Estimado Lector,
En los últimos años hemos visto cómo el uso medicinal del cannabis (Cannabis sativa L.; también conocido popularmente como marihuana o cáñamo) se extendía poco a poco.
De hecho, cada vez hay más países en los que ese uso está reconocido (entre ellos Canadá, Estados Unidos, Brasil, Australia, Dinamarca…).
Uno de los últimos en unirse a la lista fue Reino Unido, que empezó a regular hace no demasiado tiempo el uso de medicamentos derivados de esta planta.
En España, se prescriben medicamentos a base de cannabis
para uso compasivo en pacientes con cáncer (para aliviar dolores y los efectos secundarios de la quimioterapia).
Por lo demás, solo está considerado legal el autoconsumo para fines recreativos (hasta 100 g).
Es decir, que es legal poseer marihuana para consumo diario, pero no su venta. Y además su uso medicinal está restringido a casos muy concretos.
Sin embargo, la marihuana que habitualmente se fuma no tiene nada que ver con la conocida como “marihuana medicinal”. Empezando porque son variedades completamente distintas y con contenidos distintos de sus diferentes componentes, como verá más adelante. (1)
De hecho, las autoridades británicas han sido muy tajantes al desvincular su autorización del uso de medicamentos a base de cannabis de “la legalización de su uso recreativo”, dado que “simplemente buscan ofrecer una ayuda terapéutica extra” a pacientes “con necesidades excepcionales”. (2)
El cannabis es una planta utilizada desde hace milenios en la medicina china, además de que ha estado tradicionalmente presente en los ritos védicos (de la medicina tradicional india) y que se recomienda incluso en la Biblia, entre otras menciones históricas. (3) (4)
También tiene numerosísimas virtudes terapéuticas (más abajo podrá consultarlas al detalle), aunque desgraciadamente en nuestro país -al igual que sucedió en otros- fue prohibida durante décadas porque todas sus variedades fueron consideradas una droga por igual. (5)
Hoy se sabe que no todos los tipos de cannabis poseen efectos estupefacientes, y que la considerada marihuana de uso medicinal está exenta de ellos.
De hecho, contamos con un medicamento a base de cannabis (con dronabinol y cannabidiol), el Sativex, aunque se puede conseguir bajo prescripción y en el contexto de un diagnóstico hospitalario (en casos oncológicos). (6)
Pero insisto: el cannabis “medicinal”, el que se incluye en los fármacos a base de esta sustancia, no es el mismo del que se habla en los departamentos de estupefacientes de las comisarías de policía. Y es importantísimo conocer las diferencias entre uno y otro.
El cannabis es una planta muy conocida en Europa desde los albores de la humanidad. Ahora bien, sería inútil que alguien tratase de “colocarse” fumando el cáñamo tradicional que históricamente se cultivaba para hacer cuerdas, bolsos y papel.
El cáñamo que “coloca” son las subespecies ricas en THC (tetrahidrocannabinol), una sustancia psicotrópica, es decir, que actúa sobre el sistema nervioso central y modifica el funcionamiento del cerebro.
Cuanto más rica en THC es la planta, más fuerte es ese efecto psicotrópico. Y esa es la razón, precisamente, por la que el cannabis rico en THC está clasificado como una droga.
Bajo sus efectos el consumidor deja de estar en posesión de todas sus facultades. Por lo general, en un primer momento el THC desinhibe, relaja y aporta bienestar, aunque no siempre es eso lo que sucede, ya que también puede provocar náuseas y angustias.
Además, limita profundamente las capacidades, hasta el punto de que una persona bajo sus efectos no puede conducir un coche ni manejar determinadas máquinas o herramientas peligrosas.
Asimismo, a largo plazo el consumo de THC puede desencadenar depresión, al tiempo que también aumenta el riesgo de sufrir esquizofrenia, una enfermedad mental muy grave (e incurable).
De ahí que se advierta hasta la saciedad cómo de nefasto resulta que chicos jóvenes, prácticamente niños, fumen marihuana rica en THC. No augura nada bueno para sus estudios ni para su futuro en general, además de que en ocasiones sirve de puerta de entrada a drogas más duras. (7)
Por el contrario, el otro tipo de cáñamo del que le hablaba antes, muy pobre en THC, es en realidad una marihuana no psicotrópica; es decir, que no altera el funcionamiento del cerebro ni en ningún caso “coloca” o se sube a la cabeza cuando se fuma.
Al contrario, está considerada una planta medicinal en tanto que es rica en cannabidiol (CBD), un activo que posee efectos antiesquizofrénicos y antipsicóticos, de acuerdo con estudios realizados sobre roedores. (8)
De hecho, el CBD tendría incluso la sorprendente capacidad de aliviar los efectos del THC, gracias a sus virtudes neuroprotectoras. Es decir, que un componente del propio cannabis sería una especie de “anticannabis”.
Por todo lo dicho hasta aquí se podría afirmar que, cuando hace décadas se prohibió la marihuana por ser una “droga”, se cometió un grave error, dado que se prohibieron todos los tipos de cáñamo por igual, sin importar las diferencias de contenido en THC de unas variedades y otras.
Hoy día los defensores de las plantas medicinales están por fin ganando la batalla respecto al valor terapéutico del cannabis pobre en THC y rico en CBD; una planta que no solo no es peligrosa para la salud y no “coloca”, sino que además ¡posee aplicaciones terapéuticas muy interesantes!
Ahora bien, ¿qué quiere decir exactamente “pobre en THC”?
La Unión Europea ha fijado un contenido máximo de THC de no más del 0,02% (es decir, una dosis casi inapreciable) para las variedades cultivables de cannabis con fin industrial o terapéutico.
En España, como ya ha visto, el consumo de cannabis con fines terapéuticos (es decir, de alto contenido en CBD) se limita a la prescripción hospitalaria y cumple también las limitaciones. (9) (10)
No obstante, en nuestro país existe también un grupo de empresas autorizado a cultivar cannabis de más de 0,2% de THC en grandes cantidades para destinarlo a la investigación médica.
Tal y como le avancé antes, hace ya miles de años la medicina de la antigua China se valía de las múltiples propiedades medicinales del cannabis utilizando diversas partes de la planta en numerosas preparaciones. En este sentido, el poder analgésico de sus raíces era uno de sus máximos intereses.
Una de las referencias más antiguas que existen sobre el uso terapéutico de esta planta se remonta a en torno al año 2700 a.C. Asimismo, aparece en Shénnóng Běn Cǎo Jīng, uno de los tratados chinos sobre medicina más antiguos de los que se tiene constancia.
No obstante, a lo largo de la Historia han sido múltiples las tradiciones medicinales que se han valido de su poder terapéutico. Así, en la medicina griega se utilizaba para preparar cataplasmas contra las abrasiones o como sedante, por ejemplo, y también se preparaba en forma de jugo diurético y antihemorrágico -este muy usado en los partos-, entre otras muchas aplicaciones. (11) (12)
Más allá del uso tradicional hoy por hoy es la investigación científica la que confirma que el cannabis rico en CBD y pobre en THC posee efectos muy prometedores contra diversas enfermedades graves y sus síntomas. Entre ellos: (13) (14) (15)
De acuerdo con la autoridad suiza de salud (Swiss Médic), desde un punto de vista terapéutico el cannabis rico en CBD “podría tener efectos antioxidantes, antiinflamatorios, anticonvulsivos, antieméticos, ansiolíticos, hipnóticos y antipsicóticos”. (21)
Por su parte, la Dra. Katrina Green, de la Universidad de Wollongong (Australia), afirmó recientemente que, si bien el CBD no posee efectos positivos sobre la memoria o la capacidad de aprendizaje de las personas con buena salud mental, sí puede mejorar estas capacidades en caso de enfermedades cognitivas, entre ellas alzhéimer, meningitis o encefalopatía hepática.
Y asimismo el tratamiento con este tipo de cannabis podría resultar útil para paliar el “síndrome de Tourette”, un trastorno del sistema nervioso que se caracteriza por tics físicos y verbales involuntarios muy incapacitantes a nivel social (provoca la repetición involuntaria de palabras o sonidos, e incluso que se profieran palabras malsonantes de forma incontrolable).
En este sentido, un estudio preliminar llevado a cabo por un grupo de investigadores de la Universidad de Toronto, en Canadá, demostró que inhalar cannabis rico en CBD disminuye estos tics en un 60%, mientras que 18 de los 19 participantes en la investigación afirmaron haber constatado una “gran mejoría” de su estado. (22)
Ya lo ve: los tratamientos a base de marihuana medicinal podrían suponer una pequeña revolución en la vida de los pacientes con determinadas enfermedades crónicas o muy graves, que implican mucho sufrimiento y dolor. Por eso en cada vez más países se apuesta por el uso medicinal del cannabis rico en CBD.
Ahora bien, eso no impide que en el mercado de este cannabis medicinal “legal”, todavía demasiado “joven”, se produzcan graves irregularidades. De hecho, en ciertos países se encuentra copado por oportunistas cuya seriedad es cuestionable y difícil de medir.
En Estados Unidos, por ejemplo, solo el 30% de los productos vendidos en internet contienen la cantidad de CBD indicada en la etiqueta, de acuerdo con un estudio del Journal of the Medical Association. (23)
Y, aunque el CBD no suponga riesgos para su salud, por supuesto siempre es aconsejable saber qué cantidad se está consumiendo realmente.
Además, del mismo modo muchos de los productos contienen en realidad más THC del que indican. Y este sí es un problema grave, ya que puede provocar muchos de los efectos indeseados y problemas de salud relacionados con el consumo del cannabis estupefaciente.
Sin duda queda mucho por exigir y regular, pero lo importante es que se den pasos hacia la buena dirección.
Mi compañero Felipe M. Miller ha dedicado un texto muy esclarecedor al CBD medicinal y a un tipo de presentación particular, en forma de aceite, que puede resultar de gran ayuda a personas con problemas de sueño, ansiedad o dolor de cualquier tipo, especialmente inflamatorio. Le recomiendo que lo lea aquí.
¡A su salud!
Luis Miguel Oliveiras
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