El vitíligo es una enfermedad autoinmune que provoca la despigmentación en la piel y la aparición de “manchas” blanquecinas. Sin embargo, aunque el cutis es la parte más visible de esta afección, existen otros síntomas aún más graves. Es el caso de la ansiedad y depresión que presenta la mitad de los pacientes, con un 90% de afectados por algún tipo de trastorno mental, según un reciente informe(1).
Los responsables han señalado que, aunque la adolescencia suele ser la peor etapa, el aislamiento social es común entre todos los afectados. Sobre todo cuando quieren realizar hábitos cotidianos, como bañarse en la playa o la piscina, y se encuentran con el rechazo del resto de personas. Especialmente entre quienes siguen creyendo que el vitíligo es una enfermedad contagiosa, nada más lejos de la realidad.
Se trata de un grave problema de salud mental que se vuelve aún más acuciante al pensar en la probable relación entre las crisis de ansiedad y la aparición del vitíligo o una mayor exacerbación de los brotes.
Por otro lado, aunque todavía no existe un tratamiento definitivo, los nuevos avances en materia de fototerapia y el uso de inmunosupresores están consiguiendo controlar cada vez más esta afección y que las “manchas” no se extiendan. Gracias a terapias dirigidas a corregir la actividad anómala de las células de la piel.
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