Desgranamos los principales efectos beneficiosos que ofrece la práctica del yoga para la salud mental y cognitiva.
Quizá en alguna ocasión ha pensado en comenzar a practicar yoga, una disciplina ancestral que vive un auténtico auge y está cargada de beneficios mentales y para la salud en general.
Lo cierto es que el yoga permite cuidar el cuerpo y la mente al mismo tiempo. Pero en realidad es mucho más que un ejercicio o una técnica de relajación.
Quienes empiezan a practicarlo suelen afirmar que les ha cambiado la vida.
Y de hecho hay efectos muy beneficiosos para el cuerpo y para la mente que se empiezan a notar desde muy temprano.
Los primeros resultados que se perciben al arrancar la práctica del yoga, al igual que sucede en el caso de la meditación, tienen que ver con la actitud. En concreto, con la paz interior y la calma.
Y esto tiene una razón de ser: precisamente sientan la base para que, al continuar practicando, uno experimente todavía más beneficios sobre su salud.
Pero además de ello se tarda muy poco en empezar a percibir más fuerza y capacidad muscular, ya que en el yoga se tonifican uno a uno los músculos del cuerpo como si de una orquesta sinfónica se tratase.
Es decir, que nos permite ejercitarnos de pies a cabeza, aunque sea a través de un ejercicio suave y armonioso.
Y de hecho no tarda en ofrecer buenos resultados también en lo que a mejoría de la función cardíaca y pulmonar respecta, al tiempo que aumenta la flexibilidad mental (consiguiendo una mejor adaptación a las situaciones de estrés) y física.
Son muy importantes los beneficios mentales que favorece la práctica del yoga.
La profesora de la modalidad Vinyasa Irene Sánchez explica que el yoga “es mucho más que una práctica física o deportiva, dado que es capaz de cambiarte de una forma mucho más profunda. Una vez que empiezas a practicar, comienzas a escucharte a ti mismo, a tu cuerpo, algo que a día de hoy es complicado por el estilo de vida que llevamos”. (1)
De este modo el yoga nos ayuda también a trabajar la autoconfianza y la superación personal, a vencer los miedos…
Es, en realidad, un camino de aprendizaje a través de la propia vida, de todas y cada una de sus esferas.
Y de ahí que tanta gente que comienza no quiera parar de practicarlo.
Ahora bien, si de los efectos tuviera que destacar 5 principales, entre ellos varios de los principales beneficios mentales del yoga, serían los que describo a continuación: (2)
La respiración lenta y la introspección que requiere el yoga consiguen que el cuerpo se calme y alcance un mayor bienestar solo a través de ese “pararse” y concentrarse en el presente.
De ahí que el primer efecto notable y casi inmediato de su práctica sea, precisamente, que rebaja los niveles de estrés, el nerviosismo y la ansiedad.
Ese es el motivo por el que se recomienda muchas veces como una buena práctica con la que arrancar el día, despejando la mente y desanquilosando los músculos y las articulaciones tras la noche.
Ahora bien, el aumento de la serotonina (hormona que regula en ciclo vigilia-sueño) que produce el yoga también ayuda a dormir mejor.
Para ello puede bastar una simple práctica de 10 minutos un rato antes de acostarse, o cuando llegue a casa tras la jornada.
No se trata de una actividad de gran gasto calórico, pero sí ayuda a mantener el tipo cuando se practica con regularidad. Y es que como ya hemos visto, supone un trabajo de tonificación muscular importante.
Las posturas y movimientos típicos del yoga son un ejercicio suave que aumenta la densidad ósea y, con ello, ayuda a prevenir la osteoporosis.
Pero no solo eso: al corregir las posturas incorrectas y nocivas también mejora la salud osteoarticular y se reduce enormemente el riesgo de lesiones. ¡Incluso mejora el aprovechamiento del calcio y de la vitamina D!
El yoga es una forma ideal de deshacerse de las tensiones acumuladas, tanto físicas como mentales.
Pero, además, en tanto que ejercicio físico, libera endorfinas -las conocidas como “hormonas de la felicidad”-, con lo que estimula las áreas cerebrales responsables del bienestar.
El yoga es un medio de conexión, trabajando el cuerpo, con la forma más profunda de uno mismo.
Pero no hay una única forma de conseguir esto. De hecho, hay múltiples variedades de yoga que deben adaptarse a la persona en concreto, no al revés, tal y como nos recuerda una de las profesoras de yoga más importantes de nuestro país, Mayte Criado.
Ella es la fundadora y directora de la Escuela Internacional de Yoga, ubicada en Madrid, una de las instituciones que más profesores de yoga ha formado en España. Y no tiene pelos en la lengua para decir que lo que conviene es encontrar a un maestro que sepa de verdad adaptar un estilo a las características de la persona. “De hecho, a mí no me gusta hablar de estilos y personalmente no practico ni enseño uno en concreto”, asevera. (3)
“Siempre digo que practico y enseño Hatha Yoga”, continúa “pero porque este engloba toda propuesta de yoga que implica al cuerpo. El profesor debe tener experiencia y conocimientos para ofrecer aquello que más beneficie a cada persona”.
Ya ha visto que el yoga es mucho más que un simple ejercicio de relajación. Y sus resultados se observan, sobre todo, cuando se comienza a escuchar al propio cuerpo con respeto y sensibilidad.
De ahí que necesariamente sea un proceso individual en el que una modalidad de yoga adapte sus particularidades a las necesidades de la persona en concreto.
Eso sí, debe saber que sea cual sea su estado de salud de partida, el yoga bien ajustado, ya sea más suave o más potente, más fortalecedor o más reparador, más estático o más dinámico, más preciso o más fluido… puede brindarle beneficios inmediatos y palpables.
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