La noticia de salud del verano no ha sido que el cáncer se haya convertido en la primera causa de muerte y que los casos no dejen de crecer pese a toda la investigación y tratamientos.
Tampoco lo ha sido que las caídas se hayan convertido en la primera causa de muerte no natural (con todo lo que significa ello en la salud de las personas).
Tras el trauma colectivo del covid-19, la gran noticia ha sido que ha surgido una nueva alerta sanitaria mundial: la viruela del mono.
La viruela del mono, viruela símica o mpox (de monkeypox), que es el nombre que prefiere usar la OMS (Organización Mundial de la Salud), ha vuelto a acaparar titulares ante la incredulidad de la población, que vuelve a ver cómo se habla de contagios, recuentos de casos, cepas… y vacunas.
Lo cierto es que la maquinaria del miedo que tan bien conocemos se ha vuelto a poner en funcionamiento.
El covid-19 ha dejado profundas cicatrices: confinamientos opresivos, libertades burladas, información contradictoria, división en la población….
Nuestra sociedad todavía sufre las secuelas de esto.
Y ahora los mismos titiriteros vuelven a mover los mismos hilos con sus profecías apocalípticas para mantenernos con MIEDO, preparando nuestras mentes para una epidemia desmesuradamente inflada, que llegado el caso justificaría una nueva campaña de vacunación.
El Ministerio de Sanidad español, de hecho, ya ha anunciado que España dispone de un stock de 500.000 vacunas contra la viruela del mono, que podrían usarse a 1/5 de dosis por vía intraepidérmica y convertirse así en alrededor de dos millones de dosis, aunque ha apuntado que hay capacidad de adquirir nuevas vacunas a través de la compra conjunta de la UE.
La viruela del mono no es una enfermedad nueva.
El virus que la provoca (conocido como MPXV) es un virus con envoltura y ADN bicatenario de la familia Poxviridae, género Orthopoxvirus, al que también pertenecen los virus de la viruela humana, de la viruela vacuna, y de la vaccinia, entre otros.
El MPXV se descubrió en Dinamarca en 1958 en monos destinados a la investigación.
El primer caso humano de viruela símica se notificó en la República Democrática del Congo (1970) en un niño de 9 meses.
La enfermedad tuvo una emergencia paulatina en África Central, Oriental y Occidental tras la erradicación de la viruela en 1980 y en 2022-2023 se produjo un brote a nivel internacional que se inició en Reino Unido cuando un residente británico presentó síntomas tras viajar a Nigeria. La OMS lo consideró una emergencia de salud pública de importancia internacional y mantuvo esta condición hasta mayo de 2023. Y ahora en agosto de este año es cuando ha vuelto a declararse la alerta sanitaria.
Desde que se detectaron los primeros casos en enero de 2022, se han registrado un total de 38.465 diagnósticos de viruela símica en 16 países africanos, con un resultado de 1.456 muertes.
Por lo tanto, estamos hablando de 1.456 muertes en 32 meses en 16 países con una población de 789 millones.
Es preocupante para los 16 países africanos afectados, pero ¿es legítimo hablar de una epidemia mundial en estas condiciones?
¿Una enfermedad que hace estragos en condiciones tan alejadas de Europa requiere un estado de alerta máximo e internacional?
En nuestro país en lo que va de año se han registrado 247 casos (242 hombre y 5 mujeres), según el último Informe de situación epidemiológica del Centro Nacional de Epidemiología del Instituto de Salud Carlos III (ISCIII), del pasado 5 de agosto (se emitirá un nuevo informe un mes después). El 33,3% eran personas diagnosticadas de infección por el VIH. No ha habido ningún fallecido.
¿Justifican estas cifras poner a todo un país -a todos los países del mundo- en un estado de máxima vigilancia y alerta?
Es muy importante que sepa que el MPOX es difícil de contraer. No es un virus respiratorio, sino que se necesita un grado de contacto prolongado o intenso para contraerlo (por ejemplo, las relaciones sexuales, que ha sido la forma de transmisión predominante en Europa).
La enfermedad puede provocar una erupción dolorosa, inflamación de los ganglios linfáticos y fiebre. La mayoría de las personas se recuperan totalmente, pero algunas enferman gravemente.
¿A quién beneficia realmente esta crisis?
Porque lo que está claro es que todo gira en torno a lo de siempre: las vacunas.
Pasaron menos de 24 horas entre el anuncio de una alerta mundial por parte de la OMS y el del primer caso de viruela del mono en Suecia, y el de la producción de 10 millones de dosis por parte del laboratorio farmacéutico danés Bavarian Nordic.
El contraste es llamativo: un caso en Europa y diez millones de dosis.
Y tiempo al tiempo, porque lo que se ha visto hasta ahora es solo un anticipo de lo que nos espera, y muy pronto todas estas dosis se ofrecerán a los “clientes” habituales: la población en general.
Dado que la OMS no tiene fondos propios, la activación de la «alerta máxima a nivel mundial» tiene sin duda como objetivo someter a los gobiernos y liberar fondos para pedir millones de dosis de vacunas.
La operación ya es un buen negocio para la farmacéutica. Tras el anuncio de la OMS, las acciones del grupo farmacéutico se habían disparado en la Bolsa de Copenhague.
Esta “alerta máxima” de la viruela símica llega en un momento en el que la UE se prepara para lanzar la Tarjeta Europea de Vacunación, que permitirá, a través de un código QR, acceder a todo nuestro historial de vacunas y refuerzos.
Se trata, por tanto, de un paso más hacia una disciplina que es posible gracias a la propaganda del miedo inculcada en la población, y a los datos de salud de cada individuo, instrumentalizados con fines de control y crédito social.
Hoy por hoy ni hay recomendación de vacunación masiva, ni restricciones de viajes ni cribados en los puntos de entrada. Lo importante es no dejarse llevar por el miedo ni por las advertencias alarmistas.
¡A su salud!
Luis Miguel Oliveiras
Artículos relacionados
La OMS es una organización patrocinada con “fondos muy privados” y a nadie se le escapa quién la patrocina, de modo que no cuentan con ninguna validez real sus “advertencias”. El prestigio de esta organización ha quedado muy en entredicho después de conocerse la verdad de todo el expediente covid.