Gracias a un reciente estudio(1) se ha descubierto que el cerebro de aquellas personas que padecen el síndrome de piernas inquietas, trastorno que ocasiona un movimiento compulsivo de las piernas, ha sufrido cambios estructurales que podrían explicar el origen de este trastorno.
En concreto esos cambios se observaron en la corteza somatosensorial del cerebro, que es la zona donde se procesan las sensaciones y a su vez es parte del sistema somatosensorial del cuerpo, formado por nervios y vías que reaccionan a los cambios que se producen dentro y fuera del organismo. Este es el sistema por el que, por ejemplo, una persona percibe la temperatura, el dolor, el tacto, el propio movimiento o la posición de su cuerpo.
Para llegar a estas conclusiones los investigadores contaron con 28 personas que padecían el síndrome de piernas inquietas desde hacía al menos 13 años y cuya sintomatología era muy grave. Todos ellos fueron sometidos a un escáner cerebral con imágenes de resonancia magnética (IRM), y sus resultados se compararon con el de 51 personas de la misma edad pero que no padecían el trastorno.
Se observó así que en aquellas personas que sufrían el síndrome de piernas inquietas el grosor promedio del tejido cerebral de esa zona del cerebro tenía una disminución del 7,5% de media, así como que existía una disminución significativa del área donde las fibras nerviosas conectan un lado del cerebro con el otro.
Estos hallazgos confirman, según los investigadores, que los síntomas del síndrome de piernas inquietas son consecuencia de cambios producidos únicamente en el cerebro, lo que supone un dato revelador para entender mejor esta patología y desarrollar nuevas terapias.
Fuentes:
1. Byeong-Yeul Lee: “Brain Structure Linked to Symptoms of Restless Legs Syndrome”. Neurology. 2018.
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