San Sebastián no es una ciudad muy grande. Por eso salió en toda la prensa local el suceso que protagonizaron en un bar José María, un médico internista que acudió a tomar un pintxo tras acabar su ronda en el hospital, y Mari Luz, una mujer de 78 años que, como cada fin de semana, había acudido allí a comer con su hija. (1)
La mujer pidió ese día solomillo y, justo tras el primer bocado, comenzó a ahogarse, al quedarse el trozo de carne atascado, obstruyendo las vías respiratorias.
“¡Un médico, un médico!”, escuchó José María acodado en la barra del bar. Al bajar corriendo al comedor, apremiado por el camarero que dio la voz de alarma, se encontró a Mari Luz encorvada, ahogándose. Primero le practicó la maniobra de Heimlich, que consiste en presionar desde atrás y hacia arriba con fuerza el centro del abdomen de la persona que se está ahogando para que expulse el objeto con el que se ha atragantado.
Pero no funcionó. Así que, con Mari Luz ya entrando en parada cardiorrespiratoria, el médico pasó al plan B. Pidió un objeto punzante y un tubo y, entre el espeso silencio que se hizo alrededor, practicó una incisión en el cuello de la mujer -exactamente entre la base del cartílago tiroides y el anillo de cricoides- y, abierta la vía, insufló aire a través del bolígrafo que le dieron.
La historia tuvo un final feliz. El médico salvó literalmente la vida a la mujer, quien ya había recuperado la consciencia y el color cuando se la llevaron los servicios de emergencia. Y ambos volvieron a encontrarse cuando ella salió del hospital.
La técnica que hizo José María se llama cricotirotomía (una traqueostomía –es decir, que no sólo se realiza un orificio en la tráquea, sino que se le añade una cánula para ventilar- en el sitio exacto donde la hizo nuestro protagonista). Sirve para mantener la función respiratoria en casos de emergencia. El personal sanitario la practica usando bisturís y cánulas. Pero, ¿quién no ha oído que, si se ve en la necesidad, cualquiera puede llevarla a cabo utilizando un simple boli?
Incluso un hospital galés llevó a cabo un estudio para examinar los bolígrafos más comunes en el mercado para, en función de variables como sus dimensiones, resistencia y tiempo necesario para desmontarlo, decidir cuál era el más apropiado para realizar una traqueostomía de emergencia. (2)
Su conclusión fue que, contrariamente a la creencia popular, la mayoría de los bolígrafos no sirven. Sólo encontraron dos bolis válidos: uno de la marca Baron y uno Bic. En definitiva, que para una emergencia es preferible un bolígrafo grueso y fácil de desmontar.
Aunque, puestos a elegir, mejor una pajita de las que usan los deportistas para beber.
Fue la conclusión de otro estudio que realizaron investigadores del hospital militar Dwight David Eisenhower Army Medical Center, de Estados Unidos. (3)
Los investigadores quisieron analizar de forma científica qué dispositivos cotidianos resultaban más útiles en caso de verse en la necesidad de tener que realizar una cricotirotomía de emergencia. Para ello compararon el funcionamiento de los instrumentos médicos estándar que se usan en estos casos con algunos artículos que se encuentran a mano y que pueden usarse hasta que llegan los servicios médicos. Así, en sus pruebas, en las que también emplearon una navaja de bolsillo para hacer el corte, utilizaron el cañón de un bolígrafo y dos tipos de pajitas de las gruesas que vienen en las botellas de deporte.
Y la conclusión es que las pajitas de las botellas funcionaron mucho mejor como tubos de respiración de emergencia, casi tanto como los dispositivos médicos, mientras que el bolígrafo consideran que, si se puede elegir, no es una buena alternativa.
Claro que no siempre se puede. En caso de atragantamiento, la diferencia entre morir o sobrevivir puede ser cuestión de segundos y de actuar de la forma correcta. Por eso los investigadores dedican esfuerzos a averiguar cómo es la mejor forma de actuar hasta dar tiempo a que lleguen los servicios de emergencia, pues estas punciones de urgencia sólo proporcionan soporte ventilatorio durante un periodo muy breve de tiempo.
Y con esa intención otros investigadores, en este caso de la Universidad de Munich, en Alemania, realizaron otro interesante estudio. (4)
Querían saber hasta qué punto era posible que cualquiera sin experiencia pudiera llevar a cabo con éxito una cricotirotomía con un boli, tal como popularmente se asegura. Para ello los investigadores utilizaron tres tipos de bolígrafos y plumas e invitaron a diez voluntarios de diferentes perfiles sin conocimientos médicos (abogados, estudiantes…) a realizar esta maniobra en cadáveres (eran personas que habían fallecido dos días antes). Debían realizar la incisión a través de la piel y la tráquea valiéndose únicamente de los bolígrafos que les habían proporcionado.
El resultado fue un absoluto desastre. Seis de los participantes perforaron el cuello demasiado abajo y dañaron la glándula tiroides, y sólo tres lograron hacer la perforación en el lugar correcto. De estos tres, sólo uno fue capaz de atravesar la piel, los ligamentos y la pared de la vía aérea para conseguir abrir un canal de aire, pero para ello necesitó cinco minutos, tres intentos y mucha fuerza y paciencia, además de que la operación terminó con daños en el cuello y las vías respiratorias del paciente (quien, afortunadamente, ya estaba muerto). Otro de los voluntarios ni siquiera fue capaz de atravesar la piel con el bolígrafo.
Por ello, los autores concluyeron que enfrentarse a una cricotirotomía de emergencia armado simplemente con un bolígrafo es una tarea prácticamente imposible. Y más cuando no se cuenta con conocimientos médicos. Pero admiten que el boli sí puede utilizarse como tubo de respiración una vez abierta la vía por otro medio, y lo ideal es que tenga más de 3 mm de diámetro para que pueda pasar el aire adecuadamente.
Por eso José María, el médico internista con el que arrancaba este texto de hoy, consiguió salvar la vida de Mari Paz: contaba con conocimientos médicos, sangre fría y experiencia, y antes de insertar la vía de respiración abrió una incisión en el lugar exacto del cuello con un estilete que le pasó un camarero junto al bolígrafo ya sin tinta.
En conclusión, y por si usted alguna vez se encuentra ante un caso de atragantamiento que exija actuar, tenga en cuenta estas pautas:
¿Se ha planteado realizar algún curso de primeros auxilios y aprender a realizar maniobras como la de Heimlich, el boca o boca o el masaje cardiopulmonar? Ojalá nunca llegue a necesitar poner esos conocimientos en práctica, pero si se diera la situación, sin duda agradecerá tenerlos.
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Muy interesante el artículo, ya conocía el método. Los detalles que Vds. publican son muy aleccionadores.