¿Sabe que cada vez que mira la pantalla del móvil está cargando sobre su cuello un peso de hasta 27 kilos? Esta es solo una de las consecuencias de utilizar un teléfono inteligente (los denominados smartphones), cada vez en manos de más y más gente (además, España es líder en el ranking mundial, con un 88% de usuarios móviles en el año 2017).
Sin duda se trata de un dispositivo muy útil que puede facilitar la vida en muchos aspectos, pero ¿sabe hasta qué punto también puede resultar peligroso para su salud? (1)
Numerosos estudios hablan de la depresión causada por los móviles debida a una desconexión con la vida real o al aislamiento que se produce cuando la relación con los demás se hace únicamente a través de estos aparatos. Pero lo más preocupante es que este peligro empieza en el mismo momento en que se inclina la cabeza para mirar la pantalla. (2)
Y es que la postura que se suele adoptar al utilizar el móvil afecta al estado de ánimo. Para empezar, piense en cómo suele expresar su cuerpo la tristeza: se encorva. Imagínese ahora con un móvil entre las manos: ¡seguramente estará también encorvado! Es decir, con el simple hecho de bajar la cabeza su cuerpo puede estar enviándole al cerebro el mensaje erróneo de que usted está triste… lo que pasará a ser asimilado por este y, por tanto, se sentirá realmente así.
Pero dicha postura plantea además otro problema: dolores musculares o articulares que pueden derivar en dolores de cabeza, contracturas o incluso desgaste de los discos intervertebrales de la columna vertebral.
Esto es especialmente preocupante en el caso de las personas mayores, que ya de por sí suelen experimentar problemas de espalda. Así, para evitar problemas graves debidos a una mala postura, lo mejor a la hora de mirar la pantalla del móvil es colocarlo a la altura de los ojos (a unos 30 cm de ellos) y levantar los brazos en lugar de bajar la cabeza. Además, es necesario mantener la muñeca relajada al sostener el dispositivo y alternar el uso de los pulgares y del resto de dedos para aliviar la tensión muscular.
Pero tampoco es conveniente mantener esta postura durante mucho tiempo, ya que se cargarán los músculos de los brazos. Por ello, en caso de utilizar el móvil durante un período prolongado (si quiere hacer una videollamada con amigos o familiares que se encuentran lejos, por ejemplo) lo mejor es apoyarlo sobre alguna superficie, e incluso usar un teclado convencional conectado al dispositivo.
Otra buena idea si va a hablar por teléfono y quiere utilizar las manos para realizar otras tareas al mismo tiempo es la opción de “manos libres”. Lo que en ningún caso debe hacer es sujetar el dispositivo en forma de pinza entre su cabeza y su hombro, ya que puede producirle igualmente daños en la zona del cuello y la espalda.
En cualquier caso, lo principal es no abusar del uso del móvil. Esto evitará no solo la fatiga física (en caso de dolor no olvide estirar brazos, cuello, hombros y dedos), sino también la visual (para relajar la vista, levante la vista de vez en cuando y mire a lo lejos).
Pero además hay que tener en cuenta que el 82% de las personas mayores tienen problemas de vista, el 29% de audición y el 43% de sujeción o manejo del móvil. Por ello, en estos casos lo mejor es hacerse con un teléfono especialmente pensado para este perfil. (4)
Estos modelos suelen contar con un diseño ergonómico -de fácil sujeción-, teclas físicas en lugar de táctiles, pantalla y botones grandes para una mejor visualización (incluso con los números en relieve) y sistemas de regulación de sonido compatibles con los audífonos.
Algunos también ofrecen la posibilidad de usar un “lápiz de precisión” para evitar cansarse los dedos, y permiten el acceso remoto para que familiares y amigos puedan solucionar a distancia cualquier problema con el dispositivo.
El móvil ofrece posibilidades de utilización que pueden parecer básicas, pero no por ello dejan de ser útiles e interesantes. Entre estos usos están el de poder contactar con alguien de manera urgente en caso de imprevisto (incluso mediante un botón de acceso directo) y la posibilidad de realizar gestiones sin tener que salir de casa (por ejemplo, en caso de contar con algún problema de movilidad).
En definitiva, los móviles le brindan un sinfín de posibilidades muy prácticas para su día a día. Pero recuerde: es muy importante no abusar ni dejarse llevar por ellos, para sacarles el mayor provecho sin dejar de disfrutar de las cosas importantes de la vida.
De hecho, desde que esta tecnología irrumpió en nuestra sociedad los síntomas depresivos y el número de suicidios han aumentado entre los adolescentes, un perfil vulnerable donde se aprecian mucho más sus devastadores efectos. La cantidad de gente que ve a sus amigos a diario y en persona ha bajado considerablemente y, al mismo tiempo, hay más falta de sueño.
Por otro lado, muchas de las personas que siguen saliendo para relacionarse con los demás han cambiado su forma de hacerlo: suelen organizarse a través de alguna red social como Instagram o Facebook o por medio de aplicaciones de mensajería como Whatsapp. Pero con frecuencia aquellos que no usan dichas redes directamente no son invitados, por lo que acaban sintiéndose excluidos. Además, y esto es algo que puede comprobar en prácticamente cualquier cafetería a la que acuda, la gente prefiere prestar atención a su teléfono móvil antes que a la persona que tiene sentada enfrente.
La psicóloga estadounidense Jean M. Twenge, quien estudia desde hace 25 años el comportamiento social y afectivo de los jóvenes, ha percibido en los últimos años un “terremoto” provocado por estos dispositivos. En su artículo “¿Han destruido los smartphones una generación?” una joven cuenta con tristeza lo que le ocurre cuando queda con chicos de su edad: “Intento hablar con ellos, pero ni me miran. Solo miran sus smartphones. Me molesta mucho. Sé que la generación de mis padres no hacía eso”. (5)
Pero también muchos adultos están perdiendo la cabeza con los móviles, llegando incluso a escribir mensajes mientras caminan por la calle. Ya no observan el azul del cielo, no escuchan el canto de los pájaros ni sonríen a las personas con las que se cruzan. ¡Están encerrados en sus mensajes!
La gente parece estar olvidando lo que era la vida antes de la llegada de estos inventos. ¡Hasta hace no mucho vivíamos de otra manera! Cuando alguien subía a su coche, o al tren, se iba de verdad. No continuaba la conversación con las personas a las que acababa de dejar atrás. Las despedidas eran más duras, pero los reencuentros también eran mucho más intensos.
Durante el viaje, la gente leía o hablaba con los demás. Si iban conduciendo, dejaban volar la imaginación. Y se podía escuchar música sin riesgo a que fuera interrumpida por una inoportuna llamada telefónica.
Cuando se estaba con amigos o familiares, se estaba presente de verdad. Es decir, no se mantenían conversaciones paralelas con colegas u otras personas que se encontraban lejos, lo cual hacía la velada más agradable para todo el mundo.
Entiendo perfectamente lo excitante que pueden parecer estos aparatos: uno está todo el tiempo estimulado y se siente importante. Se tiene la impresión de estar realmente en el mundo, de llevar una vida trepidante. Y contagia la emoción de llevar una vida moderna, conectada y siempre en movimiento…
Pero no hay que olvidar la importancia del contacto real con los demás. ¡Imagínese lo que sería dejar de disfrutar de las cosas sencillas de la vida y de la compañía de quienes nos rodean por culpa de un teléfono!
Un uso moderado del móvil es fundamental, así como también lo es usarlo de manera apropiada. Estoy seguro de que estas indicaciones evitarán que su salud y la de los suyos se resienta por un mal uso del smartphone. Por ello, le animo a compartir estos consejos también con sus amigos y familiares de cualquier edad, reenviándoles este mail, para que también ellos puedan comenzar a usar sus teléfonos de una manera más saludable.
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