“Los dolores son más fuertes durante la noche y las primeras horas del día. En ocasiones provocan incluso que me despierte durante la segunda mitad de la noche. Pueden ser continuos y afectar considerablemente a mi estado de ánimo”.
Así es como los propios pacientes describen los dolores de la artritis reumatoide en algunas fichas médicas. (1)
Sin embargo, esta descripción no refleja el auténtico calvario que a menudo sufren los enfermos que la padecen.
Hasta tal punto es así que, históricamente, la artritis reumatoide no se diagnosticaba examinando las articulaciones de los pacientes, que estaban rojas, hinchadas y doloridas, sino que se percibía en primer lugar mirando la cara del paciente:
En ese caso desgraciadamente se confirmaba sin lugar a dudas el terrible diagnóstico: artritis reumatoide, una enfermedad dolorosísima que abruma al enfermo y le impone largas e insufribles noches sin dormir.
Como ve, yo hablo de “artritis reumatoide” cuando en medicina lo habitual es hablar de “poliartritis” reumatoide. Es indiferente, por tanto, referirse a ella de una u otra forma.
Se trata de una enfermedad en la que los tejidos que rodean las articulaciones se inflaman, y esto se produce en cada vez más puntos al mismo tiempo. Y no es solo una, sino varias las articulaciones afectadas. De ahí precisamente la denominación de “poliartritis”.
Si la inflamación de la articulación se manifiesta en la rodilla derecha, también aparecerá en la izquierda. Y lo mismo sucede con las manos, los pies…; siempre que afecte a uno de ellos, lo hará inevitablemente también en el del otro lado.
Este es uno de los aspectos que permite distinguir la artritis de la artrosis, que empieza afectando a un único cartílago.
Asimismo, la poliartritis reumatoide ataca también a articulaciones que rara vez se ven afectadas por la artrosis, como por ejemplo pequeñas articulaciones del pie, de la mandíbula, de la muñeca, del tobillo…
La inflamación es de origen autoinmune; es decir, se origina cuando nuestras defensas naturales atacan al propio cuerpo. En ese punto, las articulaciones se inflaman y terminan destruyéndose.
Esta enfermedad limita incluso para abrir un bote de mermelada, un grifo o un tubo de pasta de dientes. Puede que incluso resulte imposible sujetar un simple bolígrafo.
Además, a causa de la falta de sueño y la desesperación que esta genera, a menudo acaba afectando al carácter del paciente, que termina malhumorado.
Y peor todavía: en ciertas formas más agresivas de artritis la inflamación acaba atacando a otros tejidos más allá de las articulaciones, como por ejemplo el corazón, los pulmones, los ojos, los riñones…
Es decir, que la enfermedad llega a poner en riesgo la propia vida.
A nivel cardíaco, el tejido que se inflama es el que rodea el corazón, denominado “pericardio”, por lo que esta manifestación recibe el nombre de “pericarditis”.
En definitiva, estas inflamaciones pueden llegar a desencadenar un fallo orgánico, resultando la poliartritis reumatoide una enfermedad mortal. (1)
Numerosos casos de artritis evolucionan poco o muy lentamente. De hecho, en un 10 ó 15% de los casos, después de una crisis de 6 meses la enfermedad se detiene por sí sola (y puede incluso desaparecer del mismo modo en que apareció).
De las personas que no reciben ningún tratamiento ni hacen nada al respecto, solo una de cada dos experimentará un trastorno incapacitante relacionado con la enfermedad al cabo de 10 años.
Eso significa que, si se actúa sobre la alimentación y el modo de vida, comenzando con la toma de complementos nutricionales tan pronto como se pueda, y asimismo recurriendo a la medicina convencional en las crisis más graves, esta enfermedad puede sobrellevarse perfectamente.
Lo ideal sería no llegar a experimentar ningún síntoma de poliartritis reumatoide. Y en este sentido sepa que se puede empezar cuanto antes a trabajar para prevenirla de la siguiente forma:
Por tanto, la mejor estrategia es salir de casa y exponerse al sol. Los rayos UVB y la radiación ultravioleta desencadenan la síntesis de vitamina D en la piel y mejoran el estado general al ayudar a regular la melatonina y la producción de óxido nítrico (que permite reducir la tensión arterial y el riesgo cardiovascular).
Durante los meses de invierno -o durante todo el año si vive en un lugar poco soleado- lo mejor será que tome un complemento nutricional de vitamina D3 (de 4.000 UI al día).
A fin de restablecer el equilibrio es importante tomar alimentos ricos en omega 3 (es decir, priorizando en la dieta los pequeños pescados grasos de mares fríos -arenques, sardinas, anchoas, caballas…-, el aceite de colza y de nuez y ciertos vegetales como la verdolaga y las semillas de lino o linaza -que hay que machacar siempre antes de comer-, entre otros).
Asimismo, debe aumentar su consumo de germinados, ricos en vitaminas, minerales, antioxidantes y enzimas que protegen al cuerpo de los radicales libres y las toxinas; y también de crucíferas (de la familia de las coles), sobre todo brécol, coles de Bruselas y coliflor.
Priorice también el consumo de espinacas y otras verduras verdes, ya que son ricas en potasio, zinc, selenio y vitamina A, e incorpore a su dieta, si es que no las consume todavía, las verduras fermentadas, como por ejemplo el chucrut, el kimchi (col coreana fermentada) o el natto (la soja fermentada).
Estos alimentos nutren la microbiota y aportan grandes cantidades de bacterias buenas (probióticos) que protegen sus intestinos.
Además, los alimentos fermentados tienen otras ventajas:
– Contienen grandes dosis de vitamina K2, que previene la formación de placa arterial y refuerza los huesos.
– Producen vitaminas del grupo B.
– Mejoran el sistema inmunitario.
– Desintoxican el organismo.
– Ayudan a mejorar el estado de ánimo.
– Evitan y combaten la obesidad y la diabetes.
Las articulaciones tienen una particularidad, y es que se gastan sobre todo cuando NO se utilizan. Es decir, que lejos de desgastarlas, utilizarlas haciendo ejercicio moderado favorece que circule por ellas -y especialmente por su cartílago- un líquido lubricante y nutritivo denominado “sinovial”.
Son los golpes, los choques violentos y los esguinces o torceduras -es decir, las lesiones- los que resultan malísimos para las articulaciones, y no el ejercicio físico como tal.
Como ve, es mucho lo que la medicina natural puede hacer por usted para prevenir la artritis: nutrientes, plantas y tratamientos para hacer frente al dolor que causa esta enfermedad y además mejorar su movilidad.
Pero puede que usted ya padezca esta patología. Por ello me comprometo a ofrecerle próximamente todas las soluciones que tiene a su alcance y que contribuirán a reducir al máximo sus síntomas, ganando así calidad de vida.
¡A su salud!
Luis Miguel Oliveiras
Fuentes:
1. Daniel H Solomon et al. “Risk of diabetes among patients with rheumatoid arthritis, psoriatic arthritis and psoriasis”. Annals of the rheumatic diseases (2010). ard.bmj.com/content/69/12/2114.
2. Kostoglou-Athanassiou I, Athanassiou P, Lyraki A, Raftakis I, Antoniadis C. “Vitamin D and rheumatoid arthritis. Therapeutic Advances in Endocrinology and Metabolism”. 2012 ; 3(6) : 181-187. Doi : 10.1177/2042018812471070.
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Molto interessante ,ci sono cose che tutti dovrebbero sapere grazie.
Muy interesante