El estrés mata. Cuando se convierte en algo crónico, resulta catastrófico para el organismo.
El estrés agudo (es decir, el que se produce de forma aislada y pasajera), no tiene nada de negativo. Es la forma en la que el organismo moviliza la energía y la pone a nuestra disposición para permitirnos reaccionar ante un estímulo concreto. Nos permite reaccionar rápido para echar a correr si está a punto de irse el autobús, o nos hace estar en tensión, prestos para reaccionar, si pasamos por una calle oscura y solitaria.
Lo que ocurre dentro del organismo es que frente a un acontecimiento estresante puntual se envían varios mensajes al cerebro, concretamente a la amígdala, una región cerebral que descodifica las emociones y los estímulos ante amenazas. La amígdala desencadena reacciones que liberan las hormonas asociadas al estrés, en concreto la adrenalina y el cortisol.
Los síntomas somáticos del estrés están relacionados básicamente con una hiperactividad de la rama simpática del sistema nervioso autónomo, que controla gran parte de las actividades inconscientes del cuerpo humano, como el ritmo cardíaco, la contracción muscular, la producción de orina y la actividad de muchos órganos.
Cuando el estrés se instala y forma parte de la vida diaria, sus efectos en el organismo son devastadores, modificando su funcionamiento. La secreción muy abundante e inadecuada de adrenalina, al principio estimulante, se volverá perjudicial y arruinará el día a día de la persona estresada. Provoca tensión muscular, palpitaciones, bloqueo en la respiración, subidas de tensión, disminuye la respuesta inmunitaria del organismo y termina causando envejecimiento prematuro, depresión y ansiedad, entre otros.
Las consultas de los médicos están llenas de pacientes que acuden alertados por ciertos síntomas y en los que, tras arañar un poco en su estilo de vida y sus circunstancias, se descubre el trasfondo del estrés.
Observe este gráfico: (1)
Corresponde a una persona estresada (la del ejemplo tenía un 82% de estrés en el momento de la medición). Los latidos del corazón muestran los picos (arritmias) típicos de alguien con un alto nivel de estrés.
Cuando se sufre estrés, es importante actuar cuanto antes. Y desde luego los medicamentos no son una buena opción a largo plazo. Hay muchas cosas que deben formar parte un plan de acción natural contra el estrés (pasando por la alimentación, la toma de los complementos nutricionales adecuados, la práctica de deporte y seguir un estilo de vida saludable), pero hoy le voy a hablar de algo que logra resultados increíbles: la coherencia cardíaca.
La coherencia cardíaca permite gestionar el estrés y la ansiedad enseñando a quien lo practica a regular el ritmo cardíaco a través de la respiración. Sólo hay que aprender una técnica precisa (muy simple y de alto rendimiento) de inspiración-espiración que permite alcanzar un ritmo respiratorio concreto y, con ello, el control del ritmo cardíaco. La inspiración produce una aceleración temporal del ritmo cardíaco, mientras que, por el contrario, la espiración induce su ralentización. Haciéndolo de la forma precisa, dominamos los latidos del corazón.
Piense que el corazón no se conforma con recibir órdenes del cerebro, sino que también influye sobre él. Al acelerarlo o ralentizarlo mediante esta técnica él se encarga de activar o relajar el sistema nervioso autónomo, que participa en la regulación del metabolismo de la energía y la temperatura, así como en la reacción ante las agresiones. Modificando la respiración, se implica al corazón y al resto de sistemas que dependen de él.
Mire esta otra imagen: (1)
En esta ocasión corresponde a una persona que domina la técnica de la coherencia cardíaca. Como ve, muestra una onda suave y uniforme, sin arritmias, con total ausencia de estrés.
Los beneficios de la coherencia cardíaca en el estrés y la salud en general han sido demostrados por multitud de estudios científicos. Las primeras investigaciones se pusieron en marcha en 1975 y desde entonces no han dejado de sucederse.
Practicando la coherencia cardíaca, usted podrá beneficiarse entre otros de estos efectos:
Increíble, ¿no?
En el próximo número de Salud AlterNatura le enseñaremos paso a paso esta técnica. En apenas dos semanas de entrenamiento (practicando 5 minutos, 3 veces al día) dominará el método, podrá incorporarlo a su vida diaria y empezará a ver espectaculares efectos sobre su salud.
Pero además le contaremos un secreto. Y es que si practica la coherencia cardíaca “clásica”, quizá no consiga los efectos deseados. Por eso le damos un consejo sencillísimo pero definitivo para conseguir amplificar increíblemente los resultados.
Seguro que más de una vez usted se ha sentido estresado. El estrés es uno de los grandes males de nuestra época. Y la coherencia cardíaca es una de las grandes soluciones. Tan sencilla como aprender a respirar.
No se lo pierda en el próximo número de Salud AlterNatura, en el que también encontrará otros grandes asuntos como los siguientes:
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Fuentes
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