Alguna vez he escrito en Tener S@lud sobre el fallecimiento de un ser querido. Y es que la muerte es parte consustancial de la vida. Tan natural es morir como nacer y vivir, pero eso no lo hace más sencillo cuando quien se marcha es alguien a quien queremos. Por eso hoy vuelvo a hablar de este tema, desde otro enfoque que también me parece necesario, y es ese momento en que tanto el enfermo como su familia saben que se están adentrando en la parte final del camino. (1) (2)
Tras el diagnóstico de una enfermedad grave y potencialmente mortal, como puede ser un diagnóstico de cáncer, todo se centra en los procedimientos médicos, en la conmoción familiar y en la búsqueda de soluciones más o menos convencionales o alternativas.
Las pruebas, los resultados, los tratamientos… éste es un periodo en el que la enfermedad en sí absorbe por completo tanto al enfermo como a su entorno cercano. Pero cuando de una enfermedad grave se trata, puede llegar un punto en que se sepa que es irreversible y apenas quedan esperanzas: se está llegando al final.
No se trata de ser pesimista, sino simplemente realista, lo que permitirá utilizar mejor y con más tranquilidad el tiempo que nos queda. Por ejemplo, en el caso de un cáncer con metástasis en fase terminal, es muy raro que llegue a curarse de forma espontánea (1 de cada 100.000 casos), por lo que llega un momento en que ya no se trata de actuar ni de curar, sino de hacer más llevadera la vida del enfermo, aceptar que el fin se acerca y vivir esos momentos que restan de la forma más serena posible.
Sin embargo, para muchas personas, ésta es una etapa enormemente difícil. Y por eso quería escribir sobre ella.
Cuando un ser querido está llegando al final de su vida, es muy probable que sintamos que nos invaden la desesperanza y el miedo. Tampoco sabemos bien cómo actuar. Estas emociones son normales. Es lógico sentir angustia, o incluso pánico, de cara a lo desconocido. Y una sensación de impotencia ante el sufrimiento de la persona enferma, ante su progresivo deterioro.
Las personas que se muestran tranquilas y seguras de sí mismas ante la muerte no es que no sientan nada de lo anterior, sencillamente aceptan los límites del ser humano: los límites de nuestra capacidad para reaccionar ante los acontecimientos; los límites de la ciencia y de la medicina, y los límites de nuestro conocimiento ante el misterio de la vida.
Así, es importante decir a las personas que se sienten desamparadas ante la cercana muerte de un familiar, que es normal no saber qué decir ni qué hacer y sentirse a veces desbordados por la situación y las emociones. Para eso no hay ningún manual, no hay ninguna receta.
Una persona a quienes los médicos le han informado que no tiene posibilidad de curación podría sentir deseos de cumplir una última voluntad o de aprovechar sus últimos momentos de lucidez. Quizá le agrade recibir visitas y ver viejas fotografías. Pero no siempre es así. Otras personas no desean recordar sus momentos felices mientras sienten que se les escapa la vida.
Dependiendo del estadio de la enfermedad, podría sentir ganas de hablar o, por el contrario, preferir que permanezcamos junto a ella en silencio. O quizá le agrade saber que hay gente en casa, que su familia está con él, aun cuando él no pueda participar en las reuniones y la mayor parte del tiempo esté ausente postrado en su cama.
En caso de duda, pregunte a la persona lo que desea; si quiere estar solo o prefiere estar acompañado. Usted no debe molestarse ni preocuparse si le pide que le deje solo. Nadie puede imaginar qué le estará pasando por la cabeza en ese momento pero, con toda seguridad, no es signo de rechazo ni de falta de afecto hacia usted.
Pregúntele sin miedo si hay algo que pueda hacer para ayudar.
A veces, los problemas, los malentendidos, la falta de tiempo o el simple discurrir de la vida nos aleja de personas a quienes apreciábamos. Pregunte a su familiar enfermo si quiere que usted avise a alguien, dejar algún mensaje, despedirse de personas que usted quizá ni conozca pero que fueron importantes para él.
Al final de la vida, es necesario abordar una serie de cuestiones prácticas con la persona que está a punto de partir.
Puede tratarse de temas relativos a los cuidados de última hora, asuntos financieros, la partición de la herencia, la organización del funeral, algo relacionado con el trabajo…
La mayoría de la gente se resiste a abordar estas cuestiones con una persona enferma, quizá por miedo, quizá por superstición, porque le parecen temas “groseros” o, sencillamente, para no revelar a ese ser querido que sabemos que va a morir. Pero somos adultos y sabemos que tarde o temprano todos vamos a morir. No hay ninguna vergüenza en abordar estas cuestiones; no es insensible ni morboso, y lo mejor es hacerlo cuanto antes.
Por supuesto que se tratará de conversaciones dolorosas y difíciles, pero no debe posponerlas ya que, si el estado de la persona enferma empeora, tener esa conversación más tarde podría resultar imposible. Tras su muerte, corre el riesgo de haberse quedarse solo con un montón de preguntas sin respuesta, y esto puede resultar más doloroso aún y suponer una serie de problemas prácticos insuperables. Es más, cuando se trata de una enfermedad, precisamente se cuenta con tiempo para tratar y cerrar ciertos asuntos que, en caso de un fallecimiento inesperado (por muerte súbita o por un accidente), el hecho de que queden en el aire causa finalmente más dolor.
Piense en la simple cuestión de las llaves, las cuentas bancarias, las deudas, los seguros o cualquier circunstancia económica. La persona enferma se sentirá mucho más tranquila y en paz sabiendo que todas sus cosas quedan en orden.
Incluso quizá tenga algo que decir respecto a qué tipo de ceremonia fúnebre desea o dónde y cómo quiere ser enterrado. Sobre esta cuestión, la mayoría de las personas que no han perdido a alguien cercano recientemente no tienen idea del desafío que supone. Saber si la persona tiene alguna preferencia respecto a ello (por ejemplo, ser enterrado junto a sus familiares) y asegurarse de cumplir su voluntad, resulta tranquilizador para todos.
A una persona enferma que sabe que va a morir, sobre todo si de ella depende económica o emocionalmente mucha gente, le supone una angustia añadida pensar qué va a ser de su familia cuando falte. No dude en tratar esos temas también con el enfermo. Nada le tranquilizará más que saber de primera mano que saldrán adelante, que aunque siempre le recordarán podrán seguir su camino. Una persona que da sus últimos pasos en la vida necesita hacerlo en paz.
Nos pasamos casi toda nuestra vida comunicándonos (por whatsapp, por correo electrónico, por teléfono…). Y, sin embargo, cuando se trata de hablar de la muerte o de decir adiós a alguien cercano, suelen faltarnos las palabras y tenemos la impresión de que no sabemos expresar todo lo que queremos. Es importante que se libere de la presión de tener que encontrar la respuesta perfecta; las palabras perfectas.
A veces, lo mejor es no decir nada en absoluto. La comunicación no verbal -quedarse sentado junto a esa persona, sostenerle la mano o acariciarle-, podría ser la mejor comunicación posible.
¿Le agradan a su familiar las flores frescas? Asegúrese de que siempre haya un jarrón a su vista. ¿Le gusta que suene música clásica de fondo? ¿o tener las cortinas abiertas para sentir la vida que transcurre al otro lado? Con esos pequeños detalles no sólo le hará más llevadera la última parte de su vida, sino que le está diciendo, sin palabras, cuánto le importa.
Saber que una persona se aproxima al momento de su muerte puede suscitar todo tipo de miedos: miedo a la muerte propia, miedo al sufrimiento de la otra persona, miedo a la enfermedad… Este miedo es natural y, una vez más, hay que aceptarlo.
En cualquier caso, no debe impedirle pasar tiempo junto a esa persona que quiere. Esto requiere valentía, pero también le proporcionará un gran alivio, y ese momento lo recordará como uno de los más importantes de su vida.
Podría ser la ocasión de decir las cosas importantes, de vivir las experiencias humanas más intensas, y que le ayudarán tanto a usted como al ser querido a afrontar la separación. Las personas que consiguen vivir estos instantes ante la muerte de una persona querida viven su duelo mejor que el resto.
El cónyuge y la familia próxima del enfermo serán probablemente las personas más agotadas, física y mentalmente. Los tratamientos médicos, los cuidados intensivos, el peso emocional y la cantidad de decisiones difíciles que se deben tomar podrían hacer que se sintieran aislados en medio de su dolor.
Necesitan ayuda. Usted necesitará ayuda cuando sea su turno. Así que no dude en ayudar a las personas que lo necesitan. Vaya a visitarlas. Esto podría agradar no sólo a la persona enferma, sino también a la familia, que se sentirá menos sola. Quizá la familia ni pueda ni quiera apartarse largo tiempo del lado del enfermo, pero un paseo, un café o un rato de conversación les ayudará a despejarse y a sentirse acompañados. Las familias suelen recordar siempre estos gestos.
Puede llegar un punto en que ya no se desee o no se pueda recibir visitas. Si éste es el caso, una carta, una tarjeta, unas breves palabras, ofrecerse para hacer la compra o para traer la cena puede contribuir a hacer las cosas un poco más llevaderas para la familia.
No hay atajos contra el dolor. Pero sentir que hemos hecho y dicho lo adecuado nos hará sobrellevar mejor el profundo dolor que inevitablemente llegará cuando se produzca el fallecimiento del ser querido. Aunque suene extraño para quien no ha pasado por este trance, las personas que han perdido a un familiar y han podido pasar tiempo con él, incluso han estado a su lado cuando finalmente se les iba la vida, recuerdan esos momentos con alegría e intensidad dentro del inmenso dolor. Y logran aceptar mejor el nuevo presente al que se enfrentan y mirar hacia delante con esperanza.
En fin. Supongo que aún quedan muchísimas cosas por decir sobre una cuestión tan importante. No dude en compartir sus reflexiones con nosotros. Para comentar este artículo, basta con que haga clic en este enlace. Leeré cada uno de los mensajes recibidos.
Fuentes:
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Artículo muy interesante sobre cómo dar el último adiós a un ser querido.
Me gustaría, si es posible, conocer algo más sobre cómo organizar ese último adiós cuando la persona que se va no es nada religioso y no quiere ceremonias religiosas a su fallecimiento. Me parece que el tema no es fácil pero lse quedaría muy agradecido si pudieran darme alguna pista.
Un saludo muy cordial
Mi madre ha fallecido de cáncer páncreas con metástasis hígado, faltan unos días para que se cumpla un mes. Vivíamos las dos juntas con nuestra perrita. Yo he estado con ella, siempre, mi gran apoyo, la he querido y quiero mucho, con la enfermedad he hecho todo para que ella estuviera bien, nunca le dije lo grave que estaba, no quería que se angustiase ni un instante más de lo necesario, incluso hacia planes con ella.
He pasado miedo, pero fue más fuerte mi amor por ella. Ahora, lloro sin más, me salen lágrimas en cualquier momento, pero siento una paz inmensa, he perdido muchos miedos, y solo puedo darle a ella y a Dios las gracias
Sabias palabras las suyas con las que me identifico plenamente.
Cuando supe la grave enfermedad que sufría mi querido hermano decidí pasar el mayor tiempo posible acompañándole. Este periodo ha sido largo en el tiempo y corto para mí pero me ha permitido, ahora que se ha ido mantener la entereza y saber que he disfrutado de su compañía todo mi tiempo disponible lo que hace más llevadera aunque durísima su pérdida.
Saludos
Yo tengo cáncer de mama, soy metastásica. Creo que no hay cosas para aliviar esta enfermedad cuando me mandan la información las leo todas pero hay poca solución, yo aspiro a vivir unos añitos más.
Gracias por mandame todo lo que me mandan.
La muerte, el misterio más grande.
No obstante lo que desconocemos de ello, yo tengo la idea de que morir es trascender; no es el apagarse de una vela, sino el amanecer a una nueva vida, en otra dimensión.
Y lo que tambien creo es que, a pesar de que no hablamos del tema y lo evadimos, en general no tememos la muerte en si, sino al proceso de morir, sobre todo cuando es por una enfermedad larga, difícil y dolorosa.
Por eso, disfrutemos de la vida, mientras la tengamos, pues es un regalo divino que solo una vez nos es concedido…
Saludos desde México.
Se me llenaron los ojos de lágrimas cuando leía el comentario y no sé por qué.
Gracias, Daniela
Mi mujer se llamaba Rosa. Desde el diagnóstico hasta su muerte transcurrieron 3 meses. Estuve a su lado trabajando y creyendo en ese milagro de 1 cada 100.000. Hablamos de la vida y de la muerte y sintió serenamente que todo estaba bien. Percibió cada día la paz a su alrededor y eligió cómo quería morir y ser despedida. No olvidaré nunca la fuerza y el valor que nos transmitió a mi y mis hijos.
Una lección final de vida y muerte.
Hola,
Hace más de 30 años, falleció mi padre y algo me quedó siempre en mi cabeza y corazón. Sabíamos que se iba a morir y estaba en terapia intensiva, y la ultima que lo vio fue mi madre que me dijo que le estiraba los brazos para que no lo dejaran solo, y siempre me dije porque si sabíamos que se iba a morir.
No hicimos sacar de terapia en una sala común y estábamos con él en sus últimos momentos, eso me lo reprocho, siempre. Madre falleció hace 6 años, pero al final ya con 92 años, hice todo por ella y cumplí con todos sus pedidos hasta el final, mi hermano no quería aceptar su muerte y se enojaban conmigo porque ya había preparado todo para su velorio entierro, y demás cosas. Le llamé un sacerdote para que le diera la unción de los enfermos, casi me mata mi hermano, pero falleció y el no ni yo tuvimos que poner un peso para nada. Yo con su dinero como ella me solicitaba pagué todo antes, era su decisión y lo que quedó le di la mitad a mi hermano.
Me quedé en paz y muy tranquila. Yo siempre digo hoy estamos mañana no sabemos y ya dije todo lo que quería y repartí todas mis cosas. Cuando me vaya de este mundo, en cambio mi esposo ni se le puede hablar de la muerte se enoja, no le puedo preguntar qué quiere y se enoja le tiene terror a la muerte, sé sus claves pero no me da un juicio del anses el nombre del abogado ya se lo voy a sacar. Quizás me vaya antes que él pero siempre hay que estar preparado.
Y cuando me han pasado estas cosas tan dolorosas no lloro, soy fuerte, quizás después caigo un poco hasta superarlo, y con mis suegros también hice todo lo que pude, sobre todo con mi suegra que los hijos los hermanos de mi esposo le sacaron todo, la abandonaron y yo me hice cargo de ella a pesar que me hizo sufrir y lo hice con amor y dedicación y mi conciencia está completamente en paz.
Esa es mi historia. Con respecto a esto, gracias.
Gracias por este artículo.
Perdí a mi madre hace poco. Saber que al menos hice ciertas cosas que ayudaron a mi madre en su partida, y las cuales comenta en este artículo, hace que me sienta un poco mejor. El duelo se hace muy dificil cuando te quedan ciertas cosas en el tintero, pero es un consuelo saber que al menos algo hiciste bien.
Gracias de nuevo y un cordial saludo a todo el equipo de «Tener Salud»
Acompañar a mi padre en su batalla final y tenerlo en mis brazos en su último suspiro ha sido lo más intenso y amoroso de mi vida. Los silencios, la música y las caricias fueron nuestro último lenguaje.
¡Gracias por este artículo!
Desde la terapia narrativa de Michael White hay un trabajo psicoterapeutico sobre la idea de la muerte «decir hola de nuevo». Muy interesante la idea de continuidad desde otra dimension. Sugiero revisión de sus trabajos, seguro le resultan muy interesante.
Modelos de terapia narrativa de los australianos, Michael White y David Epston.
Al ser usted tan buen comunicador, sus artículos son de gran valor para todos los que recibimos su literatura electrónica sobre la salud y la vida cotidiana.
Considero a Dios como el médico Divino y a las fuentes fieles y leales como la suya.
Garcias por sus inspiradores mensajes
Los creyentes en Jesucristo tenemos el consuelo de sus promesas de perdón, y de ser hechos hijos de Dios y la vida eterna. La muerte ha sido vencida, no se impondrá para siempre, no es «natural», por eso todo ser humano la repudia en su corazón. No es la última palabra. Tenemos ese consuelo.
Son muy valiosas las reflexiones que ustedes nos hacen llegar. Me siento muy complacida cuando me siento a la compu a leer sus mensajes. Coincido totalmente con sus reflexiones con respecto al acompañamiento y cariño que hay que expresar en eso difíciles momentos. El trabajo que ustedes hacen a través de este medio es invaluable.
La vida les colme de bendiciones y cada día les dé más sabiduría para acompañar a tanta gente que lo necesita.
Un abrazo desde Costa Rica.
Ciertamente la «muerte» ha sido en todos los tiempos el coco de la humanidad. Desafortunadamente la gran mayoría desconoce que es la vida y peor aún la muerte, amén que la han llenado de tantas supersticiones que todo mundo le tiene terror a ella.
En el mundo material, todo tiene un principio y un final, así el cuerpo del hombre nace, crece, se reproduce y se transforma nuevamente; la ley de la materia.
Sin embargo la vida que dio la fuerza, la energía a ese cuerpo o herramienta de trabajo, la vida decía, que no fue la sangre, ni el cerebro, ni el corazón, ni nada que se materia, esa no desaparece, no acaba, no termina nunca en la eternidad. Esta vuelve para reencarnar y cumplir con otra existencia más para enriquecer su sabiduría a través de sus experiencias acumuladas en cada existencia.
En fin, es así, que si tuviéramos conciencia plena de la esencia de la vida, tendríamos el consuelo de que realmente el ser querido que parte, solo vino temporalmente a cursar un grado más en una aula del el infinito templo del Universo, y que este no se va a otro lugar fúnebre de los que pintan las religiones, no pasa a otro mundo, ni otro universo, ni nada por el estilo sino que (la vida) siendo un «ser sin ser», queda en este mismo mundo, en este plano y lo más probable es que regrese con su familia después de haber ido a depositar amorosamente su cuerpo a la madre tierra, decía que regresa con su familia a su hogar por tiempo indefinido y miles sino millones de experiencias han experimentado muchas familias en sus hogares los cuales dan fe de la presencia del familiar ido.
Un maestro filósofo, moralista de Nazareth nos dijo hace mucho tiempo «En donde está tu mente, está tu corazón».
Afrontar la muerte bien, pero hay un aspecto no mencionado que es la muerte inesperada de un ser querido, así como las diferentes situaciones dependiendo del vÍnculo con la persona que desaparece. Los vínculos según sean estos suponen una elaboración de duelo diferente.
Me gusta el artículo
Yo tuve la oportunidad de estar con mi madre durante 4 años con la cruel enfermedad del Alzheimer y también en su último segundo de vida.
Eso te hace sentir muy bien, pero no por eso creo llevarlo mejor. Sigo adelante porque así debe ser y soy fuerte, pero lo que yo siento ahora, no sé si se pasará. Hace ya 15 meses que se me fue y yo no soy la que era, ni lo seré. Me ha marcado mucho aún estanto muy tranquila por haber hecho todo absolutamente todo lo que se puede hacer. Este vacio, ¿podré llenarlo algún día? Podrían decirme o escribir algo de este tema.
Lo agradecería mucho.
Un saludo Gloria
Gracias, estimado Juan-M. Dupuis.
Por todos sus interesantes artículos, pero sobre todo por este de hoy, referente a lo que se puede hacer cuando un ser querido se nos va. Sus comentarios me parecen muy valiosos y son una ayuda importante para las personas que se encuentran en ese caso.
Me hubiera encantado tener estos sensatos y sencillos consejos meses antes del fallecimiento de mi esposo, y haberlos puesto en práctica para ayudarle a irse en paz, y a la vez, sentirme yo más tranquila.
Ojalá que sus consejos puedan ayudar a muchas personas.
Gracias por la claridad y el sentido común con los que expone estos temas.
Un cordial saludo, María Teresa.
Gracias por sus palabras Dr. Dupuis. El permanecer con mi padre moribundo me ayudó a aliviar en algo sus sufrimientos y ahora yo recuerdo, esos momentos, como un regalo de Dios. Es una mezcla de sufrimiento pero también de alegría y paz en el corazón.
Todo en vida, cuando aún está en vida
Lo primero, siempre apoyar al enfermo y darle mucho cariño. Otra cosa también es buscar mas vías, los médicos no son Dios. A veces hay otras alternativas a parte de la oficial que puedan ser compatibles y la persona mejore. Tenemos al oncólogo, terapia de Gerson, etc.
En el caso de perder a los seres queridos, dar mucho amor, a las personas que estén en esa situación tan dolorosa y todo el apoyo que cada uno pueda.
Un beso muy fuerte a todas las personas que estén sufriendo por alguna de estas causas. ¡Dios las bendiga!
No coincido con usted en que una vez que la persona amada se fue y a pesar de haber hecho todo lo humanamente posible por ella, se pueda recordar con alegría. Yo pasé mi vida sufriendo por la lenta enfermedad de mi padre desde muy chica hasta que tuve que verlo morir. Creo que una parte mía se fue con él. Le estoy hablando de muchísimos aÑos, y luego con el tiempo encontrar en mi camino al único hombre que amé verdaderamente y me enamoré, conociéndolo enfermo, comienzo de cáncer y quedándome a su lado hasta que se fue.
son dolores muy profundos que creo que nunca sanarán, solo espero el día que pueda volver a reunirme con ellos, pues esta vida no me presenta nada bueno como para querer quedarme acá, solo ansío ver si la verdadera vida que nos han prometido a los que somos católicos realmente existe. Saludos
Muchas palabras, Dr. Dupuis. Desde el corazón. Por más que uno se diga que la muerte es parte de la vida, duele tremendamente perder a alguien. Sobre todo, cuando no se ha tenido oportunidad de decirse todas las cosas cuando es el momento. El papá de mi hijo menor falleció hace 9 años. Varios meses antes me hablaba por teléfono, porque estábamos distanciados, y me decía que algún día íbamos a tomar un café y me iba a explicar todo lo que le pasaba. Un ACV se lo llevó de forma fulminante en un partido de fútbol. Me enteré por un compañero de trabajo algunos días después. No pudimos despedirnos de él, sigue pendiente aquella dichosa conversación, y es como si aún estuviéramos de luto…
Al leer su artículo recordé la muerte de mi madre, ella paso una semana en el hospital y para mí fue un regalo de Dios porque tuve la oportunidad de despedirme de ella y cuando finalmente murió yo estaba con ella, trataba de tranquilizarla, le decía que no se preocupara que toda su familia estaría bien.
Eso fue un impacto muy fuerte para mí, doloroso sí, pero al mismo tiempo me dio paz
Creo que su artículo es muy importante.
Vivimos una vida ajetreada y estresante la mayoría de las veces y aprendemos mucho sobre cómo afrontar los aspectos prácticos de ésta, sin embargo trabajamos poco sobre la parte emocional y de los sentimientos y menos aún sobre el proceso de la vida y su ineludible destino final.
No es que carezcamos de esa sensibilidad y percepción, es que el ritmo diario que lleva la mayoría no deja espacio para la reflexión i la introspección porque hemos llegado a un punto tal de pragmatismo, que todo lo que no nos produzca un rendimiento o beneficio material o estético o social inmediato etc. parece que no debe distraer nuestra atención.
Pero la realidad es que todos necesitamos aprender mucho más sobre este camino difícil y triste que un día u otro iniciaremos familiares, amigos y nosotros mismos.
¡Es tan difícil superar la muerte de alguien querido!
En 9 años he visto partir a varias personas muy queridas y representativas de mi vida. La última fue mi hermana, un año y medio mayor que yo.
Precisamente con ella compartí todos esos momentos que apunta ud. en su escrito: compañía, demostración con hechos y palabras de mi amor y cariño por ella, comentar las preferencias para su despedida, elegir qué canciones le gustarían más y buscarlas y escucharlas juntas a través de spotify. Cogernos de la mano y cantar canciones de cuando éramos niñas, mientras ella ya no abría ni los ojos, relajada por la química administrada para su dolor, dos días antes de que nos dejara para siempre.
Quiero decir que no me privé de decir ni de hacer nada para su felicidad y también la mía. Sin embargo aunque hace ya tres años que se fue, no puedo dejar de pensar y llorar su muerte y su ausencia. Dejó un dolor tan profundo en mí que no puedo superar. Su partida me sumió en una gran tristeza que sigue asida a mi corazón, la cual no puedo arrancar a pesar de haber recurrido incluso a medicación.
¿Cómo se puede levantar el ánimo, recobrar la ilusión y dejar de sufrir por la pérdida de una persona querida?
No sé si ella fue la gota que colmó el vaso de tantas partidas tan seguidas, pero sé que es en ella en la que más pienso y la que más tristeza me produce.
Era mi hermana, jugamos juntas desde pequeñas, compartimos momentos, situaciones, época, revolución social, política… falta una parte de mi vida y de mi historia. Falta una persona muy culta, de gran memoria, gran conversadora, apasionada por todo, reidora de chistes buenos y de chistes tontos, o sea de buen humor, despreocupada y alegre, pero sufridora patológica por sus hijas; de ¡genio tremendo y temido! Falta mi hermana mayor, ¡por poca diferencia de años! diría ella.
De 9 hermanos, ella se fue y otro, el pequeño, está en la cuerda floja. Él es S.Dawn y parece está en el proceso «Demencia hacia Alzheimer» en un estadio avanzado. Nos piden no lo saquemos de la residencia (pues cada semana va a casa de una de sus hermanas) ya que parece que no es bueno para el nuevo estado mental suyo. Pero él siempre ha querido estar con nosotras, sin embargo no quiere regresar a la residencia cuando lo llevamos.
Nosotras lo queremos con locura aunque ninguna podemos tenerlo en casa todo el día por varios temas y actualmente además por el cambio de actitud negativo que ha desarrollado.
Pero estamos desoladas porque para nosotras es como nuestro angelito de 51 años, al que le dedicamos desde hace muchos años, un gran amor y cariño. Aunque tenemos claro que todo eso él nos lo ha dado con creces, mucho antes, consiguiendo con ello unirnos más entre nosotros.
No podemos pensar en perderlo, algo que tememos hace tiempo.
Es como nuestro aire, nuestro amor, nuestro corazón y aquí se que me hundiré, junto a otras hermanas que sienten lo mismo que yo.
Y nuestra madre con Alzheimer y 88 años también nos tiene en vilo y pedimos para que no se vaya nuestro hermano antes que ella pues se moriría de tristeza y desesperación. Ella lo único que tiene claro es que tiene este hijo y cree que aún está bajo su cuidado pobrecita (pero nosotros no queremos que se vaya ninguno de los dos.¡ No podremos con tanto dolor! ).
Sé que esto parece un serial, que no procede del todo con el tema comentado por ud. pero me ha cogido en el momento menos oportuno para su carta, aunque perfecto para mí.
Sea como sea agradezco la oportunidad de haber podido desahogarme.
Atentamente
Estimado Dr. Dupuis., mi profesión es medico desde hace 40 años, española y laboro en Perú…mil gracias por este articulo y todos los que Ud. nos dedica, soy afiliada por dos años a sus Dossiers….los cuales disfruto mucho.
Soy católica por la familia, no por convicción y desde hace muchos años vengo averiguando en distintas filosofías y religiones; como es el tránsito de la muerte… ya sé lo del túnel, la luz etc., lo de los tibetanos es quizás lo que más me convencen, ya que ellos van acompañando e indicando al moribundo el camino hacia el otro «plano»…pero digo yo tanta tecnología, tanta ciencia y nadie ha podido dilucidar en verdad como es el tránsito hacia el otro estado de conciencia. ¿Podría ud. ayudarme a encontrar biografía, alguna escuela o artículo que pudiera comentarnos sobre este tema, para mi tranquilidad y para tantas personas que en realidad también lo necesitan?
Gracias. Saludos Cordiales.
María V.
Dios está enviando un gran mensaje en sus palabras. EL es nuestro Creador y por ello somos su Creación. Todos los días que puedo oír, caminar, sentir, contemplar la naturaleza que creó para nosotros los humanos, le digo gracias Padre!!! Tengo 75 años ya y he sido bendecida en salud física y mental. En cuanto al tema sobre la muerte y la vida y quienes nos vamos quedando en fila, es una enseñanza y debemos prepararnos para ello. Mis padres y abuelos murieron sin enfermedad larga, por eso no tuve la experiencia de luchar por su enfermedad.
Dr. Dupuis, es un regalo poder dirigirme a ud. y recibir sus sabias enseñanzas.
Dios sea prodigo para usted y cumpla los deseos de su Corazón.,
Ana M., desde USA, con afecto,
Hoy 17 de Octubre hace 2 meses que mi mamá partió, víctima de un cáncer gástrico.
Esta dura etapa que me tocó atravesar con ella no se puede explicar…solo quien la vive.
Me queda la paz de haber acompañado todo el proceso con ella (todo) pero también me queda el vacío de no sentir más su voz, ni tener las charlas que teníamos.
Este informe me gustó mucho porque refleja muchos sentimientos que están en mi corazón. Gracias por la oportunidad de tener un momento de mi duelo leyendo el informe y escribiendo estas palabras entre lágrimas..
El haber estado viviendo y acompañando a mi hermano durante el periodo de su enfermedad, me permitió compartir un momento que es inolvidable, eso nos acerco más. Y realmente me dejo una gran paz y como dice Josefa, fue como un regalo de Dios.
Gracias Dr. sus artículos son sumamente interesantes.
Lo que no hay que dejar pasar, si tenéis padres mayores, planes por hacer. Me pasó con mi madre, que en vida de ella .Habíamos planeado con ella, un hermano y yo ir a Mina Asdruval, el lugar donde nacimos, y por dejadez y un cáncer repentino que la dejó postrada en la cama no pudimos ya hacerlo. Esto siempre lo recuerdo con dolor, pero son de las que se pueden evitar.
Pase toda la enfermedad con mi padre murió de cáncer todavía hoy no he asimilado bien el que el ser más maravilloso de mi vida se me fuera .Todavía siento dolor cuando lo recuerdo todos los días la última noche de su vida estuvimos juntos y al día siguiente cuando se estaba muriendo me eche en la cama a su lado quería estar con él y que el sintiera que no estaba sólo hasta el último momento, mis pensamientos siempre serán para él.
Muchas gracias por compartir, un saludo afectuoso
Agradezco el artículo sobre la muerte. Está bien tratado. Ahora bien encuentro a faltar un tema igual de importante o quizás más, por la proliferación últimamente de enfermedades como el cáncer, ELA, Alzheimer, etc. que dejan al enfermo en sus últimos meses de vida sin poder de decisión por la invalidez y falta de lucidez, que estas enfermedades conllevan.
Me refiero a la muerte digna y al testamento vital, mediante el cual, toda persona, previamente a ponerse enferma, certifica lo que desea que se haga con ella, en caso de contraer enfermedades que le priven, posteriormente, de la toma de decisiones sobre qué hacer en su cuerpo respecto a la continuidad inútil de su vida y de su dolor, cuando los médicos ya han certificado que no hay vuelta atrás y el final es irremediable.
Considero muy importante que grupos como el que Uds. dirigen informen y difundan estas cuestiones que desgraciadamente son desconocidas por la mayor parte de la población. Muchas gracias.
Totalmente de acuerdo con la reflexión, por experiencia, en la muerte de mi madre, en 1988, me faltó tiempo para hablar con ella cosas muy importantes sobre acontecimientos de la guerra civil. Todo se precipitó y cuando pude tomar de mi profesión el tiempo que deseaba dedicarle ya era tarde, solo hablaba con su mirada, nos entendíamos sin palabras, pero se llevó con ella detalles con los que hubiera podido hacer el relato de una injusticia que ella y todos sufrimos. En fin, será en la otra vida…
Su artículo muy completo en los aspectos económicos, afectivos, etc, pero no hay que olvidar los religiosos -espirituales, que tanta tranquilidad dan, siempre a petición del paciente
Me ha parecido un artículo muy bueno.
Gracias.
Señor Dupuis que excelente reflexion.
Yo pasé exactamente por esas experiencias al enfermar y morir mi querido esposo. Usted abarca exactamente lo que suede y lo que se debe hacer y decir en esa circunstancias tan difíciles.
Gracias
Me parece un tema tan importante que la gente en general elude y debería hablarse más, educarnos en comprender que forma parte de la vida, parte ineludible y aunque es tan dolorosa. Por definitiva, también tenemos que considerarla un momento sagrado, glorioso hacia otra realidad, donde todos iremos.
Muy interesante el artículo y a la vez algo de lo cual no hablamos, creyendo que no nos toca.
Acompañé a morir a mi padre y a mi madre. Y puedo decir que hubo que tomar decisiones dolorosas, pero jamás me he arrepentido por ello. Les acompañé hasta el final y me dejaron una paz de espíritu que agradezco desde el fondo de mí corazón. Y deseo poder tener el día que yo me vaya, pues deja a los que quedan con muchísima paz.
Gracias por sus artículos Dr. Dupuis
Muchas gracias por tocar este tema, ya de por sí sirve de ayuda el compartir y leer experiencias, y prepararse para estas situaciones, aunque cuando llegan puede ser todo muy distinto a lo esperado.
Es muy importante el «dejar que sea el propio enfermo quién decida», quién decida qué tratamientos quiere recibir, si ingresar o no en residencia u hospital… ¡ojalá pudiese decidir la persona interesada! ¡Ojalá pudiese expresar sin temor sus deseos!
Pero el sistema médico-sanitario a menudo impone su criterio, tampoco el testamento vital sirve ni es fácil de aplicar, incluso los familiares discuten sobre la interpretación de los deseos del enfermo…
Hemos tenido la suerte de poder vivir junto a nuestro padre un tiempo largo de enfermedad, aunque no demasiado como para hacerle sufrir en exceso, ni agotarse las personas cuidadoras… y decidió él mismo morir en casa y se le respetó. En conclusión puedo decir que fue la muerte ideal, pero veo a mi alrededor que no suele ser así, existen muchas situaciones de tensión y conflictos que serían evitables si se hablase antes del tema y nos preparásemos todos.
Hace 20 años (con 69), perdí a mi mamá y no hay momento del día que no la tenga presente. La quise, la quiero y la querré, hasta que yo me vaya. Una negligencia por parte de una persona allegada, hizo que yo me quedara sin lo que yo más quiero, que es a mi mamá, esta persona ya no existe pero jamás le perdonaré (mi padre) que por comodidad suya, yo me quedara sola. No me da miedo la soledad, pero a mí la pena no se me pasa, pues han pasado acontecimientos en los que mi madre hubiera disfrutado un montón. Pero ya no hay remedio.
Saludos y hasta siempre.
Me ha gustado el artículo en el sentido de que, efectivamente, todo eso y mucho más es lo que sentimos las personas que, siendo ateas, perdimos a seres queridos. Pero lo repito y dejo muy claro: solo los ateos, ya que consideramos que después de esto no hay nada más, que lo que no pudo ser ya nunca más será y que nunca más volveremos a ver a nuestro ser querido porque no existe ningún más allá.
Y fíjese que aún así, aún siendo ateos, la mayoría de nosotros aceptamos ese final para siempre con naturalidad, con valentía y aceptando que la vida es así y no lo que a nosotros nos gustaría que fuese.
Por eso no puedo evitar sonreír cuando veo que personas creyentes, en una sociedad que se sigue considerando básicamente creyente, montan semejante circo ante la enfermedad y la muerte.
¿No se supone que es su dios quien decide esa enfermedad y esa muerte?, ¿no se supone que ese dios que todo lo sabe tendrá sus motivos?, ¿no se supone que el creyente ha de aceptar las decisiones de su dios sin cuestionarlas porque ese dios siempre actúa por su bien?, ¿no se supone que el creyente debería estar sereno ante la decisión de su dios y agradecido porque le haya dejado disfrutar de esa persona aunque sea por poco tiempo? y lo más importante ¿no se supone que el creyente debería estar contento porque, por fin, su ser querido se va a gozar de una vida plena sin limitaciones físicas ni psicológicas, sin hambrunas, guerras ni ninguna otra desgracia? Además, ¿qué más le da al creyente prescindir un tiempo de su ser querido si sabe que se va a volver a reunir con él en unos años?
¿Cómo? ¿Que no está seguro de que esto vaya a ser así? Me lo temía, y por eso pienso que creyentes verdaderos solo hay unos cuantos, que se detectan fácilmente por su coherencia y serenidad ante estos temas. Lo demás…pura hipocresía.
He tenido la suerte de poder cuidar con todo mi cariño a mis mayores: abuelos, padres, suegros, tios, etc, y por eso estoy de acuerdo con sus opiniones. He podido observar la tranquilidad que le da al enfermo poder comunicar sus preocupaciones y también lo que quieren que se haga con sus cosas, parece que descansan si les escuchan y saber que serán cumplidos sus deseos les da una gran paz que al final repercute en quien les ha estado cuidando, de tal modo que cuando nos dejan, parece que te queda una absoluta sensación de paz que va acompañada de todo su amor.
Muy buen artículo, que invita a comtemplar con serenidad los últimos días. Gracias
Se habla mucho de la muerte; pero de la muerte de los otros y aunque esos otros sean familiares directos, no es lo mismo si los amenazados fuéramos nosotros. Para hablar con propiedad de la muerte sería de lo que sentimos cuando, por ejemplo, nos dijeran que nos quedaban unos meses de vida. Aquí pasaríamos de una muerte pensada, a una muerte vivida.
Ya lo dijo nuestro gran filósofo Ortega y Gasset, que no es lo mismo que le duelan las muelas a tu madre que a uno, por mucho que quieras a tu madre. El conocimiento cabal del dolor de muelas es el tuyo. Lo mismo con la muerte, que es, si te da tiempo, a vivirla, el acontecimiento más radical de la vida, como diría también Ortega. Lo demás son racionalizaciones, pensamientos acerca de, pero no son vivencias. Es como ver un documental sobre leones en la tele, sentado cómodamente en tu casa y no ver a los leones in situ y acercarse a ellos.
Amigos, no nos engañemos y no ocultemos nuestro miedo a la de la mano de nieve como cuando éramos niños y cuando pasábamos por el cementerio del pueblo, para disimular, nos poníamos a silbar.
Sr. Dupuis: Ha estado usted muy acertado en un tema tan delicado y sensible como este. Le mando mis felicitaciones por lo bien que ha abordado esta difícil cuestión.
Un saludo
Enhorabuena por la forma en que se ha expresado acerca de nuestra despedida de la vida. Muy útiles esos consejos que usted aporta. Hay algo que sufrí personalmente cuando murió mi madre…
Antes de su partida estuvo algunos días enferma en el hospital, inconsciente a causa de su gravedad. Nosotros los hijos, no tuvimos el valor de pedir a los demás familiares que acompañaban que nos dejaran solos con nuestra madre. Ahora nos arrepentimos, demasiado tarde, porque esos momentos nos pertenecen. Bastaba con nuestra presencia allí, con ella en ese trascendental momento. He creído importante recordar este detalle.
Un saludo.
Hola.
Hace 5 meses falleció mi esposo. Me he visto muy reflejada en su artículo. Desde que conocimos el diagnóstico al fallecimiento pasaron 13 meses, terribles, sabiendo nosotros desde el principio que el cáncer de pulmón en fase IV, y mi esposo al tener que recurrir a quimioterapia de segunda línea ya fue consciente de que no había curación, luchó por vivir el mayor tiempo posible, perdió más de 50 kilos en esos 13 meses, jamás se quejó, sabiendo que se moría, decía que todos acabamos la vida y la suya tenía fecha de caducidad, si no tiene solución pues es lo que hay.
El desgaste físico de él fue equivalente al desgaste psíquico nuestro, viendo día a día el declive de la persona que durante más de 40 años ha sido tu compañero. No quiso hacer testamento y sí que quería ser incinerado y a sus hijos que viendo como estaba él por fumar que lo dejaran y que cuidaran de mí, su madre, y de sus nietas a su padre, nuestro hijo.
El duelo se va haciendo durante esos 13 meses de agonía, mal para el enfermo mejor para la familia que hace que el final sea menos doloroso pensando en el beneficio que significa para el enfermo. Han pasado estos meses y aún el cansancio y el agotamiento sigue presente en mí, que fui su cuidadora incluso en fase terminal estuvo en casa, con todo el confort posible y acompañado las 24 horas día tras día durante las últimas 6 semanas que duró su agonía.
Desde aquí hago el llamamiento a las personas y organismos competentes, alargar la agonía pudiendo sedar como en el caso de mi esposo 6 semanas antes es humanidad, los animales tienen más derechos a una muerte digna que los humanos. Mi esposo en esas 6 últimas semanas perdió más de 30 kilos de peso. Sin salir primero de la habitación y luego sin salir de la cama, sin comer, sin beber en la última semana, sin poder ponerse de pie, teniendo que ayudarle hasta para sentarse en la cama… Terrible, y no quiero imaginar todo el dolor que habrá pasado por su cabeza durante este largo periodo.
Por favor, ayuden a bien morir, sin alargar innecesariamente esa agonía.
Bellísimo el artículo!!!
Gracias!
Sr. Dupuis,
Un artículo que me ha emocionado, me ha hecho recordar los momentos vividos con mis seres queridos, me he sentido reconfortada.
Gracias por su artículo, felicitaciones por lo bien que lo ha abordado.
¿Cómo es posible que no se planteen en este artículo la existencia de Dios, ni la vida futura?
Muchas gracias Doctor por su dedicación a nuestro servicio. Es muy importante el acercamiento a esta verdad profunda que plantea y, de la aceptación que hagamos respecto de ésta, depende también la calidad que vida que vivimos. El que desconoce su finitud y vive como que nunca fuera a morir, en realidad no vive a plenitud.
Me arrepiento, con mi hermano, no haber respetado su decision de no querer visitas, cuando ya todo era irreversible… uno lo hacia «con la mejor intencion» de verlo acompañado, ya que él era muy popular. ¡Grave error! Por respetar y cumplir con mi trabajo, tambien lo dejaba por horas, aun cuando él quería mi compañía. ¡Otro error!
Cuando pienso en esto, le pido disculpas en donde pueda oirme.
Muchas gracias por estos consejos, son muy importantes para que la persona marche en paz. Todos se han de tener en cuenta, para mí, uno de los que más es el de decirles que marchen en paz, que nosotros nos hacemos cargo de todo.
Poder estar en los últimos momentos con ellos también lo es, tanto para los que marchan como para los que se quedan.
Un cordial saludo
Además de agradeceros todos los emails recibidos a través del tiempo como e-letter gratuítos, levanto mi sombrero ante la magnificencia de este: el adiós a un ser querido.
De utlidad pública es vuestra labor: ¡felicidades!
Yo he perdido a mi único hijo hace 5 años, tenía sólo 17 años y murió de un cancer.
Cuando ya nos dimos cuenta que no hay solución y él nos dijo que no quería seguir con quimoterapias, que le dejemos morir con dignidad y tranquilo. Lo acepté, sencillamente para no verle sufrir. He estado a su lado los últimos meses, hemos estado muy unidos y hemos hablado mucho y de todo, también de la muerte, del entierro, me sorprendió la capacidad de un ser tan joven de enfrentarse con tanta tranquilidad a la muerte. Yo me he empapado de la presencia de mi hijo en este tiempo, lo he absorbido para disfrutarlo al máximo, sabiendo que el tiempo se acaba.
Cuando se murió sentí un gran alivio, ya no sufría y todo había sido como él quería, estabamos su padre y yo a su lado hasta el último momento. Como lo describen, he sentido esta paz y felicidad en estos tristes momentos y he podido llevar mejor el tiempo después. Nadie quita esta tristeza que te invade, te falta la persona fallecida en cada minuto y la echas de menos. Pero poco a poco, sin querer olvidar nada, se rehace el día a día y se hace más llevadero.
Ahora después de 5 años llevo una vida feliz, no he olvidado nada, ni quiero olvidar nada, y cuando miro fotos de mi hijo me entra alegría, agradecida de haberle tenido a mi lado por lo menos unos años en mi vida.
Muy agradecido por los consejos.
En estos momentos un familiar y amigo, inicia tratamiento ante cáncer maligno de los considerados incurables. En plenitud de su vida, al igual que otros dos amigos de la misma cuadrilla que también están siendo tratados con quimioterapia, todo ello producido inesperadamente en los últimos dos meses, lo que nos tiene conmocionados y sin saber qué hacer.
Atenderé sus consejos y traslado este correo a quienes estamos pasando por esta zozobra y desconcierto.
Va a hacer dos meses que falleció mi padre de cáncer, los dos últimos meses han sido ya fase terminal. Sé muy bien de todo lo que hablas, y así es. Yo he tenido la gran suerte de poder estar con él viviendo el último mes y para mí ha sido de las mejores cosas que he hecho en mi vida. Él apenas hablabla ya, pero no hacía falta hablar, cada uno tumbado en nuestra cama, mirando la tele, o por las noches yo ponía música en mi móvil, ya que apenas dormíamos.
Yo no tengo miedo a la muerte, sé que es un paso más de nuestra existencia terrenal y que pasamos a otra existencia que es la verdadera, pero también ahora sé que es inevitable la pena y la tristeza a veces por la pérdida de un ser querido, en este plano terrenal. También sé que él está conmigo, lo sé. La vida está llena de señales, lo que pasa que en este mundo que vivimos, nadie nos prepara para reconocerlas.
Hace un año que murió el marido de mi hermana. No era un hombre culto y en casa la cabeza de familia, me refiero en la educacion con los hijos etc, siempre se encargó mi hermana. Sin embargo, al acercarse su muerte, fue especialmente sabio, valiente, y en dos momentos se despidió de sus hijos con una sabiduría que, a día de hoy, no podemos más que pensar que, en el momento de una despedida difinitiva , fue lo que en realidad ha sido siempre, inteligente, amoroso, valiente y leal.
Gracias, gracias por darme la oportunidad de rendirle este homenaje.
Muchísimas gracias por su artículo tan completo y tan ilustrador para esta clase de situaciones que siempre consideramos son inabordables. Aprendimos a ser sinceros y hacer que el enfermo lo sea también con nosotros expresando sus últimos deseos. Nos quedó claro lo importante del acompañamiento permanente a nuestro ser querido.
Que Dios lo siga bendiciendo infinitamente.
Lucía
Mi hija falleció hace 13 años y perdí mi nieta, la hija de ella, por un padrastro, que falleció, la madre de este por sus relaciones con un ex procurador y el hijo de este señor que fue su abogado esposo de su hija, no tengo mi nieta,
Estoy depresiva, con mucha nostalgia porque aquí en RD no hay justicia, está podrida… mi nieta la tiene esa señora que no es sangre de ella, pero me gano la injusticia de este país, dos pérdidas, mi hija falleció de una cirrosis biliar primaria. Allison.
Gracias por las reflexiones que ustedes nos hacen llegar. Coincido totalmente con sus reflexiones con respecto al acompañamiento y cariño que hay que expresar en eso difíciles momentos.
Creo que vale la pena el trabajo que ustedes hacen a través de este medio.
Sigan con sus consejos y reflexiones son muy valiosas para acompañar a tanta gente que lo necesita.
Estoy suscrita a este interesante servicio. Hace varios meses ustedes publicaron un artículo relacionado con el duelo, específicamente con el luto, el cual quisiera volver a leer y guardar en mis archivos. Perdí a mi única hija, de 42 años, y algunos temas abordados por ustedes relacionados con la muerte, me han ayudado muchísimo con mi duelo. Deseo ahora ayudar a otros; podrían indicarme como encontrarlo, por favor? He navegado infructuosamente por ediciones anteriores.
Dios les bendiga y gracias por este esfuerzo y aporte a tanta gente en el mundo.
Durante 9 años mi hermana luchó contra un cáncer e hicimos todo lo que nos decían para salir victoriosas en esta lucha, sin embargo durante el último año a consecuencia de la negligencia médica que hacía más gravoso el estado de su salud sin mencionar el dolor que padecía segundo a segundo, el dolor para su alma, su espíritu, su estado emocional y las fisuras creadas en su dignidad humana… los últimos tres meses fueron catastróficos; los médicos teniendo conocimiento de la situación solamente me informan pocas horas antes de su partida.
La gravedad de la situación, quitándonos también la posibilidad de hacer muchas cosas… le conté a mi hermana lo que me acaban de decir así estuviese sedada; Nosotras nos dedicamos a luchar día a día contra la enfermedad y no hicimos documento de sus decisiones, la reacción de los dos hijos anexaron problemas que no debería enfrentar nadie que ha perdido un ser amado. Perder a un ser amado es indescriptible, te duele el alma, el dolor es tan profundo, son eternos los días sin su presencia, su ausencia crea un vacío inmenso y no se justifica tener que enfrentar problemas a causa del mal actuar de las personas, mi consejo para que quienes amábamos a quien parte y poder asegurar se cumpla su voluntad: No esperen a estar enfermos, no se dejen ahogar por los tratamientos, por favor escriban y registren ante la respectiva autoridad sus deseos, su voluntad, no teman hablar y hacer las cosas ya que el actuar de las personas les puede sorprender y hacer tanto daño que hará a un más difícil enfrentarse y vivir el duelo.
Sería buena idea que la información del artículo, se publicara varias veces al año, porque con ella se puede evitar problemas, decepción, tristeza y dar bienestar a quien parte, a las personas que los amábamos y se pueda continuar sobreviviendo con tan inmenso dolor, sufrimiento, vacío, soledad,…
Hace casi dos años que falleció mi madre con alzhéimer. Era mi deseo estar presente cuando ella se fuera porque yo la adoraba. Debo decir que me quedé un tanto impresionada. Abrió los ojos y como que desprendió un resplandor, una luz, un destello. Me tuvo que atender la psicóloga del hospital porque mi cuerpo temblaba sin parar y mi dolor era tal que no podía contener mis lágrimas.
Tardé bastante tiempo en calmarme y luego he estado más de un año llorando por ella, aunque todavía lloro alguna vez ya no es como al principio aunque en mi recuerdo la sigo queriendo muchísimo.
Me gustaría que explicarais lo de la luz que desprenden algunos cuando fallecen, porque vi un programa de TV, un tiempo más tarde de ocurrirme a mí, donde médicos hablaban de ello yo no lo había oído nunca antes que ocurriera eso, pero sí lo vi en mi madre y no me atrevía a contarlo porque tal vez pensasen que yo no estaba bien, aunque sí se lo conté a alguien antes de ver el programa de TV.
Entré buscando respuestas porque no tuve el valor de estar junto a mi compañero de vida y hoy la culpa no me deja vivir, no puedo creer cómo fui tan cobarde y no soporte su agonía.
Me lo reprocho tanto; era mi alma gemela y no se lidiar con el dolor de su partida.
Agradezco sus comentarios ya que así pude saber cómo fueron sus últimos momentos; ojala hubiera leído, antes así no tendría este dolor tan grande. No pude, simplemente no pude verlo partir y hoy no sé lo que daría por cambiar lo que paso.
Muchas gracias por el artículo, me ayuda a sobrellevar esta difícil y dolorosa situación, ya que mi madre está a un paso de cruzar el umbral de lo físico; su cuerpo casi inerte a la vida eterna, solo pido que lo haga aliviada sin dolor y que su partida sea sabiendo que la amamos con todo nuestro corazón.
Teodorita eres mi vida y solo Dios sabe el inmenso amor y cariño que te profeso, me diste la vida y espero que mi padre, hermano y sobrinos te acompañen a la gloria de nuestro señor.
Estoy en proceso de dejar ir a mi madre, el médico dice k hace mucho ella debería ya estar descansando pero el amor de sus hijos la mantiene, lo contradictorio es verla sufrir postrada en cama y sin moverse ni poder hablar, cada noche duermo con ella, llevo así 11meses.
Del mes pasado a la fecha ha empeorado. Mi pregunta! Como expresarle k puede descansar, k vamos a estar bien, k vamos a cuidar de mi papá! Como despedirnos de ella si no queremos dejarla ir!!! Hay muchísimo dolor guardado y sin tiempo para desahogar pues entre trabajo, cuidados y noches sin dormir es como si me estuviera secando x dentro!
Perdí a mi hermana hace poco más de un año de muerte súbita y aún estoy tratando de asimilar el impacto. Ahora se impone decir adiós a mi madre enferma de un cáncer terminal y no me separo de su lado. Nunca hemos tenido muy buena comunicación pero intento decir y hacer todo aquello que le demuestre y aclare todas las dudas en nuestra relación.
Con frecuencia me asaltan las dudas de si lo estaré haciendo bien, si le quedara claro la quiero, que nuestras diferencias solo fueron superficiales y de manera de ser. Qué siempre he estado orgullosa de ella y ha sido para mí la mejor de las madres. Aprovecho cada ocasión que se presenta para decírselo y que no le quede ninguna duda. Espero estar haciéndolo bien. Y prefiero mil veces este momento (quizá egoístamente) que el momento en que se fue mi hermana y me quedé desconcertada en la más absoluta penumbra.
Les felicito por su página es perfecta.
Un saludo.
Hola yo perdí a mi marido ASE tres meses tenía cáncer de colon según los médicos cirujanos avía. Que operarlo urgente porque estaba encapsulado ante que se reventará sin encargó se les reventó a ellos cuando lo estaban sacando no solo eso a loa doce días lo vuelven a operar porque no respondía su organismo y tenía cuando lo abrieron perforado el intestino lo mandan a ser químico para prevención y ay recién nos enteramos lo que avía pasado con la primera operación por que nos cuentan los oncólogos seis meses de químico cuando termina el ciclo le mandan a ser los análisis y resonancia y sale mal mandan otro estudio más /avanzado y en el transcurso de la espera para el oro estudio le agarra una hemorragia cae internado ocho días y baja veinte kilos y ya estaba tomado todo su estómago que fue lo que fallo Me gustaría saber de ahí sufrió tres meses y falleció en esos tres meses i se de todo lo lleve a todos lados /conseguí una medicina alternativa para /el dolor no sabía que más a ser y el ultimo día me dijo ya esta no tengo marcha a tras deja me ir se me rompió el alma y lo deje irse y con una sonrisa ese mismo día se me fue el /gran amor de mi vida y mi compañero con 28 años de casados y con tres hermosos hijos que me dan la fuerza de seguir adelante y vivir el día a día para ellos saludos
El artículo está muy bién, para alguien que ha podido despedirse de las personas amadas , yo , hace dos años entré a la habitación de mi hijo y lo encontré encima de la cama muerto ,sólo tenía 39 años, un paro cardíaco, no pude hablar con él, ni siquiera despedirme.
Al año y medio , me encuentro a mi marido en la misma situación, fui a despertarlo Y estaba frío, otro paro cardíaco.
¿Cómo puedo superar este duelo ,este dolor, si se han ido sin avisar?
Gracias por su interesante artículo; le cuento que mi madre hace tres años, sufrió un infarto cerebral que la puso en coma profundo durante ocho días, al cabo de los cuales falleció. Estuve con ella todo el tiempo que los médicos me autorizaron y que la distancia me permitió, dado que ella enfermó en un Municipio cercano a Medellín pero algo retirado del lugar de mi residencia. Soy un hombre bastante enfermo; de hecho estoy pensionado por invalidez, y los sucesivos desplazamientos, terminaron por afectar mi salud y lógicamente el dolor que para mí representaba el ver a mi madre finalizando su vida en la tierra.
La acompañé varias veces y le hablé siempre con mucho amor, intentando ocultar ante ella mi sufrimiento por su estado y por lo que me decían los neurólogos que su condición era irreversible. Una tarde estando a su lado, de pronto mi madre se incorporó de la cama y me miró de una manera muy intensa y luego volvió a su estado de postración. Consulté al médico de turno y me manifestó que este hecho era imposible dado el infarto cerebral y el coma profundo en el que ella se encontraba.
Lo curioso de este hecho fue que ya no pude volver a visitarla más; desde esa misma tarde al regresar a Medellín, mi salud se complicó y estuve tres días sin poder ir a verla. La noche de su partida desde mi apartamento comencé a «hablar» con ella, y le rogué que partiera hacia Dios pues su cuerpo ya estaba muy deteriorado, y le pedí que recordara todas las ocasiones en las que hablamos sobre la partida de nuestro espíritu hacia el sagrado Padre Azul Celestial. Sé con certeza que ella me escuchó, pues a la hora larga de ese contacto espiritual, me llamaron de la Clínica para informarme acerca de su fallecimiento.
Quiero, aparte de agradecerle por su valioso artículo; plantearle cuatro interrogantes:
1) Cual fue la razón por la que mi madre se sentó en la cama, si según el criterio del neurólogo era imposible que este hecho sucediera dado su estado de coma profundo? Vale la pena aclararle que no miento sobre lo que le estoy preguntando, ni fue alucinación ni nada por el estilo.
2) Qué pudo querer decirme mi madre al mirarme tan intensamente?
3) Porqué de repente esa misma tarde me enfermé y me debilité, hasta el punto de no poder volver a la clínica?
4) La noche de su partida, pudo ser posible que lográramos comunicarnos espiritualmente, o si se quiere telepáticamente?
Le reitero mi agradecimiento por su artículo, ya que me ha servido para encontrar un poco de consuelo frente a la partida del ser que más he amado.
Cordial saludo.
Me ha encantado, hace dos meses que ha fallecido mi madre, se fue y no pude decirle lo que la quería, por miedo, por temor, porque nunca se lo había dicho. Mi relación con ella fue muy complicada desde que era adolescente.
Ahora tengo sus cenizas en casa, jamás pensé que la quería tanto, y se lo repito todos los días.
He pensado que ya es hora del adiós, jamás se habló de lo que quería que se hiciera con sus cenizas.
Adiós mamá, te querré siempre, Perdóname
Hace 2 meses y doce días falleció mi madre, mi mundo se vino abajo, una enfermedad ajena a ambas se la llevó en 7 días, aunque ella ya tenía 4 meses en cama por una caída que la dejó inmóvil, su problema eran los huesos y de repente apareció una pancreatitis de la nada, con el posterior fallo hepático y encefalitis hepática, duramos 7 días en la clínica donde prácticamente no me despegué de ella, lograron estabilizarla por un par de días (la mejoría de la muerte) luego volvió a recaer, su hígado se había minimizado y yo hice lo todo lo humanamente posible hasta el último de sus respiro en el cuál dado mi agotamiento físico y emocional me quedé dormida justo a su lado, cuando la enfermera me despertó para decirme que había fallecido, de los 7 días agonizó 12 horas, fue desesperante verla neurológicamente afectada, ella no sabía que yo estaba allí, le tomé una foto al momento de su fallecimiento pues la cara de paz y de descanso eran únicas.
Yo me preparé para ese momento, pero saben para que no me preparé??? Para LA AUSENCIA ETERNA….es lo que me pone mal, soy católica creyente pero a veces grito y le pregunto MAMA DONDE ESTASSSS..??? ella era mi todo a pensar de tener hijas y nietos ellas era lo que yo más amaba y amo…estoy muy triste, me quedé dormida justo cuando se fue, calladita después que le colocaron el HALDOL para tranquilizarla, yo les suplicaba que le pusieran morfina y no me hicieron caso, cabe destacar que 6 meses y dos días antes había partido la hermana mayor de mi mamá, muy apegadas, almas gemelas y a los 7 días después de la partida de mi mami fallece un hermano de ella, mi tío de un infarto fulminante, he tenido 3 perdidas en 6 meses, pero la que más me duele, por la que lloro a diario es la de mi madre, pues con ella se fueron mis raíces, le pido perdón todos los días por llorarla, y le digo que descanse en paz, que yo estaré bien, pero que me dé tiempo-Gracias
No sé si hayas pasado esta situación pero pienso que no sabes el dolor que se vive y como te hace estar en otro mundo menos en el real. Lo que escribes está bien para saber qué cosas hacer cuando se nos presenta esto pero no es un SABER DECIR ADIOS.
Hace 7 días perdí a mi madre, jamás pensé que escribiría esto… siempre leía post y cosas así porque sabía que el día llegaría por la edad de mi madrecita, pero todo esto parece tan irreal… despierto por la noche agitado y con falta de aire del miedo de saber que dormido estoy metido en una irrealidad y al despertar volverá el dolor… mi madre se enfermó de una obstrucción intestinal tenía una hernia hiatal en el intestino… la tuvimos a dieta líquida durante meses pero ella no era feliz así, le encantaba comer… pero la comida fue su final, la hernia ahorco el intestino y lamentablemente estallo por dentro, por la edad no podíamos hacer nada puesto que su corazoncito tenía un fallo, agonizo por 6 horas y la hospitalizaron de emergencia… los médicos me dieron a escoger si me la llevaba de regreso a morir a casa o intentaban estabilizarla induciéndola a un coma y entubándola… a lo que decidí tratar de salvarla… lamentablemente no aguanto su corazón y me dejo…. estoy hecho pedazos parece que no es real y que estoy viviendo una pesadilla.. sabía que debía irse, pero no estaba preparado para el vacío que dejo … la extraño con mi corazón, sé que no le doy paz si no la suelto pero el dolor es descomunal…. que Dios tenga misericordia de mí.