Que la nutrición es una de las principales herramientas para prevenir el riesgo de enfermedades cardiovasculares, una de las lacras de nuestra sociedad, es algo que ya han confirmado numerosos estudios científicos. Sin embargo, la eficacia de la nutriterapia sigue siendo una asignatura pendiente en la educación de los futuros médicos, lo que supone un gran hándicap en su labor.
Así lo atestigua la American Heart Association (AHA) principal organización estadounidense centrada en la salud cardiovascular, al señalar que la mala alimentación es uno de los principales factores del aumento de las enfermedades cardiovasculares en todo el mundo(1). Por tanto, parece evidente que entre las primeras actuaciones de los médicos que tratan a estos pacientes deberían incluirse recomendaciones sobre un estilo de vida saludable con patrones alimentarios adecuados.
Pero nada más lejos de la realidad. Una encuesta realizada por la AHA entre especialistas en medicina interna confirma que sólo el 14% se considera apto para asesorar a sus pacientes sobre el tipo de dieta que deben seguir. Y preguntando a especialistas de cardiología, el 44% admitió que había acudido a una única charla sobre nutrición, mientras que sólo el 27% de los interinos recordaban los pocos temas de nutrición que habían estudiado durante la carrera de medicina.
Por todo ello la AHA advierte de la necesidad de que los estudiantes de medicina aumenten sus conocimientos nutricionales, además de que actualicen constantemente su formación.
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