El escritor Gary Chapman popularizó lo que se conoce como «los cinco lenguajes del amor». Cada uno entraña una particularidad que le ayudará a demostrar mejor su amor hacia los demás, pero también a percibir mejor cómo los demás le demuestran ese amor. ¿Con cuál se siente más identificado?
El escritor Gary Chapman popularizó lo que se conoce como “los cinco lenguajes del amor”, a los que usted también puede sacarles partido. Son cinco acciones que podrían traducirse por “te amo” o “me importas”. (1)
Es decir, se trata de compartir palabras bonitas con la otra persona, tener momentos de calidad juntos, ser servicial, hacer regalos y tener contacto físico.
La ventaja de este tipo de lenguaje es que le permitirá actuar para amar mejor a los demás. Pero también para percibir mejor lo que hacen los demás a la hora de demostrarle a usted cuánto le quieren.
Las palabras de agradecimiento hacen avanzar la relación amorosa entre dos personas. Es quizás el lenguaje de amor más sutil porque no es fácil de manejar. Pero su palabra transforma el mundo que le rodea.
Cuando uno es positivo y logra ver el lado bueno, sin ser ingenuo y siendo justo, los demás también lo son con usted. Una palabra de agradecimiento es algo más que un cumplido. Es una que fortalece la relación. Y cuanto mejor conozca a la persona a la que se la dirige, más valiosa será.
Cuando dice una palabra positiva a su hijo o nieto, por ejemplo, subraya algo que da alegría. Indica que no solo existe esa persona, sino que además su existencia le aporta algo auténtico. Verdadero.
Las palabras positivas, además de cariñosas, en cierto modo dicen “gracias”. Y los niños en particular son sensibles a ellas. Por ello es muy probable que esas hermosas palabras ofrecidas les influyan durante toda su vida. Porque con ellas les ha dado confianza en sí mismos.
Este es un “juego” en el que los niños pueden ser muy buenos porque por su edad todavía no han tenido demasiadas decepciones en la vida y están preparados para abrir sus corazones de par en par.
Es el más recíproco de los lenguajes del amor. Puede iniciarlo usted, pero para que realmente sea un momento de calidad la otra persona tiene que responder a él.
Para ello, puede basarse en la experiencia de lo que les gusta hacer: dar un paseo por el bosque, una cena para dos, una tarde de charla, realizar una lectura compartida…
Cuando pasa un momento de calidad con un ser querido el tiempo se detiene. Y también puede ser algo tan breve como recibir una sonrisa de complicidad e incluso un silencio. Es un tiempo que nos ofrecemos conscientemente.
No siempre lo vemos, pero de lo que tratamos ahora es del don de la generosidad y el sacrificio. A menudo es el lenguaje de las madres para sus hijos.
Ofrecido con amabilidad y ternura es magnífico. También es clave en la amistad. Es una acción que asegura el bienestar del otro.
Es un lenguaje que carece de palabras, pero no de sabiduría. Por otro lado, quienes lo practican no siempre obtienen el reconocimiento que merecen, pues en ocasiones nos acostumbramos a que nuestra pareja sea servicial.
Ahora bien, es cuando están ausentes cuando nos damos cuenta de lo valiosa que es esa relación y cuando más echamos de menos a esa persona que ya no está.
Es el lenguaje más conocido, quizás el más fácil. A veces es la primera muestra de respeto o cariño que ofrecemos a alguien que acabamos de descubrir.
Por ejemplo, si invita a sus nuevos vecinos a tomar un café, un té o una copa, les está mandando un mensaje claro. Y si además ellos aportan algo al encuentro, y le devuelven la invitación, están contribuyendo a construir esa nueva relación.
Pero en la vida hay muchas maneras de dar regalos. Una sonrisa sencilla y alegre lo es. Y el tiempo que se pasa con alguien, si es de calidad, también cuenta como tal.
El regalo es un trozo de usted mismo que se materializa en un objeto. Y su regalo también puede incluir otros lenguajes de amor.
El último de los lenguajes del amor identificado por Gary Chapman es también el más delicado, el más íntimo. Y está marcado por la confianza.
Los niños son los reyes de este idioma. Lo necesitan. Por eso le abrazan o se acurrucan en sus brazos.
En este sentido, hay que tener en cuenta que la relación con el cuerpo es muy diferente de una cultura a otra. En algunas hay poco contacto. Sin embargo, me parece que incluso entre los adultos esa proximidad es muy importante.
Somos animales sociales y estamos hechos para vivir en grupo. El contacto físico tiene una dimensión biológica ancestral. Nos recuerda que pertenecemos al grupo.
Y, en general, ese contacto está reservado para los seres queridos. Pero también es posible con personas que conoce un poco menos. En este caso, se centra en las manos. Es la mano del colega que estrecha para desearle buena suerte o la mano del enfermo en el hospital.
Esas manos son muy útiles para hablar.
Por supuesto, estos lenguajes no son el único medio para expresar afecto y cariño por otra persona, pero lo importante es que le sirvan para llegar mejor a los demás. Y también para ayudarlos a llegar mejor a usted.
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