Los ojos dan refugio a colonias de bacterias que durante mucho tiempo han permanecido olvidadas por parte de los científicos. Y ese es, precisamente, el motivo de que las funciones de esta microbiota ocular sigan siendo a día de hoy bastante desconocidas.
Sin embargo, en el marco del congreso de la American Society of Microbiology celebrado hace unos meses fue presentado un nuevo e interesantísimo estudio al respecto.
En él los investigadores midieron las diferencias existentes entre las colonias bacterianas de las personas que usaban lentillas y de las que no, y sus conclusiones prueban, una vez más, que los hábitos propios del estilo de vida moderno tienen enormes consecuencias sobre la salud.
Y en este caso implican directamente a al menos 125 millones de personas en todo el mundo, que son las que usan lentillas habitualmente.
El resultado del estudio es sorprendente: quienes usan lentillas tienen tres veces más bacterias en la superficie de los ojos que el resto.
Tanto es así que su microbiota se parece más a la de la piel que a la de un ojo sano.
Se encuentran especialmente presentes las siguientes bacterias:
Lo que explica estos resultados es el contacto continuo entre los dedos y los ojos. Es así como los microbios son trasferidos de la piel a la superficie del órgano ocular.
Pero eso no es todo: las lentillas también secan mucho los ojos, hasta el punto de que los dejan sin suficientes lágrimas para irrigarse y mantenerse hidratados. Por ello pierden cierta capacidad de evitar la proliferación bacteriana. Y el problema se agudiza todavía más si se pasa mucho tiempo delante de una pantalla, ya que hacen que se parpadee mucho menos y los ojos se secan todavía más.
Asimismo, también se sospecha que la presión de la lentilla sobre el ojo altera la microbiota ocular. Algunas de esas bacterias afectadas pasan entonces a provocar inflamaciones y trastornos oculares como conjuntivitis (inflamación de la conjuntiva del ojo), queratitis (inflamación de la córnea), endoftalmitis (infección del conjunto del globo ocular)…
Y es que el ojo es un órgano tremendamente sensible, por lo que muchos patógenos – incluso si son bien tolerados a nivel cutáneo- pueden resultar terriblemente dañinos a nivel ocular.
Al usar lentillas su riesgo de infección aumenta. Así de simple.
Cada año, de hecho, al menos 1 millón de consultas médicas están relacionadas con problemas de cualquier índole provocados por las lentes de contacto.
Lo que los desencadena, en muchos casos, es una limpieza incorrecta. Otras veces la persona se olvida de -o directamente rechaza- quitárselas por la noche. Pero estas malas prácticas pueden provocar patologías oculares muy graves. Y esto es lo que no todo el mundo que utiliza lentillas sabe.
Hablamos de picores, úlceras e incluso de la pérdida completa de la visión. En otras palabras: un mal uso de las lentes de contacto podría terminar dejándole ciego.
Lo cierto es que para utilizar lentillas sin riesgo es necesario ser minucioso, lo que pasa por limpiarlas a diario, sumergiéndolas en una solución acuosa esterilizada, y por desecharlas y empezar a usar otras nuevas con una frecuencia incluso mayor a la que normalmente recomienda el fabricante.
Para cumplir sus funciones correctamente, los ojos necesitan ser “estimulados” y “alimentados”.
En este sentido, las miles de longitudes de onda (diferentes intensidades de penetración del rayo de luz en los ojos) que componen la luz natural son un baño regenerador para estos órganos. Sin embargo, el hecho de llevar lentillas o gafas priva a los ojos de 1.500 de esas longitudes de onda trasmitidas por los rayos solares, ya que actúan como “filtros” que impiden que la radiación alcance la retina.
Y eso por no hablar del efecto negativo para la salud que tiene privar al organismo de la luz solar, tan importante para la salud mental, que podría incluso aumentar el riesgo de sufrir depresión.
Por supuesto, quien necesita corrección para la vista, la necesita. ¡No voy a ser yo quien le diga que debe tirar sus gafas a la basura si no ve sin ellas! Ahora bien, hay buenos motivos para empezar a utilizarlas menos, tal y como está a punto de ver.
Y, en cualquier caso, ante la duda de si gafas o lentillas debe saber que las primeras son muchísimo menos invasivas para los ojos.
Sin embargo, las gafas también tienen sus inconvenientes, y es que mantienen los ojos en tensión todo el día y eso termina por dañar la vista. Esto se debe a que, al mantenerse rígidos durante tanto tiempo, los músculos acaban entumecidos.
Para que entienda mejor ese efecto, le propongo un ejercicio:
Imagínese caminando sobre un alambre situado a gran altura. En una situación como esa, su tensión muscular debe ser perfecta; si es demasiado débil usted puede caerse, pero también podría perder el equilibrio si se encuentra demasiado tenso…
Pues bien, por lo general los ojos de una persona que usa gafas están todo el tiempo demasiado tensos, tratando de funcionar al máximo de su capacidad.
Sin embargo, eso puede reeducarse.
De hecho, existen muchas fórmulas que permiten frenar e incluso revertir la degradación de la vista, como son los masajes oculares circulares, el descanso de la vista (de 2 ó 3 minutos cada hora) y otear el horizonte durante varios minutos al día, así como los baños de ojos con agua tibia, por ejemplo. Todas estas acciones permiten un mejor descanso y una recuperación de la función ocular muy notable. Pero también hay algunos métodos algo más “sofisticados”, como son el uso de gafas con agujeros o la realización de ejercicios visuales como los que siguen, que deberá realizar al menos una vez al día, siguiendo las flechas:
Pues bien, en cualquiera de los dos casos estos métodos le ayudarán a hacer enormes progresos, hasta el punto de que podría llegar a no necesitar corrección.
No obstante, yo le recomendaría que dejase de usar sus gafas o lentillas paulatinamente, en función de las tareas que vaya siendo capaz de realizar sin problema. Puede empezar, por ejemplo, por leer sin gafas, aunque para ello tenga que aumentar la luminosidad de la estancia. Y es que la cantidad de luz es determinante para permitir a los ojos funcionar de forma normal sin cansarse ni verse dañados.
El poder de la mente es determinante en el proceso de reeducación visual. El cerebro es el que lo controla todo, por lo que haría bien en olvidar lo que le hayan dicho hasta la fecha sobre sus ojos, especialmente en lo relativo a sus problemas de vista.
Controlando esta función mentalmente usted debería ver mejor. Bastará con que reeduque a sus ojos, al igual que se hace durante los primeros años de vida, en los que se aprende a distinguir las formas.
¡Confíe en la capacidad del cuerpo para superarse y regenerarse!
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