A comienzos de año, una mujer de 70 años fallecida en Estados Unidos se hizo tristemente famosa en todo el mundo.
La había matado la bacteria Klebsiella pneumoniae, tras una infección en una herida que se había producido unos meses antes al fracturarse una pierna. (1)
Esta bacteria pertenece a la familia de los carbapenem-resistant Enterobacteriaceae (CRE), unos organismos resistentes a todos los antibióticos del mercado.
Antes de fallecer le habían administrado en total 26 fármacos, sin conseguir frenar la infección. La última esperanza era la colistina, que tampoco sirvió.
La superbacteria pudo resistir todo y los antibióticos, antaño capaces de vencer las infecciones, se mostraron tan inofensivos para la bacteria como una gota de agua.
Este caso puso nombre propio a uno de los grandes temores de los responsables de la salud pública: la pérdida de eficacia de los antibióticos.
Los antibióticos, que han sido una de las claves de la supervivencia mundial en el último siglo, están en entredicho, y ni siquiera hay nuevas familias de fármacos en el horizonte. Nos aproximamos a la era post-antibióticos.
Habíamos sobreestimado el poder de los antibióticos, a los que creíamos los más poderosos, y habíamos subestimado la capacidad de las bacterias para adaptarse a nuestro arsenal, por más potente que éste fuera.
Un error de cálculo de consecuencias catastróficas.
Las bacterias se encuentran en el planeta desde hace mucho más tiempo que nosotros y han aprendido a adaptarse de forma más rápida. Su vida más corta, que va desde unos minutos a unas horas, hace que en el espacio de una vida humana tengan centenares de miles de oportunidades de adaptarse a los antibióticos que a una persona se le van administrando a lo largo de su vida.
Y durante décadas, desde que se inventaron los antibióticos, es como si les hubiésemos estado dando los planos secretos de nuestras armas más potentes. Ellas los han “estudiado” y se han adaptado. Han mutado y se han hecho más y más resistentes, y finalmente han surgido “superbacterias” mutantes invencibles, como la que mató a la mujer estadounidense con la que empecé este texto.
Y no es un caso aislado. Un creciente número de infecciones, como la neumonía, la tuberculosis, la septicemia o la gonorrea, son cada vez más difíciles de tratar (a veces directamente imposibles) a medida que los antibióticos van perdiendo eficacia.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) dio la voz de alarma a finales del año pasado. Sus palabras no dejan lugar a dudas: (2)
“Si no se toman medidas urgentes, el mundo está abocado a una era post-antibióticos en la que muchas infecciones comunes y lesiones menores volverán a ser potencialmente mortales”.
“La resistencia a los antibióticos está poniendo en riesgo los logros de la medicina moderna”.
“Es un problema de dimensiones mundiales”.
Suena apocalíptico, casi a ciencia ficción, pero desgraciadamente es un problema real. Y lo tenemos encima. La OMS lo ha calificado como de “alta prioridad”, la misma con la que figura en la agenda de la Asamblea General de las Naciones Unidas.
El Gobierno británico ha ido más allá y ha estimado que, si no se logran medidas para detener la resistencia a los antibióticos, sólo por esta causa podrían morir al año 10 millones de personas, lo que son más que las muertes por cáncer, por poner un elemento de comparación. (3)
En Plantas & Bienestar no nos quedamos esperando de brazos cruzados.
No podemos permitirnos esperar a que lleguen nuevas generaciones de antibióticos (la propia OMS ya ha declarado que no es de prever que ninguno de ellos vaya a ser eficaz), ni creemos que la carrera por crear nuevos fármacos sea el único camino. Tampoco confiamos en que nuestras autoridades sanitarias nos vayan a sacar del atolladero.
Queda una esperanza, una esperanza basada en las soluciones naturales que, como es habitual, lleva mucho tiempo olvidada. Por supuesto, hablamos de la fitoterapia.
Si un antibiótico contiene una molécula, una planta contiene centenares de ellas. Y si una bacteria es capaz de frenar la acción de una de estas moléculas aislada, tendrá grandes dificultades para hacer frente a un ejército de estas moléculas.
Las plantas son seres vivos que se adaptan a los cambios y mutaciones constantes de las bacterias mucho mejor que nosotros, los seres humanos. El antibiótico, una sustancia inerte y unidimensional, jamás va a poder rivalizar con esa capacidad de adaptación.
Por todas estas razones, las plantas son unos eficaces aliados para luchar contra las infecciones.
Y, además, al menos hasta el día de hoy, jamás se ha reportado un caso de resistencia a las plantas.
Por eso en Plantas & Bienestar hemos preparado una fitoguía que le mostrará cuáles son las plantas que han demostrado resultar eficaces para luchar contra infecciones frecuentes. Ello le permitirá, en caso de infección, poder complementar o incluso sustituir un tratamiento convencional con antibióticos por otro natural a base de plantas, lo que significa un paso de gigante que puede adoptar para protegerse usted mismo (y por supuesto, también a su familia) de la resistencia a los antibióticos.
Con la lectura de este número de Plantas & Bienestar, conocerá, por ejemplo, la eficacia de:
Ahora bien, para cerciorarse de que un tratamiento será efectivo hay que tener en cuenta una forma de utilización precisa (no es lo mismo aplicar los principios activos de una planta en forma de tintura, en raíces pulverizadas o en decocción, por ejemplo), así como una posología y recomendaciones que deben respetarse.
Por eso este mes le ofrecemos esta completa fitoguía en la que encontrará detalladas las dosis que deben tomarse para cada patología y cómo hacerlo.
Con ella también conocerá las propiedades antibacterianas de los aceites esenciales (AE) de orégano (Origanum compactum), canela (Cinnamomum zeylanicum), árbol de té (Melaleuca alternifolia), tomillo CT timol (Thymus vulgaris CT timol) o menta piperita (Mentha piperita), entre otros.
Este ejemplar de Plantas & Bienestar es una verdadera mina de información con la que podrá preparar un completo plan de ataque antes de que los antibióticos mueran definitivamente.
Estar informado es lo que da el poder de anticiparse y tomar las riendas de la propia salud. ¡Por eso este ejemplar tiene un valor incalculable!
Y esto no es lo único que va a encontrar en el nuevo número de Plantas & Bienestar, en el que también descubrirá:
Debe darse mucha prisa para solicitar su ejemplar. Como le dije, estamos con los últimos preparativos para enviarlo a la imprenta. Por eso, si usted también quiere recibirlo (y yo le aconsejaría que no lo deje escapar), debe solicitarlo cuanto antes, y en cualquier caso antes del lunes día 9 de este mes. Pasado ese momento, será demasiado tarde.
Cada número de Plantas & Bienestar está cargado de soluciones que harán maravillas por su salud. Y todo completamente natural. No deje escapar la oportunidad y solicite este ejemplar lleno de información y soluciones útiles con las que podrá mejorar su salud y la de los suyos.
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CARAMBA! QUE GRAN ARTICULO PARA LEER Y APRENDER. MIS MÁS SINCERAS GRACIAS Y FELICITACIONES POR ESTE TIPO DE INFORMACIÓN.
Mi satisfacción obedece a que en mis años mozos en los años 80’s fui gerente de marca (mercadeo) de dos antibióticos llamados Lincocin y Dalacin marcas pertenecientes a un laboratorio, farmacéutico (el cual no mencionare por ética) ahora fusionado con otro laboratorio a raíz de la globalización. Durante el manejo de estos productos en investigaciones de mercado realizadas entre consumidores y médicos especialistas pudimos determinar el uso indiscriminado para la gripe por los consumidores/pacientes/enfermos del antibiótico mezclado con un antitusígeno por dos (2) días solamente cuando el tratamiento electivo debía ser por lo menos (5) días.
Esta práctica descubierta alarmó tanto que hasta la casa matriz del fabricante “pego el grito al cielo” ya que la resistencia a futuro de las bacterias hacia el antibiótico en referencia tendría características desastrosas tanto para el producto como para el consumidor.
Entonces nos dedicamos a crear una campaña de concientización a nivel de la población y médicos sobre el uso indiscriminado de los antibióticos por periodos tan cortos y el de tomarlos por cualquier dolencia sin prescripción facultativa cuando aparecía una fiebre repentina por cualquier circunstancia.
A pesar de nuestros esfuerzos aun la gente por ignorante, falta de información masiva y principalmente porque no les gusta leer sigue con la práctica de ingerir antibióticos como caramelos y ahí están las consecuencias.
Cada vez que entre mis amigos o personas de mi entorno los oigo hablar de tomar antibióticos para cualquier dolencia o malestar de gripe inmediatamente los ataco con clases de antibioticoterapia para tratar de que entiendan que los antibióticos son uno de las medicamentos más peligrosos que existen sobre la tierra, tal como me lo hizo saber una persona integrante del Dpto. de investigaciones de Nuevos Productos del laboratorio en el cual trabajaba.
Así las cosas continúan su curso y ahora todos en el mundo sufriremos las consecuencias del uso indiscriminado de esta medicina por parte de tanto ignorante.
Un cordial saludo y disculpen mi retórica.