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Ejercicio físico: ¿Cuándo empiezan a verse los resultados?

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Si alguna vez se ha preguntado cuándo empezará a notar cambios después de iniciar una rutina de ejercicio, no está solo. La realidad es que los resultados no llegan de un día para otro, y el tiempo varía según distintos factores, que analizamos en detalle.

Tal vez usted sea una de las muchas personas que, tras el final del verano, decidió empezar a hacer ejercicio. No solo para perder los posibles kilos ganados en vacaciones, sino también para empezar un hábito saludable.

Sin embargo, llegados a estas fechas del año, puede que haya empezado a perder la ilusión inicial. Sobre todo, al ver que no llegan los fantásticos resultados que esperaba conseguir.

Porque… ¿cuánto tiempo se tarda en ver los efectos del ejercicio físico?

Esta es la pregunta del millón.

Efectos progresivos e inmediatos

Lo cierto es que el ejercicio físico conlleva numerosos efectos, pero algunos tardan más en verse que otros.

Por ejemplo, se estima que a la semana de haber empezado esta práctica de forma habitual ya se producen mejoras a nivel respiratorio: cuesta menos subir las escaleras y ya no hay que pararse cada dos por tres si se está haciendo una caminata larga.

Y esto es aún más evidente en caso de sobrepeso.

Por otro lado, a los 2 meses de empezar una actividad física (si se practica una media de 3-4 veces a la semana) ya se ven resultados a simple vista. Ya sea en forma de kilos perdidos o de músculos más definidos, si se han realizado ejercicios de fuerza.

Entran en juego muchos factores

Cada persona es un mundo. Este es otro punto clave del que debemos partir para no frustrarnos, si vemos que los resultados que esperábamos tardan en llegar.

Debemos pensar que la actividad que está ayudando a una persona no tiene por qué interesarnos a nosotros. O, tal vez, que en nuestro caso necesitamos más tiempo para conseguir ese mismo objetivo.

Esto ocurre por distintos motivos:

  • El metabolismo

Hay que tener en cuenta el tipo de alimentación o vida que se practicaba antes de empezar a hacer ejercicio. Esto hace que nuestro organismo se encuentre en un punto de partida muy distinto, lo que hará que le cueste más o menos cambiar gracias al ejercicio.

Por ejemplo, el sedentarismo o abusar de los ultraprocesados siempre es un hándicap. Aunque, por otro lado, el simple hecho de abandonar estos malos hábitos, si al mismo tiempo se hace ejercicio, hará que los resultados sean más visibles antes.

  • El tipo de ejercicio

Según el tipo de ejercicio que se haga, se obtendrán resultados a diferentes ritmos. Por ejemplo, el ejercicio cardiovascular tiende a mostrar beneficios más rápidamente en términos de resistencia y pérdida de peso. En el lado opuesto los ejercicios de fuerza, como el levantamiento de pesas, requieren de más tiempo para obtener resultados visibles en cuanto a musculación. (1)

  • La genética

Por regla general las mujeres tardan más en ver los resultados del ejercicio físico debido a las hormonas sexuales. En concreto, por el hecho de que tienen un nivel de testosterona (hormona relacionada con el crecimiento muscular) más bajo en comparación con los hombres.

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Por esta razón los hombres suelen tener unos músculos más pronunciados, incluso sin hacer apenas ejercicio, mientras que a las mujeres les cuesta más.

  • La práctica

No es lo mismo hacer ejercicio todos los días (o una media de tres veces por semana) que ponernos en marcha solo una vez a la semana. En este sentido la relación dosis-efecto es clave: cuanto más ejercicio haga, antes verá los resultados.

Ahora bien, en el caso de que “solo” pueda activarse un día a la semana, la constancia también es importante. Piense que, por poco que crea que está haciendo, es mucho más de lo que hacía antes y que así está beneficiando a su salud. Incluida la salud mental.

  • El bienestar emocional

En lugar de pensar en el ejercicio como una “obligación”, debemos considerarlo como tiempo de calidad. Como una actividad que hacemos por y para nosotros porque nos sienta bien. Y no solo desde un punto de vista físico.

Además, a diferencia de sus efectos sobre el cuerpo, los que afectan al estado de ánimo son prácticamente inmediatos. Incluso en sesiones cortas.

Esto se debe a que, al hacer cualquier ejercicio físico, para que el organismo no sufra ningún daño a causa del estrés que implica ese esfuerzo, el cerebro libera endorfinas. Y estas hormonas también están implicadas en el bienestar. Por ello el ejercicio también mejora el estado de ánimo e, incluso, reduce los síntomas de ansiedad y depresión (entre leve y moderada). (2)

¡Compruébelo usted mismo! Salga a correr (siempre a su ritmo, por supuesto) y al final de esa carrera verá que se encuentra más animado e incluso está sonriendo.

Más aún. Si ha experimentado una jornada bastante negativa o estresante, nuestro consejo es que termine el día haciendo ejercicio. Las endorfinas harán maravillas por su estado de ánimo. Y, lo que es mejor, sin necesidad de prescripción médica ni con riesgo de sufrir efectos adversos, como ocurre con los fármacos ansiolíticos.

Pero, ¡ojo! Tan importante como hacer ejercicio es dedicar tiempo al descanso y la recuperación. Este período es esencial, no solo para prevenir lesiones, sino también para que los músculos se reparen y fortalezcan, mejorando así el rendimiento a largo plazo.

Si no descansa después de hacer ejercicio, también estará poniendo frenos a su progreso y los resultados tardarán más en verse. (3)

¿Aún necesita más razones para animarse a hacer ejercicio?

Si aún le falta un último empujón para decidirse, puede ver este vídeo de Youtube sobre “Ejercicio para vagos”. Es gratuito, como todo el contenido de nuestro canal, y repleto de información muy valiosa para el cuidado de su salud.


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