Puede que el contenido de sus intestinos le esté envenenando silenciosamente.
Puede que en su sistema digestivo proliferen bacterias que ya han decidido el día de su muerte, pues segregan toxinas que pasan a la sangre y contaminan todo el organismo (las arterias, las articulaciones, los órganos vitales -como el hígado o los riñones, por ejemplo-, e incluso el cerebro).
Un estudio ha demostrado que las bacterias de los intestinos pueden incluso “tomar el control del cerebro”. (1)
Eso significa que cuando en sus intestinos toman el control las bacterias “malas”, éstas imponen su ley, causándole, por ejemplo, depresión -aunque usted sea por lo general una persona feliz y alegre-, o trastornos de signo asocial, bulímico, anoréxico, etc.
En los últimos años se han llevado a cabo miles de investigaciones acerca de la influencia de la flora intestinal sobre todas las dimensiones de la salud, y de hecho yo mismo le he hablado de ello en ocasiones en Tener S@lud, dada la importancia de la cuestión. En los congresos científicos más relevantes no faltan ponencias dedicadas a la importancia de la microbiota y su papel cada vez más relevante en la medicina.
No obstante, únicamente una ínfima parte de las personas que son “víctimas” de las malas bacterias ha tomado realmente conciencia de la importancia de actuar. Hasta el punto de que se han dado cuenta de que limpiar sus intestinos puede suponer tal beneficio para su salud que están dispuestas a hacer cualquier cosa que sea necesaria para conseguirlo.
Pues bien, le aseguro que no va a creerse lo que tengo que contarle hoy…
Una digestión sana es tan importante para la salud que los investigadores han decidido considerar cualquier posible solución para resolver el problema.
En muchas personas, un simple cambio de dieta, la toma de probióticos o los aceites esenciales funcionan. Pero para otras no es suficiente.
Necesitan algo más.
Para todos ellos se ha descubierto un método simple y muy eficaz al que cualquier persona puede someterse, aunque realmente requiere mucha amplitud de miras y valentía. Y un buen estómago…
Es el trasplante fecal.
El término “trasplante fecal” fue inventado por los investigadores para dar una connotación médica a una práctica que, se lo digo ya de antemano, puede resultar repugnante.
La operación consiste en realizar un trasplante de heces de un donante sano para permitir que sus bacterias “buenas” colonicen el intestino del paciente.
Es un avance importante y que puede suponer enormes beneficios para la vida de miles de personas que sufren a causa de problemas en su microbiota. Hasta tal punto es así que en Estados Unidos y en los Países Bajos se han creado bancos de donantes para esta actividad, exactamente como los que existen de sangre, esperma u óvulos, y los trasplantes fecales ya se efectúan en numerosos hospitales para tratar enfermedades muy diversas:
Los éxitos cosechados por este nuevo método no tienen precedentes, constituyendo una excelente noticia. En el caso de ciertas infecciones resistentes a todos los antibióticos, como la causada por la bacteria Clostridium difficile que provoca diarreas incluso mortales, permite una tasa de curación ¡del 94%!
Pero hay otra noticia sobre este tema de la que hospitales y bancos de donantes no le hablan, y que este mes va a poder conocer en Salud AlterNatura.
Para efectuar un trasplante fecal no tiene necesidad de acudir a un hospital de Ámsterdam o Nueva York, donde sacarán del congelador las heces de un donador sano preparadas hace tres meses. Y es que los mismos científicos estadounidenses que fueron pioneros en el trasplante de heces han dado un paso más allá y han creado unas pastillas rellenas de materia fecal.
Para obtener la materia prima con la que se realizan las cápsulas se recurre a donantes sometidos a rigurosos controles sanitarios, con el objetivo de evitar el riesgo de trasmisión de enfermedades infecciosas.
Con este nuevo método para realizar el trasplante de heces, mucho más cómodo que los empleados hasta la fecha, se estaría facilitando también el desarrollo de nuevos ensayos clínicos para probar los beneficios del trasplante de heces en distintas patologías. Así ocurriría, por ejemplo, con el tratamiento del síndrome del colon irritable o la enfermedad de Crohn, que en caso de realizarse mediante un trasplante de heces “tradicional” exigiría que el paciente tuviera que someterse a una colonoscopia diaria para implantarle el material.
Sé que este tema suena desagradable (¡le avisé desde el principio!), pero es importante saber por dónde avanza la investigación. Y sin duda todo esto es del máximo interés para quienes sufren alguna de las patologías para las que ya se está utilizando con éxito.
Para evitar cualquier inoportuno malentendido, hemos decidido explicarle absolutamente todo lo que necesita saber sobre este innovador método en un completo artículo que encontrará en el nuevo número de la revista Salud AlterNatura. Por lo que si quiere conocerlo a fondo, sin remilgos ni falsos pudores, y siempre de la mano de las últimas investigaciones científicas, le invito a solicitar su ejemplar a través de este enlace.
Como publicación independiente, Salud AlterNatura aborda la salud sin ningún otro compromiso más que con sus lectores, tratando de forma exigente cuestiones que son del máximo interés. Así, en este mismo número, y entre otros temas, también va a poder a leer:
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