Debe saber que cada vez que usted entra en el supermercado y se dispone a cruzar con su carrito los interminables pasillos repletos hasta los topes de productos, nada está dejado a la improvisación.
Al contrario, todo está perfectamente calculado para hacerle comprar más y más, haciéndole sentir que necesita cosas que hasta la fecha quizá no sabía ni que existían o que no ha llenado lo suficiente su carro, tal y como va a descubrir más abajo.
Es una estrategia más dentro del marketing de alimentos, como lo son los anuncios que vemos por televisión.
A las grandes empresas alimentarias eso es lo único que les importa: que los clientes compren; y cuanto más, mejor.
Sin embargo, que alguien adquiera un producto porque cree que va a reducir su colesterol tomando un lácteo al día (sin realizar ni un mínimo cambio en sus hábitos de vida) es para echarse las manos a la cabeza. Y lo mismo ocurre con que una crema de chocolate pueda anunciarse como la opción más saludable para un desayuno infantil. ¡Es demencial!
Tampoco debería fiarse aunque vea ciertos sellos considerados “de garantía” en un producto.
Un ejemplo podrían ser unas galletas infantiles que cuenten con el sello de calidad de alguna asociación de pediatría. Si vamos al fondo de la cuestión, resulta que las grandes empresas alimentarias por lo general buscan instituciones y organizaciones que avalen sus productos ante el consumidor a cambio de patrocinios millonarios.
Esto es así desde que el mundo es mundo, por lo que hay que abrir bien los ojos y reparar en cada detalle destinado a hacernos “caer en la trampa”.
Como ya ha visto, la organización de las tiendas está perfectamente estudiada para vender. De hecho, también para que pasemos en ellas el máximo tiempo posible y acabemos comprando incluso lo que no teníamos pensado.
Estos son algunos ejemplos de esas medidas completamente calculadas. Le invito a reparar en ellas la próxima vez que vaya al supermercado, a ver cuántas identifica: (1)
Hoy día en las grandes ciudades las tiendas cuentan incluso con espacios dentro del propio local donde se puede leer, tomar café… Todo para que los clientes se queden más rato en su interior y tengan más tiempo para “caer en la tentación”.
Cada uno debe emplear la estrategia que mejor le convenga, pero está claro que hay unas pautas fáciles de tener en cuenta y que pueden ayudar mucho:
Si se fija en la etiqueta de cualquier producto que tenga en su despensa comprobará que consta de dos informaciones distintas: por un lado está el valor nutricional (tenga en cuenta que se expresa por 100 g de alimentos y que muchos alimentos se comen en mayor cantidad, como en el ejemplo de 125 g) y por el otro los ingredientes.
Ambas pueden aparecer juntas o por separado, como en el yogur de las imágenes.
Quienes están preocupados por la línea o desean controlar lo que comen pero no saben cómo hacerlo correctamente suelen prestar más atención al valor nutricional.
Sin embargo, aunque esta información sea también importante, lo que más debe preocuparle son los ingredientes, ya que es lo que deja entrever si un producto está más o menos procesado.
De acuerdo con la dietista integrativa y coach nutricional Neus Elcacho, no serían recomendables los alimentos que contengan 4 ingredientes o más. No obstante, es cierto que hay cremas de verduras y comidas con ingredientes completamente naturales y ecológicos que llevan más de 4 ingredientes, por lo que más importante que fijarse en la cantidad de ingredientes será hacerlo en su procedencia; es decir, en si son naturales o sintéticos o procesados. (1)
Por continuar con el ejemplo de la imagen, destacan como ingredientes sintéticos o procesados los espesantes, el almidón modificado y los conservantes, por ejemplo.
Asimismo, algo que no todo el mundo sabe es que el lugar que cada ingrediente ocupa en la relación de nombres representa la cantidad presente de éste en el producto final, de mayor a menor. Es decir, que el que aparece en primer lugar es el que se encuentra en mayor cantidad, y así hasta el último de los ingredientes que aparezcan en la etiqueta.
Si es lector asiduo de Tener S@lud ya sabe que nosotros somos grandes defensores de los mercados de toda la vida y del comercio de proximidad; en definitiva, del contacto directo con los agricultores locales.
No obstante, está claro que los supermercados son una realidad y una opción para muchas personas. Y en ellos también se pueden encontrar productos de calidad, ¡sólo hay que saber buscar!
Para ello, lo mejor es mentalizarse: hacer una compra de calidad requiere tiempo. Será difícil que pueda encontrar los mejores productos, de la máxima calidad y al mejor precio, en un único establecimiento. Asimismo, hacer una mínima revisión del etiquetado también requiere un poco de paciencia…
Así que saque algo de tiempo para explorar y mejor si va acompañado: ¡cuatro ojos siempre ven más que dos!
Fuentes:
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