A veces, cuando era pequeño, veía a algún hombre con un tatuaje en el brazo.
Una cruz azul, unas letras irregulares, un símbolo… contemplaba esa marca con una mezcla de curiosidad y temor, aunque lo único que me evocaba era el ancla que Popeye llevaba en el brazo.
Porque no era habitual ver tatuajes. Sólo los llevaban los “matones”. Ex presidiarios, delincuentes, cabecillas de bandas, roqueros, traficantes, pandilleros, marineros y soldados de determinados cuerpos de élite; el tatuaje era el signo distintivo de los tipos duros.
En el colegio también nos hablaban del terrible destino de los prisioneros de los campos de concentración, que se veían obligados a tatuarse su número en el cuerpo, como si fueran ganado. Aquello nos parecía horrible.
En los noventa las cosas cambiaron mucho.
El tatuaje se convirtió en un negocio a gran escala, a veces arte, a menudo accesorio de moda y, con mucha frecuencia, símbolo erótico. Nos tatuamos por diversión, para expresar una pasión, porque lo hacen los personajes famosos… Incluso hoy día hay muchas cuentas en redes sociales con muchísimos seguidores dedicadas exclusivamente a mostrar nuevos diseños y técnicas.
Todo el mundo lo hace, por lo que se ha convertido en algo normal que a veces se hace incluso sin ni siquiera saber exactamente por qué.
“Yo llevo mi nombre en caracteres chinos tatuado en la muñeca, ¿y tú?”; “Pues yo tengo una estrella en el tobillo.” Y ya está.
¿Ya está?
Pues no precisamente. Hay más. La popularidad de los tatuajes se va incrementando, pero también aumenta la preocupación por los efectos a largo plazo de los productos que se inyectan en la piel.
El peligro se acentúa con la moda de los tatuajes que cada vez tapan más. Ya no es sólo que los tatuajes cubran por completo un miembro, el cuello, el torso, la espalda o incluso más, sino que los dibujos son cada vez más opacos; ahora los tatuajes a veces consisten en pintarse por completo una parte del cuerpo.
Los tatuajes cada vez son más habituales; y cada vez más cubrientes
Parece una tendencia totalmente increíble en una época en la que la gente está cada vez más concienciada sobre alérgenos, compuestos irritantes y disruptores endocrinos presentes en los productos del hogar y los cosméticos.
La dermis y la epidermis son unas barreras de protección muy eficaces frente al medio ambiente. ¡Hasta el peor de los virus, ya sea la peste, el sida o el ébola, resulta inofensivo cuando se encuentra sobre la piel! Para penetrar en el cuerpo necesita una herida, o al menos una mucosa.
Ahora bien, los tatuajes consisten en introducir directamente en la piel a través de inyecciones intradérmicas tintas químicas duraderas, apenas reguladas. Conscientes del grave riesgo para la salud que puede suponer la presencia de sustancias peligrosas en las tintas utilizadas en los tatuajes, y también del limbo legal en el que se encuentran las tintas, el Consejo Europeo aprobó una Resolución recomendando que cada país regulara exhaustivamente el contenido de las tintas. Pero, como forma de salir del paso, aportando lo que se llama una “lista negativa”, es decir, los productos que no deben incluirse a partir de cierto límite en las tintas por ser cancerígenos, mutagénicos y tóxicos (como el arsénico en una concentración superior a 2 ppm –partículas por millón–, el mercurio en concentración superior a 0,2 ppm o el plomo si es más de 2 ppm). (1)
Cuando un fabricante de tintas para tatuajes quiere ponerlas en el mercado español, debe obtener una autorización de la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS).
Los fabricantes, para obtener esa autorización, apenas están obligados a indicar su composición. Y, para darle la autorización, la AEMPS utiliza la lista negativa del Consejo Europeo. Y así, si comprueba que los productos que incorpora la tinta no están en la lista, o que lo están pero sin superar el nivel de concentración máximo (por ejemplo, que contiene arsénico pero “sólo” 1,9 ppm), le da la autorización, que dura cinco años.
La tinta para tatuar procede a menudo de productos que no habían sido concebidos para ello: tinta de caligrafía, tinta para dibujar y hasta tinta de impresora. Las tintas se suelen comprar en el extranjero por internet. ¿Cómo se pueden tener garantías de su contenido?
El problema reside en que, una vez en la piel, los pigmentos pueden migrar y alcanzar otros órganos en donde pueden tener un efecto tóxico.
Durante la sesión de tatuaje, las agujas perforan la piel provocando una brecha en la barrera cutánea. Esta pequeña herida, que cicatrizará en unas semanas, puede ser la puerta de entrada de infecciones bacterianas, sobre todo de estafilococos.
El tatuaje va acompañado de una hemorragia que antes conllevaba un riesgo de contaminación por determinados virus transmisibles a través de la sangre como la hepatitis B, el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) y sobre todo la hepatitis C. Pero el uso del dermógrafo (una máquina eléctrica para tatuar) con agujas de un solo uso o esterilizadas ha hecho que hoy en día este riesgo desaparezca.
En cambio, en ocasiones pueden aparecer verrugas víricas encima de los tatuajes sin que sepamos muy bien por qué. Probablemente sean verrugas que ya existían antes del tatuaje, pero que no eran visibles a simple vista o que el tatuador no es capaz de distinguir, y que se dispersan después en los trazos del tatuaje.
Las agujas no son la única fuente de infección posible. El agua que se utiliza para diluir la tinta también puede presentar una esterilización deficiente.
Es importante saber que en España el oficio de tatuador está escasamente regulado. La normativa nacional sólo dice que el tatuador “tiene que tener conocimientos suficientes para realizar la prevención efectiva de los riesgos para la salud asociados a sus prácticas. Para ello deberá acreditar la superación del correspondiente curso de formación, que tendrá una duración mínima de veinticinco horas”, y deja en manos de las comunidades autónomas la regulación de estos cursos. (2)
¡Sólo basta un curso de 25 horas…!
Las alergias son la complicación más habitual después de tatuarse. El tatuaje empieza a picar y a hincharse, a veces tras la exposición al sol; lo llamamos “fototoxicidad”. Los pigmentos reaccionan con los rayos de sol y experimentan una transformación química que los hace irritantes. Lo normal es que sólo un color se vea afectado por este fenómeno, normalmente el rojo.
Estas reacciones son imprevisibles y tardan en aparecer desde unas semanas hasta más de 40 años después de tatuarse, por lo que no sirve de nada hacer una prueba en un trozo oculto de piel.
Un grupo internacional de expertos ha lanzado ya la voz de alarma en la revista médica The Lancet, alertando tanto a las autoridades como a los tatuadores y a los ciudadanos en genaral del riesgo que supone para la salud no saber exactamente qué es lo que está provocando efectos secundarios en las personas tatuadas y, sobre todo, qué puede pasarles a largo plazo. (3)
Un estudio alemán de 2010 ya había alertado de que el 67,5 % de las personas tatuadas aseguraban haber tenido alguna complicación, que se había vuelto permanente en el 6% de los casos. (4)
Sabemos muy poco sobre los riesgos toxicológicos de los nuevos pigmentos de las tintas para tatuar, que pueden migrar y llegar hasta los órganos vitales. No disponemos de datos fiables sobre la biocinética y la toxicidad a largo plazo de los pigmentos utilizados en los tatuajes.
Los tatuajes que están de moda no son ni naturales ni tan siquiera tradicionales.
Es cierto que desde hace miles de años los seres humanos utilizan tatuajes y otras formas de arte corporal.
Pero hasta ahora habían utilizado sustancias naturales, no productos químicos. Además, para que penetraran los colores, utilizaban piedras y no agujas, lo que limitaba enormemente su alcance y duración.
Estos tatuajes artísticos, decorativos, religiosos o bélicos desaparecían por sí mismos después del momento para el que habían sido creados, como es el caso de la henna (tinte natural procedente de una planta llamada Lawsonia alba, de color rojizo, que se usa para el cabello y para la coloración artística de la superficie de la piel). Los riesgos de los tatuajes con henna son casi inexistentes siempre que se use henna verdadera (de color marrón rojizo) y no una henna a la que se haya añadido parafenilendiamina (PPD) para darle un color negro intenso.
El tatuaje tradicional de henna tiene la ventaja de ser temporal.
También necesitamos tener más información sobre los medios fiables y eficaces para quitar un tatuaje. Por lo general, la gente no se da cuenta hasta años más tarde de las consecuencias de lo que ha hecho.
No se trata sólo del coste económico, mucho mayor que el de hacerse el tatuaje. Las técnicas para eliminar los tatuajes no están avanzadas y a menudo dejan trazos definitivos.
El violeta intenso, los colores flúor, el amarillo y el blanco son muy difíciles de quitar. Es imposible borrar por completo los tatuajes multicolores. Estamos hablando de láser y cirugía, pero estas técnicas no son eficaces al 100%.
Esto quiere decir que el cuerpo queda marcado de por vida. Además, la operación es dolorosa y cara.
Pues bien, los jóvenes que se hacen un tatuaje no siempre son conscientes de hasta qué punto la vida es larga y complicada. Un símbolo, una imagen, un nombre o una frase que les gusta a los 20 años, seguramente les sugerirá otra cosa distinta cuando tengan 50. Para la tercera parte de las personas que se han hecho un tatuaje llega un día en el que ya no lo soportan, según la American Academy of Dermatology (AAD 2013).
Lo más paradójico es que las personas que se hacen los tatuajes más artísticos son también por lo general las personas que dicen ser o se sienten más cercanas a la naturaleza, a la ecología. Nunca aceptarían tomar un producto químico o frotarse el cuerpo con él. Pues bien, en este caso aceptan, piden incluso, que se lo metan bajo la piel.
Algunas personas hoy en día ya se tatúan los ojos (no los párpados, sino los globos oculares). Le ahorraré esas fotos atroces, pero si desea verlas, vaya a la referencia que aparece en las notas. (5).
Los primeros tatuajes electrónicos que transforman la piel en una pantalla también están empezando a aparecer. Sin comentarios… (6)
Ya habrá visto que yo personalmente no soy fan de los tatuajes.
Puedo valorar algunos dibujos espectaculares. Admiro el trabajo minucioso que requieren. Me impresionan esos monstruos, serpientes, dragones y caras de Cristo ensangrentadas que algunas personas llevan con orgullo en el cuerpo y hasta puedo entender la intención sugerente de un tatuaje bordeando una zona íntima.
Sin embargo, el día que mis hijos decidan hacerse un tatuaje les pediré que se lean una copia impresa de este artículo antes de que hagan algo irreparable.
Les dirigiré a los foros de internet en donde la gente cuenta sus experiencias.
Como es evidente, ellos harán lo que les dé la gana con mis consejos…
Y si usted tiene hijos o nietos con tatuajes o que estén pensando en hacérselos, hágales un favor y envíeles este texto.
Fuentes:
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Parcial, muy parcial y poco enterado.
Esto de los tatus es como todo, no vale hacértelo en cualquier tatuador, ni en cualquier zona del cuerpo, hay que mirar mucho. En lo único en lo que estoy de acuerdo es en las consecuencias que puede traer el pintarte la piel con el tatu. Por lo demás si vas a un tatuador de confianza y lo cuidas bien (pomadas antibióticas y otros cuidados) no tiene por qué pasar nada.
Hay que hacerlo con cabeza, como todo
Gracias por informar acerca de los peligros de tatuarse.
Algunos creen que no pasa nada, pero hay efectos colaterales que vienen mucho tiempo después.
Buen artículo. Si quieres donar sangre lo primero que te preguntan es si llevas algún tatuaje. Porque en caso afirmativo no se puede ser donante de sangre. Por algo será.
Entonces, qué ocurre con la micro pigmentación, (tatuaje de cejas, parpados, labios) tiene los mismos problemas????