España se encuentra entre los países con mayor esperanza de vida del mundo, pero este logro esconde una realidad preocupante: la calidad de vida en esos años extra no siempre es la mejor. Enfermedades crónicas, discapacidades y problemas de salud mental afectan a muchas personas en su vejez, poniendo en duda si realmente estamos ganando años de vida o simplemente alargando el tiempo de sufrimiento. Así pues, ¿cómo podemos asegurarnos de vivir más viviendo mejor? Le damos las respuestas.
La esperanza de vida media de los españoles, de 83,2 años, es una de las más altas del mundo. De hecho, España se sitúa en el cuarto puesto de los países con una mayor longevidad, solo por detrás de Suiza (84,5 años), Corea del Sur (83,8) y Noruega (83,6). (1)
De entrada, esto parece una buena noticia, ya que confirma que cada vez vivimos más años. Por ejemplo, en 1960 la esperanza de vida era de 69,5 años. Dos décadas después, en los 80, de 75 años, y 45 años después ha aumentado más de 8 años.
Sin embargo, hay un gran “pero” detrás de estas cifras. Y es que nuestra mayor esperanza de vida no va acompañada de una mayor calidad de vida. Todo lo contrario, en realidad.
El aumento de la esperanza de vida es un gran logro social. ¿Pero qué pasa si una persona vive esos largos años de vida adicionales agobiada por las enfermedades crónicas, la discapacidad y los problemas de salud mental?
Esto es lo que asegura un amplio estudio que ha relacionado la esperanza de vida con la calidad de esos años en términos de salud. Para llegar a esta conclusión, en 183 países se ha comparado la esperanza de vida (los años que vivimos) con la esperanza de salud (los años vividos en los que gozamos de buena salud). (2)
Con esas dos cifras se obtiene lo que podríamos denominar la “brecha de salud”, que es el tiempo que una persona vive, pero sufriendo enfermedades crónicas o discapacidades que afectan a su calidad de vida.
De este modo, cuanto más alto sea ese valor, mucho peor, ya que significa que buena parte de los años vividos ha sido con un mal estado de salud.
Pues bien, aunque resulte sorprendente, España tiene una de las brechas más altas. Puede verlo en la siguiente tabla, elaborada con los datos extraídos de ese estudio. Corresponden a los países con una mayor brecha de salud.
País |
Esperanza de vida |
Esperanza de salud |
Brecha de salud |
Estados Unidos | 78.5 | 66,1 | 12,4 |
Australia | 83 | 70,9 | 12,1 |
Nueva Zelanda | 82 | 70,2 | 11,8 |
Reino Unido | 81.4 | 70,1 | 11,3 |
Noruega | 82,6 | 71,4 | 11,2 |
España | 83,2 | 72,1 | 11,1 |
Estos datos significan que, si bien en España la esperanza de vida es muy alta, de 83,2 años, solo hasta los 72,1 años se vive con buena salud. Por tanto, de media vivimos 11,1 años con problemas de salud que de un modo u otro afectan a nuestra calidad de vida.
En definitiva, vivimos más años, pero con mala salud.
En el lado contrario de esta tabla se encuentran países como Lesoto, cuya esperanza de vida es solo de 50,8 años, pero su esperanza de salud es de 44,2 años. Es decir, aunque vivan menos años, “solo” están viviendo con una mala calidad de vida y de salud durante 6,6 años.
Por supuesto, en países como Lesoto, Somalia o Kiribati, que son los que ocupan los últimos puestos de este estudio, existe un gran problema de salud pública porque sus habitantes viven muchos menos años en comparación con los de otros países. Debido tanto a la falta de infraestructuras como a una falta de atención médica en general.
Y prueba de ello es precisamente la brecha tan reducida que se observa entre los años vividos y los años con salud. Pues esto significa que, en cuanto sus habitantes superan la franja de los 50 años, que es cuando el organismo empieza a mostrar achaques propios del envejecimiento, no cuentan con tratamientos para poder hacerles frente.
Ahora bien, si nos centramos en los países con una brecha de salud más amplia, este interesante estudio pone el foco de atención sobre otro problema de salud pública. Y ese es uno que arrastran muchas sociedades modernas.
Lo que ocurre en los países que gozan de mejores sistemas sanitarios es que, como consecuencia de ese desarrollo, se observa una falta de interés por aplicar medidas preventivas. Y estas estrategias son las que pueden ayudarnos a que gocemos de una mayor esperanza de vida libre de enfermedades.
Pensemos, por ejemplo, en enfermedades como la diabetes, la hipertensión o incluso algunos tipos de cáncer, que gracias a los avances médicos hoy se han convertido en enfermedades crónicas. Patologías con las que, según el estudio del que le hablamos, una persona puede llegar a cumplir hasta 83 años.
Sin embargo, esas personas llegarán a esa edad acompañados de problemas:
Y esto son solo unos pocos ejemplos de lo que implica vivir con estas afecciones. Incluso contando con tratamientos médicos que permitan controlar la enfermedad para seguir cumpliendo años.
Por el contrario, si en lugar de esperar a que esa patología se desencadene para recibir un tratamiento de por vida, aplicáramos medidas preventivas desde el principio, no solo llegaríamos hasta esos 83 años, sino que lo haríamos con buena salud. Sin problemas renales, oculares, cognitivos, cardíacos ni de ningún otro tipo.
Visto así, parece evidente que la clave para vivir más años y con buena salud está en seguir esas medidas preventivas.
Estrategias que, por otro lado, no dejan de ser las recomendaciones básicas para mantener un estilo de vida saludable, y que no está de más recordar:
Por tanto, teniendo al alcance de nuestra mano la posibilidad de vivir MÁS AÑOS y con MÁS SALUD, ¿por qué no empezar a aplicar estas estrategias desde ya mismo?
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