El consumo de leche en España no ha dejado de caer en las últimas décadas. (1)
Esto se debe en parte al trabajo de periodistas científicos como Thierry Souccar (autor del libro Leche, mentiras y propaganda), gracias a quienes hoy es sabido prácticamente por todo el mundo que: (2)
Para reforzar la salud de los huesos conviene comer más verdura, rica en potasio y en calcio asimilable, y sobre todo legumbres, que son basificantes (o alcalinizantes; es decir, que combaten la acidez del organismo). Esto es bueno para el esqueleto, ya que ayuda a preservar los minerales de los huesos (y también de los músculos).
Consumir leche o sus derivados en esos casos conlleva dolores de cabeza, porosidad intestinal, trastornos digestivos…
Un efecto sin duda debido al elevado contenido en hormonas y en “factores de crecimiento” de la leche actual.
Quizá le parezcan unas acusaciones muy graves, pero recuerde que en caso de asma, eccema, cefaleas, trastornos digestivos, acné, cambios bruscos de humor… la primera medida nutricional aconsejable es suprimir los productos lácteos, además del gluten.
Para cada vez más expertos en nutrición y salud natural las recomendaciones oficiales, que aconsejan tomar 2 ó 3 productos lácteos diarios, constituyen pura propaganda en favor de la industria alimentaria. (3)
En esas recomendaciones de las autoridades sanitarias se hacen distinciones entre edad y situación fisiológica. Por ejemplo, en adultos se aconseja consumir productos semidesnatados o bajos en grasa, dado su menor aporte calórico, de ácidos grasos saturados y de colesterol.
Sin embargo, en caso de un niño en edad escolar, por ejemplo, se recomienda beber hasta ½ litro de leche al día (o su equivalente), ya que supuestamente de ese modo el menor conseguirá más del 80% del calcio y de la vitamina B2 que necesita. Y asimismo se insiste en que el consumo de leche y sus derivados es especialmente importante también en personas de edad avanzada. (4)
Todo ello a pesar de que ya en 2014 un gran estudio sueco publicado en la revista médica británica BMJ (British Medical Journal) concluyó que las mujeres que beben más de 3 vasos de leche al día tienden a sufrir más fracturas -ojo, ¡hasta un 60% más! – y a morir más prematuramente que aquellas que beben menos de 1 vaso al día.
Y en la misma línea también se ha hallado que Finlandia, el país con mayor consumo de leche del mundo, ostenta el récord de casos de diabetes tipo 1.
Incluso una institución como la Escuela de Salud Pública de Harvard, referencia mundial en la materia, recomienda directamente “limitar el consumo de productos lácteos a un máximo de 1 ó 2 al día”. (5)
Atendiendo a estos datos, la verdad es que no se entiende sobre qué bases se asienta la recomendación de que las personas de más edad -en especial las mujeres- deben consumir más lácteos.
Superada la cuestión de los límites y las cantidades, hay otro escollo que superar: hay personas a las que les encantan la leche y sus derivados. Quesos frescos, quesos curados, yogures… ¿deben privarse de lo que para ellos es un auténtico placer?
La verdad es que todo depende del tipo de leche que se consuma.
Muchas personas no tienen demasiado acceso a otra cosa que no sea la que se encuentra en los inmensos palés y estanterías de los supermercados. Pero lo cierto es que esa leche tiene muy poco o nada que ver con la que sale de las ubres de la vaca y que casi con toda seguridad recibían directamente en casa sus abuelos o bisabuelos.
Y es que la leche de hoy en día es un producto desnaturalizado por numerosas razones:
En definitiva, que existen las mismas razones para desconfiar de la leche UHT como de cualquier otro producto ultraprocesado.
Puede que usted sea uno de los pocos privilegiados que hoy día tiene cerca de casa un prado en el que pastan vacas de raza no tratadas con antibióticos, que son criadas a la vieja usanza y que comen únicamente hierba. Si es el caso, no lo dude: esta leche está repleta de nutrientes beneficiosos para la salud.
Pero, ojo: en caso de que usted tolere bien la lactosa y pueda beberla, eso no significa que no tenga que tener cuidado. La leche sin pasteurizar puede contener bacterias patógenas (Campylobacter, Escherichia coli, Salmonella, Listeria, Yersinia enterocolitica, Staphylococcus aureus…), por lo que requiere seguir unas pautas específicas antes de poder consumirla (eso es lo que explica, precisamente, que se haya extendido tanto la leche tratada industrialmente, cuestión de comodidad). (6)
En este proceso de “pasteurización doméstica” primero la leche debe calentarse a una temperatura mínima de 79 ºC durante 17 segundos (mídalo con un termómetro de cocina). Después debe conservarse en el frigorífico a entre 1 y 4 ºC. (7)
Quizá le parezca un procedimiento aparatoso, pero dese luego es una medida necesaria para garantizar la inocuidad de las bacterias que puede contener la leche cruda. Y, sin embargo, un estudio realizado en Italia ha demostrado que muy pocas personas tienen en cuenta estas precauciones (entre los participantes, más de un 40% reconoció que no la hervía y terminaba bebiéndola cruda). (8)
Para darle una buena alternativa a la leche de vaca y a todos los problemas que esta plantea, permítame que dedique la última parte de este texto a hablarle de una de mis favoritas: la leche de almendras.
Frente a todos los inconvenientes de la leche de vaca que ha visto, la leche de almendras es una buena opción. Es deliciosa, mucho más ligera y posee numerosos beneficios para la salud:
Y además de eso hay otra ventaja importante: ¡puede prepararla en su propia casa!
Para hacer 1 litro de leche de almendra ecológica simplemente debe seguir los siguientes pasos:
¡Listo! Podrá conservarla unos 3 ó 4 días en la nevera en el frigorífico en un recipiente cerrado.
Si lo desea, también puede añadirle algún endulzante natural o especia para darle un toque de sabor (en mi opinión, la nuez moscada y la canela van genial).
Y usted, ¿ya ha dejado de tomar leche de vaca? Si no es el caso, le animo a hacerlo, ya verá como nota increíbles efectos.
Fuentes:
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