Empezar el día saboreando una taza de café. Para muchas personas esta es una rutina matutina indispensable, ya que necesitan cafeína para terminar de despertarse y concentrarse en todas las tareas que tienen por delante. Ahora, un reciente estudio(1) sugiere que tal vez no haga falta tomarse el café para obtener ese efecto, pues bastaría con oler su aroma.
Comprobaron esta relación en un curioso experimento en el que pidieron a voluntarios de diferentes nacionalidades que pensaran en posibles eslóganes publicitarios para una empresa ficticia, con la diferencia de que algunos tenían café cerca (podían olerlo, pero no beberlo) y otros no. Los resultados indicaron que las personas expuestas al café proponían ideas más innovadoras, incluso pensando en el futuro desarrollo de la empresa, que aquellos que no tenían el café a mano. Además, su frecuencia cardíaca era más elevada.
Lo más curioso es que esto solo ocurrió entre los participantes occidentales que formaron parte del estudio, es decir, con personas que por hábito social relacionan automáticamente el café con la idea de estar más alerta y ser más productivo. Por el contrario, este efecto no se obtuvo con los participantes japoneses, chinos o coreanos. Con ellos se consiguió la misma reacción que los occidentales habían tenido ante el café, pero teniendo en cambio cerca el té, que es la bebida más arraigada en los países orientales.
1. Eugene Y. Chana y Sam J. Magliob: “Coffee cues elevate arousal and reduce level of construal”. Consciousness and Cognition. 2019.
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