Hay muchas situaciones que, como usted bien sabe, puede provocarle estrés, ansiedad o angustia.
Y no precisamente “estrés del bueno”, del que ayuda a aumentar sus capacidades físicas e intelectuales y superarse a sí mismo…
Sino “estrés del malo”, del crónico, del que no se va y que mantiene su organismo alerta incluso cuando no hay peligro.
Este tipo de estrés puede causar graves consecuencias en su salud como presión arterial alta, insuficiencia cardíaca, diabetes, obesidad, depresión… y ocasionar también el deterioro de su sistema inmunitario, dejándole desprotegido ante el constante ataque de los virus y bacterias.
¿Que cuáles son los síntomas de que este tipo de estrés le puede estar afectando? Muchísimos.
Desde fatiga e irritabilidad a dificultad para conciliar el sueño, pasando por diarrea, estreñimiento, mala memoria, dolores y achaques frecuentes, falta de energía o concentración, problemas sexuales, cuello o mandíbula rígidos, pérdida o aumento de peso…
Estas alteraciones se deben a una variación de los ritmos biológicos que provoca cambios en la producción de sustancias del sistema nervioso (endorfinas, serotonina, melatonina, etc.). Es lo que se conoce como un trastorno adaptativo, que trae consigo perturbaciones emocionales, físicas y de comportamiento como respuesta a traumas y factores de estrés.
Pero hay solución, por supuesto. Y ya le adelanto que proviene de agentes igualmente “adaptógenos” que le ayudan a adaptarse naturalmente a las situaciones que su organismo no puede enfrentar por sí mismo. A priori es algo que parece magia… pero no lo es, ¡es ciencia!, un auténtico milagro de la Naturaleza.
Se trata de las conocidas como plantas adaptógenas.
Desde hace miles de años, la medicina tradicional las ha utilizado para incrementar la energía y la resistencia de personas cansadas, debilitadas o enfermas. Ellas le ayudarán a sobreponerse aunque el suyo sea un problema crónico que lleve acosándole mucho tiempo, porque no solo son extremadamente resistentes, sino que son capaces de trasmitir su espectacular vitalidad a quien sepa aprovecharlas.
Hoy voy a presentarle una “fórmula adaptógena” sin igual que además estos días tiene hasta un 40% de descuento.
En estos tiempos difíciles, en los que se necesita más que nunca una ayuda “extra” como la que presta esta formula, el laboratorio que la produce regala botes gratis adicionales al pedido.
En 1968, el doctor Brehkmann, de la Academia de Ciencias de Rusia, consiguió descodificar por primera vez el mecanismo de las plantas adaptógenas. Según él, tienen la particularidad de estimular directamente nuestro poder de resistencia y de autosanación, ya que actúan en la confluencia de la biología, la bioquímica, la neurología, la inmunología, la endocrinología… todos ellos campos donde los investigadores siguen trabajando de manera aislada. Esto explica, en parte, la dificultad de identificar claramente los mecanismos de acción de estas plantas.
Las plantas adaptógenas no actúan sobre nada concreto de forma directa, sino que ayudan al organismo a responder con mayor rapidez, y de una forma mejor adaptada, a aquellas situaciones de estrés con las que nos enfrentamos cada día. En otras palabras: aumentan la capacidad del organismo para adaptarse, desarrollando la resistencia general (no específica) frente a las tensiones, ya sean de tipo físico, psicológico o climatológico.
Antes de seguirle hablando de las plantas adaptógenas me gustaría hacer una aclaración importante. Y es que no es lo mismo que algo tenga un efecto “adaptógeno” que “estimulante”.
La Agencia Europea del Medicamento (EMA) lo explica muy claramente. En su “Reflection paper on the adaptogenic concept” aclaraba que el término estimulante alude a las sustancias con la capacidad temporal de aumentar la capacidad de trabajo seguido de un período en el que la energía disminuye considerablemente. En cambio, con las sustancias adaptógenas, después de tomarlas no se produce esa disminución de la capacidad de trabajo, sino que actúan a largo plazo y de manera sostenida. (1)
Es decir, que ante los cambios (de estación, de situación laboral o familiar, viajes, temporadas de mucho trabajo, alteraciones emocionales…) y las situaciones estresantes el cuerpo necesita su tiempo para adaptarse. Es en estos procesos de cambio donde las plantas adaptógenas tienen su cabida, además de tener algunos beneficios añadidos como su acción antioxidante, su poder de regulación del sistema inmunológico o incluso su acción hipoglucémica. (2)
Así, si el estrés es de tipo fisiológico (se está enfermo, le duele algo o está cansado), las plantas adaptógenas “piden” a su cuerpo que estimule sus defensas naturales, calme el dolor y reactive su energía. Y si el estrés es de tipo psicológico (agotamiento, ansiedad, depresión…), las plantas adaptógenas actúan en el cerebro para aliviar la tensión nerviosa y favorecer la sensación de confianza, de calma y de serenidad para poder retomar el control.
Diferentes medicinas tradicionales, como la china y la india, pero también las de la comunidad inuit o la chamánica, recurren desde siempre a estas extraordinarias plantas de las que tanto partido podemos sacar también nosotros.
Entre las plantas adaptógenas más potentes destacan el eleuterococo y la rhodiola, de las que alguna vez ya le he hablado.
El eleuterococo (Eleutherococcus senticosus), también conocido como el “ginseng siberiano” por sus propiedades similares a las del ginseng chino, del que es pariente cercano, es una verdadera fuerza de la naturaleza. Así lo demuestra su capacidad para sobrevivir en la hostil Siberia, de donde es originario.
Su consumo regular puede aumentar la resistencia del cuerpo a cualquier tipo de estrés, ya sea emocional o físico y puede ser su gran aliado cuando necesite un “empuje” que le permita sobrellevar la fatiga así como ciertas situaciones complicadas. (3)
Por otra parte, también aumenta el rendimiento mental y ayuda a tratar la hipercolesterolemia, la neurastenia, el insomnio y la falta de apetito, aumentando además la función de los linfocitos T en el sistema inmune. (4) (5)
No en vano, por sus impresionantes cualidades, esta planta ya formó parte de las primeras misiones soviéticas en el espacio, colaborando con el proyecto ruso de conquista espacial de los años 50. ¿Su misión? Fortalecer a los astronautas y reducir los efectos secundarios de la falta de gravedad.
A su vez, la rhodiola es originaria de Siberia central y de China septentrional. Son regiones que se caracterizan por sus suelos pobres, temperaturas extremas y la alternancia de sequías con períodos húmedos. En estado salvaje, se puede encontrar en acantilados y taludes.
La rhodiola ha sido utilizada desde hace milenios por los curanderos de multitud de poblados, como los inuits de Alaska, los mongoles e incluso los vikingos. Los vikingos, después de descubrirla en las laderas de los volcanes de Islandia, empezaron a utilizar sus raíces para aumentar su fuerza física y su resistencia.
En Asia central, las infusiones de rhodiola se han utilizado siempre para los resfriados y la gripe. Los médicos mongoles la prescriben para el cáncer y la tuberculosis.
Los inuits (razas árticas originarias de Siberia presentes sobre todo en Alaska y Groenlandia) preparaban decocciones de las hojas y las flores para tratar problemas digestivos. La rhodiola aparece bajo el nombre de «rodia riza» en De Materia Medica, la primera recopilación de tratamientos del Viejo Continente, escrito en el año 77 d.C.
En los poblados de los montes de Altái, en la frontera entre Mongolia y Kazajistán, es costumbre ofrecer a los recién casados un ramo con raíces de rhodiola para favorecer la fertilidad y garantizar una descendencia numerosa y con buena salud.
Nuestros ancestros utilizaban estas plantas medicinales sin saber exactamente por qué eran medicinales, pero ahora la ciencia moderna ya puede explicarnos sus increíbles propiedades.
Como en muchos casos, los descubrimientos de la ciencia moderna llegan siempre más tarde que los saberes ancestrales. El médico soviético Nicolai Lazarev fue quien propuso, en los años 1950, la noción de “planta adaptógena”.
Una sustancia adaptógena ejerce una acción normalizadora en nuestros órganos. Dicho de otro modo, mientras que la molécula de un medicamento químico ejerce siempre el mismo efecto y en el mismo lugar del cuerpo, una planta adaptógena actúa (o no), en un sentido u otro, en función de la diferencia que observe respecto a nuestro punto de equilibrio natural.
El Dr. Israel Brekhman, discípulo de Lazarev, trabajó durante 45 años en Siberia con plantas adaptógenas y propuso la siguiente descripción de sus propiedades, aún vigente:
Las plantas adaptógenas:
Por tanto, las plantas adaptógenas funcionan como unos reguladores globales de las funciones internas. Tienen la capacidad de favorecer el mantenimiento del organismo o recobrar su homeostasis, ese “equilibrio dinámico que nos mantiene con vida”.
Por decirlo claramente: las plantas adaptógenas ayudan a nuestro cuerpo para que se adapte a las diversas pruebas y transformaciones a las que se enfrenta, ya sean cambios que afecten a nuestra vida, modificaciones de nuestro entorno, el envejecimiento del cuerpo, agresiones de microbios o virus, o el simple y natural cambio de estaciones del año.
Actualmente las plantas adaptógenas son objeto de estudio de multitud de trabajos científicos.
Como ya le dije antes, esta planta, que también recibe el nombre de “ginseng siberiano”, fue una de las integrantes más célebres del proyecto ruso de conquista espacial. ¡Y se ganó a pulso su lugar en él!
Todo comenzaba a finales de los años 50, cuando la antigua URSS lanzó en secreto un amplio programa de investigación para estudiar los efectos sobre la salud de esta misteriosa planta. (6).
Los ensayos clínicos que se realizaron entonces sobre trabajadores de distintos sectores revelaron propiedades increíbles:
Con semejante historial, esta planta reunía las cualidades necesarias para formar parte de las misiones al espacio y acompañar a los elegidos en su camino hacia las estrellas.
Y es que llegar al espacio a los mandos de un cohete requiere de una responsabilidad inmensa. Hay que ser capaz de resistir el estrés y la fatiga y mantener la cabeza fría en las situaciones más extremas.
Considerada un tónico, esta planta (el eleuterococo o “ginseng siberiano”) es conocida por sus múltiples beneficios para el sistema nervioso central, ya que aumenta el rendimiento intelectual.
También estimula las hormonas sexuales, así como la actividad de las glándulas suprarrenales, produciendo las llamadas “hormonas de la energía” (adrenalina, noradrenalina…).
Por todo ello, esta planta le dará un verdadero impulso, reduciendo la fatiga relacionada con el estrés.
Con el eleuterococo los estudiantes en período de exámenes verán, por ejemplo, cómo sus habilidades de concentración y memorización mejoran significativamente.
Por otro lado, se utiliza mucho también en medicina deportiva, ya que consigue que las prestaciones físicas y la resistencia al cansancio aumenten de forma visible. (7)
Además es muy útil durante la convalecencia porque estimula el apetito y aumenta el bienestar general. Y algunos estudios han demostrado también su interés en caso de fatiga crónica. (8)
Finalmente, esta planta es muy recomendable para las personas mayores, puesto que evita el deterioro cognitivo propio de la edad y mejora la salud mental. (9)
El eleuterococo puede ayudarle a hacer frente a distintas situaciones de fatiga física y mental a las que cualquier persona puede verse expuesta. ¡Aprovéchese de sus propiedades!
Los primeros estudios de la rhodiola fueron llevados a cabo por científicos del KGB en tiempos de la Unión Soviética, ya que veían en esta planta un arma secreta para que sus soldados tuviesen una resistencia superior. Estos estudios demostraron su eficacia en la lucha contra la fatiga y la depresión. (10)
Al igual que el eleuterococo , la rhodiola es eficaz contra el estrés. Y sus efectos antidepresivos se pusieron de manifiesto en un estudio publicado en 2007 por el Nordic Journal of Psychiatry. (11) (12)
Estos resultados se confirmaron posteriormente con dos estudios publicados en 2015: uno comparaba los efectos de un extracto de rhodiola con la sertralina, una molécula sintetizada prescrita para episodios depresivos, mientras que el otro medía el impacto de un extracto de rhodiola administrado durante 14 días a 80 estudiantes que padecían ansiedad, de leve a moderada. Además, confirmaron la eficacia de la rhodiola, pero también evidenciaron la ausencia de efectos secundarios, una característica excepcional de las plantas adaptógenas. Los investigadores determinaron un informe favorable de beneficios/riesgos de la rhodiola en relación con los medicamentos que se prescribían habitualmente. (13)
Ya le he comentado otras veces que, en general, a las plantas “les gusta” trabajar en equipo. Es lo que llamamos efecto sinérgico, que sería algo así como “sumar fuerzas”. Pues bien, ¿por qué escoger entre el eleuterococo y la rhodiola si juntas actúan mejor y con más eficacia que cada una de ellas por separado? Y es que cada una actúa sobre distintos receptores, así que su sinergia es máxima al combinarlas.
Pero con ambas existe un problema, y que es el producto de base (es decir, la planta) es prácticamente inaccesible y, además, no se adapta a nuestro régimen alimenticio tradicional. Por ello, si quiere beneficiarse de las propiedades de estas plantas, es necesario recurrir a los complementos alimenticios.
Pero para poder sacar partido plenamente de sus beneficios es necesario conseguir una calidad constante y homogénea de principios activos, cuidando la dosificación y asimilación de las cantidades de sustancias activas.
Así que mi texto de hoy tiene como objetivo recomendarle un producto que reúna las mejores características, para que pueda beneficiarse realmente de toda la fuerza milenaria de las plantas adaptógenas.
El nombre que ha escogido para este producto el laboratorio que lo prepara desde luego no despista: se llama Adapto’Estrés. Y voy a explicarle por qué lo he seleccionado esta semana.
Contiene extracto de Rhodiola rosea 200 mg, extracto de Eleuterococo 300 mg,
L-tirosina 500 mg, citrato de magnesio 667 mg (de los cuales 100 mg de magnesio, es decir 26% de VNR*), vitamina B2 1 mg (es decir 71% de VNR*), vitamina B3 4 mg (es decir 25% de VNR*), vitamina B6 1 mg (es decir 71% de VNR*)
De esta forma se aportan todas las sustancias bioactivas en una dosis importante, 2156 mg en 4 cápsulas al día (dosis recomendada por el propio laboratorio).
De esta forma se aportan todas las sustancias bioactivas en una dosis importante, 1200 mg en 4 cápsulas al día (dosis recomendada por el propio laboratorio).
En cuanto a la Rhodiola rosea, el producto que hoy le recomendamos está titulado al 5% en rosavinas y al 1,8% en salidrosida, los principales activos de esta planta y responsables de su acción terapéutica. Pero lo más relevante es que su estandarización es precisamente la más empleada en los estudios clínicos.
La tirosina (en su forma levógira, se llama L-tirosina) es una molécula que está presente de forma natural en el organismo y especialmente en el cerebro. Es un aminoácido no esencial, lo que significa que el cuerpo podría prescindir de él. Sin embargo, muchos investigadores creen que la tirosina debería formar parte del arsenal básico de la micronutrición junto con el omega-3, los polifenoles y el magnesio. (14) (15)
¿Qué por qué la tirosina despierta tanto interés?
Porque es un precursor de la dopamina y la norepinefrina que son neurotransmisores (es decir, moléculas químicas que ayudan a transmitir información entre dos neuronas). Es, en definitiva, un precursor de las hormonas de la felicidad. (16)
Fíjese: la dificultad para levantarse, la disminución del estado de alerta, la disminución de la concentración o el colapso de la libido… son efectos relacionados con la deficiencia de dopamina. ¡Y sin L-tirosina no hay dopamina!
Las plantas adaptógenas ofrecen, de la manera más natural posible, una protección contra las múltiples agresiones que nuestro metabolismo debe gestionar diariamente.
Tienen la capacidad de restablecer el equilibrio celular de nuestros órganos y del sistema nervioso, actuando cuando y donde se necesita. Le proporcionará a su organismo, incluso antes de que necesite ayuda, la capacidad de adaptación física y mental, centrándose en las partes del cuerpo que lo requieran (y en ninguna otra).
No hace falta sufrir alguna patología o una crisis, sino que puede recurrir a las plantas adaptógenas como gesto preventivo. Pero además esta combinación de sustancias está especialmente indicada si usted:
Casi todas las personas que lo toman se sorprenden al notar sus efectos positivos desde los primeros días. Los efectos beneficiosos que más se citan son la recuperación de la energía, una sensación de distensión y bienestar mental, así como el hecho de tener un ánimo de acero y estar más preparados para hacer frente a las situaciones estresantes.
Si usted quiere probar también la “magia” de las plantas adaptógenas, puede pedir este complemento en este enlace o en el siguiente botón.
Recuerde: si lo pide hoy podrá beneficiarse de hasta un 40% de descuento. ¡Se trata de una oferta única para disfrutar de las plantas adaptógenas en las mejores condiciones! Y más en estos tiempos en los que son tan necesarias y tanto bien pueden hacer.
Deberá tomar dos cápsulas por la mañana y dos por la noche, y en poco tiempo notará sus beneficios en sus defensas naturales, su vitalidad intelectual y su capacidad de responder mejor frente al estrés diario.
Y ya nos contará cómo le ha ido.
Fuentes:
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