La enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) es una enfermedad cuya mortalidad en todo el mundo se ha visto incrementada un 11,6% entre los años 1990 y 2015, siendo actualmente la enfermedad respiratoria más mortífera (comparada con el asma, la más común, causa hasta 8 veces más muertes). Sólo en España el número de afectados por EPOC ya alcanza los 2,9 millones.
Estos son los datos ofrecidos por la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR), cuyo informe anual(1) sitúa a la EPOC como la cuarta enfermedad más mortífera del mundo, por detrás de la cardiopatía isquémica, el cáncer y las neumonías.
Los principales factores de riesgo para desarrollar o que se agrave la EPOC son el tabaco y la contaminación ambiental. Por ello, los expertos indican que aquellas personas que se encuentran expuestas a estos factores deberían comprobar su función pulmonar a través de una simple espirometría. Y es que la EPOC no sólo se puede diagnosticar con esta visita al neumólogo, sino que también se puede tratar.
Cuanto antes se confirme el diagnóstico mejor se podrá controlar la enfermedad, ya que el daño pulmonar que ocasiona puede llegar a ser irreversible. Unos datos que resultan aún más preocupantes si tenemos en cuenta que hasta el 73% de los afectados por la EPOC no han sido diagnosticados.
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