¿Se ha planteado alguna vez por qué un tratamiento funciona en una persona y no en otra? ¿O por qué algunas tienden a sufrir trastornos nerviosos, por ejemplo, y otras enfermedades cardiovasculares?
Hay infinidad de problemas de salud que se pueden prevenir gracias a un mejor conocimiento de uno mismo. Por eso la naturopatía ha modernizado la antigua clasificación de los temperamentos, un sistema de referencia médica con más de 2.000 años de historia que se basaba en la teoría de los humores de la medicina griega de Hipócrates, para crear unos patrones que determinan el temperamento naturopático de cada persona a partir de la forma de su rostro.
¿Qué hoy día no tiene mucho rigor científico? Podría ser, pero… ¿por qué desaprovechar la oportunidad de saber un poco más sobre uno mismo?
Así que hoy le propongo un pequeño juego.
Póngase ante el espejo y observe atentamente la morfología de su rostro. ¿Con cuál de los que puede ver en el siguiente dibujo se identifica más?
Cada rostro se divide en tres zonas: la parte inferior (por debajo de la nariz), la parte superior (por encima de los ojos) y la parte media (ubicada entre las otras dos). Gracias a la morfología de la cara se puede determinar el temperamento naturopático de cada persona.
La parte inferior de la cara se relaciona con el ámbito digestivo y metabólico del cuerpo, pero también con el instinto; mientras que la parte media corresponde a la esfera pulmonar, a la vitalidad, al afecto y a la sociabilidad. Por último, la parte superior del rostro se asocia, según esta teoría, con el aspecto nervioso y cerebral.
Si observa los dibujos, verá que tan sólo la cara del temperamento muscular es equilibrada.
Vamos a poner por caso que usted se identifica con el temperamento respiratorio.
En ese caso, habrá observado que tiene la zona inferior de la cara retraída, lo que indica una menor capacidad digestiva. El tránsito puede haberse ralentizado y el hígado ya no digiere tan bien las grasas. Necesita ejercicio físico para el equilibrio nervioso. Además, padece sobrecargas respiratorias frecuentes debido a una mala digestión de las féculas y las grasas, que alteran la zona pulmonar. También deberá prestar atención al estrés y a la falta de hidratación y eliminación de toxinas, que pueden ser la causa de una sobrecarga de acidez, que se estanca en los tejidos de los órganos. Este fenómeno de acidosis es el que acaba allanando el terreno de la desmineralización, una carencia que está en el origen de bastantes problemas de salud (artrosis, fatiga, trastornos nerviosos…).
Como digiere con cierta dificultad, debe disminuir el consumo de grasas y glúcidos (féculas, almidones y azúcares rápidos) y optar por una alimentación sin gluten ni lácteos, rica en verdura cruda y cocida. No consuma a diario alimentos ácidos de sabor como los cítricos, que van a abonar un terreno ya de por sí acidificado.
Practique actividades como la natación, el ciclismo o la marcha y evite aquellas que son demasiado intensas y que acidifican el organismo. La relajación o los masajes de tipo californiano (también conocido como masaje sensitivo y que se incluye en las llamadas técnicas kinesiológicas) pueden ayudarle a gestionar mejor el estrés, mientras que la sauna va a permitir que elimine el exceso de ácido.
Sus plantas recomendadas serían el romero, perfecto para estimular su sistema digestivo y su hígado, y el diente de león (que estimula suavemente los órganos emuntorios encargados de filtrar y expulsar las sustancias que pueden resultar tóxicas, en especial el hígado y los riñones).
En el próximo número de Plantas & Bienestar encontrará uno a uno cada temperamento y el análisis de su salud, para que tenga una referencia de la “pata” de la que cojea su organismo, la alimentación que le conviene, el ejercicio físico que le va a resultar más beneficioso y las plantas que mejor le acompañarán.
Por supuesto que esta clasificación es sólo una herramienta que permite que cada uno se conozca mejor a sí mismo, y que no se trata ni mucho menos de un juicio de valor, ya sea de uno mismo o de los demás. Su interés radica en asociar a un perfil morfológico las predisposiciones de salud que se tengan, con el fin de prevenir trastornos o enfermedades.
Hoy día la ciencia ha avanzado muchísimo desde que en 1940 el biólogo y naturópata Pierre-Valentin Marchesseau creó este sistema de los temperamentos naturopáticos. Por lo tanto, debe tomárselo casi como un juego… ¡pero un juego que sin duda le sorprenderá!
Estamos a punto de enviar a imprenta este número de Plantas & Bienestar. Así que si quiere recibirlo (en formato papel) por correo postal en su domicilio, debe hacer su pedido antes del 8 de febrero haciendo clic en este enlace.
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