¿Compartiría su premio de El Gordo de Navidad? Ser generosos es algo inherente al ser humano y ¡favorece la buena salud!, como comprobará enseguida.
¿Qué haría si le tocara el “Gordo de Navidad”?
Lo sé. Es una pregunta recurrente en estas fechas. Quién no ha fantaseado, al comprar un décimo de lotería, con los numerosos proyectos o viajes que podría realizar si le cayera tanto dinero de golpe.
O en lo bien que le vendría para tapar los típicos “agujerillos” o problemas económicos más graves.
Sin embargo, antes de que en España surjan nuevos millonarios, me gustaría profundizar un poco más sobre lo que implica el ganar tanto dinero de golpe: tanto a nivel económico como personal… ¡y de salud!
Disputas familiares, malas inversiones, un tren de vida demasiado alto que hace que el dinero se esfume en apenas unos meses, miedo a ser robado o engañado… e incluso problemas de ludopatía o de depresión.
Los inconvenientes que puede traer consigo el dinero fruto del azar no son pocos. Sobre todo cuando uno no se toma su tiempo para digerir esa noticia y comprender todas las oportunidades que pueden surgir con ella.
Por el contrario, un premio como el Gordo de la Navidad suele cambiar la vida para bien de muchas personas que se lo toman con un poco más de calma y de reflexión. Incluso con filosofía.
Y lo mejor de todo: muchas veces no solo cambia su vida, sino también la de quienes le rodean…
Ganadores que donan parte del premio a ONG y causas solidarias.
Abuelos que ayudan a salir adelante a sus familias, también conscientes de que el bienestar de los suyos contribuye al suyo propio.
Personas que se acuerdan de ese vecino que no consigue encontrar trabajo y comparten “un pellizco” del premio con él.
O grupos de amigos que han comprado un décimo comunitario y comparten el premio con el amigo que ese año no había podido participar. Una historia real que, de hecho, inspiró uno de los anuncios de Lotería de Navidad más emotivos y recordados.
Parecen sacadas de una película navideña, pero lo cierto es que son historias que se repiten cada año y demuestran que la solidaridad nunca decae. Especialmente cuando la vida más “aprieta”.
Y es que ser generosos es algo inherente al ser humano. Además, ¡favorece la buena salud!, como comprobará enseguida.
Antes me gustaría compartir con usted un curioso estudio:
Liderado por el español Carlos Alós-Ferrer, catedrático de Teoría de la Decisión y Neuroeconomía de la Universidad de Zúrich (Suiza), contó con 640 estudiantes que formaron parte de un juego interactivo.
En él, todos llevaron a cabo una actividad ficticia por la que recibieron la misma remuneración económica. (1)
Dentro de ese escenario imaginario, los investigadores realizaron varios ensayos para comprobar la generosidad o el egoísmo de los participantes. Por ejemplo, una de las pruebas consistió en que cada estudiante pudiera ofrecer de manera anónima, si lo deseaba, parte de sus ganancias a otro jugador en concreto.
Con el factor añadido, además, de que si al final no lo hacía, el otro jugador no podría quejarse porque se hubiera negado a darle parte de su dinero. Es decir, que la decisión que tomara, tanto si entregaba el dinero como si no, no tendría ninguna consecuencia para él.
¿Se imagina cuál fue el resultado?
¡Todos los participantes entregaron de manera voluntaria parte de las ganancias de su trabajo!
La explicación de este sorprendente resultado es, en realidad, bastante sencilla.
La conclusión de este estudio guarda relación con el término japonés de omoiyari, el cual se refiere a la capacidad que tenemos de ser felices cuando nuestras acciones aportan felicidad a los demás.
Se trata de la forma más desinteresada de altruismo y no sorprende que proceda de la cultura japonesa. Y es que la consideración hacia los demás es clave para el espíritu social del que siempre ha hecho gala este país.
No en vano los japoneses son conocidos por su hospitalidad y por llevar una vida muy comunitaria. De hecho, esta es una de las claves de salud de los habitantes de Okinawa, isla que concentra una de las mayores poblaciones de centenarios del mundo (si quiere conocer sus otros “secretos de longevidad” pinche en este enlace).
Y es que para ellos el bienestar social pesa más que el propio. ¡Más aún! Saber que han ayudado a otra persona es lo que realmente contribuye a su propio bienestar.
Además, para conseguir este efecto tan saludable no es necesario llevar a cabo grandilocuentes acciones. Basta con realizar ese gesto altruista, por pequeño que sea, que beneficie a otra persona.
Si aún necesita más razones para sacar a relucir su lado más solidario, le sorprenderá este dato: fomentar el altruismo y la ayuda al prójimo contribuye a una buena salud mental.
Por el contrario, desentenderse de los problemas de los demás, mirando a otro lado cuando se sabe que hay otra persona que puede necesitar nuestra ayuda, puede ser indicativo de un desequilibrio psicológico. (2)
Además, realizar actos generosos conlleva una especie de “efecto yoyó” por el que, cuanto más ayudamos a los demás (da igual si son gestos grandes o pequeños), más generosidad recibiremos a cambio. ¡Y más crecerán las emociones positivas de unos y otros! Porque al haber ayudado a que otros sean felices, más felices nos sentiremos nosotros.
Así que ya lo sabe. Si mañana es usted uno de los ganadores del Gordo de Navidad, además de pensar en todo lo que va a poder hacer con ese dinero -y no tomar decisiones precipitadas de las que pueda acabar lamentándose-, tenga en cuenta que con ese décimo agraciado también tiene en sus manos la posibilidad de ayudar a quienes le rodean (mejorando con ello la vida y el bienestar de todos, incluido usted).
Y es que su generosidad también va a beneficiar su salud, que a fin de cuentas es lo más importante.
¡A su salud!
P.D.: En este Tener Salud le he hablado del espíritu comunitario de los japoneses, así como de su capacidad para mostrar la generosidad humana. ¡Pero también son conocidos por su espíritu de superación! Para esto último le animo a leer este texto sobre 5 palabras japonesas que pueden hacer mucho bien a su salud.
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