Para combatir la deshidratación de la piel no se necesitan cremas ni visitas al dermatólogo. Basta con comenzar con algo más básico pero que actúa desde dentro del organismo: la dieta correcta.
Solo quienes suelen sufrir los estragos del frío en la piel saben la incomodidad que estos suponen.
Tirantez, sequedad, picor, agrietamiento… La explicación de estos síntomas reside en que, una vez la piel se ve debilitada por el frío, gran parte del agua que contiene en su superficie se evapora.
Eso la deja muy sensible y las partes expuestas al aire acaban siendo víctimas de la sequedad.
Para aliviar ese problema contamos con numerosos productos: cacao para los labios, cremas hidratantes para manos y rostro, etc.
Pero creo que no todo el mundo sabe realmente cómo funcionan estos productos: lo que hacen es depositar una película sobre la piel, evitando la pérdida natural de agua. Y eso implica, necesariamente, que actúen solo en la superficie.
En cambio, es posible corregir el nivel de hidratación y la salud cutáneos desde el interior y, por tanto, de forma permanente y natural.
¿Cómo? Pues empezando por el plato.
La clave para una hidratación exitosa reside en la dieta.
Los alimentos adecuados son, por tanto, el mayor secreto para una piel que conserve su luminosidad y su suavidad. Es decir: para tenerla sana por dentro y que eso se note por fuera.
Como no podía ser de otro modo, empezamos por la principal fuente de hidratación del organismo. Pero en realidad el agua es mucho más que eso: también lo limpia de toxinas e incluso ayuda a la piel a conseguir los nutrientes que necesita.
En cuanto a la cantidad que hay que consumir diariamente, las opiniones difieren. Ninguna regla parece aplicarse a todos, pero es que efectivamente es algo muy personal y depende de diferentes factores: peso, altura, clima en el que se vive, estilo de vida, si se da o no el pecho (en mujeres que han sido madres recientemente) o incluso las enfermedades que puedan sufrirse, entre otros condicionantes.
Si realmente quiere un promedio, sepa que un adulto evacúa alrededor de 2,5 litros de líquido diarios (esto es, en torno a 1 litro y ½ a través de la orina y la transpiración, así como 1 litro que consume el propio metabolismo).
Asimismo, solo un 20% de nuestras necesidades de agua nos llegan a través de la comida. Eso implica que, por fuerza, debemos consumir unos 2 litros de agua al día (incluyendo tisanas y demás bebidas).
Tampoco es nada nuevo que los vegetales ofrecen muchos beneficios, incluso para la piel.
Además de ser ricas en agua, determinadas frutas y verduras poseen un importante contenido en vitamina C, esencial para la vitalidad del organismo y también de la barrera cutánea.
Y no solo eso: este nutriente también favorece la producción de fibras de colágeno en la dermis (la capa intermedia de la piel, ubicada entre la epidermis y la hipodermis), mejorando su tono. En otras palabras: que la ayuda a mantenerse joven.
Más allá de los famosos cítricos, en los que en realidad hay menos cantidad de vitamina C de lo que comúnmente se cree, encontrará grandes cantidades de ella en frutas como el camu-camu, el escaramujo, la acerola, la grosella negra, el kiwi o la uva, así como en verduras como el pimiento rojo, el brécol, las coles de Bruselas, las espinacas…
Contrariamente a lo que muchos continúan defendiendo a día de hoy, no todas las grasas deberían estar prohibidas.
De hecho, la epidermis está compuesta por queratinocitos, unas células unidas entre sí por lípidos. Y lo cierto es que estos últimos juegan un papel clave en la hidratación de nuestra piel, dado que se encargan de retener el agua contenida en esos queratinocitos.
De esta forma nutren la piel y la protegen eficazmente de la deshidratación y de las agresiones externas.
Entonces, ¿cómo favorecer el consumo de grasas buenas? ¿Por qué alimentos apostar?
Tome buena nota:
– 2 ó 3 veces por semana haga acopio de ácidos grasos omega 3 y 6 comiendo pescados grasos (preferiblemente de pequeño tamaño, como anchoas, caballas, sardinas, arenques…; pero también atún, salmón, etc.) y apostando por el aceite de colza, de linaza o de algún fruto seco (como las nueces o las almendras).
Debe saber que en este grupo el aceite de hígado de bacalao es un campeón absoluto en cuanto a riqueza de nutrientes y propiedades. Pero asimismo hay otros alimentos que van a beneficiarle, como los huevos y la carne roja (de esta última, en cualquier caso, no se debe abusar). Y por supuesto, el aceite de oliva virgen extra siempre es un buen aliado.
La idea es mantener un equilibrio adecuado entre los ácidos grasos omega 3 y 6 (en concreto, en torno a una ratio de 2:6). Estos segundos son esenciales para la correcta hidratación del cuerpo, si bien rara vez nos faltan. Más bien al contrario: muchas veces se da un exceso de ellos, pese a que eso los convierte en oxidantes.
– Consuma con frecuencia semillas oleaginosas (almendras, avellanas, anacardos… siempre sin tostar y sin sal). Estos frutos contienen otra vitamina que, junto a la C, es muy valiosa en nuestra piel, la vitamina E.
Esta, además de participar en la hidratación de la epidermis, ayuda a luchar contra el envejecimiento de la piel gracias a sus importantes propiedades antioxidantes.
Además de en muchos frutos secos, se puede encontrar en notables cantidades en ciertos aceites vegetales como el de oliva (virgen extra) o el de semillas de colza, así como en otros alimentos como las espinacas, el aguacate o los orejones, por mencionar solo algunos.
– ¡Dese un “capricho razonable”! Si disfruta con ello, en algún que otro desayuno puede seguir permitiéndose una pizca de mantequilla sobre unas tostadas.
Incluso si debo aconsejarle que no abuse del pan, ya que también suele contener sal, no hay que olvidar que este alimento está compuesto en un ¡33%! por agua.
Una cura a base de cápsulas de aceite de borraja, de rosa mosqueta o de onagra (o las 3 al mismo tiempo) puede fortalecer la hidratación proporcionada por la dieta.
Por lo general, la toma se mantiene durante 1 ó 2 meses y se asocia a las vitaminas C y E, que como hemos visto contribuyen favorablemente a la salud de nuestra piel.
Y, ya por último, permítame darle otro consejo importante: Hay quien le dirá que la sal puede ayudarle a beber más y por eso le recomendará que la añada a sus platos. Yo le digo que la evite, ya que es una gran enemiga de la piel.
Si quiere sabores fuertes que le ayuden a beber un poco más, apueste por las especias, que además aportarán valor antioxidante a sus platos.
Y, ahora sí, me despido dejándole bien equipado para combatir la deshidratación y la piel seca en tiempos de mucho frío.
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Me parece de gran ayuda y profesionalidad.