fuerte así que el hecho de que él haya pasado por tanto sufrimiento y dolor luchando por la enfermedad me motiva cada día a seguir adelante porque eso fue lo que él hizo, y siempre pienso que a muchos les encantaría tener un papá como el que yo tuve aunque sea por un instante y yo lo tuve 21 años–.