La investigación más amplia realizada en España hasta la fecha sobre el radón, con 1.415 personas que nunca habían fumado y que habían vivido una media de 30 años en viviendas con una alta concentración de este gas, confirma que los niveles superiores a 200 Bq/m3 (bequerelios por metro cúbico) aumentan el riesgo de cáncer de pulmón incluso entre los no fumadores(1).
Ya en 1990 la Organización Mundial de la Salud (OMS) clasificó al radón (gas generado a partir de la descomposición radiactiva del uranio y del torio y que está presente de forma natural en ciertos suelos graníticos) como el factor de riesgo más importante de cáncer de pulmón entre los no fumadores. A raíz de ello muchos países implantaron estrategias nacionales para que en ninguna vivienda, lugar de trabajo o centro público se superaran los 300 Bq/m3, si bien en otros el límite impuesto fue de 200 Bq/m3 ó incluso de 150 Bq/m3 (Estados Unidos).
El reciente estudio ha querido comprobar la relación entre una exposición prolongada al radón y la posterior aparición del cáncer de pulmón. Para ello se midió la concentración de radón de los hogares de los 1.415 participantes y se realizaron biopsias a los 523 cánceres de pulmón que se habían diagnosticado entre todos ellos. Pudo confirmarse así que las personas expuestas a más de 200 Bq/m3 tienen 1,73 veces más probabilidades de desarrollar cáncer de pulmón.
Esto implicaría la necesidad de bajar el límite de concentración a 100 Bq/m3, en lugar de a los 300 Bq/m3 previstos en el Plan Nacional español contra el radón que, por cierto, tendría que haberse implantado en febrero de 2018, pues era cuando finalizaba el plazo impuesto por la Directiva Europea sobre radiaciones ionizantes. Sin embargo, España sigue siendo a día de hoy de los pocos países del mundo que no cuenta con un plan para prevenir nuevas muertes por culpa de este gas.
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