Llevamos meses atravesando una vorágine permanente de nuevas medidas de restricción, de diferentes limitaciones perimetrales que cambian constantemente…
Y las autoridades sanitarias se encuentran abrumadas por la situación, como ya lo estuvieron la primavera pasada.
Son muchas las medidas que poco a poco se nos han ido imponiendo: confinamientos, uso de mascarillas, cuarentenas, rastreos, toques de queda, etc. Pero lo que permanece invariable es lo que ya parece una obsesión por descargar sistemáticamente la responsabilidad en nosotros, en los ciudadanos.
Para cualquiera que los escuche la conclusión es clara: que la situación sea tan catastrófica es culpa nuestra.
No creo que a usted se le haya escapado el detalle de que, desde el inicio de la crisis, la mayoría de líderes políticos nos han tratado como a niños.
Nos dicen qué hacer (por nuestro bien, obviamente); nos regañan si no respetamos las reglas…
Y, sobre todo, nos hacen sentir culpables, ya que según ellos la segunda ola fue provocada por nuestra relajación. (1)
Ahora bien, lo que a mí me parece -y creo que no soy el único- es que las medidas ahora impuestas responden en buena parte a que las autoridades no han sabido prepararse para los nuevos azotes de la pandemia.
La primera vez, en marzo, pasa… Pero en la segunda, cuando ya todos sabíamos a qué atenernos, tal caos no se entiende.
Lo que ocurre es que desde el comienzo de la crisis nuestras autoridades reaccionan en lugar de actuar. Y cuando se reacciona a algo, necesariamente se está llegando tarde, cuando ese “algo” ya se ha producido.
Es por eso que en esta pandemia le está tocando a la población “salvar los muebles” con medidas como el confinamiento total que ya ha vuelto a decretarse en muchos países europeos (y cuya sombra planea sobre nuestra cabeza, no lo olvidemos). Es decir, que depende de nosotros asumir la responsabilidad de la situación cuando esta empeora.
Pero no por ello vamos a pasar por alto que apenas se han recibido consejos sobre prevención más allá del simple uso de mascarillas y de mantener la distancia social. Me refiero a que ninguna autoridad sanitaria ha puesto el foco en la importancia de fortalecer la inmunidad, por ejemplo, cuando esto es absolutamente clave.
Sobre todo, porque la situación en los hospitales y centros de salud es tan precaria que apenas puede atenderse a pacientes “no covid” por una vía que no sea telefónica y, además, con retrasos.
En realidad, la saturación de los hospitales que estamos viendo este año es algo que viene cocinándose desde hace tiempo. Y no solo en España. En Francia, por ejemplo, la tasa media de ocupación de las UCI (Unidad de Cuidados Intensivos) era ya del 87% ¡en 2012! (2)
Y hablamos de una tasa promedio, o sea que imagínese en plena epidemia de gripe, por ejemplo.
En España solo contamos con 9 camas UCI por cada 100.000 habitantes. (3)
Pero lo que es peor es que parece que aquí no aprendemos de nuestros errores. Y lo que es aún más grave: debemos presenciar un espectáculo bochornoso en el que las administraciones se lanzan dardos envenenados entre sí… ¡como si de una guerra se tratase!
No nos engañemos. En los próximos días se nos volverá a pedir que hagamos esfuerzos: “no salir de casa, limitar al máximo los desplazamientos, evitar las reuniones…”.
Y cumpliremos. Por supuesto que lo haremos.
Pero debemos dejar de considerarnos responsables de la situación actual. Nuestro sistema de salud lleva enfermo mucho tiempo y ahora nosotros estamos pagando las consecuencias.
No me malinterprete: no quiero que esto suene a una mera crítica a la estrategia del Gobierno.
Pero también creo que deben asumir sus límites y sus debilidades, en lugar de echar la culpa solo a la gente.
Así que, cuando escuche el próximo discurso pidiéndole acatar las normas porque hemos sido “malos”, no permita que cale la idea de que somos usted y yo los responsables de la evolución de esta pandemia.
Solo hay una excepción a esta idea: por supuesto, cada uno de nosotros es responsable de sí mismo. De ahí que ponerse en riesgo deliberadamente o hacerlo con otras personas no tenga justificación alguna.
Y hacerse cargo de esa responsabilidad individual pasa por sumar nuestro pequeño grano de arena para superar juntos la pandemia.
Es decir, que en ningún caso debemos dejar de actuar… pero sí de culparnos y de castigarnos.
¡A su salud!
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Estoy de acuerdo… No es justo que carguemos con la culpabilidad… Y no somos niños… aunque algunos lo parecen…
Me ha gustado mucho, cambia la perspectiva de ver la pandemia… Gracias