Empieza a hacer buen tiempo y algunos han aprovechado para dar por inaugurada la temporada de baños con el primer chapuzón.
Sin embargo, muchos de los que se hayan desplazado hasta las playas de la costa mediterránea este mes han podido encontrarse con una bandera roja izada o con una alerta prohibiendo a los bañistas entrar en el agua.
Y es que la presencia de la carabela portuguesa (Physalia physalis) en la zona mantiene en vilo a los vecinos, a los expertos y a las autoridades sanitarias. Se trata de una peligrosa medusa, cuya picadura, aunque no es mortal, resulta muy dañina.
Y usted, ¿sabe qué riesgos supone para la salud la picadura de una medusa? ¿O cómo actuar en caso de sufrirla? ¿O cómo evitarla? Le aconsejo que lea el texto que escribí hace unos meses y que encontrará a continuación, en el que se explica todo lo necesario sobre este enemigo capaz de amargarnos un feliz día de playa.
Cuando era pequeño veraneaba con mi familia en un pueblo costero. Un día me encontraba jugando en la orilla junto a mi primo cuando éste comenzó a quejarse de un fuerte calambre en la pierna y un escozor terrible. Le había picado una medusa.
Acudimos corriendo junto a mi madre y mis tías, que le dijeron que debía orinarse encima. ¡Craso error! Aunque, evidentemente, ellas no lo sabían. Únicamente hicieron uso de la sabiduría popular, que asegura que el efecto de la orina sobre la zona afectada por la picadura alivia el escozor.
Sin embargo, aunque esa solución efectivamente puede ayudar en algunos casos, debido al efecto del amoníaco que contiene la orina, resulta contraproducente en otros (más tarde supimos que aquello fue lo que le sucedió a mi primo).
Aquella experiencia me hizo entender muchos años después la importancia de actuar correctamente ante una picadura de medusa. Y por eso hoy quiero aclararle algunas de las dudas más comunes que surgen al respecto:
Lo más recomendable, ante la mínima duda, es acudir siempre al puesto de socorro o primeros auxilios más cercano. En caso de que el estado de la persona picada por la medusa empeore pasada media hora o que los síntomas vayan más allá de la manifestación local (por ejemplo, si se sufren mareos, vómitos, taquicardias…), lo más recomendable es acudir directamente a un centro sanitario.
En un primer momento, tras la picadura, lo urgente es limpiar la zona afectada. Si dispone de los medios necesarios puede tratar de realizar esta limpieza usted mismo; si no, acuda directamente al puesto de socorro o de primeros auxilios más próximo.
Lo primero es retirar las partes de la medusa (de sus tentáculos) que se hayan quedado adheridas a la piel. Para ello, presione con cuidado con un elemento duro, como por ejemplo un DNI o una tarjeta de crédito, y ayúdese con agua de mar (ojo: no utilice nunca agua dulce). Inmediatamente después debe desinfectar la zona.
El uso de amoníaco rebajado con agua (la orina puede valer como medida de emergencia, pero mejor optar por lo primero) o de vinagre puede ayudar a desactivar los cnidocitos (células especializadas de los cnidarios -medusas, corales, anémonas de mar y demás familia- que segregan una sustancia urticante que les resulta útil tanto para defenderse como para atacar), ya que tienen un pH alcalino el primero y ligeramente ácido el segundo.
Pero esta solución también esconde un problema, y es que mientras que un pH alcalino (como el del amoníaco rebajado con agua) es útil ante la picadura de una clase de medusas, es contraproducente en el caso de otras.
Así, el pH alcalino es eficaz contra la picadura de los escifozoos, grupo al que pertenecen entre otras la medusa luna (Aurelia aurita), el acalefo azul o aguamar (Rhizostoma pulmo) y la medusa luminiscente (Pelagia noctiluca), varias de las medusas más comunes en nuestras aguas.
Sin embargo, resulta nefasto si se aplica sobre la picadura de una cubomedusa como la avispa de mar (Carybdea marsupialis), cuya presencia en determinadas zonas del Mediterráneo es muy notable, ya que activa los cnidocitos y empeora la situación.
Contra la picadura de las cubomedusas hay que usar un pH ácido que inactive sus cnidocitos. No obstante, lo recomendable es que este tipo de aplicaciones las lleve a cabo un experto o sanitario y teniendo constancia fehaciente de cuál es la especie de medusa responsable de la picadura, lo cual no es tarea sencilla.
Si quiere profundizar acerca de los tipos de medusas de mayor presencia en nuestras costas, cómo identificarlas y los efectos específicos de la picadura de unas y otras puede consultar el primer documento que encontrará en las fuentes al pie del texto. (1)
¿Por qué pican las medusas? ¿Es porque se sienten atacadas o amenazadas? Es decir, ¿es ese su mecanismo de defensa?
Para ayudar a entenderlo bien he hablado con el Dr. César Bordehore, que es experto en ecosistemas y biodiversidad marina y una de las personas que más sabe sobre medusas. (2)
“Las medusas son carnívoras; pero tienen un problema, y es que no ven a sus presas ni son capaces de detectarlas en la distancia”, explica.
Así, la forma en que las medusas capturan el zooplancton y los pequeños peces es atrapándolos con sus tentáculos y, cuando detectan una presa (mediante un mecanismo de reconocimiento bioquímico al contacto), los cnidocitos disparan miles de filamentos cargados de toxina.
Si la presa es un pez pequeño, el veneno inyectado es capaz de matarlo, y entonces los tentáculos de la medusa se repliegan hasta llevar la presa a su boca (un orificio que da paso directamente a su cavidad gástrica). Cuando la presa es una persona, los cnidocitos se disparan igual y, aunque no consiga matarla, “la toxina puede generarle una reacción tóxica o alérgica” notable, recuerda el Dr. Bordehore.
Evitar las picaduras de medusa pasa por algo muy sencillo y muy complicado al mismo tiempo: no bañarse.
Esta es sin duda la mejor solución para los casos extremos, como cuando existen avisos por acumulación en el agua de gran número de medusas o por la presencia en la zona de algunas de las especies más peligrosas (por ejemplo, la medusa luminiscente –Pelagia noctiluca-).
Si quiere extremar la precaución para protegerse en una zona de gran presencia de medusas lo mejor es que se bañe con ropa. Ésta debe ser preferiblemente de materiales tipo lycra, que no pesan y se adhieren perfectamente a la piel, sin dejar huecos ni bolsas de aire.
Debe cubrir la mayor extensión de piel posible (por ejemplo, con camisetas de manga larga, mallas…). Pero recuerde que las zonas desprotegidas siempre estarán en riesgo y que, de cualquier modo, no se trata de una solución absolutamente infalible (se han dado casos de picaduras a través de la ropa).
Quizá haya oído que las cremas solares o untarse con vaselina también sirve para protegerse, pero lo cierto es que el supuesto efecto deslizante contra el agarre de las medusas no siempre funciona.
En el mercado pueden encontrarse cremas solares con protección específica frente a las medusas. Yo no puedo decirle si funcionan o no, pero muchos expertos dudan que sean eficaces en el 100% de los casos. Además, no hay que olvidar que es una opción que plantea otros problemas: por un lado, el efecto de los posibles componentes tóxicos sobre la piel y, por el otro, los restos de crema que pueden ir a parar al mar en forma de residuo contaminante.
En definitiva, ante la presencia de medusas la mejor decisión es no bañarse. Cuando no haya medusas y quiera darse un baño, lo aconsejable es que preste atención igualmente a los alrededores y nunca baje la guardia. Además de eso, si quiere extremar las precauciones puede optar por camiseta de manga larga y mallas como vestimenta para su chapuzón.
“Ahora hay muchas más medusas que antes; ¡son una plaga!”. “Cuando éramos pequeños aparecía una cada verano, y eso con suerte”. Son las frases típicas que se oyen en la playa cuando la presencia masiva de medusas en las orillas obliga a desaconsejar el baño y convierte a estas criaturas en el principal tema de conversación, a veces incluso ocupando minutos en los telediarios.
Sin embargo, el Dr. Bordehore recuerda que “no hay una respuesta única a si las lluvias o la modificación de cualquier factor ambiental afecta positiva o negativamente a la presencia de medusas”.
De hecho, en realidad cada especie de medusa tiene un ciclo biológico particular. Es decir, que unas pueden verse afectadas por las lluvias -por ejemplo, a más lluvias, más alejadas de la costa-, pero otras no, ni positiva ni negativamente.
En este sentido, se pueden diferenciar dos tipos de medusa:
Por un lado, las que viven generalmente alejadas de la costa y que, por efecto de las corrientes, son transportadas hacia las playas. Es el caso de la medusa luminiscente (Pelagia noctiluca) y el acalefo azul (Rhizostoma pulmo), la primera con una picadura más potente y la segunda casi sin efectos sobre las personas.
Por el otro, un grupo de especies de medusa que se podrían denominar “residentes”, es decir, que viven cerca de la costa y que por tanto no dependen de las corrientes para hacer acto de presencia en las zonas de baño. Entre ellas se encuentran, por ejemplo, la avispa de mar (Carybdea marsupialis) y la medusa cruz (Olindias phosphorica).
Ahora bien, tanto para las medusas del primer grupo como para las del segundo también es un factor determinante la cantidad de alimento que pueden encontrar en una determinada área. Y esto, a su vez, está muy relacionado con la fertilización del mar por parte del hombre, en especial por culpa de las aguas cargadas de fertilizantes nitrogenados agrícolas o por el fósforo proveniente de los detergentes, por ejemplo.
El Dr. Bordehore está especializado en el área del Mediterráneo, pero afirma que por lo general no existe un patrón que explique la presencia de más o menos medusas en un punto u otro.
“Lo que sí tenemos son playas con mayor incidencia de picaduras que otras, pero está claro que el número de picaduras no sólo depende de si hay medusas, sino también de la cantidad de bañistas”.
Además, a esta heterogeneidad espacial se suma la temporal, de año en año, explica, lo cual complica mucho cualquier tipo de pronóstico.
“Donde sí hay una cierta homogeneidad entre años es en el caso de las especies de medusas ‘residentes’, que viven en un determinado tramo de litoral de no demasiados kilómetros”, continúa.
Se refiere a diversos arenales diseminados por todo el litoral a los que se debería prestar una atención especial, pues mediante el manejo de la calidad del ecosistema podría llegar a reducirse notablemente la presencia de medusas urticantes.
Una de las especies más peligrosas que se pueden encontrar en las playas españolas es la carabela portuguesa (Physalia physalis), que curiosamente no es una medusa sino una colonia de zooides flotante, aunque por su forma y el modo en que pica es muy similar a ellas.
Se sabe que una carabela portuguesa provocó la muerte a un bañista en Cerdeña con una picadura en 2010, aunque por lo general su picadura no mata, sino que se queda en unos daños relativamente severos.
Pero ¡puede respirar tranquilo! Lo cierto es que en nuestras costas la carabela portuguesa se ha detectado sólo en contadas ocasiones. Además, a diferencia de muchas medusas, este organismo se ve fácilmente porque tiene una parte que flota por encima del agua.
Como siempre (aunque en el caso de la carabela portuguesa más si cabe), lo principal es evitar la picadura. Si ve alguna en la zona no se bañe en ningún caso, pues poseen tentáculos de varios metros de largo que podrían alcanzarle aunque se encontrase a cierta distancia. También podría haber trozos urticantes dispersos en el agua, incluso de individuos mucho más pequeños que merodeasen por la zona.
Si sospecha que le ha picado una carabela portuguesa, no se lave bajo ningún concepto con agua dulce. Utilice agua del mar para retirar los restos de tentáculos adheridos a la piel y acuda al centro hospitalario más cercano inmediatamente, incluso si no nota ningún síntoma (éstos pueden aparecer con el paso de las horas).
Le recuerdo que si quiere profundizar en los tipos de medusas de mayor presencia en nuestras costas, cómo identificarlas y en los efectos específicos de la picadura de unas y otras puede consultar el primer documento que encontrará en las fuentes al pie del texto. (1)
Las picaduras de medusa reiteradas (lo que se conoce como “repicadura”) sensibilizan cada vez más al paciente, lo que puede derivar en reacciones más graves, al igual que sucede en el caso de las avispas.
Y lo que es todavía peor: para que se produzca esta mayor sensibilización la segunda picadura ni siquiera tiene que ser inmediata a la anterior, sino que pueden estar separadas por años.
Es decir, que tras una picadura de medusa lo mejor será que se fíe de su instinto y del cierto “miedo” que quizá desarrolle, ya que es lo que le va a permitir estar más alerta y ser más prudente en el futuro ante la presencia de estas desagradables visitantes.
Por otro lado, gracias a un proyecto pionero puesto en marcha en nuestro país hoy se sabe que la picadura de medusas puede ser no sólo tóxica sino también alérgica. Es decir, que en muchos casos las reacciones experimentadas tras su picadura están mediadas por componentes alergénicos. De hecho, esta “alergia a las medusas” podría ser tan frecuente o más que la alergia a otras picaduras de animales, como por ejemplo la de los himenópteros (avispas). (4)
Quizá dentro de unos cuantos años exista un tratamiento específico contra las picaduras de medusa, pero por el momento la realidad es la que es. Por eso quiero insistir de nuevo en lo que también el Dr. Bordehore hace especial hincapié: la mejor medida contra la picadura de medusa es evitarla.
Así que ya lo sabe: ante las medusas toda precaución es poca. Pero, eso sí, ¡no deje que le amarguen las vacaciones, ni se quede sin darse ese chapuzón que tanto le apetece! Sólo trate de tener los ojos bien abiertos por si aparecen y, si quiere ir un poco más allá a la hora de protegerse, utilice ropa de manga larga y ceñida para bañarse.
Fuentes:
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