El 7 de noviembre se celebra el Día Europeo del Radón para sensibilizar sobre el peligro de este gas, procedente de la descomposición del uranio y del torio de la corteza terrestre.
El gas radón es inodoro, incoloro e insípido. Se filtra a través del subsuelo y, como los suelos graníticos, arcillosos o de arenisca son los que cuentan con una mayor concentración de uranio y torio, son los más propensos a filtrar gas radón y que este acabe en la atmósfera.
Si esta filtración tiene lugar al aire libre, el gas radón no supone ningún peligro para la salud, ya que tiene una vida de unos tres días y en ese tiempo se acaba disolviendo en la atmósfera.
El problema surge cuando aparece en espacios cerrados, donde acaba acumulándose, y al final llega a nuestros pulmones a través del aire que respiramos.
Una vez dentro del organismo esas partículas gaseosas radiactivas se adhieren a las mucosas de manera permanente, hasta el punto de que acaban dañando el ADN de las células del pulmón y, en consecuencia, puede surgir un tumor.
Ya en 1990 la OMS lo catalogó como sustancia potencialmente cancerígena de nivel 1.
De hecho, el gas radón supone la segunda causa de cáncer de pulmón después del tabaco. De los 20.000 casos anuales de cáncer de pulmón en España, más del 10% se deben al radón en altas concentraciones. Aunque esta incidencia se multiplica por 30 si la persona expuesta a concentraciones elevadas es fumadora.
El gas radón se mide en bequelerios por metro cúbico (Bq/m3). Un cierto nivel de radón en el aire se considera normal. Pero el Consejo de Seguridad Nuclear (CSN), siguiendo las recomendaciones de la OMS, ha establecido un nivel máximo de 300 Bq/m3 dentro del interior de los edificios. Por encima de este, es imprescindible actuar por sus riegos para la salud.
Ahora bien, los 300 Bq/m3 no suponen el límite entre lo seguro e inseguro, sino un nivel a partir del cual se debe empezar a actuar (por ejemplo, en países como Estados Unidos el límite está establecido en 150 Bq/m3).
Y es que no se puede hablar de un nivel por debajo del cual no existe peligro para la salud, pues mientras haya radón siempre va a haber riesgo. Por tanto, cuanto más bajo sea el nivel en una vivienda, más seguridad para la salud de quienes viven en ella.
En la mayoría de las viviendas, con medidas correctoras, el nivel de radón puede reducirse hoy en día fácilmente a 75 Bq/m3 o menos.
El gas radón es, como ha visto, una importante amenaza para la salud pública que, además, está más cerca de lo que imaginamos.
Según el Consejo de Seguridad Nuclear (CSN), debido a los suelos graníticos que caracterizan buena parte del territorio español, en el 17% del país hay riesgo de que se produzcan concentraciones letales. Sobre todo, si se vive (o trabaja) en plantas inferiores o a ras del suelo, así como en casas antiguas o con sótano, donde es más fácil que el gas se acumule. (1)
Este factor sería el responsable de unas 1.500 muertes anuales en España (cifra similar a las causadas por los accidentes de tráfico), según el Instituto Nacional de Estadística (INE). (2)
Asimismo, se estima que 1 de cada 5 edificios públicos situados en zonas de riesgo excede el nivel máximo determinado por la OMS (300Bq/m3). Y lo mismo en 3 de cada 10 edificios culturales (bibliotecas, museos…) y en 1 de cada 4 centros educativos. (3)
Sin embargo, pese a estas cifras, las acciones para prevenir los riesgos del radón para la salud siguen siendo lentas e insuficientes. Y eso que…
En 2013 la Unión Europea exigió a los países miembros que realizaran un Plan Nacional de Radón. Tanto para informar sobre los peligros de este gas, como para ofrecer las herramientas necesarias que ayuden a prevenir sus riesgos para la salud.
Pues bien, en España este plan se aprobó en 2023… ¡Seis años después de que expirara la fecha límite! Además, aunque su publicación oficial llegó en enero de 2023, solo desde junio de 2024 son obligatorias las mediciones de radón en las localidades situadas en zonas de riesgo. En concreto, en los locales comerciales de las plantas bajas y primeras plantas, así como en obras, túneles, minas o cuevas.
Ahora bien, esto solo es la teoría…
En la práctica nos encontramos con que el CNS todavía no ha aprobado la Instrucción de Seguridad relativa al radón, donde se especifican los municipios en los que se debe actuar de manera prioritaria. Tampoco las directrices que hay que seguir para realizar las mediciones de radón. (4)
En otras palabras, a día de hoy este Plan Nacional no indica de manera clara cómo podemos saber si vivimos en una zona de concentraciones peligrosas. Y, en el caso de que se den valores por encima de lo recomendado, qué se puede hacer para acabar con el problema.
Y es por ello que queremos recordarle las herramientas que tiene a su disposición para saber si en su casa o lugar de trabajo hay riesgo de concentraciones letales.
Para evitar las altas concentraciones de radón, existen algunas medidas que pueden servir de ayuda. Por ejemplo:
Ahora bien, estas medidas son efectivas si hablamos de concentraciones bajas de radón. Pero si estas llegan a los 300 Bq/m3, o incluso superan ese nivel, es necesario realizar medidas de corrección adecuadas a las características del inmueble.
Por ejemplo, si se trata de una casa con forjado sanitario (sirve para aislarla del suelo cuando se encuentra a nivel del terreno natural), pueden instalarse rejillas de ventilación para expulsar el radón de la casa. Y si está construida directamente sobre el suelo, se puede instalar una membrana antirradón o unos sistemas de ventilación forzada, que hacen que el aire entre a una determinada presión y el radón no pueda concentrarse en el interior.
Como puede ver, se trata de técnicas complejas que deben aplicar personas especializadas. Y por ello mi principal recomendación es que, si sospecha que vive en una zona de riesgo, consulte con profesionales en radón.
Tanto para implementar las medidas de corrección necesarias, como para saber si realmente está libre de riesgo en cuanto a radón se refiere.
Y es que existen mapas, como el que puede ver junto a estas líneas, que marcan en rojo las regiones con suelo granítico. Por tanto, donde hay más probabilidades de que se produzcan altas concentraciones del gas.
Sin embargo, estos mapas solo deben entenderse como una orientación. Incluso si consulta el mapa interactivo del radón y ve que vive en una zona “libre de riesgo”, no significa que realmente esté lejos del peligro. (5)
Tenga en cuenta que la concentración de radón es muy variable. Por ello la información que proporcionan los mapas de riesgo es únicamente orientativa. La única forma de saber el nivel de radón en una vivienda es llevando a cabo una medición directa en ella.
De hecho, se han dado casos de niveles superiores a 300 Bq/m3 en casas levantadas en suelo no granítico.
De ahí que la primera medida para confirmar que no hay riesgo es realizar una medición de radón. Y para que los resultados no den fallos, hay que tener en cuenta los siguientes factores:
Como ve, esta medición puede resultar más compleja de lo que parece a simple vista. Por ello, si lo desea, también puede acudir a expertos para que le expliquen cómo proceder, además de resolver cualquier duda que pueda tener. (6)
Antes de despedirnos, queremos invitarle a asistir al IV Congreso Nacional del Radón. Es un foro único de expertos en la materia que le permitirá conocer a fondo este problema, cómo le afecta y cómo puede protegerse, tanto en casa como en el trabajo. Es online y completamente gratuito.
Empieza el jueves 7 de noviembre a las 10:00 de la mañana y termina a las 16:00 de la tarde.
Solo tiene que inscribirse para poder asistir a todo el evento o a las ponencias que más le interesen.
Le recomendamos que se inscriba, aun cuando hoy no pueda asistir, pues todas las ponencias quedarán grabadas y así podrá verlas en otro momento.
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A pesar de ser la segunda causa del cáncer de pulmón, el problema del gas radón en España es un gran desconocido entre la población. Los responsables políticos no están a la altura del problema, por lo que cada uno de nosotros debe estar informado y alerta para saber si estamos expuestos a este gas radiactivo, cómo medirlo y qué soluciones correctoras tenemos a nuestro alcance.
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