En los últimos años los telómeros han centrado la investigación más puntera sobre el envejecimiento del organismo. Se trata de una especie de capuchones situados en el extremo de los cromosomas para protegerlos de la degradación que sufren cada vez que se replica el ADN, de tal modo que cuanto más corto sea el telómero, más rápido será el envejecimiento celular.
Ahora unos investigadores(1) han descubierto otra increíble propiedad de los telómeros: si el acortamiento de estos es especialmente acusado no se produce la división celular. Esto implica, en otras palabras, que se frenaría la proliferación de las células… incluidas las cancerígenas.
Con este sorprendente descubrimiento los telómeros entran de lleno en el estudio de los tratamientos oncológicos, pues podrían convertirse en una eficaz arma para frenar el desarrollo tumoral.
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